Con su primera película, Vivir es fácil con los ojos cerrados, la descubrimos como actriz y se llevó su primer Goya, a Mejor Actriz Novel. Al año siguiente, repitió premio con Techo y comida, uno de los mejores filmes que se han hecho en nuestro país para retratar la precariedad. Esa vez, su interpretación le valió el Goya a Mejor Actriz Protagonista.
En Natalia de Molina todo parece fácil, su modo de transformarse en cada uno de sus personajes, a los que dota de verdad y de una naturalidad tales que dejas de verla a ella para creerte al papel que le toca contarte. Aunque sea excepcional como actriz dramática, su versatilidad es tal, que consigue hacer reír con la misma –aparente facilidad– con la que nos hace llorar. Sus dotes la convierten en una de las grandes, una joven Meryl Streep española.
Pero, nos confiesa, “tras cada uno de esos papeles, hay muchas, muchas horas de trabajo”. Lo dice con una sonrisa, tras dar las gracias por los piropos a su interpretación en La maniobra de la Tortuga, donde se transforma en Cristina, una mujer víctima de la violencia de género que, justo cuando está comenzando a recuperar su vida, vuelve a sufrir el acoso de su maltratador, que acaba de salir de la cárcel. “Fue un trabajo muy duro, sobretodo porque es una realidad que muchas mujeres viven, que todos conocemos y qué sabemos que ocurre”.
Uno de los momentos más dramáticos de la película es cuando su personaje reconoce que las víctimas de la violencia de género se sienten como ‘putos números’. “El sistema sigue fallando. Porque, no lo olvidemos, sigue habiendo mujeres asesinadas cada dos por tres”, comenta la actriz. Y señala que el director del filme, Juan Miguel del Castillo y ella, querían contar “qué pasa cuando tú has hecho todos tus deberes, todo lo que se supone que tienes que hacer para salir del círculo de la violencia de género y, aun así, el sistema sigue fallando”.
Para ello, ha construido a una mujer que podríamos ser cualquiera de nosotras: “Fuera de esa idea preconcebida que a veces tenemos, de que una víctima de violencia de género viene de una determinada clase social, de una de religión, o etnia o un determinado entorno… Por eso, Cristina es una chica joven, luminosa, independiente, mona y alegre. Queríamos mostrar que realmente cualquiera puede ser víctima de violencia de género, lo único que necesitas es ser mujer. Eso es lo único que tienen todas en común”.
"Me siento empoderada cuando tengo la libertad de elegir"
El thriller policiaco La maniobra de la Tortuga, basado en el best seller homónimo de Benito Olmo finalista del III Premio Santa Cruz a la mejor novela negra publicada en 2016, se estrena el 13 de mayo. Además, la actriz tiene pendiente por estrenar el 23 de mayo la comedia Espejo, espejo, de Marc Crehuet, donde interpreta a una influencer con miedo a que no la quieran. Otro cambio de registro para una actriz que consigue hacer real cualquier papel que le propongan.
Uno de cada cinco jóvenes varones españoles cree que la violencia de género no existe. ¿Qué nos dice eso de la sociedad española?
A mí me da mucha pena cuando escucho eso. Siento una tristeza profunda, pero bueno, es que no hay peor ciego que el que no quiere ver. En los tiempos en los que vivimos hay como un movimiento muy en contra de cualquier cosa que suponga evolucionar y tomar conciencia de las situaciones que están ahí. En cierta manera, incluso me da miedo que sea así, porque no estamos hablando de personas que hayan crecido o que se hayan desarrollado en épocas en las que el machismo era lo que gobernaba, sino que estamos hablando de gente joven, de gente que es el futuro.
También están ahí los datos de que hay muchísimas relaciones tóxicas entre gente joven, en edades muy tempranas. Eso me hace pensar que realmente lo fundamental es educar. Hace falta una educación de base para acabar con mitos y estereotipos, para que las cosas cambien y evolucionemos como sociedad.
¿Cómo describirías a tu personaje en La maniobra de la Tortuga, Cristina, una mujer hipersensibilizada y muy asustada, tras haber sufrido violencia de género?
Ella es una persona sensible, evidentemente, pero sobre todo es una persona con un trauma en su vida. Al inicio de la película, vemos cómo ella ha rehecho su vida, está empezando de nuevo a poder ser libre, a ser ella misma, a sonreír. Lo que pasa es que regresa ese pasado del que tanto le ha costado salir. Su expareja, recién salido de la cárcel, empieza a volver a acosarla. Interpretarla, meterme en ella, ha sido duro, sobretodo por saber que de lo que estábamos hablando es una realidad que muchas mujeres viven, que todos conocemos y qué sabemos que ocurre.
Uno de los momentos más potentes de la película es cuando tu personaje habla de lo que es ser víctima de la violencia de género, cuando dice que siente que el sistema las considera como “putos números”. Ella pone de relieve la hipocresía, la falta de empatía del sistema… ¿Qué has aprendido de la violencia de género al preparar esta película?
Para construirla, Juan [Miguel del Castillo], el director, y yo, hicimos muchos Zoom, porque lo preparamos durante el confinamiento. Los dos teníamos la misma idea. De la violencia de género ya se ha hablado bastante, se han hecho muchas películas, pero queríamos contar qué pasa cuando una mujer ya ha pasado por ahí, qué ocurre después con las víctimas de violencia de género cuando tú has hecho todos tus deberes, todo lo que se supone que tienes que hacer para salir de ese círculo de violencia y, aún así ,el sistema sigue fallando.
Porque, no lo olvidemos, sigue habiendo mujeres asesinadas cada dos por tres. Y queríamos construir a esta mujer desde fuera de esa idea preconcebida que a veces tenemos de que una víctima de violencia de género viene de una determinada clase social, de una de religión, o etnia o un determinado entorno… Por eso, Cristina es una chica joven, luminosa, independiente, mona y alegre. Queríamos mostrar que realmente cualquiera puede ser víctima de violencia de género, lo único que necesitas es ser mujer. Eso es lo único que tienen todas en común.
"Me relajo al estar con mis animales: tengo dos perros y un gato y con ellos encuentro la paz de verdad"
Tienes una cualidad extraordinaria para dotar de vida, de realidad, a tus personajes. Algo que poseen grandes de la interpretación como Carmen Maura. ¿Cómo trabajas tus papeles?
Bueno, bueno (risas) muchísimas gracias. Eso que me dices, en realidad son muchas horas de trabajo para conseguir que algo parezca fácil. Y más en el cine, te lo aseguro, es muy complicado. Son horas y horas de vueltas de cabeza y mucha intensidad. De caer y darte vueltas en el fango, para luego seguir. Mi objetivo siempre es ese, porque es lo que admiro de las actrices y los actores que me gustan a mí, con los que más empatizo.
Esos que cuando salgo del cine, me digo: pero es imposible, cómo es posible que esté viendo al personaje y no esté al actor, que me estoy creyendo que lo que estoy viendo es la realidad. Yo lo intento siempre conseguirlo, a veces me sale más y otras veces no, pero lo que sí te puedo decir que son muchas horas muchas horas detrás de cada interpretación y detrás de cada detalle.
¿Quiénes serían para ti esos actores y actrices referentes?
Para mí Gena Rowlands, Anna Magnani, Marilyn Monroe y por supuesto, aquí en España, Javier Bardem. Javier Bardem me parece estratosférico. También me encantan Joaquim Phoenix y Meryl Streep.
Me pido para el futuro una película tuya con Javier Bardem…
Ay, por favor, me muero, me da algo. En serio, me da algo, solo pensarlo me muero de felicidad.
¿Cómo fue tu casting para esa primera película que te dio la fama y el primer Goya, Vivir es fácil con los ojos cerrados, qué recuerdas de él?
Pues, yo llevaba haciendo un montón de castings. El primero lo hice con 16 años y el de Vivir igual fue con 21, o por ahí, que soy un poco mala con las fechas. Pero vaya, que había pasado mucho tiempo. Yo iba a los casting y siempre me decían que no y yo me preguntaba, igual no valgo para esto. Pero también me decía, 'si es que no sé hacer otra cosa y, sobre todo, no soy tan feliz haciendo otra cosa'.
Además, soy muy cabezota, mucho. Pero son momentos en los que lo pasas muy mal, estás expuesto y hay muchos nervios. Tú eres muy joven y los actores, cualquier persona que se dedique a esto, somos muy vulnerables, muy sensibles e inseguros y no nos enseñan a gestionar los noes y el rechazo. Para mí fue muy difícil. Pero ahora, con el tiempo, me alegro tanto de todos aquellos noes y que el sí fuera el de David [Trueba], porque ese era mi camino. Ahora me doy cuenta. Nadie supo ver lo que él vio. Él confió en mí y me dio la oportunidad.
"Un pensamiento que me parece muy poderoso es, lo que tenga que ser será"
¿Y qué le dirías a esas actrices y actores que aún no han conseguido pasar esa primera oportunidad?
Para todos esos jóvenes que como yo, igual lo pasan mal, que piensan en mil movidas que se te pasan por las cabeza cuando te dicen que no, yo les digo, no te preocupes, que todo es camino. Que los noes, construyen el sí. Para mí, fue el casting de Vivir es fácil, que ahora lo recuerdo con nostalgia, pero lo pasé fatal aquel día, estaba súper nerviosa. David me había tratado muy bien, había conectado conmigo y yo percibía que le había gustado y eso me puso más nerviosa todavía.
Me moría de los nervios, así que cuando terminé, me despedí y al salir había una escaleras y ¡pum, me caí por ellas! (risas) Aunque me dan muchos papeles dramáticos, mi vida es bastante cómica. Yo me quería morir, imagínate, llamé a mi madre llorando y yo, ‘mamá, que le había gustado el director, pero me he caído por la escalera y yo creo que después de caerme ya no le gusto tanto’ (risas). Fíjate, era mi primer película y fue el comienzo de todo, en realidad. Pero empecé cayéndome. Eso sí, hay que levantarse y seguir siempre.
En La maniobra de la tortuga repites con Juan Miguel del Castillo, el director de Techo y comida, una película que, a día de hoy, sigo recomendando para comprender lo que es la precariedad en un país como España. Ese papel supuso tu segundo Goya y te confirmó como una de las actrices favoritas de la crítica. ¿Cómo has hecho para gestionar tu fulgurante éxito, para que no te arrollara?
Pues es que creo que, a día de hoy, no lo he gestionado. No termino de creerme todo lo que me ha pasado, porque si lo piensas, es muy fuerte todo lo que he vivido. Pero no he terminado nunca de asimilarlo y no sé si lo haré algún día. No lo pienso mucho, para mí es importante que me hayan pasado todas esas cosas y haber tenido la suerte de que mis compañeros hayan valorado los trabajos que he hecho.
Pero lo vivo todo con los mismos nervios, la misma ilusión que al principio. Lo que sí que quizá ha cambiado, es que siento un mayor compromiso con mi trabajo. Cada vez me parece más difícil y yo misma intento ir siempre un poquito más allá, necesito más horas para trabajar los personajes, para estar con ellos.
Has dicho que vas a parar para tomarte tu tiempo. ¿Es por un tema de salud mental?
Sí, tanto mental como física. Terminé el año con dos proyectos muy intensos, que me han dejado agotada. Necesito un respiro para retomar energía y para que cuando llegue el siguiente proyecto, esté otra vez para darlo todo. Uno de los proyectos es Asedio, que creo que se estrena a finales de año, que ha sido fortísimo el rodaje. Del otro no puedo hablar aún, pero también ha sido muy heavy.
Me voy a tomar un tiempo de descanso un poco por salud mental mía, pero también por respeto a mi trabajo, y porque soy una privilegiada y puedo hacerlo. Parar un poquito dedicar energías a mi a mi familia y luego volver. Yo doy el 400% en todo lo que hago ya sea un personaje pequeño o uno grande, eso supone un nivel de energía muy grande que invierto en cada proyecto, por eso creo que hay que saber respirar entre una cosa y otra, detenerse y tomar fuerzas.
Ese es un buen ejemplo de autocuidado, algo que las mujeres tenemos que mejorar…
Sí, claro, esta cosa de que tenemos que ser superhéroes y hay que llegar a todo, hay mucha presión sobre eso. Pues no, hay que pararse. Pero también te digo que sé que soy una privilegiada porque puedo hacerlo. A los actores nos da mucho miedo no tener trabajo y eso nos genera un ansia que acaba por hacernos decir que sí, no detenernos. Eso te genera mucha ansiedad. Por eso, creo que poder disfrutar de un parón, es un privilegio.
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En un par de semanas estrenas otra película muy distinta a esta, Espejo, espejo, de Marc Crehuet. Una comedia en la que los protagonistas se enfrentan a sus propios miedos. ¿Cuál es el de tu personaje, Paula, y cuáles son los tuyos en la vida real?
El universo de las dos películas no puede ser más distinto (risas). Espejo espejo es una comedia y Paula es un personaje muy divertido. Ella no tiene miedo, o bueno, sí que lo tiene, su gran miedo es que no la quieran. Creo que es un miedo que podemos compartir todos, pero bueno ella es una influencer y quizá hay algo muy narcisista en ese mundo, muy de mirarse a uno mismo. Ella quiere estar en el foco, que la quieran y que la miren.
Y yo… Bueno, yo soy súper miedosa y muy insegura, pero también soy un poco masoquista porque cuando encuentro un miedo, me tiro a por él. Así igual mi gran miedo miedo es perder el control y eso hace que siempre me enfrente a los miedos. Cuando encuentro algo que me asusta, pienso tengo que superarlo, no puede ser que me que me supere. Por eso con los personajes siempre necesito tenerlo todo como muy atadito, que no haya nada sobre lo que yo no haya pensado, divagado…
He leído que viviste una infancia muy solitaria. ¿Cómo te ha determinado eso y qué le dirías a tu yo niña y que le dirías a una niña o a un niño que se sienta así de solo?
En general, me gusta la sensación de estar sola, disfruto mucho de mi soledad. De hecho, a mí los eventos sociales en los que hay mucha gente, me agobian mucho. Ceo que es, en parte, porque porque de niña estuve mucho tiempo muy sola, era una niña muy imaginativa así que me entretenía conmigo misma, aunque estuviera solita. A mi niña, a la niña que fui, le diría que la quiero muchísimo y que todo pasa, que no se preocupe, que todo va a ir bien. Y a una niña o un niño que se sienta así, le diría lo mismo, que todo pasa, que que hay mucha gente a tu alrededor que te quiere, que pienses en ello y que encuentres ahí la fuerza. Y les daría un abrazo muy grande.