Durante su infancia, Cristina Ramírez (Gran Canaria, 1979) pasaba todos los días frente a un cuartel de la Guardia Civil. Sin embargo, nunca le causó especial impresión. Lo que siempre le interesó fue el ejército. "Me viene desde pequeñita. Siempre sentí curiosidad por el ejército y me llamaban la atención los convoyes, los camiones...". Apasionada del estudio, Cristina sabía que quería dedicarse al servicio, a ayudar a la gente. Barajó la posibilidad de estudiar Psicología o Educación social, pero el uniforme le llamaba y a los 19 años decidió alistarse en el Cuerpo.
Aunque le gustó la experiencia, unos años más tarde cambió a la Guardia Civil, esa institución que veía diariamente, pero de la que nunca se hubiera imaginado que formaría parte. "Probé suerte porque veía que los compañeros opositaban y que era otra salida. Poco a poco me fui haciendo a la idea y nada, fue incorporarme a la academia y enamorarme de la Guardia Civil. Tengo buenísimos recuerdos de la Academia y se la recomiendo a todo el que quiera dar el paso porque es muy bonito", cuenta a MagasIN desde un despacho de la Comandancia de Gran Canaria.
Cristina Ramírez es ahora, casi 20 años después, cabo 1º y la única jefa de la Unidad de Material Móvil de la Guardia Civil. Destinada en su casa, Gran Canaria, gestiona más de 300 unidades móviles entre vehículos, motocicletas y remolques. Pero sobre todo hace lo que más le gusta: conducir. Lleva vehículos pesados y realiza servicios del Banco de España, de traslado de presos... Una pasión por la conducción heredada de su padre, que "también ha llevado vehículos pesados". "En mi casa desde siempre hemos estado relacionados con los vehículos. Siempre me atrajo todo lo relacionado con los coches y he sido muy echada para delante a la hora de conducir, de cambiar ruedas...".
Conducir por Kosovo
No tuvo que esperar a 2016, cuando entró en la Unidad de Material Móvil, para conducir su primer vehículo pesado. Como si fuese cosa del destino, en el Ejército también fue destinada a la Unidad de Transporte. Terminó siendo una de las conductoras de esos convoyes que tanto le impresionaban de pequeña. Y algo que esa niña no se habría imaginado nunca: lo haría incluso fuera de España.
En el 2000 se fue de misión de paz a Kósovo. Con 21 años recién cumplidos y en su primer viaje fuera de España, Cristina conducía un tren de carretera por el asfalto de un territorio en el que la devastación de la guerra aún era palpable. "En la época que nos tocó estar apoyando a los compañeros de Zaragoza había relativa calma, lo que no quita que hubiese ocasiones en las que nos tocase salir con las armas y el chaleco porque había algunas revueltas. Pero estábamos de apoyo pacífico, por ejemplo, suministrando alimentos. Hasta el punto de que en las fechas cercanas a Navidad transportamos juguetes que habían donado las comunidades españolas para los niños. Eso fue muy bonito".
Entonces era la única mujer de su equipo que conducía ese tipo de transporte y, afirma, actualmente todavía hay muy pocas en la Unidad. "La gente se vuelca y te mira. Aún causa un poco de asombro ver a mujeres llevando vehículos de la Guardia Civil, y encima vehículos pesados. No creo que la gente está acostumbrada todavía, pero más que algo despectivo, lo veo como asombro. Nunca he sentido discriminación y ya te digo, vengo del Ejército de estar en la misión de paz solo con chicos y ser la única conductora de pesados y súper bien. Hacía las noches enteras conduciendo y tenían la confianza de ir durmiendo porque luego les tocaba a ellos".
Cuando entró en la Guardia Civil en 2002 se tuvo que alejar durante un tiempo de la conducción de vehículos pesados y pasó por varios destinos. El primero fue Barbate, en Cádiz, que fue "muy explosivo". "Mi primera toma de contacto fue muy potente porque Barbate en aquellos momentos estaba asolada por el desempleo y había mucho narcotráfico. Además, era un poco la época en la que comenzó la inmigración. Recuerdo de ver desde el cuarto en Conil, donde teníamos el pabellón de mujeres solteras, a muchos niños con sus madres que habían sido rescatados del mar. Nos poníamos allí a jugar con los niños y no éramos conscientes ni de lo que ellos habían vivido para llegar hasta aquí ni de lo que se venía", recuerda.
Salud mental en la Guardia Civil
Después volvió a Gran Canaria y estuvo durante varios años en el puesto de Vecindario. Pasó por núcleo de servicio, que consiste en la vigilancia de instalaciones, y aprovechó ese tiempo para estudiar por la UNED una carrera que siempre le había llamado la atención: Psicología. "Era algo que tenía pendiente. Cuando hice selectividad tenía intención de hacerlo, pero no hay Psicología en Gran Canaria, está en Tenerife. Mi padre es pensionista y mi madre ama de casa, además de que tengo otros cuatro hermanos. Entonces, no nos podíamos permitir que yo me fuese a otra isla con los gastos que eso supone".
Cristina cuenta que esos conocimientos le han servido en su trabajo, entre otras cosas, para mantener mejor la calma en situaciones extremas. Concretamente en esas relacionadas con niños, que siempre le trastocan más. "He tenido procesos superdolorosos que he tenido que autogestionar como suicidios y sobre todo las muertes de niños y jóvenes". Algunos de estos sucesos ocurrieron en su pueblo, La Aldea de San Nicolás, donde también estuvo destinada un tiempo. Unos hechos "brutales emocionalmente y que te marcan mucho. Además, conoces a la gente desde pequeña, su familia... Me cuesta hasta contarlo", dice emocionada.
Por suerte ella cuenta con esas herramientas para gestionar el dolor, pero lamenta que no haya ningún tipo de formación psicológica para los guardias civiles, que muchas veces se tienen que enfrentar a hechos traumáticos. "No existe ninguna formación específica. Sí que cuando pasa algo, por ejemplo los suicidios que tenemos entre compañeros, el gabinete de psicología se mueve, pero para las circunstancias del día a día no. He visto a compañeros derrotados, llorando. Se te queda metido. Hay un servicio de psicología aquí en la Comandancia, pero al final somos pocos los que estamos en un puesto porque hay una carencia de personal y generalmente intentas digerirlo, hacer de tripas corazón y seguir".
El reto de conciliar
Durante su estancia en Vecindario también aprovechó para ascender a cabo, lo que le llevó a Tendilla (Guadalajara). Una vez allí, su jefe le animó a hacer el curso de especialización y se lanzó, aun estando embarazada de su primera hija (la segunda nació poco antes de la pandemia, en febrero de 2020). "Me fui a hacer el curso a Madrid, que dura un mes y es práctico en su mayor parte. Imagínate llevando guaguas y camiones con mi barriguilla medio escondida", relata entre risas. Por suerte solamente estaba de unos 4-5 meses, por lo que no le dificultaba la conducción. "Simplemente pedí una talla de pantalón más grande".
Después de completarlo y de que terminase su baja de maternidad se pudo trasladar de nuevo a Gran Canaria y desde 2018 ejerce como jefa de la Unidad de Material Móvil. Está feliz en su trabajo y, asegura, está rodeada de grandes compañeros, pero admite que le gustaría seguir ascendiendo. ¿El problema? Ese con el que lidian tantas mujeres de todos los sectores profesionales: la conciliación. "Quise intentar opositar para alférez, pero ya me cogió tarde con las niñas. Se me queda la espinita, pero nada, estoy contenta donde estoy y hago lo que me gusta que es conducir".
- Igualmente, ¿sigues pensando en promocionar en algún momento?
Me gustaría intentarlo, pero es que con dos niñas pequeñas lo veo complicado. Tienen 4 años y 20 meses, así que un poco difícil sacar tiempo para estudiar y prepararse una oposición de ese calibre. Con la carrera podría aspirar a sargento, que tengo ya los años para poder presentarme, o a teniente. Me gustaría, pero no sé...
Cristina Ramírez no es la única guardia civil que se ve frustrada por no poder seguir ascendiendo. Lo ve también en muchas compañeras ya que estas promociones suelen coincidir con la edad media de ser madre, tal y como explicó recientemente a MagasIN la jefa del Área de Igualdad de la Guardia Civil, Laura Gómez. "Cada vez entran más mujeres al Cuerpo, eso está en auge, pero en Gran Canaria veo un estancamiento a cabo, el escalón en el que estoy yo. ¿Por qué? Porque no implica un periodo de academia largo como el de sargento, que es el siguiente. Para ese puesto entrarías en septiembre y saldrías en junio con los dos meses de prácticas y demás… También por la edad de acceso. Creo que cada vez entran con más años y se te va juntando la edad de que acabas de entrar con ser madre y al final el único pasito que puedes dar es ser cabo", asevera.
Por ejemplo para ascender a sargento, Cristina tendría que trasladarse temporalmente a Madrid durante el tiempo de formación. "Yo digo venga, voy a ascender a sargento, pero tendría que llevarme a las niñas, buscar un colegio para escolarizarlas y hacer vida allá en ese periodo. ¿Qué hago sola con dos niñas? Porque el papá a lo mejor no podría venir".
La cabo 1º afea que "la conciliación está en el papel, pero es difícil que se cubran las necesidades de todas las compañeras. Somos muchas y ya si no te dan el horario que necesitas...". Y es que las dificultades pueden surgir incluso antes de dar a luz. "Llega un momento en el que la naturaleza te dice que tienes que ser madre y es como que ahí se te para la vida profesional. Aunque alguna persona no entienda mucho que una persona embarazada necesita estar tranquila y centrarse en ese embarazo, y más cuando han sido de riesgo como los míos. Tu única preocupación debe ser esa".
Pese a todo, aún no ha renunciado a esa posibilidad de seguir promocionando o a la posibilidad de aprender otros conocimientos que siempre le han interesado como la mecánica. Y es que ejemplos como la teniente coronel Silvia Gil le dan esperanzas para seguir luchando por sus sueños. "La conozco personalmente porque coincidí con ella en Vecindario y es un referente. Te invita a decir: venga, vamos a intentarlo". No obstante, su principal consejo para las más jóvenes, guardias civiles o no, es que "si quieres hacer algo, hazlo ya". "Haz una especialidad, oposita… Pero no esperes, porque luego te llega el momento mamá y se acaba todo".