'Desayuno con Diamantes', 'Vacaciones en Roma' o el hecho de ser la musa de Givenchy son los hitos más reconocibles de la elegantísima Audrey Hepburn, de origen belga, que también vivió en Holanda y Gran Bretaña.
Ella en sí misma es un hito. Mientras que en Hollywood la belleza era marcada por las exuberantes curvas y el pelo rubio de Marilyn Monroe, de repente llegó Hepburn, tan menudita, castaña y con gracia, y puso sobre la mesa un nuevo canon mundial.
Sin embargo, antes de la fama cinematográfica (y triunfo, pues ganó un Oscar, un Globo de Oro y un Grammy, además de otros 12 galardones relacionados con el mundo del espectáculo), su vida no fue tan idílica: la infancia y adolescencia de la actriz transcurrió en un contexto histórico europeo hostil.
La huella de la guerra
Nacida el 4 de mayo de 1929, pasó su niñez durante el periodo de entreguerras en un internado, a causa del abandono de su padre. Y, posteriormente, a la temprana edad de 10 años, el estallido de la Segunda Guerra Mundial iba a marcar el resto de su vida. Hambre, enfermedades respiratorias y anemia, y ver cómo familiares suyos eran fusilados o mandados a un campo de concentración, como en el caso de su hermano, son parte de los recuerdos que Audrey podía mantener de su infancia.
Todo ello, provocaría que, más adelante, se volcara con UNICEF y se adentrase de lleno en el terreno humanitario, ya habiendo alcanzado grandes éxitos en el mundo del cine y de la moda.
El transcurso
Durante su estancia en Holanda, ocupada por los nazis, Audrey tuvo que cambiar su nombre británico por el de Edda Van Heemstra para que no la identificaran con el bando enemigo.
Una niña que había visto cómo su tío era fusilado por los nazis se convierte en una adolescente guerrera, pues Hepburn se unió a la resistencia holandesa.
En un primer momento, sus padres simpatizaban con el fascismo. No fue hasta 1942, cuando los nazis llevaban dos años instalados en Países Bajos, que la madre rompió todos sus ideales a favor de Hitler por el asesinato de su familiar.
De nombre Otto van Limburg Stirum fue recluso junto a un grupo de más hombres para, exactamente, cavar su propia tumba en el bosque, atarlos a una estaca y matarlos a tiros. Estaban acusados de cometer actos antinazis.
Hazañas de Audrey
Con 15 años, la actriz se unió a un teólogo cristiano antifascista Hendrik Visser't Hooft. Él fue quien coordinó la relación entre la resistencia holandesa y el gobierno en el exilio en Londres. Además, organizó festivales de ballet encubiertos para recaudar dinero para la causa. Gracias a ellos, Audrey pudo comenzar su carrera como artista, en la danza, aunque su público no podía aplaudir (para no hacer ruido) al terminar la actuación.
También, ayudó a repartir el periódico antizani Oranjekrant, lo escondía en sus calcetines y zuecos mientras lo distribuía en su bicicleta. Debido a su inglés fluido, transmitía mensajes de la resistencia a pilotos aliados derribados.
Hacia el final de la guerra, Hepburn y su madre vivieron en un sótano para protegerse de los bombardeos, sufriendo de hambre y frío. Al ser liberado su pueblo en 1945, la joven, que pesaba solo 40 kilos, habló en inglés con los soldados aliados, quienes celebraron haber liberado a una "niña inglesa".
Ballet, un sueño frustrado
La actriz ya habría comenzado una trayectoria artística en ballet, durante la guerra, pero tenía que hacerlo de forma clandestina. Una pena que por la delgadez extrema que sufría y los problemas de salud no pudiera continuarla.
Ella era bailarina. En principio, no tenía en mente ser actriz. Lo positivo fue que la dura disciplina y la autoexigencia que implica la danza marcaron su personalidad y su control en la escena.
A pesar de que no pudiera continuar su carrera en la danza, no dejó de ser un icono de influencia para el momento y las generaciones venideras. Convirtió el ballet en una manera de expresar estilo.
Después de la guerra, Audrey continuó con el ballet y comenzó a modelar. Más tarde se mudó a Nueva York, en 1951, para actuar en el musical Gigi en Broadway. A partir de ahí, toda su carrera fue in crescendo hasta llegar a ser una estrella de la época dorada de Hollywood.
El último paso: Unicef
Todos los escollos de la guerra clavaron en el corazón de Audrey una inquietud humanitaria, por ello, en 1988, comenzó a colaborar con UNICEF.
Un año más tarde, fue nombrada Embajadora de Buena Voluntad en esta organización, y su labor consistió en llamar la atención sobre las necesidades de los niños en países de desarrollo, así como recaudar fondos para los programas de la organización.
Participó activamente en misiones de campo, su paso no fue únicamente simbólico. Realizó más de 50 misiones en más de 20 países, incluyendo los más peligrosos y/o necesitados del planeta, entre ellos Etiopía, Sudán, Bangladesh, Vietnam y Somalia.