Aunque suene manido, la tecnología tiene cada vez más importancia en todo el mundo, hasta tal punto de que está cambiando el panorama geopolítico internacional. Desarrollar tecnologías capaces de defender y proteger la información de ciberataques va a ser una de las claves que determinarán el futuro de las relaciones internacionales y, también, de Europa.
En este contexto, la carrera por el desarrollo del primer ordenador cuántico es uno de los principales frentes de Europa, ya que no contar con esta tecnología comprometería la información de las agencias de inteligencia, de comunicaciones intergubernamentales y de infraestructuras críticas.
"Es importante invertir en esto porque ya vamos tarde. Si dentro de diez años llega China o Rusia y son los primeros en desarrollar esta tecnología y la quieren utilizar en contra nuestra, lo podrán hacer", explica Andrea G. Rodríguez a MagasIN.
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Ella sabe muy bien de lo que habla. Rodríguez es la investigadora principal en tecnologías emergentes y la agenda digital europea en el European Policy Centre (EPC), un think tank independiente que se centra en el estudio de la Unión Europea.
En los últimos años, se ha convertido en una de las voces más reconocidas de Bruselas sobre computación cuántica y ha participado incluso en la elaboración de planes de las instituciones europeas como la Directiva NIS2 sobre la seguridad de las redes y sistemas de información, o el informe final del Comité de Inteligencia Artificial del Parlamento Europeo.
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El trabajo del think tank
"Los think tank son organizaciones sin ánimo de lucro, lo cual está muy bien porque prima la independencia. Los investigadores seguimos unos temas concretos por pura pasión y, al hacerlo, vamos encontrando huecos y decimos: oye, creo que necesitamos hacer esto o lo otro. Tenemos la capacidad de sentarnos con las personas relevantes y proponer debates", explica.
Un ejemplo reciente sobre el papel de estar organizaciones en la política pública se dio en con la guerra de Ucrania. Rodríguez escribió el artículo Lecciones del frente cibernético ucraniano, publicado en EPC, en el que identificaba tres puntos clave para que la Unión Europea esté mejor preparada ante los ciberataques en el futuro.
Una de esas lecciones destacaba la necesidad de pensar en ciberseguridad, también en materia de satélites, porque "uno de los ataques más gordos que hubo al principio de la guerra en Ucrania fue contra una constelación de satélites". Aunque Rodríguez apunta que "no significa que tengamos una influencia brutal", sí que cuenta que poco después se comenzó a discutir en Bruselas la incorporación de un marco de actuación para la ciberseguridad de los satélites. Una discusión que acabó materializándose en la Directiva NIS2, en la que ella también trabajó.
"Yo siempre digo que un 'thinktankero' es un public policy influencer -influencer de política pública-. Influencer nivel Dulceida en Instagram, pero sin ser un lobby -grupos de presión-", comenta Rodríguez.
Así, estas organizaciones se dedican a "traducir lo que está pasando" en distintos sectores, proponen debates y, a través de su propia investigación y la interlocución con otros actores clave como el sector privado, la industria, las instituciones o la sociedad civil, hacer recomendaciones sobre la mejor forma de actuar. "Es algo que nos convierte en organismos muy útiles", opina.
Computación cuántica y Europa
Sin duda uno de los temas que más apasiona a Rodríguez es la computación cuántica, siendo de las pocas de Bruselas (a nivel de think tank, apunta) especializadas en la materia, y defiende su importancia en el futuro de la ciberseguridad.
Pregunta: ¿Por qué es tan importante la computación cuántica en ciberseguridad?
Respuesta: Nosotros protegemos la información de muchas maneras, y una de ellas es a través del cifrado. Esto significa que yo meto mi mensaje en una caja, la cierro con una llave y se manda un mensaje. Si tú tienes una copia de la llave, todo va muy bien porque puedes abrir la caja y leer el mensaje.
El problema es que los sistemas de cifrado que utilizamos hasta ahora están apoyados en la factorización. La factorización consiste en descomponer un número muy grande en dos números primos. Si tú sabes uno de los dos números primos, te va a costar muchísimo menos saber de qué va, pero si no sabes ninguno de los dos, los ordenadores que tenemos ahora no tienen capacidad de descifrarlo.
¿Qué pasa? Que los ordenadores cuánticos, por la propia manera que tienen ellos de computar este tipo de problemas, lo van a poder resolver mucho más rápido, por lo que nuestra información ya está comprometida. Por eso se habla de carrera. En países de Europa la media para decodificar, para publicar ciertos documentos, es de 20 años. Si esa es la media y nosotros estamos estimando que el primer ordenador cuántico funcional estará disponible dentro de diez, vamos diez años tarde protegiendo la información.
Tecnologías emergentes en la UE
Otro de los asuntos que investiga es el relativo a las tecnologías emergentes en Europa y asegura que, con la pandemia y lo sucedido con Rusia y Ucrania, la UE está cambiando sus planes en este ámbito.
"En 2019 la Comisión Europea quería hacer un poco más de capacitación digital, habilidades digitales, conectividad, infraestructura... Un poquito ponernos al día a lo que se supone que tiene que ser un entorno digital sano, avanzado y pionero", explica.
Sin embargo, en estos años se ha puesto de manifiesto la necesidad de ser independientes a nivel tecnológico. "Nos hemos dado cuenta de que necesitamos otro enfoque y ya se ha sacado una ley de chips, por ejemplo. Hemos visto que hay una pandemia y que la gente no ha podido comprar teléfonos móviles, ni tablets, ni portátiles, ni coches, ni absolutamente nada porque teníamos las cadenas de las cadenas de valor completamente rotas y fastidiadas por temas geopolíticos; y hemos decidido abrir un apartado de política industrial".
En este sentido, Rodríguez explica que la Unión Europea siempre ha abordado estos temas más desde "un punto de vista ético", en parte por una cuestión de competencias. "Pero ahora hemos visto que no es suficiente y hemos empezado a hacer planes de coordinación. Trabajamos cada vez de una manera más estrecha".
No obstante, para la experta lo que se está haciendo no es suficiente, ya que "cuando algo emerge, surgen también otras cosas. Es decir, cuando tienes a los laboratorios intentando crear el primer computador cuántico del mundo, tienes varios problemas. Uno de ellos es que se están creando más cadenas de valor alrededor y necesitas coordinación europea para que no nos pase con el tema de los chips y esa cadena de valor se quede en Europa. Tienes que evitar que haya empresas extranjeras que compren las startups que son más prometedoras, que venga capital ruso o de otros lugares a llevarse por delante empresas que de verdad son las que van a diseñar este futuro".
Un perfil diferente
Lo más sorprendente de su destacada trayectoria profesional es que, lejos de lo que se pudiera pensar en un primer momento, no viene de una carrera técnica.
Se graduó en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid, y más tarde realizó un EMJMD en Seguridad, Inteligencia y Estudios Estratégicos (IMSISS). Sin embargo, estos perfiles multidisciplinares son cada vez más necesarios en todos los sectores, ya que aportan diferentes puntos de vista para abordar los retos políticos y sociales.
"A mí me interesaba la historia, la política, la sociología, la economía... Un poco cómo funcionaba todo. Por eso hice Relaciones Internacionales. No entiendo la vida de otra manera que no sea multidisciplinar. Cuando se ha empezado a ver que estos perfiles somos más que necesarios, es cuando he podido tener una ventaja", comenta.
Su primer contacto con la tecnología y la computación cuántica fue consecuencia de una serie de acontecimientos, a primera vista fortuitos. Estando en Inglaterra durante el máster, una amiga la invitó para participar en un challenge de ciberseguridad en Londres. Rodríguez aceptó sin muchas expectativas, pero finalmente su equipo quedó el tercero de la competición.
"No podíamos llegar más arriba en el podio porque ninguno de los integrantes teníamos la nacionalidad británica y algunos de los primeros premios eran prácticas en organismos gubernamentales de inteligencia del país. Por temas de seguridad no nos iban a dar ninguno de esos premios", aclara.
En esa competición descubrió que, aunque necesitaba conocimientos técnicos, también era muy útil todo lo que sabía sobre relaciones internacionales. "Te planteaban una crisis que iba escalando, empezaba en lo cíber y que al final acababa afectando a temas de seguridad energética, desinformación... Era como algo muy híbrido y muy holístico, que en el fondo es lo que estamos viendo que se está dando la realidad".
Al terminar esa competición, Rodríguez pensó que había encontrado lo suyo. Sin embargo, no lo tuvo 100% claro hasta que realizó, ese mismo año, unas prácticas en un think tank especializado en ciberseguridad de Polonia.
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"Todavía sigo colaborando con ellos. Es un think tank pequeño, dirigido por mujeres que son politólogas. Lo que hacen es crear ese puente entre lo técnico y la política pública y trabajan con la Unión Europea y el Gobierno para crear políticas de ciberseguridad".
Rodríguez explica que ese trabajo tenía mucho que ver con inteligencia, identificar quiénes son las amenazas, cuál es la naturaleza de esas amenazas, qué quieren o cuáles pueden ser los puntos más vulnerables. "Y me fascinó totalmente", afirma tajante.
Inicios en la computación cuántica
En esos meses de prácticas tuvo además a dos personas clave en su desarrollo profesional. El primero fue Robert Siudak, analista especializado en ciberseguridad y la persona que le inició en computación cuántica.
"Vino y me dijo: 'A ti que te veo con la ambición, tienes el verano para leerte este libro de mecánica cuántica para dummies. Después vente y hablamos'. Yo recuerdo que cuando abrí el libro me puse a llorar porque no sabía nada. No tenía ni idea de álgebra lineal, ni de física cuántica y mucho menos de ciencias de la computación. Al final hice un par de cursos online para ver un poco qué significaba todo, acabé el libro y dije: Oye, esto tiene sentido, tiene aplicación".
De esta forma, ya había encontrado el tema de su tesis de fin de máster, que trató sobre las ciencias de la información cuántica y su aplicación en la seguridad nacional.
La otra persona que marcó la diferencia en su trayectoria fue Izabela Albrycht, presidenta del Comité de Programa de CYBERSEC. Aunque, realmente fue la propia Rodríguez la que, con su iniciativa y actitud, logró hacerse un hueco en el think tank, al casi exigir tener más responsabilidades.
"Recuerdo ir a ver a Izabela y decirle: 'A ver, no tengo un máster en Inteligencia para que me tengas buscando cosas de la barra de Google. Lo siento, mi ego no me permite estar aquí haciendo eso, porque me estoy gastando dinero en vivir en Polonia, cuando podría estar en la piscina tranquilamente en casa de mis padres", rememora.
La respuesta de Izabela fue: "¿Así que crees que sabes de ciberseguridad?", a lo que Rodríguez contestó muy segura de sí misma que sí. Entonces le mandaron escribir un paper sobre temas relacionados con 5G, que al final usaron en el think tank. A partir de ahí, siguió investigando y uno de sus artículos -titulado Dos razones para no perderse la carrera cuántica- gustó tanto que lo publicaron en la portada del European Cybersecurity Journal y con el que ganó el premio CYBERSEC Young Leader 2019 y entró a formar parte del Comité del Foro Europeo de Ciberseguridad.
El papel de las mujeres
Rodríguez regresó a Reino Unido y al terminar su máster trabajó en otros think tank, como el Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), hasta llegar a EPC, siendo de las pocas en Bruselas que investigan sobre ciberseguridad y computación cuántica.
Participando en eventos como la European Leadership Academy, Rodríguez también intenta animar a las jóvenes a que formen parte de estos debates tecnológicos, incluso aunque, como ella, no vengan de las conocidas carreras STEM. "Cuando estás generando debates que van a darle forma al futuro, si solamente lo haces con la perspectiva del 50% de la población, va a haber muchas cosas que te vas a dejar fuera y claramente va a haber otro 50% que tiene todas las papeletas de ser daño colateral".
Y concluye: "Por eso los debates tienen que ser siempre lo más equilibrados posible en materia de género, pero también en materia racial, geográfica o ocn gente LGTB. Tienen que ser verdaderamente diversos porque es la única manera de construir tecnologías que sean justas para todos".