Describe Marta Rivera de la Cruz (Lugo, 1970) la ciudad de Madrid con una cierta sinestesia, a su llegada en el año 1988 para estudiar periodismo. “Viví en Lugo hasta los 18 años y vine a Madrid para estudiar periodismo. De los primeros recuerdos que tengo, está el sonido de los adoquines por delante del Museo del Prado cuando se pasaba con el coche, me sonaba a prosperidad, a que todo podía ser magnífico”.
Sentada en su despacho de la octava planta en la calle Alcalá 31, un emblemático edificio del arquitecto Antonio Palacios, se retrotrae a sus primeras memorias visuales, que son “la exposición de Velázquez en el Prado. Recuerdo también hacer fila una noche entera en el teatro de la Zarzuela para comprar entradas para El Turco en Italia, que fue la primera ópera que yo vi, porque hacíamos turnos un grupo de amigos y en el sorteo me tocó la noche”.
“Una cosa que me impresionaba mucho de Madrid”, continúa la consejera de Cultura, “era la cantidad de gente que había en la calle, el bullicio. Yo lo había visto en las películas españolas, pero pensaba que todo aquello lo hacían para las películas. Me di cuenta de que Madrid era así de verdad, y siempre”.
Menciona entonces, cerrando los ojos, "el sabor del caldo de la parte de abajo de Lhardy en la Carrera de San Jerónimo. Fíjate que ni se me hubiera pasado por la cabeza ir a la planta de arriba, pero ir abajo a tomarte un caldito y una croqueta, ¡eso sí se podía hacer! En esa época nos apañábamos para hacer las cosas. Yo recuerdo que iba un día vino mi madre a visitarme, y fuimos al Ritz a tomar un té. Inventábamos maneras de entrar en ese Madrid que no era para todo el mundo".
Rivera de la Cruz describe mirando a la calle Alcalá por el ventanal un Madrid “de postmovida, una ciudad vibrante, mucho más distinta a una ciudad de provincias que es ahora, con tiendas, restaurantes, bares, teatros y cafeterías, todo era nuevo e interesante. Todo en una época muy bonita, de descubrimiento, de amigos, de novios… De salir siempre de casa, de ser dueña del tiempo”.
En esta época cuenta a MagasIN que tenía “un trabajo pequeñito en Tabacalera, en prensa, y tenía mi propio dinero. Así empieza la independencia, con tener tu propio dinero y fue una época maravillosa, de ingresar en la vida adulta”.
¿Qué es lo que más ha cambiado de ese recuerdo que tiene de Madrid al de hoy?
Yo creo que Madrid se ha sacudido cualquier complejo. Y eso se nota. Madrid en los ochenta y noventa vivía con cierto complejo con respecto a otras ciudades europeas y eso ya no existe. Además creo que eso marca el despegue completo de Madrid. Nos hemos creído que es posible cualquier cosa y nos medimos con París, Berlín o Londres.
¿Y por qué?
Los últimos tiempos que hemos vivido quizá nos han hecho descubrirnos y encontrarnos. Hemos aprendido a valorarnos, ha habido una metamorfosis, Madrid era lo que era y le faltaba que las personas que vivimos aquí la reivindicáramos y nos la creyéramos.
"Entre los escritores hay mucha solidaridad, mucha capacidad de echar un cable"
Decía Godard que lo que realmente cambia el mundo es el arte, no la cultura...
La cultura también puede y debe ser a veces lo sorprendente y lo inesperado. La cultura es la capacidad de apreciar el arte. Un músico callejero a lo mejor no tiene una formación excesiva, y sin embargo está poniendo a disposición de los demás una forma de arte. Todo eso forma parte del tejido cultural de una ciudad.
¿Por qué se decidió a escribir al principio de su carrera?
Yo quise escribir siempre. Al principio escribía poesías horribles, la primera que recuerdo con cinco años era para mi madre y tenía hasta faltas de ortografía...
¿También pudo dedicarse a otras actividades a pesar de la vocación literaria?
Llevo cotizando a la Seguridad Social desde los dieciocho años y no he parado. Cuando terminas la carrera, haces mil cosas, la mayoría de ellas muy precarias, pero para un periodista o un escritor todo forma parte de un aprendizaje. Una vez le escuché decir una cosa a Benedetti, que al escritor todo le va bien, que una persona que quisiera ser médico y tuviera que trabajar de cartero, eso no le serviría para nada, pero que al que quería escribir, repartir cartas le sería útil en algún momento. Eso fue una cosa que intenté aplicar siempre. Lo que me ha pasado en mi vida, bueno, malo o regular, pienso que se puede convertir en material personal.
¿Cómo logró hacerse un hueco como escritora?
Lo primero que me marca es el año 1998, cuando gané el premio Ateneo Joven de Sevilla y me publicaron mi primera novela, eso marcó un antes y un después.
¿En qué sentido?
En ese momento Que veinte años no es nada lo publicó una editorial del grupo Anaya y era un premio que tenía mucha promoción. Participé en una gira promocional con una persona maravillosa, Félix Bayón, un periodista clásico, una de las personas a las que más he querido yo y que más me ayudó. Una vez que publicas tu primera novela, publicar la segunda y la tercera es más fácil, en ese momento el mundo literario era bollante, se pagaba bien, se daban buenos anticipos, la prensa también pagaba bien.
¿Cómo describiría el mundo literario español?
Fue una época muy buena, de conocer a muchas personas del mundo literario que, aunque tiene una fama mala, es injusta. Porque es un mundo más que generoso y hay muchísimo más compañerismo que en otros sectores. Entre los escritores hay mucha solidaridad, mucha capacidad de echar un cable hasta a quien no es de tu grupo cercano. La gente se avisa de jornadas y de premios. Yo he encontrado muchísima solidaridad entre los escritores. Luego sucede una cosa… que cambió mi vida,
¿A qué se refiere?
A que fallece mi madre. En el año 2004. Es una experiencia que todo el que ha pasado por ella, tras una enfermedad larga, es muy dura, pero también muy bonita. Cuidar a una persona que quieres tanto y que te quiere tiene una parte de dolor que es indeseable, pero hay otra de descubrimiento. Cuando pasa el tiempo te das cuenta del valor que tiene y todo eso lo intenté recoger en un libro, En tiempo de prodigios, con el que fui finalista del Planeta.
Llegada a la política
¿Y cómo es que entró en ese ‘perro del hortelano’ que es la política?
Pues fue hace ahora ocho años, cuando empezó el runrún de elecciones generales. Albert Rivera me propuso incorporarme al proyecto de Ciudadanos, encargándome de Cultura y ser diputada en el Congreso. Fui diputada durante cuatro años y luego me llamaron del Gobierno de Madrid. Salí en junio de mi despacho en el Congreso, dejando hasta las cosas que tenía personales, unos zapatos bajos y una chaqueta, y me incorporé aquí. Tengo la sensación a veces de que he vivido varias vidas distintas y esta es otra…
¿Como si fuera otra temporada de la serie, en la que han cambiado los personajes principales?
Sí, algunos personajes merecerían incluso su spin-off [sonríe].
"De repente me estaban proponiendo la oportunidad, no de solucionarlos, pero al menos de enfrentarlos o de plantear perspectivas distintas"
¿Qué tenía la política que le interesaba y atraía?
A mí la política me había interesado siempre como material de trabajo, porque soy periodista, como analista política y colaborando en medios, pero nunca me había ni planteado de lejos entrar en política. Yo tenía una relación personal con Albert, nos habíamos conocido y nos llevábamos bien. Cuando me llamó, pensé que quería que le echara una mano para hacer el programa, nunca pensé que me fuera a proponer más,
¿Y cuál fue su primera reacción?
Le dije, “me estás pidiendo que cambie mi vida…”. Me respondió “no, te estoy pidiendo que dediques los próximos años de tu vida a servir a tu país”. Es una forma de verlo muy kennediana.
Decía un presidente de los EEUU que la política debería ser una profesión a tiempo parcial de todos los ciudadanos ¿piensa eso? ¿Y cómo se decidió finalmente?
Yo ya tenía una edad cuando entré en política, tenía 44 años. Es verdad que sabía dónde estaban muchos problemas y de repente me estaban proponiendo la oportunidad, no de solucionarlos, pero por lo menos de enfrentarlos o de plantear perspectivas distintas. Recuerdo que esa noche, cuando lo hablé con mi marido, porque pedí un par de días para pensarlo, él me dijo una cosa que me pareció cierta: "Tienes que decir que sí, aunque luego te arrepientas, porque si dices que no, seguro que te vas a arrepentir". Y lo hice con cierta convicción y cierta entrega, sabiendo que dejaba muchas cosas atrás, por ejemplo, no he vuelto a escribir.
¿Se ha planteado compatiblizar la escritura con su cargo político?
Para mí, no es compatible, yo no tengo capacidad de compatibilizarlo, lo cual no quiere decir que no haya gente que sí que pueda. En mi trabajo soy muy obsesiva, ahora mismo me acuesto pensando en una cosa de la Consejería y me levanto pensando en otra cosa de la Consejería…
El papel de la cultura
¿Somos poco conscientes de la cantidad de trabajo detrás de una novela y de una Consejería?
Yo sabía perfectamente que entrar en un mundo significaba meter en el desván el otro. Y no pasa nada, no me arrepiento nada. Me considero una privilegiada por vivir lo que estoy viviendo, pero son dos mundos que no puedo unir.
Desde esa noche concreta en la que decidió con la almohada entrar en el servicio público hasta hoy, ¿qué cosas sí se cumplieron y cuáles no?
Yo soy muy realista. No me suelo llevar muchas decepciones porque me preparo siempre para lo peor y luego hago todo lo que puedo para que todo sea mejor. Yo sabía perfectamente que entraba en un partido emergente y que no tenía una varita mágica. No decía ‘vamos a darle a esto la vuelta’. Lo que pasa es que es verdad que se pueden hacer muchas pequeñas cosas.
¿Un ejemplo concreto?
Ahora se habla mucho del Estatuto del Artista. Que se desarrolló presidiendo yo la Comisión de Cultura en el Congreso y fuimos capaces, representantes de distintos partidos políticos, de conseguir una unanimidad para sacarlo adelante. Allí aprendí a trabajar con distintas ideologías y si desde algún sitio se puede hacer probablemente es desde la Cultura. Porque los objetivos básicos de la gestión cultural son los mismos…
Han sido premiados por CEDRO, ¿cree que los objetivos de la gestión cultural son comunes a diferentes ideologías?
Es que yo no creo que haya ningún político que quiera que la gente lea menos, que no haya exposiciones, que no existan conciertos, que no se estrenen obras de teatro… más o menos todos queremos lo mismo. Es más fácil ponerse de acuerdo que en la política sanitaria o de educación.
¿Cuáles son ejemplos de esas obsesiones que menciona, de por la noche y de por la mañana?
¿En cuanto a la cultura? Nuestro país está encaminándose a una crisis que no tiene precedentes y vamos a ser sinceros… el gasto en cultura de las familias puede disminuir si todo se precariza. Y puedo entenderlo. El teatro no sube pero la luz no deja de subir y eso me preocupa, porque en Madrid, donde tenemos un público que consolidado y que ha respondido muy bien incluso a la pandemia, notamos ahora que se distorsiona un ecosistema que habíamos creado entre todos, público, instituciones y sector privado.
Recuperar el turismo
¿Y sobre su gestión, a un año de nuevas elecciones, qué le preocupa más?
Me preocupa hacer el máximo posible para mantener un nivel de calidad por parte de los contenedores a los que represento yo, las grandes exposiciones y los teatros, que sigan carburando y al mismo tiempo hacer todo lo posible para que el sector privado pueda seguir funcionando en Madrid, intentamos tener una relación muy fluída con todas las partes.
"Nuestro país está encaminándose a una crisis que no tiene precedentes y vamos a ser sinceros"
También es el turismo su responsabilidad, difícil época desde luego…
En el turismo tenemos en realidad una recuperación: Madrid ha vuelto a tener prácticamente el cien por cien del turismo nacional y ha mejorado el internacional. Pero ahora de repente hay guerra y no sabemos cómo va a afectar eso.
¿Y el turismo asiático?
El turismo asiático no acaba de recuperarse, porque el tratamiento de la pandemia allí es distinto que aquí, China no facilita los movimientos de sus ciudadanos, ni siquiera en su propio país, y mientras no se recuperen los mercados emisores de Asia, no se podrá hablar de recuperación. Estamos intentando hacer campañas para Estados Unidos, que sí que es un turista que se recupera bien. También para américa Latina, en concreto de México, pero tenemos el agujero de Asia, que es muy difícil de llenar, porque son turistas que vienen de muy lejos y no se quedan tres días, sino una semana, y hacen de todo cuando vienen. Yo creo que en cuanto se inicie la recuperación va a haber un “efecto botella de champán”, muy rápido, pero aún no se ha iniciado.
¿Es un turismo el asiático que se sigue desplazando siempre en grupos?
Eso está cambiando. Personalmente todas las semanas me intento encontrar con gente del sector privado de hotelería y hostelería para hacer un poco de investigación y el otro día me contaban que en los últimos años empiezan a viajar parejas y familias, asiáticos, antes venían en grupo, pero ahora parece que no sólo.
¿Alguna clave para la gestión del turismo?
Estar muy encima de la evolución de los acontecimientos, muy en contacto con el sector y tener la capacidad para cambiar las políticas cuando sea necesario y eso es verdad que nos lo ha enseñado el COVID, a ser no flexibles, elásticos, y a saber que las cosas que tenías ya no sirven, y que tienes que hacer cosas nuevas.
Mujeres que la han inspirado…
Vengo del mundo de la literatura, que es un mundo en el que las mujeres mandan mucho más que en otros. De liderazgos fuertes, muy femeninos también. A mí no me gusta mucho citar a personas contemporáneas porque significa dejar a otras en el tintero. Y yo ahora mismo me fijo en el liderazgo de Isabel Díaz Ayuso, el más desacomplejado que ha existido nunca en España... y es es muy importante para Madrid, ¡sacudirse los complejos! Uno no se puede pasar la vida pidiendo permiso y perdón. Pienso mucho en una Golda Meir, que en ese momento es una rara avis, o en la americana Madeleine Albright, que ejerció un liderazgo muy complicado y muy desacomplejado, una mujer que no era joven y que posiblemente tuvo que aguantar muchas cosas.
¿Alguna buena noticia para los próximos tiempos en Madrid?
Muchas: este año tendremos un gran Festival de la Hispanidad, nos hemos propuesto salir a buscar a la gente a la calle. Una gran exposición de la diseñadora Sybilla en la Sala Canal que me hace mucha ilusión, la actividad cultural en los pueblos, los Rolling, que eligen Madrid para iniciar su gira internacional… el Primavera Sound que ultima sus preparativos para llegar el año próximo a Madrid…
¿El último recuerdo sinestético, lo más actual posible, que resuma un poco su gestión?
Un audio muy emotivo de un alcalde de un pueblo muy pequeño de la Comunidad que me decía ‘gracias, gracias por traer la música a nuestro municipio…’.