"Soy un hombre, y quiero que me crean y lo acepten como un hecho, tal y como lo acepté yo misma durante muchos años", escribía la feminista y novelista de ciencia ficción Ursula K. Le Guin en la presentación de su último libro. Y lo decía porque esa era la palabra que designó, desde que nació hasta bien entrada la edad adulta, al conjunto de la humanidad.
Y esa reflexión se puede enlazar sin esfuerzo con la que hace en su libro la filósofa feminista y profesora de la Universidad de Barcelona (UB), Laura Llevadot (Barcelona, 1970). "La división entre hombres y mujeres no es una obsesión, sino un dispositivo político, en el cual el lado de la mujer ha sido creado desde la masculinidad", explica.
Por tanto, argumenta, "reivindicarse como mujer es problemático, porque uno acaba aceptando un patrón que le viene dado. Y a mí me parece problemática la identificación con este fantasma masculino al que llamamos mujer".
"Reivindicarse como mujer es problemático: uno acaba aceptando un patrón que le viene dado"
En su libro, Mi herida existía antes que yo (Tusquets editores, 2022), plantea que nos deshagamos de esta dicotomía. Pero, puntualiza, "no para ser algo universal –personas–, sino justamente para oponerse a las estructuras de dominación que imponen estos binarismo". Y por tanto, no sólo reivindica deshacernos del concepto mujer, sino también del de hombre, que, cuenta, es "el lado de la oposición que se iguala con lo universal, con lo neutro".
Lo que propone Llevadot es, por ende, "cuestionar el lenguaje del amo", es decir, "el lenguaje masculino". En esa labor, "el feminismo tiene mucho trabajo por hacer para modificar desde la academia, desde los diferentes lugares de enunciación, la manera de hablar".
Eso sí, huyendo siempre de aquella "escritura femenina" que desarrolló la escritora y feminista francesa Hélène Cixous allá en los años 70: "Tiene las características de lo sentimental, de lo irracional. Es decir, las que la masculinidad había preparado para lo femenino", explica la barcelonesa. Por tanto, sentencia, "es un callejón sin salida".
En cambio, propone "leer toda nuestra tradición literaria, que está hecha por hombres, a contrapelo, es decir, desde otra perspectiva". Algo que Llevadot hace en su libro.
"El feminismo se puede entender como una lucha de clases, que está diezmada, dividida internamente"
Además, asegura que es imperativo, desde el feminismo, "no ceder ante el lenguaje supuestamente objetivo"; más bien, propone, "hay que demostrar que no lo es, sino que es masculino y que no tenemos porqué aceptarlo". Y sentencia: "Ni siquiera los hombres tienen porqué aceptar esa pretendida objetividad y cientificidad del lenguaje".
Una herida abierta
En Mi herida existía antes que yo, Llevadot reivindica que "no se habla igual desde un cuerpo que se sabe herido que desde uno que se piensa completo". Son lugares, dice, de "enunciación diferentes".
La sociedad de hoy, según esta filósofa, adolece de una herida –incluso varias– que la paraliza: "La de la diferencia sexual es la más importante, pero tanto para las mujeres como para los hombres, en el sentido que ellos se ven obligados a cumplir con un mandato de masculinidad que tampoco a les favorece".
Pregunta: Pero ¿qué es la diferencia sexual? ¿Cómo se definiría?
Respuesta: El género –femenino o masculino– pertenece al ámbito de lo simbólico, que es de la norma, la ley. Tú te puedes reconocer con unas características de género. La diferencia sexual –que ponen en valor las feministas de la diferencia– está fuera del ámbito de lo simbólico: es una diferencia entre lo femenino y lo masculino, pero más allá de la normatividad social.
"Sería interesante que la clase alta del feminismo entendiera su privilegio"
P.: ¿Podría poner un ejemplo?
R.: Yo no reivindico la diferencia de lo femenino y lo masculino, sino la diferencia entre un primer sexo, que siempre es masculino porque es el que está ordenando nuestra sociedad, y un segundo sexo que son todos los cuerpos feminizados, no solamente el de la mujer, es decir, todos aquellos cuerpos que están expuestos a la violencia de la masculinidad, incluyendo los niños. Para mí, la diferencia sexual es entre un primer sexo, que es uno, y un segundo sexo, que son muchos.
Atravesando esa diferencia sexual de la que habla, asegura que se encuentra "la diferencia económica". Es decir, "la explotación de los cuerpos y cómo unos cuerpos se ocupan de los cuidados: si no es el de las mujeres, es el de las mujeres racializadas o será siempre del que esté más abajo, porque nuestro dispositivo siempre funciona por exclusión".
Llevadot lo explica: "Hay unos cuerpos que están excluidos y a la vez incluidos dentro del sistema, es decir, están excluidos de manera que sirven de soporte al propio sistema. Por ejemplo, los cuerpos de los inmigrantes sin papeles".
El feminismo es una "lucha transversal a favor de los cuerpos vulnerables"
Siguiendo la tesis de la filósofa francesa Monique Wittig, que dice que la mujer no existe, pero sí las mujeres como clase dominada, "el feminismo se puede entender como una lucha de clases, lo que pasa es que está diezmada, dividida internamente, porque no es lo mismo el feminismo liberal, que está en la parte de arriba, que los feminismos decoloniales o los negros, que están en la parte de abajo".
"Hay una lucha de clases interna entre los propios feminismos", afirma Llevador. Y añade: "Lo interesante sería que la clase alta del feminismo entendiera su privilegio de clase, y que, incluso siendo una clase explotada, sigue siendo privilegiada".
Pregunta: ¿Cree que en España se entiende?
Respuesta: No, no se ha entendido esto. Y es una pena. Porque en las mismas marchas del 8-M cuando se empieza a dejar fuera a las trabajadoras sexuales, a las trans, a los hombres, etc., se van haciendo estas exclusiones. Al final, realmente creo que tiene que ser una lucha transversal y que esté a favor de los cuerpos vulnerables. Obviamente, las mujeres ocuparán un puesto central porque somos las que sufrimos los maltratos, las violaciones, etc. Pero también los otros cuerpos.
Caer en los mismos problemas
Pero este feminismo inclusivo que defiende Llevadot tiene un peligro, que es el mismo que lleva adoleciendo el movimiento desde sus inicios: "El problema es limitar la lucha política al campo de la representación, es decir, del derecho y la ley", afirma.
"Puedes ser trans y tener relaciones amorosas muy patriarcales, por ejemplo, y no habremos cambiado nada"
Y lo explica: "Si nosotros limitamos la lucha feminista a una cuestión de representación, podemos pensar que llegará un momento en que habrá una ley trans y los trans serán reconocidos, en que podrá aceptarse diferentes tipos de sexo femenino, masculino, queer, trans, LGTB, etc.. Lo que pasa es que eso es el ámbito de la política, de la representación y del derecho, pero no cambia nada a nivel de cómo nosotros nos normativizamos, cómo vivimos nuestros cuerpos, nuestras relaciones, etc".
Pregunta: ¿A qué se refiere?
Respuesta: Tú puedes ser trans y tener relaciones amorosas muy patriarcales, por ejemplo, y no habremos cambiado nada. Es decir, tiene que haber un cambio que afecte a la gramática de nuestras vidas, a nuestra manera de pensarnos, de vivir, de relacionarnos, etc., y no es algo que se resuelva solamente en el derecho. Porque, aunque esas luchas son necesarias para reducir la violencia institucional, en ningún caso más se reducen. Después, incluso en el ámbito de la empresa privada puede seguir funcionando un sistema bien patriarcal.