Quizá, el año que viene, Carmen García Roger (Valencia 1975) ayude a demostrar que no hace falta ser una superwoman, ni tampoco un superman, para ser un astronauta. Sin embargo, si trazáramos una órbita en torno a ella para contemplarla, Carmen sí que tiene mucho de intrépida, de excepcional. No porque ella escogiera serlo, sino porque en el juego de póquer de la vida, a ella le tocaron unas cartas crueles. Con solo siete años, un médico consideró que había que operarla de los pies. En el postoperatorio, comenzó su calvario: más de diez cirugías que la tuvieron con limitaciones de movimiento –en silla de ruedas, con bastón…– y dolor crónico desde entonces.
Lo cuenta en un libro duro y maravilloso: Fuerte que se entere el mundo. Cómo vivir con dolor crónico... ¡Y vivir feliz! (ACCI). En él, Carmen da una lección de vida. La niña se transforma en un ser humano de gran sabiduría e inagotable sentido del humor. La imaginas de pequeña, con su dolor, en un lugar tenebroso. Quizá por eso, le tocó transformarse ella misma en luz. De todos los caminos posibles, optó por luchar por sus sueños. Y uno de ellos, era ser astronauta.
“Me fijé un objetivo, aprobar oposiciones de un nivel superior. Haría uso de mi mente, no necesitaba mis pies”, cuenta, “así he continuado, fijándome en lo que sí podía hacer, no en lo que no”. De ese modo, estudió Ciencias Matemáticas en Astronomía, Mecánica Celeste y Geodesia. Luego, aprobó las oposiciones y reconoce tener “verdadera vocación de servicio”. En la actualidad, es subdirectora en el Ministerio de Hacienda y Función Pública, especialista en innovación.
Entre más de 23.500 candidatas, es una de las seleccionadas para formarse en la Agencia Espacial Europea (ESA), como posible astronauta con limitaciones físicas. “La ESA pretende cambiar las ideas preconcebidas que tenemos sobre los astronautas, como superhombres o supermujeres a nivel físico, a través de su iniciativa Parastronaut. Por primera vez, una agencia espacial investiga cómo las personas discapacitadas podrían obtener oportunidades profesionales en los vuelos espaciales”, explica.
Si todo va bien, en 2023, la ESA elegirá a cinco nuevos astronautas y uno de ellos será una persona con discapacidad que trabajará para evaluar las naves espaciales actuales y determinar qué adaptaciones hacen falta para que una persona con limitaciones físicas pueda servir como miembro profesional en una futura misión espacial. Una gran oportunidad ya que “la ESA sólo ha convocado a nuevos astronautas tres veces desde 1978, y no lo hacía desde 2008”, explica.
Un libro cargado de optimismo
Mientras se prepara, compagina su trabajo, con charlas de superación para mujeres STEM y sobre su libro, dirigido a las personas con dolores y problemas de salud, a quienes estén pasando por un momento difícil y también a sus familiares y al personal sanitario. Con él, enciende la empatía. “Mi pretensión no es dar consejos, pero sí abrir la perspectiva a que los seres humanos tenemos una capacidad de superación espectacular si la mente lo desea”, apunta.
Le queda un año para saber si va a cumplir su ilusión de ser astronauta. De momento, asegura que lo mejor es disfrutar del trayecto y reconoce que este no es su último sueño, ni mucho menos. “Me queda otro, escribir un libro en el que os cuente lo que ha sido mi experiencia para convertirme en astronauta con discapacidad”, afirma con una enorme sonrisa. Ojalá. Lo que es seguro es que ése, si llega, tampoco, será el último.
Pregunta: Tu libro es fascinante. ¿Por qué has querido escribirlo?
Respuesta: Gracias por esta pregunta, la motivación que nos impulsa a realizar nuestros objetivos juega un papel determinante para su éxito. El día en que decidí empezar a escribir, iba con mi marido y un amigo al hospital. Me iban a realizar un procedimiento delicado en la unidad del dolor. Yo estaba aterrada y pensaba ‘sufro y ellos no pueden entender cómo me siento’. Sin embargo, estaba con mis seres queridos, es decir, la realidad era más amable de lo que mi mente me presentaba. Una gran amiga me llamó, le expliqué cómo me sentía y, sabiamente, me dijo: “Déjalo salir, escríbelo”.
"Mi discapacidad me ha hecho ser mejor persona, crecer y desarrollarme, ser compasiva, tolerante y curiosa"
Escribir fue pura terapia…
Fue la manera de comunicarme, de expresar mis apasionadas ganas de vivir y las tremendas dificultades y esfuerzo que ello me suponía. Al ordenar mis ideas, pensé que podían ayudar. Ese el propósito de mi libro: que pueda acompañar y servir a otras personas para sacar lo mejor de sí, y no solo para sobrevivir, sino para vivir, querer y ser queridos, aprender, trabajar, divertirnos y ¡disfrutar!
En tu libro hay mucho sentido del humor. ¿Es una buena herramienta?
En efecto, llevado con naturalidad, respeto y vitalidad, nos conduce hacia nuestra esencia, aparta al ego y a sus pensamientos, destierra el miedo y la ansiedad. Qué mejor que reírse de uno mismo y de la situación, desde el respeto, insisto. Mi padre tiene un gran sentido del humor, creo que he heredado de él la capacidad de reírme de mí misma en momentos difíciles.
Vivir con dolor crónico
Sé lo que es convivir con el dolor crónico. ¿Cómo es hacerlo desde los 8 años, crecer con él?
Agradezco tu sinceridad y empatía porque sé que no es fácil hablar del dolor propio. Para escribir sobre ello, tuve que consultar a mi madre, porque he perdido la cuenta de las veces que he pasado por quirófano: 10 cirugías reconstructivas de pie y tobillo, y una neurocirugía de cuello. Todo empezó de niña, andaba de puntillas y mis padres, como buenos padres preocupados, me llevaron al que consideraron el mejor médico, que aconsejó taxativamente la cirugía. Me operaron con siete años, de los dos pies a la vez. Aquello fue la causa de todas mis patologías de adulta, de todas las cirugías posteriores.
¿Qué consecuencias tuvo?
De los 23 a los 41 años, he pasado por silla de ruedas, muletas y bastón. Terrible para una persona joven. No obstante, mi forma de ser sí supuso una ventaja determinante y saqué partido de ella. Me fijé un objetivo y, para lograrlo, haría uso de mi mente, mi capacidad de estudio y análisis. No necesitaba a mis pies. La meta era aprobar oposiciones de nivel superior. Lo hice, y así he continuado, fijándome en lo que sí podía hacer, y no en lo que no, buscando las relaciones que aportan, construyen y me hacen crecer. Mi discapacidad me ha hecho ser mejor persona, crecer y desarrollarme, ser compasiva, tolerante y curiosa, con una constante e insaciable capacidad de aprendizaje.
A quien no lo tenga, ¿qué le dirías para que comprenda qué es el dolor crónico?
No es fácil entenderlo desde fuera. El dolor suele ser un aviso del cuerpo de que algo marcha mal, por lo que a priori es bueno, nos avisa. Pero a veces no funciona con este mecanismo causa-efecto. Esto pasa en el dolor crónico: pierde su función de alarma. Además, tiene aspectos psicológicos que deben cuidarse, hay que trabajar en la familia, en la pareja y en el entorno, para que las relaciones se mantengan sanas y limpias.
A alguien con dolor crónico, ¿qué le dirías?
Que hay que hablar con los amigos y el entorno, para que lo entiendan. Y, créeme, los buenos amigos lo entienden mejor de lo que pensamos. Y no les cuesta ayudar tanto como nosotros, los que padecemos el dolor, creemos. Esto exige una lucha constante, interna y externa, para mantener cualquier trabajo y más para tener carrera profesional. Sí, es así. Pero no seamos mártires, luchemos. Otras personas luchan más por motivos de diversa índole.
"Hice mis oposiciones mientras superaba diversas cirugías graves, en silla de ruedas, para mí era una gran motivación hacer exámenes"
De matemática a posible astronauta
Eres licenciada en Matemáticas. ¿Cómo llegas a esa carrera?
Siempre que me preguntaban qué quería ser de mayor decía: “Científica, astronauta”. Soy creativa, me apasiona trabajar en la transformación digital que implique innovación, ya sea en equipo o individual y desarrollar nuevas competencias, para mejorar la vida de la gente y a la sociedad. Ser resiliente y capaz de superar circunstancias adversas es uno de mis puntos fuertes. Siempre quise ser astronauta, pero una limitación en los pies me lo impidió… ¡Hasta el momento!
¿Y cómo acabas de subdirectora en el Ministerio de Hacienda?
Creo en la mejora de la vida de las personas a través de la tecnología, haciendo más eficientes los servicios públicos. Hice mis oposiciones mientras superaba diversas cirugías graves, en silla de ruedas y mientras hacía la rehabilitación, para mí era una gran motivación hacer exámenes.
¿Cómo ha sido prepararte para astronauta en la Agencia Espacial Europea?
Al preparar la solicitud, que en sí ya es un proyecto, decidí hablar con el entonces ministro de Ciencia e Innovación Pedro Duque que amablemente me atendió. Recuerdo sus palabras (a lo mejor las parafraseo porque son mi recuerdo): “Carmen, lo que tiene que ir con tu persona y te tiene que gustar es aprender constantemente y tener la capacidad y la humildad de repetir”. Y eso es lo que he hecho desde hace ya casi un año: aprender, crecer, no pensar nunca en el ‘no puedo’ y repetir incansable, con disciplina, método y pensamiento lateral.
¿En qué momento estás del proceso de selección?
En la etapa 3, pruebas fase 2, que consiste en la parte psicológica, de inteligencia emocional y de conducta en grupo bajo condiciones de estrés.
¿Cuál es tu mayor motivación para ser astronauta?
El conocimiento, la innovación y la colaboración, y por supuesto, mejorar la vida de las personas y en especial de las personas con dolor, enfermedades y/o con discapacidad. También, la exploración del universo, la curiosidad, la perspectiva que ello me daría y nos daría a todos.
Si subes al espacio, ¿a quién se lo vas a dedicar?
A mi cirujano, que lamentablemente falleció el año pasado, el Dr. Fernando Noriega. Él luchó conmigo, por mí, sabía de mi forma de ser, mis sueños, mi capacidad de hacer, de aprender y de vivir. Se informó, e intentó en cada cirugía salvar el máximo de mis extremidades. La superación puede no tener límites, y más si humildemente trabajamos en equipo. Gracias, Fernando.
Y, por último, ¿qué recomendaciones nos darías para luchar por nuestros sueños?
Leer hasta el final del libro, ahí está la clave. No puedo cambiar las cartas que me han tocado, sólo tomar decisiones de cómo jugar cada mano de la partida. Lamentarse no me vale, sólo trabajar más duro e intentar encontrar lo mejor en todo el mundo. A lo mejor hay que esperar tiempo, a veces mucho, pero al final, la gente mostrará su lado mejor. El objetivo no es en sí cumplir mis sueños, sino cómo esos sueños guían mi vida. Puedo conseguir incluso más tratando de alcanzarlos, disfrutando de ese viaje de búsqueda de la felicidad. Las piedras se interponen en mi camino por una razón, para demostrarme con que determinación puedo superarlas: soy fuerte y que se entere el mundo.