Puede que el verano sea la estación del año en la que es más difícil fingir: cómo pasamos la época estival indica al menos una parte de lo que más nos gusta. Por eso el verano de Irene Villa –y esta conversación- contiene palabras como ochomil, barcas, festival, conferencia, niños, emocionante, libro y sidriña.
Irene Villa lleva dos décadas asistiendo al descenso adaptado del Sella. “Empezamos con la fundación en el 2000 y, poco a poco, resulta que somos un montón. Se comparten tres días con gente con discapacidad física, intelectual y sensorial, y es algo precioso, divertidísimo de hacer y luego de escuchar las anécdotas mientras te tomas la sidra y la comida asturiana”.
La conocida periodista, psicóloga y conferenciante hace este descenso este año con sus tres hijos y luego extenderá las vacaciones a Asturias, Cádiz y algún destino más. “Tienen 5, 7 y 10 años, así que imagínate. El lema para una madre a veces digo que es ‘que tu hijo se canse’, se trata de cansarles, ¿no? En todas las actividades”, bromea. “Así que el 31 de julio estaremos allí con un montón de personas con discapacidad para un día inolvidable, bajando esos 14 kilómetros de río”.
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Explica cómo esta actividad la realiza en verano, “pero en octubre hacemos el Camino de Santiago, en el Puente del Pilar”, añade. Y relata la experiencia del año pasado, con “una niña que, con 7 años [Lucía, en redes sociales es @superlu_6], se quedó en silla, y mis hijos estuvieron con ella y con la silla para arriba y para abajo, porque para ellos es normal. Ha sido un enorme shock para ella y su familia, y claro, les ha costado un montón aceptarlo, pero ahora lo importante es que ella ya ha conocido a otros niños que la ven a ella, no ven la silla. Eso es increíble, que no vean la discapacidad, que te vean a ti”.
Respecto a su reciente separación, explica, "sé que no es lo políticamente correcto, pero, como todo en la vida, hay que buscarle el lado bueno. A veces hablo de ‘la ventaja de la discapacidad’, es decir, ¡busca la parte en la que sales ganando con cada situación! Una pérdida es una ganancia siempre, pero tienes que buscarla. En mi caso creo que la custodia compartida puede llegar a ser algo ideal".
Y continúa: "Hay un término que me gusta que es el de ‘equipo de crianza’. A menos que se trate de una persona negligente o haya otros problemas, yo creo que la semana alterna puede estar genial. Así que me pongo más carga de trabajo la semana que no tengo niños, ¡el otro día fui a un concierto porque ellos no estaban".
Evidentemente, no imaginaba cómo iba a ser su vida…
No, en absoluto. Mi madre dice "igual tenía que pasarte esto para poder mandar un mensaje, porque no tienes un talento especial, no cantas, no bailas, no jugabas al baloncesto como Amaya Valdemoro...". Seguro que no hubiera podido hacer todo lo que he conseguido.
Como mínimo tiene usted dos talentos extraordinarios, el de la resistencia y el de la comunicación…
[sonríe] Siempre agradezco que me lo digan. La verdad es que, desde el minuto uno, empecé a hablar en colegios y me decían eso: "Es que hablas con los ojos", "es que tienes una energía especial". Desde las primeras entrevistas cuando era una pequeñaja… luego estudié Humanidades y Psicología, y la verdad es que no he parado de trabajar, dando charlas y haciendo proyectos.
A las personas les cuesta mucho extraer lo mejor y comunicarlo bien, incluso en las circunstancias idóneas…
Bueno, a mí me sale natural, desde bien pequeña siempre lo he ido haciendo. Afortunadamente, creo que cada vez más en los colegios se incide mucho en hablar en público. Comunicar es fundamental, en la empresa y en la vida, una buena comunicación y priorizar lo positivo es algo básico.
¿Ha cambiado el mundo desde que comenzó a conferenciar?
Desde mis 16 o 17 a ahora… muchísima diferencia. España ha cambiado tanto estas tres décadas… No tiene nada que ver ir en silla hace 30 años que ahora, las leyes de accesibilidad, las rampas, aparcar…
¿Y en relación al lugar de la mujer?
El tema de igualdad también, antes, en conferencias y eventos, siempre había muchos más hombres. Antes he estado en muchas aquí y en Latinoamérica en las que era la única mujer, ahora es otra época afortunadamente, y en los eventos de motivación y superación cada vez hay más mujeres en los puestos directivos, las mujeres ya estamos siendo ejemplo.
¿Qué opina del liderazgo como coach y conferenciante?
Que el buen líder predica con el ejemplo y saca lo mejor en el trabajo en equipo, sabe sacar las potencialidades de todos. El talante y la esencia femenina son superimportantes en las empresas y ojalá a nivel europeo haya más mujeres que presidan un país, porque tenemos una energía más de conciliación, estoy segura de que eso evitaría las guerras, si fueran mujeres las que gobernasen…
¿Encuentra usted diferencias entre la motivación y la inspiración?
Veo diferencias: inspiración sería, por ejemplo, la Madre Teresa de Calcuta, apostar por la humanidad, por los valores más esenciales y sencillos. Luego hace falta una motivación constante para tener una actitud proactiva en nuestra vida. Esa motivación a mí me la da el solo hecho de estar en movimiento, la actividad, la energía, el deporte.
¿Un pensamiento que siempre la ayudó?
En mis procesos médicos y hospitalarios, incluso en el divorcio… mi esperanza era que "cuando esto pase, lo mejor está por venir". Y creo que es la única forma de verlo. Escribí sobre cómo en la vida habrá ochomiles [se refiere a las montañas más altas del mundo] y que nos va a tocar escalarlas y, al igual que un alpinista, deberemos mantener a raya el vértigo, la soledad y el frío hasta llegar a la cima, conquistarla, y luego vendrá la bajada.
También se refiere mucho a la tolerancia a la frustración…
Claro. La tolerancia a la frustración es básica, la gente joven lo quiere todo para ya, eso es malísimo para la propia persona, te hace sentir fatal. Tengo amigos médicos que me explican que se está recetando ansiolíticos cada vez a edades más bajas… ¿Puedes imaginártelo?
¿Y sobre el miedo?
El peor enemigo del ser humano es el miedo. El miedo se cura con amor, y te atreves a todo. Estoy reescribiendo estos días mi primer libro Saber que se puede (Martínez Roca, 2004) desde la perspectiva de mi edad; aún no tengo fecha de cuándo va a estar listo, espero que antes de Navidad. Va destinado a adolescentes de 14 o 15 años, puesto que yo con 12 y 13 estuve en el hospital y todo lo que he conseguido no ha sido gracias a nada o fórmulas mágicas, sino a base de dolor, rehabilitación y pasarlo mal y muchas caídas.
¿Encuentra grandes diferencias con aquella edición?
No te imaginas las diferencias que estoy viendo de cuando lo escribí, contando que yo trabajaba ya en Radio Nacional, y es que ahora hay un abismo delante mucho mayor. Antes eran diferencias tontas, ahora son tremendas a estas edades. Tenemos todos una responsabilidad en ayudar en esto.