Si hubo miles de españoles que decidieron cruzar el charco por oro, ella fue la primera en hacerlo por amor. Después de muchas idas y venidas de barcos que navegaban al Nuevo Continente bajo la corona española, Inés Suárez viajó hasta las Américas para encontrar a su marido Juan.
Inés Suárez nació en Plasencia en el año 1507. Los Reyes Católicos ya llevaban más de una década recibiendo nuevas del otro lado del Atlántico y Cristóbal Colón apenas había fallecido un año antes. Inés creció en Extremadura, lejos de aquel mundo repleto de historias fantásticas. Era poco sociable y apenas tenía amigos. Se casó a los 19 años con Juan de Málaga, quien embarcó con rumbo a Panamá y ordenó a Inés que aguardara su regreso.
No obstante, la joven esposa comenzó a preocuparse por su marido cuando dejaron de llegar cartas. Inés movió cielo y tierra para ir tras él y al final, en 1537, consiguió la licencia del rey para partir al Nuevo Mundo. Una vez arribó a América fue notificada de que su esposo había muerto en la Batalla de las Salinas, donde los hombres de Hernando y Gonzalo Pizarro vencieron a los de Diego de Almagro por el control de la ciudad de Cuzco. Se encontraba sola, en un lugar que no conocía y rodeado por personas que incluso combatían entre sí.
Ahora, la plataforma Amazon Prime estrena este 31 de julio la serie Inés del Alma Mía, adaptación de la novela homónima de la prestigiosa escritora chilena Isabel Allende. La novela, en consecuencia la serie, relata sus vivencias en América tras su viaje en busca de su marido dentro de una narrativa que une ficción y realidad histórica. Pero, ¿cuál fue la verdadera historia de Inés Suárez?
La heroína de Santiago
Después del fallecimiento de su esposo nada le quedaba en aquella remota tierra; tampoco en España. Finalmente optó por trabajar cuidando a los soldados heridos, lavando y cosiendo sus ropajes.
Su vida cambiaría por completo cuando conoció a Pedro de Valdivia, el militar y conquistador español de origen también extremeño que formó parte de las huestes de Francisco Pizarro, gobernador del Perú.
Algunos historiadores afirman que se conocieron en la actual Venezuela, aunque lo más probable es que se encontraran por primera vez en Cuzco. El hecho es que el maestre de campo de Francisco Pizarro y posterior conquistador de Chile quería a Inés a su lado —se especula que fueron amantes—, por lo que solicitó una autorización para que esta pudiera acompañarle. Durante las campañas de los conquistadores prestó diversos servicios a la expedición.
Tal era la confianza de Valdivia en Inés que acudió a ella cuando Santiago estaba siendo atacada por decenas de miles de indígenas. La joven defendía que los españoles no debían deshacerse de los caciques nativos prisioneros ya que eran la única moneda de cambio que tenían para detener el ataque.
Mientras tanto, la extremeña se dedicaba a atender y curar a los heridos. Sin embargo, el avance indígena era inevitable. "Cuando la situación era desesperada y los españoles comenzaban a flaquear y cedían terreno ante la indiada que asaltaba la residencia del gobernador, en cuya mazmorra estaban los caciques, Inés abandonó el improvisado hospitalillo donde curaba a los heridos y fue a la prisión que estaba vigilada por dos veteranos, Francisco de Rubio y Hernando de la Torre", escribe Juan Eslava Galán en La conquista de América contada para escépticos (Planeta).
Inés había cambiado de parecer. Instaba a los vigilantes a ejecutar a los caciques antes de que fuera tarde. "¿Señora, de qué manera los tengo yo que matar?", preguntó Hernando de la Torre. Inés, sirviéndose de la espada que llevaba en mano, mató a los caciques al grito de "¡De esta manera!".
La noticia de la muerte de los caciques desanimó a los indígenas, quienes decidieron retirarse. Santiago no sucumbió. Tras la batalla, y pasado un tiempo, la relación entre Pedro de Valdivia e Inés Suárez comenzó a ser mal vista por los demás hombres y el virrey Pedro de la Gasca determinó que su unión ilegítima debía erradicarse.
Al final, Inés Suárez se casó con el militar Rodrigo de Quiroga y se escudó en la religión hasta su fallecimiento en el año 1580. Jamás olvidó lo sucedido aquel intenso día en Santiago, aunque la historia a veces tienda a ocultar a estas mujeres. "Cuando uno se pregunta de qué pasta estaban hechos los conquistadores, cabría considerar que también hubo conquistadoras, muchas de ellas mujeres anónimas que apenas han dejado rastro en los escritos, aunque fueron tan merecedoras como ellos de gloria y fama", relata Eslava Galán.