Pilar Cuesta es la primera mujer canaria que ha llegado al Consejo de Estado español y lo ha hecho con un entorno trampolín masculino: “Aparte de mi madre, he tenido un padre que me ha apoyado mucho, un marido increíble, sólo tengo hermanos y sólo hijos varones, pero todos estos hombres son compañeros, no enemigos... Sin su respaldo nada sería posible, debo empezar diciéndolo”, dice a MagasIN la letrada.
Nacida en Santa Cruz de Tenerife, Cuesta estudió en su ciudad natal hasta que se marchó “a Francia a hacer COU”, concretamente a París en el Liceo español. “Siempre he tenido vocación de servicio público y la idea de cambiar las cosas desde dentro. Por aquel entonces, pensaba en una carrera diplomática, por lo que reforzar el francés tenía sentido”.
A su vuelta, relata, regresó a Madrid “para estudiar Derecho en San Pablo CEU y en Santa María del Pino. Durante los años de la universidad fui conociendo otras cosas y tomando conciencia de las dificultades del ejercicio. Un día, en clase me habían hablado mucho de esta institución, pude conocerla y tuve un flechazo total con el Consejo de Estado. Decidí que quería ser letrada, sin más. Siempre me han atraído la historia y el pensamiento político, pero en el sentido más amplio del humanismo, la literatura y la filosofía”.
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El estudio de esta oposición, una de las más difíciles de nuestro país, “me fue bien pero me costó un montón, de hecho suspendí la primera vez. Es necesario esfuerzo y resistencia para lograr aprobar un examen de este tipo”. Se trata de un temario con “mucho derecho positivo, pero quizá el elemento diferencial sea el segundo ejercicio, un ensayo de seis horas sobre un tema de la historia del derecho y las relaciones internacionales, donde hacer acopio de teoría política y económica”.
Tras su primer suspenso, “me fui a Canarias, y me presenté a Técnico de la Administración Civil, para trabajar en mi comunidad autónoma. Aprobé esa oposición, pero estuve trabajando en Tenerife tan sólo un mes… Porque se convocó de nuevo la oposición al Consejo de Estado y aprobé”.
El órgano consultivo
Es en el año 2005 “cuando paso a formar parte del Consejo de Estado”. Pilar Cuesta explica cómo este organismo lo componen 29 letrados de toda España y cómo este importante órgano de la Administración está “dividido en 9 secciones”, de modo que a cada sección son asignados una serie de Ministerios.
Tras pasar por las secciones 7 (Educación y ciencia) y 6 (Fomento y obras públicas), ahora ejerce en la sección 1: “se trata del Ministerio de la Presidencia y de la Secretaría de Estado de Función Pública”.
Cumple ahora 12 años trabajando en esta sección primera, en la que “nunca nos ocupamos de dos cosas iguales”. Describe cómo se trata del supremo órgano consultivo nacional, “de relevancia constitucional, que tiene una labor de asesoramiento al Gobierno y la Administración pública”.
¿En qué consiste su trabajo? “Nos remiten consultas, expedientes y nosotros informamos al respecto, a través de estudios que reciben el nombre de dictámenes”. Éstos son de carácter consultivo, es decir, su labor es “técnico-jurídica, no es vinculante, eso nos mantiene alejados de la decisión política y nos circunscribe a un análisis de legalidad de los asuntos que se consultan”.
Labor técnica y 'silenciosa'
Se trata de una labor muy técnica y silenciosa. “Vemos muchos anteproyectos de leyes, todos los reales decretos y los decretos de desarrollo y muchas otras cosas del día a día de la Administración”.
Actualmente, los más habituales son los expedientes de responsabilidad patrimonial “es decir, nos ocupamos de garantizar que los particulares puedan ser indemnizados como consecuencia del funcionamiento de los servicios públicos y de la Administración, en todo tipo de situaciones”.
Cuando un asunto implica a varios ministerios, “para unificar criterios y ordenar, todos esos expedientes se remiten al Ministerio de la Presidencia, que analiza y hace propuesta de resolución conjunta”.
Después de trabajar bajo diferentes Gobiernos, señala cómo “esta posición da mucha independencia. Es una administración consultiva, muy separada de la activa. El Consejo de Estado es totalmente independiente, no depende de ningún departamento ministerial, tiene autonomía orgánica y funcional”.
Cada sección, añade, “está presidida por un consejero permanente [en su caso, Herrero de Miñón] que no tiene un mandato temporal delimitado, lo cual garantiza también la independencia, una composición diversa y rica con distintas trayectorias y visiones”. Solamente existe un cargo político en esta estructura, ciertamente representativo, que corresponde a la presidencia, a cargo actualmente de otra mujer, María Teresa Fernández de la Vega.
De este modo, “las opiniones personales quedan al margen, porque esta forma de trabajo, vinculada al ordenamiento jurídico, establece unos márgenes muy claros”.
Es el sistema que “yo denomino de triple lectura: el letrado hace el dictamen y lo lleva a sección, donde se debate y se aprueba o desecha y luego pasa a comisión permanente semanal y de nuevo se vuelve a debatir, y se aprueba o debate… Siempre hay cosas que se pueden debatir y que son discutibles… Este proceso depura mucho el debate y así el dictamen, muy pulido, homogéneo, se modifica para la mejora, y es aprobado por la comisión, llegando a su destino”.
La diversidad
“Soy muy defensora de la diversidad en todos los órganos”, explica Cuesta, “también estoy en el consejo asesor de una asociación de mujeres juristas, Women in a Legal World, soy parte de ella desde los comienzos. Esta asociación se propone promover la visibilidad del talento femenino en el sector legal para conseguir que se logre mayor acceso de mujeres. A las mujeres hay que nombrarlas, pero también evidenciarlas, hay mujeres en ámbitos diversos, y no somos perfiles monolíticos”
“No solo se trata de justicia social, de representatividad, sino de un tema de diferencia: las mujeres somos diferentes en muchas cosas, y tenemos recursos y herramientas distintas y creo que esa incorporación de la mujer enriquece la forma de debatir, esa diversidad creo que es tan enriquecedora que no puede quedar fuera”.
Profesora universitaria, doctorada en 2016, formada en posgrado en la prestigiosa escuela HKS cree que, si bien la tradición anglosajona cuenta con otras leyes, “la amplitud de miras y las distintas experiencias permiten conocer una forma de acercarse a la realidad distinta al derecho continental. En el derecho anglosajón, al ser un sistema de derecho del caso, la aproximación es muy distinta: ver su forma de afrontar una situación de conflicto y solventarla desapegándote del derecho positivo es una formación muy sólida. Creo firmemente en el valor de la diversidad y en lo enriquecedor que supone ampliar las miradas”.