Esta es la historia de una mujer valiente que luchó contra el orden establecido y que abrió el camino al resto de las mujeres, en una época en la que eso era absolutamente imposible.
La joven Agnódice era una mujer ateniense que pertenecía a una familia acomodada, de clase aristocrática.
Desde muy pequeña, comenzó a demostrar interés por todo lo que le rodeaba, por aprender ciencia, pero, sobre todo, era una apasionada de la medicina.
Estudios prohibidos a las mujeres
De ella, sabemos a través de los escritos del erudito hispano Cayo Julio Higinio (64-17 a. C.). Según refiere Higinio en sus textos, Agnódice, a la que se sitúa en el siglo IV a. C., sabía que el estudio de la medicina estaba prohibido a las mujeres en aquel tiempo, pero contó siempre con el apoyo de su padre.
Viendo la pasión de su hija por la medicina, le aconsejó que se fuera a estudiar lejos, concretamente a Egipto, donde se encontraban los médicos más avanzados. Así que ayudó a Agnódice a ocultar su identidad bajo un disfraz, para hacerse pasar por un hombre, y le entregó el dinero suficiente como para pagar el viaje y mantenerse durante su estancia en Egipto.
El médico más famoso de la época
La joven ateniense, disfrazada de muchacho, estudió en Alejandría día tras día bajo la tutela del más famoso médico de su época: Herófilo de Calcedonia.
Según dice Higinio en los escritos que han llegado hasta nuestros días, Agnódice consiguió durante su estancia las máximas calificaciones, adquiriendo lo que hoy se conoce como la licenciatura. Ya estaba preparada para curar enfermos.
Regreso a Atenas
Muy feliz con su estatus de médico, regresó a casa, a Atenas para ejercer en las especialidades de Ginecología y Obstetricia, materias que le habían resultado más interesantes.
Al poco de instalarse en Atenas, se encontró en la calle a una mujer que parecía a punto de dar a luz. La señora no quería permitir a la nueva médico, aún disfrazada de chico, que hiciera su tarea, hasta que ésta le reveló su verdadera identidad.
El parto llegó a buen termino, el niño nació y la madre se recuperó rápidamente gracias a los cuidados de su nuevo médico. Pronto la recomendaría a todas sus amigas. Y así se hizo muy conocida en la ciudad.
Pero con el éxito profesional, llegaron las envidias y los odios de los otros profesionales que se vieron desplazados, y decidieron confabularse para difamar y acusar a su rival de seducir a sus clientes.
Ante el Areópago
Agnódice tuvo que presentarse ante los tribunales (Areópago) y no le quedó más remedio que revelar su verdadera identidad para refutar las acusaciones basadas en falsedades.
Por supuesto, la revelación supuso la absolución inmediata de los cargos de los que se le acusaba, pero le cayó la inculpación de un delito mayor: ejercer la medicina en Atenas siendo mujer.
Estaban los jueces de Areópago en el momento de dar sentencia, cuando una multitud de mujeres se congregó ante ellos.
A grandes gritos defendieron la habilidad y los cuidades de Agnódice y dejaron caer una terrible amenaza: “Si no permitís que ella cuide de nuestros cuerpos enferos, olvidaros de gozar de nuestros cuerpos sanos”.
En poco menos de un minuto, la médico fue absuelta y se aprobó una ley que permitía ejercer la medicina a las mujeres de Atenas.
La editorial Vegueta Ediciones como viene haciendo con otros títulos, ha publicado Agnódice. La primera médica de mujeres, escrito por Henar Lanza, un volumen ilustrado muy adecuado para los lectores mayores de siete años.