La Madre Teresa de Calcuta (Skopie, Macedonia del Norte, 1910-Calcuta, 1997) tenía una absoluta fe en el poder del amor y la compasión como motores del cambio en el mundo. Entre sus frases más destacadas, estaba la siguiente: "Las palabras amables pueden ser cortas y fáciles de decir, pero sus ecos son realmente infinitos". 25 años después de su muerte, que se cumplen este lunes 05 de septiembre, demuestran que tenía razón. Y es que su legado de lucha contra la pobreza todavía pervive.
Además de haber sido santificada en 2016 y de que su figura todavía sea reconocida en todo el mundo, su congregación, la de Misioneras de la Caridad, ha seguido creciendo. Cuando se creó en Calcuta en 1950, solo formaban parte de ella 12 religiosas. Ahora hay más de 4.500 monjas que trabajan en 133 países.
Pero ¿quién fue Teresa de Calcuta y cómo se convirtió en una de las religiosas más admiradas del mundo?
Nacida en Macedonia del Norte, pero de ascendencia albanesa, su nombre secular era Agnes Gonxha Bojaxhiu. Fue criada en el seno del catolicismo y con 18 años Agnes ya sabía que quería dedicarse a la vida religiosa. Comenzó su camino religioso en la Abadía de Loreto, perteneciente a la congregación religiosa católica Instituto de la Bienaventurada Virgen María de Irlanda.
Poco después de ser admitida como postulante se fue a Calcuta y en 1931 realizó sus votos de pobreza, castidad y obediencia como monja. En esa época se cambió el nombre al de Teresa, en referencia a Teresa de Lisieux, la santa patrona de los misioneros. Más tarde, en 1937, hizo sus votos solemnes.
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Trabajó en el convento de Loreto hasta 1946 e incluso llegó a ejercer como directora. Sin embargo, el auge de la violencia en Calcuta, la extrema pobreza y la gran hambruna de 1943 en Bengala cada vez perturbaban más a la religiosa, que sentía que debía hacer más por ayudar a los necesitados.
Durante unos años recibió capacitación médica básica y formación en enfermería y trabajó temporalmente con las Hermanas Misioneras Médicas en Patna (India).
Las Misioneras de la Caridad
Poco a poco empezó a centrar su ayuda en los indigentes y moribundos. Quería vivir entre los pobres y marginados por la sociedad y llegó a la determinación de que "fallar significaría quebrantar la fe". A finales de los años 40 se le unió un grupo de mujeres jóvenes y sentó las bases para crear una nueva comunidad religiosa que atendiera a los "más pobres entre los pobres".
En 1950, la Santa Sede le autorizó a inaugurar su nueva congregación, a la cual denominó las Misioneras de la Caridad. Su misión era: "Cuidar a los hambrientos, los desnudos, los que no tienen hogar, los lisiados, los ciegos, los leprosos, toda esa gente que se siente inútil, no amada, o desprotegida por la sociedad, gente que se ha convertido en una carga para la sociedad y que son rechazados por todos", algo que cobra especial relevancia en India, donde hay fuertes divisiones sociales y permanecen las castas.
Un par de años más tarde inauguró el primer hogar para moribundos en Calcuta y, desde entonces, sus acciones por los más necesitados de la sociedad se extendieron por todo el mundo.
"En la Iglesia católica, cuánto más se entrega una persona a los demás, más importante es a los ojos del mundo. Así fue con San Francisco de Asís o con Sor Dulce y también Santa Teresa de Calcuta, que vivió para ayudar a los más pobres en la India", declaró fray Rogério Lima, asistente eclesiástico de la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia necesitada (ACN), a la BBC.
Poco a poco, las Misioneras de la Caridad fueron creciendo y empezaron a trabajar en otros puntos del globo y atendiendo en distintos conflictos. Por ejemplo, en 1971, creó distintos hogares de acogida para mujeres víctimas de violencia sexual por la Guerra de Liberación de Bangladés.
Otro ejemplo ocurrió en 1982, cuando, después del asedio de Beirut, rescataron a 37 niños que estaban atrapados en un hospital de la región tras negociar un cese al fuego entre el ejército israelí y las guerrillas palestinas y evacuaron a pacientes jóvenes.
Debido a todas estas acciones, la Madre Teresa también comenzó a adquirir reconocimiento internacional. Se reunió con figuras como el papa Juan Pablo II; recibió el premio Balzan de manos del entonces presidente de la República Italiana, Sandro Pertini, en 1978; y un año después, se le concedió el Premio Nobel de la Paz. Asimismo, el presidente estadounidense, Ronald Reagan, le entregó la Medalla Presidencial de la Libertad en 1985.
Luces y sombras
Como cualquier persona con relevancia internacional, durante esos años los actos de Teresa de Calcuta también tuvieron sus partes grises. Por ejemplo, fue criticada por aceptar dinero de la familia Duvalier (François Duvalier y su hijo Jean-Claude, dictadores de Haití) y elogiarlos públicamente. Lo mismo ocurrió con Charles Keating (conocido por su participación en el escándalo de ahorros y préstamos en EEUU de finales de la década de 1980), quien incluso prestó su avión a la monja.
"No sé nada de los negocios de Charles Keating. Solo sé que ha sido generoso con los pobres de Dios", escribió Teresa de Calcuta sobre el más conocido como "rey de los bonos basura" y que fue condenado por estafar a 17.000 pequeños inversores.
El valor del sufrimiento
Asimismo, con los años algunos investigadores han criticado la labor de cuidado a los enfermos por parte de las Misioneras de la Caridad. La razón principal es que Teresa de Calcuta creía en el valor del sufrimiento para llegar a Dios. Eso, según varias investigaciones, desembocaba en que en sus centros no se diese analgésicos a los enfermos para aliviar su dolor y que se les atendiese en condiciones muy precarias.
Así lo defiende el periodista anglo-estadounidense Christopher Hitchens en el documental Hell’s Angel (Ángel del infierno), que retrata el lado más oscuro de este icono religioso; o el doctor Aroup Chatterjee, uno de los mayores críticos de la santa y autor del libro Madre Teresa, el veredicto final (Meteor Books, 2002).
En su trabajo, Hitchens asegura que la respuesta de la Madre Teresa ante estas críticas por su manera de cuidar a los enfermos fue: “Hay algo bonito en ver a los pobres aceptar su suerte, sufrir como en la Pasión de Cristo. El mundo gana mucho con su sufrimiento”.
Otro ejemplo es Colette Livermore, una exmisionera de la caridad que abandonó la congregación creada por la Madre Teresa porque veía su "teología del sufrimiento" como "defectuosa".
En su libro, Hope Endures: Leaving Mother Teresa, Losing Faith, and Searching for Meaning (Atria, 2014), mostraba su oposición a algunas prácticas de la organización como negarse "innecesariamente" a ayudar a los necesitados cuando estos se acercaban a las monjas "en un momento equivocado de acuerdo con sus horarios". Tampoco estaba de acuerdo con que se desalentase a las misioneras a buscar formación médica para tratar las enfermedades que enfrentaban, diciendo que lo que ocurriese era "voluntad de Dios".
No obstante, Livermore, que durante su época como monja era llamada Hermana Tobit, también criticó el trabajo de Hitchens y lo calificó de "injusto" hacia la Madre Teresa.
"Creo que ella era una mujer íntegra... Él pensó que era una hipócrita y que era deshonesta, pero no creo que lo fuera en absoluto. Opino que ella pensó que Dios podía usar a cualquiera para hacer el bien: Dios puede usar a Judas y Dios puede usar a Pilato, así que Dios puede usar al hombre en Haití", declaró en referencia al dictador haitiano Baby Doc Duvalier.
Y añadió, en declaraciones recogidas por The Sunday Morning Herald: "No creo que fuera falsa en absoluto. Considero que fue muy sincera y que estaba siguiendo los mapas tal como los veía. Sé que suena presuntuoso, pero pensé que esos mapas estaban equivocados".
De la misma forma, otras personas han reprochado sus posturas contra los anticonceptivos y el aborto. “Para mí, aquellos países en los que el aborto es legal son los más pobres de todos. El mayor destructor de la paz en la actualidad es el crimen que se comete contra el neonato”, declaró en su discurso de aceptación del Premio Nobel de la Paz en 1979.
Para algunos, su postura contra los anticonceptivos es además hipócrita, ya que a la vez decía trabajar por los enfermos de VIH (una enfermedad que se puede prevenir con el uso de preservativos).
Su legado permanece
Con los años, la salud de la Madre Teresa fue empeorando y finalmente murió el cinco de septiembre de 1997 por una insuficiencia cardíaca. Pese a sus recurrentes crisis de fe, de las que hay pruebas en el libro Mother Teresa: Come Be My Light (editado por Brian Kolodiejchuk) y que recopila las cartas privadas escritas por la misionera, la Madre Teresa se mantuvo firme en sus principios y en su vocación de ayuda a los demás, lo que derivó en que solo dos años después de su fallecimiento se comenzase su proceso de beatificación (generalmente se debe esperar cinco años).
Finalmente, en 2015 el papa Francisco aprobó su canonización, consolidando así el legado de la Santa que dejó un importante legado sobre la caridad y el amor en todo el mundo.