Mi nombre es Florencia Bonelli y soy, como me gusta definirme, una lectora argentina que escribe novelas de amor y aventura.
Como sé que esta pasión por la literatura romántica la comparto con cientos de miles de lectoras españolas, estoy feliz y también ansiosa por la oportunidad que me brinda la Editorial Planeta de publicar mis libros en España. Espero que este sea el inicio de un largo camino de emociones y de lecturas compartidas.
Astrología para el autoconocimiento
En cuanto a mi nuevo libro, El hechizo del agua, es la cuarta y última historia de mi serie Nacidas, en la que relato la vida y los amores de cuatro jóvenes argentinas que descubren la astrología como herramienta de autoconocimiento. Las tres primeras historias de la saga son: Nacida bajo el signo del Toro, Nacida bajo el Sol de Acuario y Nacida bajo el fuego de Aries. Juzgo importante aclarar que los cuatro libros se pueden leer de manera independiente.
En cuanto a El hechizo del agua, siempre supe que esta cuarta y última entrega sería especial, más compleja, más madura, más emocional, y por tal razón rompí la tradición de los títulos comenzados con “Nacida bajo” y le di uno distinto, que reflejara su singularidad.
Porque de los cuatro elementos de los signos zodiacales -tierra, aire, fuego y agua-, el agua es muy peculiar, aunque quizá sea el más humano de los elementos, con emociones profundas, incontrolables, que pueden elevarnos a niveles extraordinarios de felicidad o sumirnos en abismos de dolor.
De los tres signos de agua -Cáncer, Escorpio y Piscis-, elegir a Piscis fue natural, no implicó ningún conflicto. Quería adentrarme en el océano infinito que representan el alma, la mente y el corazón piscianos y descubrir por qué no es fácil, más bien casi imposible, ser pisciano en un mundo tan hostil e individualista como el nuestro.
Por eso Brenda Gómez, la protagonista de El hechizo del agua, es una pisciana de pura cepa, con todas las características de su signo (romántica, soñadora, crédula, desordenada, extremadamente sensible y sensitiva, casi una vidente), y también con otros ingredientes que la dotan de un mundo interior rico, con una capacidad enorme para amar, pero que al mismo tiempo es enmarañado y difícil de entender.
Se preguntarán por qué me decidí a escribir estas historias de amor con un trasfondo astrológico. Para responder esta pregunta tengo que contarles cómo fue que la astrología llegó a mi vida.
La astrología
Hace ya unos años, cuando estaba pisando los cuarenta (ahora tengo cincuenta), una amiga me entregó un libro y me dijo: “Tomá, léelo”. Se trataba de Los signos del Zodíaco y su carácter, de Linda Goodman. A pesar de que consideraba la astrología como cosa de ignorantes y supersticiosos, lo acepté y me lo llevé.
Comencé a hojearlo en el subte (el metro para los españoles) y fui directo al signo de mi esposo Miguel, es decir, Virgo. ¡Y qué sorpresa me llevé! Porque la astrología sobre todo nos sorprende con su precisión y su sabiduría.
"Esto no puede ser casualidad"
No había un párrafo de los dedicados a la descripción del hombre Virgo que no acertara con la personalidad y el modo de pensar de Miguel. “Esto no puede ser casualidad”, me dije. “Aquí debe de haber algo de verdad”, razoné. Seguí “sorprendiéndome” al leer las características de mi signo (Tauro), del signo de mis hermanos (Leo), de mi padre (Aries) y de mi madre (Piscis). Todos, pero todos, describían a mis seres queridos con una minuciosidad notable.
Yo, que provengo de una familia de clase media tradicionalista y católica, me permitía asomarme a este conocimiento prohibido y “vulgar” y descubría una infinita sabiduría que me brindaba una herramienta fundamental: la del autoconocimiento. Después supe que los griegos habían escrito en el templo de Apolo, en Delfos, “Hombre, conócete a ti mismo y conocerás a los dioses y al universo”, y el cuadro se fue completando.
La verdad era que, con casi cuarenta años, jamás me había preguntado quién era yo realmente, por qué actuaba como actuaba, por qué pensaba como pensaba, por qué amaba u odiaba como lo hacía. Siempre había intentado responder a las exigencias de la sociedad para “agradar”, para “encajar”.
"Si descubren el valor de la astrología, le darán un sentido muy profundo a mi vida"
La consecuencia lógica de este descubrimiento fue querer compartirlo con los demás, porque me dije: “¡Qué fácil habría sido mi vida si me hubiesen hablado de esto a los quince años!”. De este modo nació la saga Nacidas, porque quería que otros se sirvieran de la astrología para conocerse, para amarse, para perdonarse, como también para conocer y comprender a los demás.
Esta experiencia ha significado un antes y un después en mi vida.
En cuanto a ustedes, y me refiero a aquellos que le den una oportunidad a El hechizo del agua, solo espero que lo disfruten de principio a fin y que se enamoren de la historia de amor de mi querida Brenda y de su amado virginiano Diego Bertoni.
Si, a partir de esta experiencia de lectura, descubren también el valor de la astrología, entonces le darán un sentido muy profundo a mi vida.