Ana Velayos (Ávila, 1975) concede a MagasIN una entrevista colorida: durante el encuentro, en una terraza de la puerta de Alcalá, Velayos sonríe todo el tiempo y transmite una energía inusitada, y el asunto de la importancia de los colores aparece en varias ocasiones.
Velayos llega a la cita cubierta con un largo abrigo blanco –que “no es sino la mezcla de todos los colores”- y comenta animadamente que en la mesa de al lado está sentada la periodista Rosa María Calaf, con su característico pelo bermellón y vestida también de un rojo intenso como marca personal: “Una de las periodistas míticas de mi época como estudiante”, sonríe ampliamente. “Yo estudié Periodismo en la Universidad Pontificia de Salamanca. Una época bien distinta, de la que recuerdo llevar en la mano la máquina de escribir de mi padre, una Olivetti, ¡qué funcionaba de maravilla!”.
Nacida en Ávila, tras estudiar en Salamanca y realizar unas prácticas en el Diario de Ávila, trabajó como periodista en TVE y como responsable de prensa en distintas instituciones, entre otros trabajos. “Estudiar periodismo yo diría que me ayudó sobre todo a aprender a pensar y a conectar, a desarrollar la autocrítica, a ser reflexiva, a establecer y ser capaz de explicar planes de acción, a saber escuchar y ¡a estar atenta!”. Casada con un periodista, explica cómo el periodismo sigue siendo una de sus fuentes de inspiración, está al día de las noticias y tiene con amistad con muchos periodistas, algunos de renombre.
El color turquesa
En 2017 Ana Velayos se convierte en dircom -responsable de comunicación- de una startup de tecnología, y tiene un gran éxito al aumentar su visibilidad en medios nacionales y generar nuevos clientes, tanto es así que en un año dio el salto a una consultora digital como socia y CEO: “Ole Digital Solutions, pero pronunciando ole sin acento”, explica con ironía. Un nombre que se ha elegido para que se entienda bien “nacional e internacionalmente” y que tiene que ver con su propia motivación: “El ímpetu, las ganas, la idea de que tú puedes e incluso la celebración de qué bien lo has hecho”.
Actualmente sus oficinas se encuentran en unas instalaciones “en la calle Doctor Castelo, al lado del Retiro, pero nuestra primera oficina estaba en Gran Vía y cuando entramos las paredes resulta que ya estaban pintadas en blanco y turquesa y había un SMILE en madera colgado que también nos trajimos, además de adoptar ese color”, relata.
“Me encanta el color rojo porque transmite intensidad y fuerza. Pero mi favorito desde entonces es el color azul turquesa, claro”, sonríe. Se trata del color que lleva en su pulsera y colgante y el color corporativo que utiliza en las tarjetas de visita Ole, la empresa que dirige. Un color que, según la teoría del modelo transdisciplinar Spiral Dynamics, es el que más representa la innovación en la época actual.
Experta en dotar a sus proyectos de “diseño y experiencia de usuario o UX experience, siendo exactos con la terminología más usada”, señala “la importancia de la elección de imagen corporativa de acuerdo a la identidad de cada marca comercial. A veces es necesario un rebranding antes de lanzarse al mundo digital y revisar cómo se va a mostrar algo en una web o app”.
"La mezcla generacional no es una virtud, sino una característica necesaria en los proyectos de innovación"
Respecto a reinventarse a partir de los 40 y a ser capaz de “aprender sobre dirección general tras haber tenido otras experiencias previas”, cree que no es algo tan complicado como pueda parecer. La clave sería “tener los ojos abiertos y la humildad de identificar lo que no sabes, para formarte en ello o acompañarte de quiénes sean expertos”. En sus inicios, no disponía de “un estricto plan de negocio, pero queríamos formar parte del cambio: nuestra visión es Evolucionamos juntos: no es un claim marketiniano, porque de verdad que todos somos de profesiones diferentes y todos estamos creciendo juntos en este proyecto”.
Recuerda en este punto una frase de Juan Ramón Jiménez, aludiendo a la necesidad de tener en todos los proyectos “raíces y alas”. Para Velayos, “el intercambio generacional es enriquecedor: pero es algo más, yo diría que las generaciones en los 20 necesitan de los que estamos en los de 40 y viceversa. De ahí la importancia, más que nunca, de generar equipos diversos en los que se mezclen las skills -habilidades- de los jóvenes, con el humanismo necesario para esta época, incluso en términos de programación”. Por tanto, la “mezcla generacional” no es una virtud, sino “una característica necesaria” en los proyectos de innovación.
“En este gap generacional”, explica Velayos, “surgirán diferentes preguntas de distinta naturaleza que se irán resolviendo entre todos”. Ahora disponemos de “nuevos canales y herramientas, pero la clave es el propósito que les damos, y éste puede ser maravilloso o bochornoso”.
Para ella, hay personas que son capaces de detectar oportunidades y cambios de paradigma. “En eso, las empresas de tamaño mediano y pequeño son flexibles y pueden usar lo nuevo para ayudar a los demás a solucionar problemas”. Así, “ayudar a las personas y compañías en su evolución digital, conectar personas, no aislarlas por aplicar tecnologías demasiado complicadas, eliminar barreras, no crear exigencias que no existían”.
Velayos explica que “una empresa es como una persona, tiene que evolucionar. No es algo que pueda decidir, es necesario que evolucione para poder existir. La historia del ser humano es renovarse, redescubrirse, reinventarse, y la de los proyectos corporativos también: a mayor profundidad de transformación, más oportunidades”.
¿Cuáles son sus clientes? “Desde empresas del IBEX 35 a empresarios pequeños en un proceso de transformación digital”, explica, en sectores tan diversos como “la banca, las farmacéuticas, la energía o las criptomonedas, entre otros”. Así, está al tanto de proyectos “desde muy pequeños, como la tienda online de un empresario, a otros muy grandes como el desarrollo para bancos online”.
Su punto fuerte podría ser “aterrizar las ideas”, siendo que a veces sus propuestas estratégicas sirven para “mejorar el modelo de negocio, por medio de aplicaciones, webs que incluyan e-commerce, etcétera”. Pero “lo más importante son las personas”, afirma categórica Velayos, y continúa diciendo que “creo en el humanismo y pienso que ahora es más necesario que nunca”.
"Una empresa es como una persona, tiene que evolucionar. No es algo que pueda decidir, es necesario que evolucione para poder existir"
Para ella, “hay que quitarse la idea de que una CEO tiene que saberlo todo, eso es imposible”. Se ha acostumbrado a “preguntar todo el tiempo: hace un tiempo no sabía cómo se usa TikTok o cómo se programa en Phyton”. Y no se imaginaba que cada mañana en el chat del trabajo “me hablarían de wordle”, bromea. Pero añade que lo importante es “tener una mirada abierta y saber distinguir entre lo novedoso y lo nuevo”.
“Son cruciales las personas de las que te rodeas”, refiere. “Eso que conocemos como efecto wow ya no existe, normalmente, no se trata de inventar nada, sino de mejorar el día a día por medio de herramientas que existen y están disponibles. Algo puede ser útil, eficaz y accesible, y sólo hay que conocerlo, normalmente, a través de alguien que es experto en el tema”. Siempre con el objetivo de “simplificar, facilitar, no complicar”.
Su motivación personal podría resumirse en “conectar a las personas, ayudar a las marcas a acercarse de verdad a sus clientes. Resolver necesidades y ayudar en situaciones que sus usuarios tendrán que afrontar por delante”.
El color blanco
Le gusta “mucho también el color blanco”, el de su abrigo, mezcla de todos los colores y buena metáfora, por tanto, de la diversidad. En un momento más avanzado de la conversación, Velayos se refiere a una frase de “Rilke que dice que la patria de uno es la infancia. Es sin duda cuando se fraguan muchas cosas”. Tiene grandes recuerdos de su “infancia en Pedrobernardo, hasta los doce años” y le sigue gustando. A pesar de estar especializada en innovación “los recuerdos de todo lo que ha funcionado históricamente bien según cada época… ¡Y la música de los ochenta y noventa!”.
“A veces la vida parece un juego por pantallas, ¿no te parece?”. En su opinión, será cada vez más necesaria en nuestra sociedad “una mezcla de todos los colores, por así decirlo: a partir de ahora serán cruciales las personas que hayan estudiado humanidades, filósofos y periodistas, psicólogos y expertos en lenguaje, también para proyectos de programación y desarrollo”.
Respecto a su etapa anterior, cree que existe un vínculo con su actividad actual, porque “la clave del periodista es la credibilidad, que se basa en contrastar y comprobar, en diferenciar qué es importante de lo que no, y en cierto modo eso es común a mi actividad actual”. Defensora del liderazgo femenino, se declara “rodeada de mujeres líderes, tecnólogas y periodistas, admiro a las mujeres valientes, y soy consciente de nuestros defectos y virtudes. Creo que podemos aportar una visión holística de la vida y los negocios y que tenemos una fuerza extraordinaria”.
Cree en “desconectar para volver a conectar” y reclama, también en su mundo actual, “las pausas para analizar, para escribir y para ordenar las ideas”. En su mesilla está ahora la Biografía del Silencio de Pablo D'Ors, un libro con una portada azul y blanca: “Creo que hay que estar en el presente, eso es un trabajo individual, para poder proyectarse uno debe estar muy en conexión consigo mismo”, reclama.