Cuando Lourdes Garzón accede al Hotel Emperador por la puerta rotatoria, con su blazer de rayas como si fueran renglones en blanco, tiene uno la sensación de que, efectivamente, hay algo girado: esta periodista vocacional y directora de medios como Crónica, Vanity Fair y Mujer Hoy es normalmente quien pregunta.
Lourdes Garzón está estos días organizando el Summit internacional Santander WomenNOW, para reunir a mujeres que van a cambiar el futuro; pero lleva décadas persiguiendo historias, desentrañando y buscando nudos en las madejas que somos los seres humanos. Buscando exclusivas como una zahorí en terrenos aparentemente secos, colándose en la Casa Real, mostrando a Diego Torres -exsocio de Iñaki Urdangarin- con los papeles del sumario en la mano, abriendo el cofre del escándalo del Palau o haciendo girar, en este caso hacia fuera, la rueda de la SGAE, entre otros muchos temas.
Por supuesto, Garzón responde sin apenas esfuerzo, camina sobre piedras mojadas y cruza la entrevista a su antojo. Una despreocupada conversación sobre la maternidad subiendo las escaleras hacia la azotea que popularizaron Alaska y Mario y un repaso a sus lecturas favoritas (un panegírico de Strout y una crítica de Zweig), llevan a la “entrevistadora entrevistada” a compartir, sobre todo, su posición en dos temas que se extienden como aceite sobre la piscina: el liderazgo femenino y la incansable obsesión por las verdades ocultas.
Garzón comienza por una confidencia familiar: hace unos días su hija, “que hizo el bachillerato de ciencias, yo creo que luchó contra la vocación, finalmente, me ha dicho: ‘Mamá, es que no te lo quería decir, pero es que yo quiero estudiar periodismo’”. Garzón describe irónicamente ese momento como si fuera culpa suya, “es que yo creo que mi hija me ha visto, sobre todo, pasármelo bien con mi trabajo”.
- ¿Siempre ha sido divertido para usted el ejercicio del periodismo, incluso en momentos tensos?
-
Siempre lo he pasado bien, porque en todos los proyectos había cosas muy excitantes. En cierto tipo de reportajes la verdad es que la adrenalina de publicar una historia así… [gesticula] ¡Está muy bien haberla vivido, si te dedicas a esto!
Vida y periodismo
Tras estudiar la carrera en la Complutense y el máster de periodismo de El País, explica Garzón, “colaboré ahí un poquito y enseguida me llamaron para hacer un contrato de sustitución en El Mundo, donde había gente buenísima. Yo creo que todo lo que aprendí de periodismo, lo aprendí con él”, dice, refiriéndose a Pedro J. Ramírez, director de EL ESPAÑOL.
Luego estudió Ciencias Políticas mientras trabajaba. “Me encanta la política porque al final es todo. Y me gustan especialmente los mecanismos de poder que rigen las situaciones”.
Los principios a veces son duros. “En Crónica”, bromea, “hacía muchas historias de portada. Y tenía la sensación de que en algún momento lo iba a hacer mal y se iba a notar muchísimo”. A continuación, su rostro se ilumina cuando habla de “un año en Londres”, una breve subdirección de Marie Claire y su llegada a Vanity Fair.
Pregunta: ¿Qué hizo durante aquel año sabático en Londres, si no es indiscreción?
Respuesta: Nada [dice ella con una sonrisa espléndida]. Estudiar, mejorar el inglés, estudiar unos cursos de cultura popular. Hice algunas colaboraciones…, y me lo pasé fenomenal, claro.
La controvertida cabecera Vanity Fair se monta sobre su persona en España…
¡Más bien mi persona carga con el proyecto! Vanity creo que es un proyecto que tienes una vez en la vida: una revista internacional, traerla a tu mercado, es muy difícil que se dé, es una suerte.
¿Suerte o esfuerzo?
He tenido suerte. Hay gente que lo hace bien y a lo mejor no le ruedan las cosas. El momento es importante porque no es el proyecto en sí, es también el momento, y yo he podido hacer equipos que son una pasada.
¿Algún aprendizaje que quiera compartir?
[Gesticula negando] No estoy muy segura de que los momentos malos tengan como consecuencia algo bueno… No creo mucho en esta cosa de ‘lo vas a hacer fatal, pero aprendiste’, no estoy muy segura de eso. Creo que eso a veces nos hace exigirnos a nosotros mismos pasar por un mal momento aprendiendo algo, siendo mejores, e igual a veces los malos momentos son malos, hay que pasarlos, ser un poco compasivo con uno mismo y dejar que vengan cosas mejores. Si te refieres a un momento de mi biografía que me resultó muy difícil y luego me dio muchas satisfacciones…
Sí, un momento de esos [en este caso, ella misma se repregunta]…
Te digo que la adopción de mi hijo pequeño. Que fue un infierno, pero me dio la alegría de mi vida después. El número cero de Vanity lo mandé a Londres para que lo vieran mis jefes desde Rusia, imagínate, fue un poco estresante.
¿Se define como una periodista de reflexión, intuitiva o mezcla?
Creo que tengo mucha curiosidad y creo que tengo ambición por conseguir historias.
¿Cuántas entrevistas ha hecho o coordinado?
Muchas. Muchísimas.
Dígame cómo se elige la mejor frase entre muchas frases…
Lo de volver a la cinta es fundamental. Tienes que tenerte el material supermirado, la intuición no funciona si no has trabajado antes, eso es así.
¿Insiste usted en volver a escuchar entonces siempre las grabaciones?
A veces hay tesoritos…, es como las fotos, hay que mirarlas dos o tres veces. ¿La foto no te llama un poco a ti cuando la estás viendo?
¿En qué sentido una foto ‘la llama’ cuando la mira?
Yo he tenido la suerte de trabajar con los mejores fotógrafos del mundo, y para la foto lo que tienes que saber es qué querrías contar y cuál es tu historia. Porque la foto no acompaña a la historia, la foto es parte de la historia.
¿Un ejemplo?
Pues te lo voy a enseñar… [Saca su móvil]. Es la foto que he visto más clara en mi vida. La exclusiva de Diego Torres, la primera entrevista que daba [se refiere a Vanity Fair], con el sumario de la mano. Todo el mundo oía hablar de él, pero nunca había salido en ningún medio, nunca había dado una entrevista. Ahí sí que fuimos mucho a la cinta porque dijo muchas cosas y había que elegir, medir, ver qué repercusiones tenía, había que pasarlo por legal…
¿Y qué le gusta tanto de esta foto?
Me encanta la corbata, que esté sin chaqueta, me encanta la camisa, y esta foto claramente se veía desde el principio. Otras fotos se ven más claras al día siguiente…
¿Las buenas portadas hay que dormirlas?
Si puedes, sí. Si no, para delante.
¿Es el peor entrevistado el que da respuestas larguísimas?
¡Merecerían que no se publicara! No hay peor entrevistado que ese. El que no para de hablar para no decir nada. Un buen político es muy buen entrevistado, un mal político es muy mal entrevistado. Los políticos que hablan mucho porque no quieren decir nada son lo peor. Es horrible.
¿La peor categoría?
Depende de la persona. Algunas actrices muy famosas son muy aburridas. Hay mucha gente que tiene mucho miedo de decir cosas, y eso es terrible. Pasa más con los actores y las actrices, que quieren controlar su imagen y tienen tanto miedo de soltarse… que al final terminan siendo muy aburridos, anodinos, por ese autocontrol y esa falta de decir cosas y de contar y hablar… Es muy frustrante para los periodistas.
¿Y la mejor?
Diego Torres era un buen tipo de entrevistado, porque hablaba mucho y daba muchas vueltas, pero era valiente. Doris Lessing era una entrevistada maravillosa, porque no tenía miedo. Marsé era un entrevistado increíble…
¿Dónde están hoy los buenos entrevistados?
Hay un poco de involución. La gente se atreve menos a hablar ahora… la corrección está sobrevalorada. De todos modos, los entrevistadores...
¿Qué ocurre con los entrevistadores?
Lo que hace que la entrevista sea un poco banal no es sólo la personalidad del entrevistado, sino que los entrevistadores deberíamos preparar más la repregunta. Y luego también nos da mucho miedo preguntar varias veces la misma cosa, y ese es un miedo de esta época. No pasa nada por preguntar varias veces y decirle a alguien "es que no me estás respondiendo, no es eso lo que yo querría saber".
¿Insiste usted en las repreguntas?
Sí, y en muchos casos es más importante la repregunta que la pregunta, eso lo hemos preparado mucho en todas mis redacciones. "Vale, te va a contestar esto, y entonces, ¿qué le vas a decir? ¿Con qué argumento vas a rebatir?".
Casa Real
“Los buenos reportajes de investigación son un caramelo”, explica Garzón mientras bebe un agua helada. “El reportaje… me encanta. Son historias que abres y cierras en sí mismas, y están compuestas de pequeños módulos o entrevistas, lo bueno de un reportaje es eso”.
Sobre uno de sus reportajes más conocidos, su gran exclusiva sobre la Casa Real, explica cómo “no se podía decir que era una exclusiva y sin embargo lo era. Fue una exclusiva porque tuvimos acceso a muchísima gente cercana a ella [a Corinna Larsen], y porque era la primera vez en España que se publicaba una información de ese tipo”.
Para Garzón, “ahora ha cambiado todo porque hubo otros medios que con informaciones diarias abrieron muchísimo camino, porque si no habría sido imposible para nosotros. Hubo periodistas muy valientes que, en momentos en los que no se hablaba de Casa Real, se atrevieron a abrir ese camino y nosotros decidimos seguirlo”.
- ¿Fue difícil?
-
Sí, fue complicado, porque había muchos reparos a la hora de publicar según qué historias. Hicimos otras que también fueron complicadas pero muy satisfactorias, sobre el escándalo del Palau o sobre la SGAE...
Su trabajo actual en Mujer Hoy lo describe en términos musicales. Para Garzón, su profesión es ahora “abrir caminos a historias, alentarlas”, y habla de violines, y de orquesta.
“Tengo lo que no he tenido en otros proyectos: una cantidad de lectores brutal, porque Mujer Hoy se distribuye con 23 diarios en toda España, yo venía de un sitio que era mucho más nicho. Aparte, dirijo un proyecto en Vocento que se llama WomenNOW, que es multiplataforma, con web, podcasts y un summit internacional ahora en junio. Vamos a tener en Madrid a la vicepresidenta del gobierno afgano, Mariana Mazzucato, directivas españolas como la de Iberdrola, a Pau Gasol… gente potentísima que va a estar aquí dos días”.
Liderazgo femenino
Sobre liderazgo femenino, se muestra categórica. “Yo creo mucho en la necesidad de que las mujeres tengamos poder y no creo que pueda haber igualdad sin que tengamos poder, sin que haya figuras en distintos ámbitos que tengan esa posibilidad de tener influencia y relevancia”.
Para ella, “nuestros hijos ahora, y fíjate que digo nuestros hijos, no nuestras hijas, tienen una visión totalmente distinta de los mecanismos de poder”. La excanciller alemana le parece una líder incontestable. “Si tuviera que poner la vida de los que tengo alrededor en las manos de alguien, las pondría en manos de Merkel, me parece una líder impresionante, durante muchísimos años, con un estilo impecable”.
Se describe como “parte de una generación y he trabajado siempre en una profesión en la que las cosas no eran tan fáciles, había que trabajar, no quejarte, estar mil horas, tener hijos…”.
Pregunta: ¿Cree que existe alguna característica común en ese liderazgo femenino?
Respuesta: Seguramente todas las mujeres de mi generación y un poco más jóvenes, hemos tenido en común un esfuerzo muy importante para llegar a sitios relevantes en nuestra carrera. No sé si ese camino complicado ha hecho que lleguen mujeres siendo más conscientes de las dificultades, de lo necesario que es tener buenos equipos, etc. Seguramente esa característica está más en la dificultad del camino que en nuestra propia naturaleza.
¿Y sobre la conciliación, cuál es su opinión?
No creo nada en la necesidad de que las mujeres tengamos que conciliar, creo que la conciliación femenina es de hecho la gran trampa de mi generación. Es una cosa de las familias y de la sociedad. Que hayamos tenido el peso de la conciliación sobre nosotras es una trampa… Creo que todos tenemos que conciliar, las familias tienen que conciliar.
Mujeres que la hayan inspirado de la política española…
[Duda] Siendo honesta, tengo que decir las mujeres que ejercieron la política en la Transición fueron supersobresalientes. Eso sí que era un momento en que tanto la derecha como la izquierda nos veía en unos roles de llevar los cafés a las reuniones. Imagínate en ese contexto decir "quiero dedicarme a la vida pública".
¿Una mujer con la que se iría a cenar hoy?
Jane Fonda, me encanta, me parece una diosa, una persona divertida. Gloria Steinem, alguien que tardó en encontrar su sitio y decidió pelear sin perder el sentido del humor, la alegría, esa combinación me encanta… Conectadas a la actualidad.
¿Cómo ve nuestra actualidad?
Muy preocupante, muy triste, espero que seamos capaces de estar a la altura de las circunstancias.
¿Y el ambiente social respecto al liderazgo femenino en España?
Que tenemos que tener cuidado para no poner en riesgo logros sociales y políticos que hemos ido consiguiendo durante décadas… Ah, ¡y en Eurovisión iba con Chanel, desde el principio! Me parece una risa que a estas alturas que alguien salga bailando y cantando como quiera y lo que quiera, que eso sea una cosa reprobable porque es poco feminista o cosificador... ¡No hay nada más cosificador que eso!
¿Cuál es su último tema de obsesión?
Estoy enfocada con la organización del Summit. La última portada que he coordinado es la de Begoña Vargas, ¡ella sí que habló! [sonríe].
“¿Guarda usted muchos secretos?”, le preguntamos al salir de la puerta giratoria. "Unos cuantos", dice Lourdes Garzón. Sonríe de nuevo, se gira y se lanza por la Gran Vía abajo.