Nacida a finales del siglo XIX, la psicóloga Melanie Klein continúa siendo una figura de gran relevancia en la historia de la humanidad. Proveniente de una familia de raíces judías ortodoxas, Klein destacó principalmente por desarrollar la Teoría de Psicoanálisis de Sigman Freud, siendo la pionera en la creación de las terapias psicológicas para niños.

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Desde temprana edad, Melanie Klein (1882 - 1960) anhelaba estudiar medicina. A los 16 años, logró aprobar los exámenes de ingreso a esta carrera. No obstante, su destino dio un giro inesperado cuando conoció a Arthur Stevan Klein, su futuro esposo y primo segundo por parte materna, quien en ese momento estudiaba ingeniería química en Zúrich.

Un camino de rosas espinosas

La pérdida de su padre, Moriz Reizes, en 1900, sumió a Melanie y su familia en una crisis. Dos años después, la muerte de su hermano Emmanuel a los 25 años debido a un ataque cardíaco dejó una huella indeleble en la joven. Emmanuel había sido su principal apoyo para seguir su sueño de estudiar medicina, alentándola a ingresar a Gymnasium de Viena. 

Durante casi toda su vida, Melanie Klein cargó con un sentimiento de culpa por la muerte de su hermano, abandonando incluso su futuro académico.

A los 21 años, finalmente, contrajo matrimonio con Arthur Klein, pero la historia de esta unión fue profundamente desdichada. A pesar de tener tres hijos, Melitta, Hans y Erich, la vida de Melanie estuvo marcada por la pérdida de seres queridos y varios episodios depresivos que, lamentablemente, desencadenaron problemas nerviosos.

Es ampliamente conocido que la vida personal de Melanie nunca fue fácil. Después de varios intentos de reconciliación, ella y Arthur se separaron. A partir de entonces, Melanie no mantuvo ninguna relación estable, excepto por un breve romance con Chezkel Zvi Kloetzel, un hombre casado que finalmente huyó a Palestina debido a la creciente violencia antisemita en Europa.

Todas estas situaciones la llevaron a someterse a múltiples tratamientos psicoanalíticos, sin sospechar que este desafío de salud la conduciría a descubrir su verdadera vocación. Entre sus terapeutas estaba Karl Abraham, quien más adelante tendría un papel importante en la vida de esta mujer.

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Una psicoanalista de grandes controversias

Melanie Klein generó controversia al basar sus primeros trabajos en el análisis de sus propios hijos. No obstante, con el tiempo, ganó reconocimiento dentro del ámbito psicoanalítico y cultivó importantes amistades, como la que mantuvo con Ernest Jones. Juntos, libraron intensas batallas y fundaron la Sociedad Psicoanalítica de Gran Bretaña.

Después de divorciarse de su esposo, Melanie se estableció en Inglaterra y adoptó la nacionalidad británica. Allí se vio envuelta en una intensa polémica con Anna Freud -hija de Sigmund Freud- sobre el psicoanálisis infantil. La disputa era tan acalorada que, en una ocasión, Ernest Jones tuvo que interrumpir el debate porque Londres estaba siendo bombardeada y ellas ni siquiera lo habían notado.

La psicóloga se sometió a un segundo análisis con Karl Abraham, a quien consideraba su verdadero maestro. Sin embargo, Abraham falleció solo un año después de iniciar el proceso. Trágicamente, el hijo mayor de Melanie también murió en un accidente de escalada, aunque se especula que podría haber sido un suicidio

Pero los problemas no cesaron. Melanie no anticipó que el mayor golpe de su vida vendría de parte de su propia hija, Melitta Schmideberg. Aunque inicialmente Melitta seguía las ideas psicoanalíticas de su madre, eventualmente se alió con Edward Gloer y juntos boicotearon las teorías de Melanie en las reuniones de la Sociedad Británica de Psicoanálisis. Esta situación llevó a que madre e hija nunca pudieran reconciliarse.

La corriente kleiniana

Melanie Klein fue pionera en dirigir el pensamiento psicoanalítico hacia una nueva perspectiva al reconocer la relevancia de las experiencias de los primeros años de vida en la formación de nuestro mundo emocional en la edad adulta.

Al ampliar y desarrollar las ideas de Sigmund Freud, la psicóloga se inspiró en el análisis de los juegos infantiles para formular nuevos conceptos, como las posiciones esquizo-paranoide y depresiva.

Así, en 1942, surgieron dos grupos distintos dentro del ámbito psicoanalítico: los freudianos, liderados por Anna Freud y su hija Melitta; y el grupo de los kleinianos. Los freudianos emprendieron ataques contra las teorías de Melanie, llegando incluso a cuestionar su formación como psicoanalista.

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Estos conflictos no se resolvieron hasta 1946, cuando se estableció un grupo de conciliación dentro de la Sociedad Británica de Psicoanálisis para armonizar las diferencias entre las teorías de Freud y las de Klein.

En 1960, a Melanie le diagnosticaron anemia, seguido, unos meses más tarde, por un diagnóstico de cáncer de colon. Al principio, la cirugía pareció exitosa, pero luego surgieron complicaciones. Finalmente, falleció el 22 de septiembre de ese mismo año.

Melanie Klein dejó un legado notable con solo un libro, El psicoanálisis de niños, y alrededor de 30 ensayos. Estas obras le aseguraron un lugar destacado en la historia del psicoanálisis. Hoy en día, la escuela kleiniana cuenta con numerosos seguidores, y sigue creciendo esta cantidad.