La periodista Salud Hernández-Mora (Madrid, 1957) se ha ganado los calificativos de 'látigo de corruptos', 'valiente' e 'insobornable'. Ha sido durante 20 años columnista de El Tiempo, el periódico de mayor tirada de Colombia y desde 2019, escribe en la revista Semana, un semanario de opinión política, reconocido por su labor de investigación. Su columna dominical suele ser una bomba. Confiesa que a veces, la noche anterior a su publicación, está un poco nerviosa. Dice las cosas como son y conoce Colombia como muy pocos.
Hernández-Mora tiene doble nacionalidad, española y colombiana. Es columnista porque no le “queda más remedio”, aunque hubo un tiempo en que sí le interesó. Pero es la columna la que le abre puertas: “la gente te contesta al teléfono por la columna”. Le gusta la calle, “mojarse los zapatos, mostrar historias que no le importan a nadie”. Es “reportera de alma y de corazón”.
PREGUNTA: ¿Por qué se fue a Colombia?
RESPUESTA: Yo trabajaba en Madrid en Burson Marsteller, una de las principales agencias de comunicación y asesoría del mundo. Pedí que me mandaran a Pakistán, pero estaba reservado para los británicos. Me dijeron que buscara algo en América Latina. Mi idea era dejar la agencia y hacerme reportera. En España nadie me contrataba. Consideraban que a los cuarenta años y con un salario alto me iba frustrar porque pagaban poco.
Llegó en 1998, cuando Colombia estaba casi en Guerra Civil.
Claro. ¿Qué país iba a escoger? El más complicado, el más parecido a Pakistán. Me propusieron que fuera una semana de prueba. Era el momento álgido de los paramilitares, de las guerrillas, del narcotráfico, de la corrupción. El presidente del Gobierno, Samper, había salido elegido gracias al dinero del cártel de Cali. Como es de centro izquierda, todavía le ponen un micrófono.
¿Cómo ha podido conservar su independencia en un entorno tan hostil?
A lo mejor, por la edad que tenía. A lo mejor, porque no me importaba si me echaban. Hubiera buscado otra cosa.
Yo, por un lado, hacía reportajes para El Mundo. Normalmente, no hay una línea editorial para la información internacional. A los medios les importa solamente la información nacional. A lo mejor te piden unos temas, pero, en general, puedes elegir los que te interesan. Distinto es cuando eres columnista y te tienes que mojar con la política nacional. En 20 años que estuve en El Tiempo, sólo en dos ocasiones me dijeron algo...
¿Y ha tenido presiones o amenazas?
Sí, sí, pero no hago caso.
¿Ha llevado o lleva guardaespaldas?
Hay veces que tienes que renunciar a la escolta por escrito. Me he negado tres veces. En Colombia yo habría tenido dos guardaespaldas, todoterreno blindado, un chófer... ¿Tres personas a mi lado todo el día? No.
¿Como mujer ha tenido problemas?
Nunca. Es el país número uno del mundo en mujeres cabeza de hogar. Hay mujeres en puestos directivos, en medios de comunicación. Al contrario, a mí me ha beneficiado tener cuarenta años. En Colombia, el papel de la madre es importantísimo. El día de la madre el país se paraliza. Te ven como a su madre o a su abuela.
En mayo hay elecciones presidenciales. Usted afirma que los candidatos no conocen el país.
Colombia son dos países. El país productivo y el resto, que es la periferia. Casi el 50% del país es pobre. Unos siete millones de personas viven en la miseria. Lo que desconocen los candidatos es ese país de la periferia.
La izquierda no reconoce la inestabilidad que produce tener 200.000 hectáreas de coca. No se dan cuenta, ni derecha, ni izquierda, del horror que supone la minería de oro y las consecuencias sociales, de orden público y de desastre medioambiental. Cuando proponen soluciones, no son realistas. El gobierno anterior hizo un proceso de paz absolutamente despegado de la realidad.
No se puede prometer, que gracias al proceso de paz, vaya a necesitarse menos ejército, las carreteras lleguen a todas partes y desaparezca la violencia. Eso es una mentira flagrante.
¿Por qué está “despegado de la realidad” el proceso de paz?
Porque no se puede prometer, que gracias al proceso de paz, vaya a necesitarse menos ejército, las carreteras lleguen a todas partes y desaparezca la violencia. Eso es una mentira flagrante.
La gente que cultiva coca desde hace cuarenta años, no va a dejar la coca para cultivar yuca… El problema de las carreteras no es de las guerrillas, sino de la corrupción y de que hay tres cordilleras andinas y unas selvas impenetrables.
¿Cuáles son los principales candidatos?
Hay uno de extrema izquierda populista que es Petro, un hombre con buena formación. Ha sido senador y es la tercera vez que se presenta. En su día fue guerrillero, pero del M19, que es como una guerrilla light. Lo apoya gente muy de izquierdas, incluso el partido de las FARC. Por el otro lado, Fico, de centro derecha. Un candidato independiente al que se le está uniendo gente de la derecha y los que no quieren a Petro. Y hay una masa grande que odia a la derecha y otra que odia a Petro. ¿Quién va a odiar más a quién? El nivel de odio es lo que puede inclinar la balanza.
El auge de la izquierda populista en América Latina resulta paradójico, viendo la ruina de Venezuela…
En Colombia tenemos 1.800.000 venezolanos. Y siguen llegando. Nadie escarmienta en cabeza ajena. A la gente le gusta que la mientan. Son sociedades muy pobres que no han visto cambios sustanciales. El populismo vende ilusiones y no le importa mentir.
Además, hay un resentimiento profundo hacia todo y Petro lo ha fomentado. Es una sociedad muy violenta, la vida no vale nada. Más de mil niños mueren de forma violenta al año.
La frontera con Venezuela es una zona de conflicto.
Son creo que 2.200 km de frontera. Hay muchas zonas calientes: narcotráfico, guerrillas, bandas mafiosas… Yo entrevisté a un guerrillero, un comandante que murió hace poco en un bombardeo. Demoré 30s en cruzar la frontera en una lancha. Por supuesto, me subí en un punto que controla esa guerrilla, que es enemiga de la otra.
Hay barrios dominados por la guerrilla, donde la policía ni entra. Mientras no tengas al otro lado un gobierno que los combata, es incontrolable. EL gobierno venezolano es aliado de una de las guerrillas nuevas de las FARC y del ELN (Ejército de Liberación Nacional) que ha atacado a la otra guerrilla de las FARC y su Guardia Nacional es muy corrupta.
¿Quiénes controlan las minas de oro?
Las guerrillas y los herederos de los paramilitares. Es el problema ambiental más grave que hay, más que la coca. Son cráteres y cráteres. Secan ríos enteros. En un río metieron 70 bulldozers. Una bulldozer cuesta 200 millones de pesos, pero estás pagando al grupo armado 20 millones al mes para que te dejen trabajar.
Además, se ha vuelto un problema social. Si antes había, por decir una cifra, mil familias dedicadas al oro, ahora hay cien mil. Es como en las películas de buscadores de oro. Viven con la obsesión de encontrar la pepita que los salve. Mientras, subsisten con la morralla.
Es que yo no tengo miedo. No me angustio por adelantado. No veía sentido a que me mataran tras el secuestro, ni qué ganaban con ello.
Estaba realizando un reportaje sobre erradicación de cultivos de coca en una zona próxima a la frontera con Venezuela cuando fue secuestrada por el ELN. ¿Pasó miedo? ¿Pensó que podían matarla?
Es que yo no tengo miedo. No me angustio por adelantado. No veía sentido a que me mataran, ni qué ganaban con ello. Además, estoy acostumbrada a estar con grupos armados, con guerrillas y paramilitares, y sé tratarlos. Sobre el secuestro sé mucho, porque he estado 20 años en una fundación que luchaba en contra. ¿Qué voy a decir? Yo estuve una semana, pero hay gente que ha estado secuestrada 10, 11, 12… 14 años los que más. Los mataron después y los devolvieron muertos.
Las marchas en la selva debían de ser agotadoras…
Estaba por una zona montañosa, cerca de la frontera con Venezuela. Pero iba muchas veces en mula. Me di cuenta de que ven en la oscuridad. Íbamos por trochas pequeñísimas entre precipicios. Yo decía “ojalá la mula vea algo”, porque era noche cerrada. Es una zona cocalera, si no quién iba a vivir ahí…
Ha entrevistado a todo tipo de gente, ¿quién le ha impactado más?
Quizás Popeye. Se vanagloriaba de sus asesinatos y tenía una manera de hablar que te hacía reír, sabiendo que era un asesino despiadado. Me impresionaba su frescura, todo le importaba un pimiento. Eso sí, decía: “yo, jamás he matado un cura, con la sangre de cura no puedo… Y una niña tampoco”. Era el único asesino que hablaba (murió de cáncer) de sus crímenes con total desparpajo.
He entrevistado a muchos asesinos: jefes de las guerrillas, Carlos Castaño, comandante paramilitar, Cano de las FARC… No me impresionaron nada. Al contrario, me sorprendía que semejantes personas pudieran tener tanto poder. La guerrilla me pareció lamentable. Nadie tiene carisma, ni formación.
Ocasionó un escándalo nacional con el reportaje “Viaje a la cuna de las prostitutas”. Denunciaba el tráfico de mujeres en el municipio de Pereira. ¿Sigue la situación igual?
No. Ahora la prostitutas son venezolanas. Hay muchísimas. Cobran dos duros y son niñas muy bonitas. En Cartagena de Indias ha habido un acuerdo entre todos los hoteleros para no permitir la prostitución de menores, pero entonces se van a pisos.
También es enorme la prostitución infantil nacional. Y la de las llamadas prepago, porque se contratan por teléfono. Son niñas que están en el colegio y para conseguir un móvil bueno, un capricho, se prostituyen.
¿Desde que llegó a Colombia, ¿ha notado cambios?
Cuando llegué era peor, porque era un estado casi fallido. Colombia tiene dos velocidades: la urbana, que ha tenido un desarrollo significativo, y la otra que sigue exactamente igual o a veces peor. Hay un problema tremendo de infraestructura. Es quizá el mayor freno.
¿Su casa está en Colombia o aquí?
Ahora voy a pasar un poco más de tiempo aquí, pero cuando llego a Colombia es mi casa.
¿Va a votar?
Esta vez, no. Fico es un hombre de centro derecha, aunque ahora la llaman extrema. Es fuerte en la lucha contra la delincuencia, pero a su vicepresidente le preguntaron si negociaría con la guerrilla y dijo que sí. No voto a nadie que negocie. A la porra el voto útil.
Es que estamos rodeados de mediocres, pero Petro no es mediocre, es peligroso. Lleva tiempo diciendo que la derecha de siempre les va a robar las elecciones y no le van a dejar gobernar. Puede ganar perfectamente y, si no gana, queman Colombia. En todas las elecciones que he vivido, nunca había visto tanta crispación, tal grado de odio.