María Marte llegó a España a principios de los 2000 en busca de una vida mejor. Comenzó lavando platos en el Club Allard y, 13 años después, se convirtió en la chef del restaurante donde revalidó las dos estrellas Michelin que tenía el local y ganó el Premio nacional al mejor jefe de cocina que otorga la Real Academia de Gastronomía de España.
Unos años más tarde, en 2017, después de ganar el prestigioso Premio Internacional Eckart Witzigmann (ECKART) a la innovación, decidió que tenía que volver a su país, República Dominicana, para crear su fundación y devolverle a la sociedad una parte de lo mucho que ella había recibido.
Hace unas semanas empezó una nueva aventura gastronómica como chef del Rooftop Sky Europa, restaurante del Gran Hotel Europa de Santo Domingo, la capital, donde dará rienda suelta al talento que la ha hecho famosa.
[María Marte deja El Club Allard por un proyecto solidario]
Superación y esfuerzo, acompañados siempre por su gran sonrisa, son marca de la casa, porque ella sigue siendo, como se la conoce en el mundo gastronómico, la cocinera feliz, y quizás también la más comprometida.
"Sigo luchando, soñando y cocinando, y le estoy muy agradecida a la vida"
Sus hijos, sobre todo los mellizos que, con solo tres años, se quedaron con sus abuelos en su país, han sido la parte más sacrificada de esta historia con final feliz.
Pregunta: María, hace cinco años que dejaste España, el Club Allard y cogiste a tus hijos y te volviste a tu país…
Respuesta: Cuando fallecieron mis padres, los temas económicos empezaron a mejorar y pude llevarme a mis hijos a España y estar todos juntos; aunque yo todos los años viajaba a Santo Domingo para ir a verlos, porque no dejé de hacerlo ni un solo año, aunque me lo quitara de comer.
Mis hijos han sido los verdaderos héroes de mi historia, gracias a su sacrificio y a mi esfuerzo han podido tener una buena educación y yo he podido desarrollar una carrera. Pero hubo un acontecimiento que me empujó a volver a mi país…
Fue ganar el prestigioso Premio Internacional ECKART a la innovación y todo cambia en tu vida.
Así es, pero no fue lo único, fueron muchas las cosas que me empujaron a marcharme de España, algunas no se han dicho en la prensa, pero una de las más importantes fue haber ganado este premio internacional dotado con 50.000€ que me dio el empujón que necesitaba para intentar cumplir mi sueño, porque tú sabes bien que volví a Santo Domingo para hacer realidad mi propósito de vida.
Quería devolverle a la sociedad una parte de todo lo que me había dado, quería hacerlo a través de las mujeres de mi país y volví con la determinación de crear la Fundación María Marte, abrir una escuela de gastronomía y ayudarles a cumplir sus sueños, empoderarlas.
Tiene una garra enorme, un empuje ejemplar, es una gran luchadora y además de todo eso, ama la gastronomía, porque ella siempre dice que cocina con el corazón. Lo que apenas se sabe es que su hija Paula sufrió una parálisis facial que pudo haber sido más grave. La vida profesional y familiar no casaban y la conciliación era una tarea pendiente para la cocinera.
"Sembrar sin envenenar y transmitir que cualquier pedazo de tierra sirve para sembrar. Trabajar por el bien común me motiva"
Vuelves a Santo Domingo, pero llega la pandemia y son malos tiempos para los sueños…
En ese momento tenía a cuatro chicas dominicanas formándose en España, pero pudimos sacarlas a tiempo para que pudieran volver con sus familias. La pandemia lo paró todo, yo diría que puso la mayoría de las cosas en barbecho. No creo que las cosas sean fáciles para nadie, y para mí, desde luego, no lo han sido. Pero cuando las cosas se ponen feas siempre pienso en una frase que decía mi madre: “Lo que fácil se consigue, fácil se pierde”.
Durante la pandemia se dedicó a ayudar con lo mejor que sabía hacer: cocinar. Poco ha trascendido, pero María, gran seguidora de las grandes frases que le transmitió su madre desde que era una niña, actuó con el pudor y la humildad que la caracterizan: “En todo lo que hago está involucrado mi corazón, y lo que haces con la mano izquierda no tiene por qué saberlo la derecha".
"Sin la escuela construida dimos muchas comidas, fuimos por los campos llevando bolsas de alimentos que contenían lo suficiente para que una familia pudiera alimentarse durante toda la semana y había personas que me decían que nunca habían comido tanto", explica.
"No se puede esperar a tener para luego dar una migaja de lo que has conseguido. Hay que ponerse en marcha, no podemos consentir que siga habiendo gente pasando hambre o que no tenga un sitio donde cobijarse”, afirma contundente.
Durante la pandemia también fue consciente de otro gran problema endémico en su país con los que llaman los “envejecientes”, las personas ancianas, mayoritariamente trabajadoras del campo, que se han pasado toda la vida trabajando y que no tienen una jubilación, que no pueden mantenerse y desde su fundación ayuda todo lo que puede: “Todo lo que he ido ganando todos estos años dando charlas motivacionales o cocinando está metido ahí”.
“Nunca pensé que lograría tanto, y mucho menos llegar a ser tan grande en el mundo de la gastronomía”
Tu pasión por la cocina está cambiándole el mundo a muchas personas, ¿cómo empieza?
Se apodera de mí cuando era una niña, así que podría decir que ha sido una pasión temprana. Mis juguetes siempre fueron objetos de cocina, crecí rodeada de buena gastronomía, porque mi madre era pastelera y mi padre cocinero en un pequeño restaurante. Ellos fueron mi principal fuente de inspiración y me empujaron para que me atreviera a luchar por un futuro para mí y para mis hijos. Y así llegué a España, con la firme convicción de conseguir una vida mejor para mi familia.
María, comenzaste lavando platos en el restaurante Club Allard y haciendo otros trabajos que te permitirían llegar a fin de mes, como limpiar una peluquería unas horas por semana…
Sí, si, así comencé, pero la pasión con la que los españoles viven la gastronomía sacó todo lo que yo llevaba dentro y pensé que este era mi sitio. Las personas tienen un destino marcado y el mío era caer en el país indicado y en la cocina indicada.
¿Alguna vez pensaste que ibas a llegar tan alto?
Sinceramente, no. Nunca pensé que lograría tanto, y mucho menos llegar a ser tan grande en el mundo de la gastronomía, lo que sí tenía claro era que no me iba a pasar la vida fregando platos (se ríe).
La creatividad siempre ha sido la bandera por la que se ha guiado María Marte en su cocina. Eso sí, sin “disfrazar el producto”. Su primer plato, la flor de hibiscus, le trajo el éxito y el reconocimiento del mundo de la gastronomía. Tanto es así que la lleva tatuada en ambos lados de la cadera.
"Lo que fácil se consigue, fácil se pierde"
María, has llegado tan lejos que hace un año la Secretaria General Iberoamericana (SEGIB), Rebeca Grynspan, te nombró embajadora iberoamericana de la Cultura.
Me siento muy orgullosa de representar a los 29 países que componen América. Ahora estamos volcados totalmente con la agenda 22-23. Como embajadora, promuevo la sostenibilidad para que las personas consuman más alimentos kilómetro cero.
Estamos preparándonos porque tenemos un gran problema mundial. Según la ONU, en 2050, habrá que dar de comer a 10.000 millones de personas en un planeta de recursos limitados y para alimentar a todo el planeta la producción deberá crecer un 70%. Desde la SEGIB promovemos la concienciación y empujamos a los pequeños productores. Sembrar sin envenenar y transmitir que cualquier pedazo de tierra sirve para sembrar. Trabajar por el bien común me motiva.
Siempre has hablado de reinventar la gastronomía dominicana, todo un reto, ¿lo estás consiguiendo?
Nuestra gastronomía es muy sabrosa y lo único que nos falta es un poco de creatividad y para eso estoy yo aquí, para poner esa guinda. Siempre que tengo un evento, la gastronomia made in República Dominicana está presente en cada bocado.
España quedó atrás y tu cielo parece que pronto volverá a ser estrellado, María ha vuelto…
(Se ríe y sus ojos se achican sin dejar de brillar). Sí, sí, he vuelto para quedarme y He vuelto es como se llama el menú de mi nueva aventura gastronómica aquí, en mi país, en la capital, en el Gran Hotel Europa, un restaurante que está en el rooftop del hotel, una terraza maravillosa que se llama Sky Europa, cocina de autor, alta cocina, que es lo que sé hacer… Además el hotel está en la zona colonial, al lado de la primera catedral de América: Santa María de la Encarnación, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
¿Y qué podemos encontrarnos en tu nueva aventura?
El menú degustación y también tapas y platos para compartir. Una gastronomía inspirada en la cocina tradicional dominicana y en la cocina mediterránea española que es lo que me caracteriza.
La creatividad es la reina de la casa y estamos viviendo quizás la etapa más bonita de los proyectos, llena de esa ilusión que lo llena todo. La carta no es muy grande, pero está llena de sabor. Siento que estoy dándolo todo, estoy comprometida con mi trabajo, con mi gente y conmigo, y sigo trabajando como he hecho siempre, desde el corazón.
"Mis hijos han sido los verdaderos héroes de mi historia, gracias a su sacrificio y a mi esfuerzo han podido tener una buena educación y yo he podido desarrollar una carrera"
¿Qué ha quedado de la María Marte que fregaba platos?
Ha llovido mucho, han cambiado muchas cosas, tengo experiencia y madurez. Después de 20 años, y 17 de ellos en España, he aprendido que se puede y se debe creer en los sueños. Todos los planes que me traje bajo el brazo desde España se están cumpliendo. Sigo luchando, soñando y cocinando, y le estoy muy agradecida a la vida, pero, sobre todo, sigo trabajando para ser y hacer las cosas cada vez mejor y tengo muchos planes para España, que ya te contaré porque aun están verdes…
Y mientras los planes para España maduran, es bueno recodar que primero se sueña, después se lucha y que, si consigues esforzarte al máximo, el resultado siempre es positivo, porque el esfuerzo dignifica y, si no, que se lo pregunten a María Marte.