Entrevisté a Sandra Sánchez (Talavera de la Reina, 1981) en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Madrid, hace apenas dos semanas, cuando todavía estaba concentrada para los Juegos Mundiales de Alabama junto al entrenador de la selección, Jesús de Moral, su pareja, y a Damián Quintero, que ha ganado la medalla de plata. El ambiente era serio, pero distendido.
Ella desbordaba simpatía e ilusión. El mundial iba a ser su última competición. Quería despedirse de sus rivales. Y lo ha hecho ganando la medalla de oro. Pero el camino no ha sido fácil. Su caso es una historia de tesón, fe, superación y unas cualidades excepcionales. Sandra Sánchez repasa con MagasIn su carrera y adelanta sus nuevos proyectos.
A los 20 años fue becada en la modalidad de Kata para el Centro de Alto Rendimiento del Consejo Superior de Deportes (CAR), pero su madre enfermó de cáncer. Para estar a su lado, dejó el CAR con intención de seguir entrenando en su dojo (lugar de práctica) habitual. La federación de aquel entonces —ahora la integran otras personas— consideró que había desaprovechado una oportunidad y durante más de diez años la marginaron. Así es que Sandra ganó el oro olímpico con 38 años en Japón. Recomiendo que vean el Kata de la final en el país del kárate.
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Cuando ganó el oro olímpico, ¿qué sintió?
En ese momento es todo tan intenso que realmente no eres consciente ni te da tiempo a sentirlo todo. Te llevan de aquí para allá, a la rueda de prensa… Me acuerdo que me escondí dos minutos para recogerme. Tuve los sentimientos más bonitos que puedas imaginar. Según va pasando el tiempo, empiezas a gestionarlo.
Rebobinando al pasado, durante más de diez años estuvo siempre en el podio del Campeonato de España sin que la incluyeran en el equipo nacional.
No me llamaban para ninguna tecnificación, ni para entrenamiento, ni para el equipo, que lo componen tres.
¿Por qué motivo?
Daban pocas explicaciones. Decían que no era suficientemente buena, que no daba el perfil. Y en la última etapa aludían a la edad. Como era mayor, no iba a tener proyección.
¿Cuál es la edad media de un karateca en la disciplina de kata?
En mi categoría, la absoluta, de 20 a 24 años es el mejor momento. Quizá hasta los 26, 28, 30… como mucho. Ahora está cambiando un poco con Damián y conmigo (ríe).
Pregunta. ¿Dudó de sí misma? ¿Qué le impulsó a seguir intentándolo?
Respuesta. Claro que dudas. Es una montaña rusa de sentimientos. Llega un momento en que te planteas hacer caso a los que dicen que no valgo. Se supone que el seleccionador nacional y el director técnico saben más que tú. Pero, por otro lado, yo sentía en mi interior que tenía algo. Lo que pasa es que, a veces, ese algo se apagaba.
P. ¿Qué cambio se produce en el 2015? Tiene 32 años, gana el Campeonato de España, por fin la incluyen en la selección y también gana el Europeo.
R. El proceso de cambio empieza en el 2012, cuando convenzco a Jesús del Moral para que me entrene. Luego se abre por primera vez la posibilidad de participar en la Premier League representando a un club en vez de un país. Yo necesitaba un feedback de cuál era mi nivel a nivel internacional, porque aquí no progresaba.
Un club de Dubái nos ve competir y me fichan. Esto en kárate no había pasado nunca. A principios de 2014 nos vamos a vivir a Dubái. Jesús entrena a los chavales y yo me puedo dedicar única y exclusivamente a entrenar y a competir con ese club.
¿Era la primera vez que se dedicaba exclusivamente a entrenarse?
Sí. Hasta entonces trabajaba y competía. Empiezo a tener resultados. Cuando gané el Campeonato de España, en 2015, vivía en Dubái. Primero tuve la oportunidad en Dubái y después aquí. Tras un par de meses de mucho debate sobre mi edad, finalmente entro en la selección y me llevan al Europeo.
Ha ganado todos los europeos desde entonces. ¿Guarda rencor?
No. Si guardara rencor estaría yo peor y los demás tan a gusto, porque muchos ni se acordarán de las cosas que han dicho. La vida es así, no solo en el deporte. Hay gente que cree en ti y otra que no. Yo he mejorado y he evolucionado. De todo se aprende.
¿Qué es el kárate do?
Do, significa camino. El kárate es mi vida. Los valores que he aprendido a través del kárate son parte de mi día a día: la empatía, el respeto, la educación, la disciplina, el saber superar momentos, el mejorar día a día, el hoy vencí a mi yo de ayer, el no rendirse nunca. Es todo.
¿Cómo controla la respiración durante el kata?
Los katas de las finales duran casi tres minutos. Son muy intensos. Tienes que controlar tu respiración, controlar la intensidad de todos los movimientos, saber tensar y relajar los músculos para conseguir hacer todo el kata al 100%. Si no, a la mitad estás muerto. En casi todos hay algún movimiento fluido antes de movimientos de mucha tensión. Ahí es donde tienes que saber relajar tu cuerpo, volver a estabilizar la respiración para cuando vienen los movimientos potentes.
¿Qué es el kimé?
La potencia al final de la técnica. Es muy difícil de conseguir. Creo que la diferencia entre muchos competidores está justo en el kimé. Una cosa es ser fuerte y otra conseguir concentrar toda tu fuerza y proyectarla justo en el punto final de la técnica. Esto es lo complicado.
Al final todo es biomecánica. Yo he aprendido a utilizar mi cuerpo, todas mis cadenas musculares. Cómo va la fuerza desde el pie al tobillo, rodilla, cadera, tronco, brazo hasta el final de la técnica.
Ese grito, el Kiai, ¿de dónde sale?
Del interior. Hay un punto interno por detrás del ombligo donde se genera la energía, el ki o el chi. Dependiendo de la modalidad, lo llaman de una manera o de otra. Es también el centro de gravedad. Un grito no se puede dar con la garganta, porque al tercer grito estaríamos afónicos. Tiene que salir del estómago. Eso también lo saben bien los cantantes.
Hay que liberar toda esa energía desde el interior, concentrar y cortar el kiai en un momento, porque si no, sería agotador. Luego, hay una relajación para poder seguir con los movimientos del kata.
¿Cuáles son las lesiones más comunes del kárate?
En kata, rodillas, codos, hombros y caderas (se ríe). Pero hacemos mucho trabajo de prevención de lesiones, porque no es lo mismo hacer eso una hora que seis horas todos los días. Es el deporte de élite.
¿Qué es más difícil, entrenar el cuerpo o la mente?
Más duro el cuerpo, más difícil la mente. Con el cuerpo tienes tus días. Hay etapas de mucha carga, cuando el cuerpo dice ¡madre mía! Pero ese 'madre mía' nace de tu mente. Es tu mente la que limita tu cuerpo.
Jesús siempre hace que nos entrenemos fuera de nuestra zona de confort. Cuando crees que toca un día de relax porque ya no puedes más, pues ese día va a ser el triple de duro. Cuando llegan las competiciones, por muy cansada que esté, sé que puedo sacar mis katas adelante porque nunca va a ser tan duro como los entrenamientos.
¿En las competiciones, cómo consigue salir tan concentrada al tatami?
Jesús trabaja con nosotros mucho el tema psicológico. Nos pone en muchas situaciones de competición. También hace con nosotros muchos ejercicios de relajación y visualización. Conmigo ha tenido que variar lo estándar. Él dice que soy un alma libre, como un pajarillo.
A mí me tensa visualizar el kata antes de salir a competir. Prefiero controlar lo que pasa a mi alrededor y quitar el foco de mi kata. Cuando salgo a competir, hay un mundo aparte donde me meto. Solo estoy yo. No veo el tatami, ni la grada, ni nada. Siento en mi interior que tengo un mundo tan intenso que para mí salir al tatami a hacer el kata es la forma de poder sacarlo. Y todo lo demás desaparece.
¿No oye nada?
Sordos no estamos. Oigo los aplausos. Cuando das el salto siempre sabes que ahí van a aplaudir y te animas. Además, cuando no hemos tenido público por el Covid, te dices 'uy, qué mal lo estoy haciendo que no aplaude nadie...'
Ha viajado a Japón y a Taiwán para mejorar la práctica, ¿iba con intérprete?
No, cuando el inglés no funciona, te salva la mímica (se ríe). En nuestros primeros viajes a Japón intentamos entrenarnos con todos los maestros posibles. Luego haces un filtro, aplicas lo que mejor funciona para ti. En Taiwán entrenamos más la parte del kung fu, porque el kárate ha absorbido mucho del mismo.
¿La trataban como una alumna más o como una alumna aventajada?
Depende de cuando fui en 2013 a cuando voy ahora (se ríe). En Japón suelen darte una súper paliza el primer día, a modo de prueba. Si vuelves al siguiente día, ya te empiezan a hacer un poquito más de caso. Depende de tu actitud.
Todos los maestros con los que hemos entrenado nos han tratado con cariño. Y mira que en Japón son distantes… Un anécdota muy bonita fue con el maestro Higaonna de Okinawa, que es la cuna de kárate. Alquiló un coche para llevarnos donde se habían grabado escenas de Karate Kid. En la cultura japonesa, nosotros acompañamos al maestro a su casa. Pues él se empeñó en acompañarnos al hotel… Y, cuando nos despedimos, inclinamos la cabeza al modo japonés, ya que no tienen cultura de contacto físico. Y me dice: ¡no, un abrazo!
¿Cómo le han tratado tras haber ganado el oro olímpico?
Siempre con muchísimo respeto, incluso con el hándicap de haber ganado a Japón en los JJ OO. En Fujinomiya, donde preparamos los Juegos, están aprendiendo español para cuando volvamos. Se crean unos lazos muy bonitos.
¿Ha nacido, crecido y vive en Talavera de la Reina? ¿Qué tiene Talavera?
A Jesús le decía: 'Talavera es pequeñito, puedes ir andando a donde quieras, pero es grande porque tenemos Corte Inglés (se ríe)'. Está la familia, la gente, mi maestro, están mis amigos. Al principio era reacio y ahora le gusta mucho.
La mujer y el deporte.
En kárate no puedo decir que sea más difícil para una mujer. Quizá era más difícil que tus padres te apuntaran a kárate. Mis padres me apuntaron a baile, pero no pusieron ninguna pega cuando yo quise hacer kárate, como mi hermano.
En el mundo que rodea al deporte te preguntas por qué hay tanto men in black y no tanta woman in black (se ríe). También parece que las seleccionadoras son solo para chicas. ¿Por qué no entrenan indistintamente a chicas o chicos?
Ha anunciado su despedida para después del Mundial de Alabama. ¿No teme sentir una especie de síndrome de abstinencia al relajar esa vida tan intensa de entrenamiento?
Sí. Lo hemos hablado Jesús y yo. ¿Qué voy a hacer con toda la energía que tengo? Porque hay que gastarla de alguna manera. La verdad es que lo he ido gestionando poquito a poco. No quise retirarme el año pasado después de ganar los Juegos y el Mundial porque no había habido público.
Habrá competiciones en las que lamentaré no estar. Al igual que con una ruptura, tienes que pasar por ese proceso. Gestionarlo, sentirlo, vivirlo. La vida me llena también con muchas cosas. Tienes que encontrar todas esas cosas donde liberar esta energía y donde focalizarlo todo. La ilusión y ganas de seguir haciendo cosas.
¿Qué planes tiene?
Ahora toca disfrutar un poco del kárate desde el otro lado. He viajado mucho, pero he conocido poco. Nos llaman desde muchos países para que enseñemos, para que demos seminarios. Después de los mundiales, vamos a dar seminarios en Kansas y en Houston. Nos quedaremos una semanita más para tener tiempo de disfrutar de la cultura, de la gente, de los karatekas, del kárate.
Después queremos hacer una asociación para poder compartir kárate online a través de una plataforma. Hay mucha gente que quiere entrenarse y no tiene la posibilidad de viajar. Yo quiero compartir el kárate con todo el mundo.