Entro por la puerta de artistas y trabajadores. Por megafonía suenan las indicaciones de los técnicos que están trabajando en la caja escénica. Me recoge Marta Rollado, móvil en mano. Rápida, simpática, con sentido del humor. Tiene la seguridad de quien conoce bien su trabajo, no en vano lleva casi ocho años como directora de Eventos y Relaciones Institucionales del Teatro Real.
Eres directora de Eventos y Relaciones Institucionales. ¿Cómo enfoca una licenciada en Ciencias Económicas con Máster Ejecutivo en Administración de Empresas este trabajo?
Con sentido común. Y con la experiencia profesional y vital. Además, hay un equipo maravilloso detrás.
Cuando vi el teatro por primera vez me impactó: la caja escénica, los talleres, la vista a los tejados del Madrid antiguo de la planta sexta. Allí reina un silencio absoluto, salvo cuando los músicos ensayan en pequeñas salas o tienes la suerte de oírlos en la sala de orquesta. Pensé que si a mí me parecía tan atractivo y llamativo, a los demás también. Y efectivamente. Cuando lo enseñas, el visitante se enamora, y, desde luego, si tiene oportunidad de hacer un evento en el Teatro, te aseguro que lo hace.
¿Qué cualidades hacen falta para dirigir eventos?
La capacidad de resolver problemas y buscar soluciones con rapidez. En los eventos pasan cosas continuamente, hay que saber improvisar y mantener la calma. Otra cualidad importante es tu personalidad. Tu don de gentes.
Cambios en el Teatro
El Teatro Real ha cambiado mucho desde tu incorporación. ¿Qué has aportado?
"Está más de moda"
Se ha abierto a nuevos públicos. Es un espacio más conocido. Está más de moda. A través de los eventos - otros tipos de música, premios de moda, cine y publicidad- se atrae un perfil de gente distinta de la aficionada a la ópera. Ese tipo de gente que rompe la barrera de entrar al Teatro Real puede dar un paso más y probar la ópera. Y generar ingresos, claro. Hay que seguir trabajando, tienes que fidelizar y tienen que seguir viéndote.
Es gratificante haber podido aportar mi granito de arena, no solo por la belleza del proyecto, sino por ver que las cosas salen bien.
También has impulsado la creación de un festival flamenco: Flamenco Real.
Sí. Cuando llegué, bajo la dirección de Ignacio García-Belenguer pensamos en organizar algo en el mes de julio, cuando termina la temporada de ópera. La primera idea fue el flamenco. Como en la sala principal era más complicado rentabilizarlo, pensamos en un formato más reducido a lo largo del año, como un ciclo. Va por la cuarta edición y cada vez funciona mejor. Pero podemos posicionarnos aún mejor.
¿Y el Festival de Música de Universal?
También a raíz de estas conversaciones con Ignacio, pensamos en hacer una semana seguida de pop, rock u otro tipo de música. Busqué a dos promotores que eran de confianza, gente seria. A raíz de eso surgió el Universal Music Festival.
¿Sigue? Porque el año pasado no hubo…
Sigue. Ni el año pasado ni el anterior hubo por el Covid. Este año ha sido complicado, porque hay muchos artistas norteamericanos que han cancelado sus giras. Pero habrá festival.
¿Cómo ha funcionado el Teatro durante el Covid?
Se trabajó muchísimo durante la pandemia para estar preparados en cuanto pudiéramos abrir. Hemos sido los primeros. Somos la envidia -dice esbozando una sonrisa-.
¿La contratación de eventos se han resentido?
Empezó a recuperarse después de verano, pero volvió a caer en diciembre. En febrero ha vuelto a remontar algo.
Cuéntame alguna anécdota que hayas tenido que resolver.
Llevaba quince días en el Teatro. Estábamos en concurso público para adjudicar el catering. Mientras, tirábamos de uno pequeño. Era el estreno de la temporada. Me había puesto unas sandalias con plataforma y 13 cm de tacón.
Como servicio de catering, llegó un chaval en moto con cuatro botellines y tres sobres de jamón. Si me hubieras visto matándome con esas sandalias por los adoquines del suelo, buscando copas y botellas de champán por los bares cercanos, a 40 grados… Es un ejemplo surrealista, pero tienes que ser conseguidor. Tienes que tener la cabeza fría.
Octavo de piano
Tienes la carrera de piano hasta octavo curso…
Y cerré el piano cuando vine a Madrid.
¿No has vuelto a tocar?
Sólo un poco para ayudar a mi hijo Simone, que recibe clases. Pero lo voy a retomar para interpretar partituras que realmente me entusiasmen. Por ejemplo, el Estudio Revolucionario de Chopin que es mi favorito. Siempre me quedé con ganas de tocarlo. Es que es dificilísimo. Y también para poder tocar y cantar música moderna, que es más fácil, como Wonderful tonight de Eric Clapton. O Pink Floyd, Peter Gabriel…
¿Cuál es tu ópera favorita?
Mi ópera favorita siempre ha sido Rigoletto. Vi mi primera ópera con 11 años, Sansón y Dalila. Un recuerdo maravilloso. Me impactó el plan: el Teatro Arriaga, gente de esmoquin, una señora vestida de fucsia con volantes y lentejuelas… Eso nunca lo había visto en Bilbao. Luego empecé a ir a los ensayos generales para jóvenes, y más tarde tuve un abono.
¿Y de las óperas representadas en el Teatro Real?
Hay veces en que no puedo asistir por razones de trabajo.
Óperas favoritas
La puesta en escena y los medios de Billy Bud eran espectaculares. También me encantó la puesta en escena de El Público, su iluminación, el vestuario. Arcángel y los bailaores flamencos vestidos de caballos. La crin del caballo era una peluca que les llegaba hasta el suelo. Bailaban y eran capaces de mover esa melena como si fueran caballos.
También El holandés errante, y no me considero wagneriana. Mi padre dice que es inconmensurable, pero para decir eso has tenido que ver y oír muchísimo. Pero consigue engancharte.
¿Cómo concilias la vida laboral con la familiar?
A veces es complicado. Soy afortunada, porque tengo una hermana que es como otra madre para mi hijo y que me ayuda muchísimo. Mi prioridad era que mi hijo no se preocupara por mí por haberme quedado viuda. Fueron unos años muy duros. Debía verme feliz haciendo una vida activa y social.
Muchas veces pienso cuánto me ha ayudado el teatro en esta etapa de mi vida. ¡Qué maravilla que dentro de este trabajo haya una parte que te llena el alma! No solo por lo artístico, la belleza, el arte, sino también por las personas que conoces y los amigos que haces.