El miedo a las infecciones y la muerte durante el parto, así como los pocos avances médicos de la Edad Media y la Edad Moderna, hizo que muchas mujeres se aferraran a símbolos religiosos y objetos mágicos para protegerse al dar a luz. Entre esos objetos estaban las 'fajas de parto' que las mujeres se enrollaban en el vientre durante el embarazo y el alumbramiento, como un intento de que todo saliese bien.
Así lo han concluido investigadores de la Universidad de Cambridge que han analizado una faja que data de finales del XV y en la que se han encontrado por primera vez restos de fluido cérvicovaginal.
La faja, compuesta por cuatro trozos de pergamino de oveja (un material obtenido a partir de la piel de cordero o de otros animales) se encuentra en la Wellcome Collection de Londres y ha aportado importantes datos sobre las prácticas obstétricas de la época en Inglaterra.
Se conocen al menos siete fajas más en Inglaterra, expuestas en la Biblioteca Británica y otras colecciones, y otras dos fajas en Francia, también en poder de la Wellcome Collection.
Sin embargo, según los autores del artículo, publicado en The Royal Society, lo que hace "en gran parte único a este pergamino entre los restantes, es que tiene signos obvios de un uso real como faja durante el nacimiento", algo de lo que hasta ahora no se tenían evidencias claras.
Mientras que solo 9 de cada 100.000 mujeres murieron por dar a luz en Inglaterra en 2013, la situación en la Edad Media era drásticamente diferente. En la Inglaterra medieval temprana el parto era una de las principales causas de muerte entre las mujeres.
Tal y como muestra el estudio, en Norwich se encontró material esquelético del siglo XI que reveló que la tasa de mortalidad infantil era superior al 60% en esa época, y la edad media de muerte de las mujeres era de 33 años. Pese a que la calidad de vida mejoró a lo largo de los siglos, la tasa de mortalidad neonatal para la madre y el niño se estimó entre el 30% y el 60%.
Piedras, fajas y oraciones
Para evitar ese desenlace, las embarazadas utilizaban desde piedras hasta talismanes y oraciones para estar protegidas durante la gestación y el parto, así como remedios medicinales elaborados a base de plantas.
Las fajas de parto, que eran empleadas principalmente por mujeres adineradas, entran dentro de los elementos y podían estar hechas de seda, hierro, piel de serpiente, de ciervo o, como es el caso de la faja analizada: de pergamino.
Además de por el flujo cérvicovaginal hallado recientemente, se sabía que estaban relacionadas con el embarazo porque muchas de ellas cuentan con dibujos y textos asociados a la fertilidad.
Si bien hay muchos textos ilegibles por el uso y el paso del tiempo, en la faja estudiada, llamada MS. 632, hay una invocación final dirigida especialmente a las mujeres que dice: Y si una mujer dando a luz a un niño ciñe esta medida alrededor de su vientre, ella parirá sin peligro y el niño será bautizado y la madre purificada.
También eran habituales las oraciones dirigidas a la Virgen María para pedirle protección. Es más, la mayoría de fajas tenían medidas similares (330,0 cm×10,0 cm) porque se pensaba que la longitud era la altura de la Virgen.
Análisis no invasivo
Para el análisis, los investigadores utilizaron una técnica de muestreo no invasiva en seco que antes se usaba para identificar especies animales buscando colágeno, la proteína más abundante que se encuentra en la piel, pero que hasta ahora no se había aplicado en un documento de pergamino para buscar otras proteínas.
"Pensamos que habría sangre y, en otro nivel, que podría haber excrementos de ratón", dijo Natalie Goodison, de la Universidad de Durham y una de las autoras del artículo a The Guardian. De esta manera, extrajeron péptidos no humanos (restos de miel, cereales, leche ovicaprina y legumbres, que podrían haber sido parte de ungüentos medicinales) y humanos (flujo cérvicovaginal).
A partir del siglo XVI, con la llegada de la Reforma anglicana y el paso al protestantismo, estos objetos dejaron de utilizarse durante los partos. Además, la mayoría fueron destruidos de los monasterios e iglesias. Ese es en parte el motivo por el que no se conocen a fondo las costumbres de las mujeres medievales al dar a luz.
"Hemos probado lo que durante mucho tiempo se sospechaba del MS. 632, que su mal estado da fe de su uso durante el parto, lo que muestra que las mujeres celebraban rituales altamente formulados que combinaban la precisión numérica y el encantamiento de la magia con la protección religiosa", concluyen los investigadores.