Según se camina hacia atrás en la memoria, uno va encontrando menos recuerdos. Las imágenes se van haciendo cada vez más y más escasas, más imprecisas, hasta que llegamos a un páramo casi infinito en el que hay recuerdos que quedaron marcados para siempre, y soportaron la erosión del tiempo. A lo largo de esta entrevista, Ana Núñez-Milara hablará de recuerdos imborrables, como cuando llegó a Bruselas, o cuando la apuntaron con un kasláshnikov.
Recuerdos como un quiosco madrileño, un sábado por la mañana, y la portada de una revista, concretamente National Geographic; otros como los libros de historia de su padre. Collages con recortes, cosas escritas a máquina en su juventud. “Tengo en el despacho [se refiere al actual, desde donde dirige Yo Dona] una revista hecha por mí a máquina en los años noventa, con entrevistas a Nick Carter, y ¡no hay que olvidar la labor de reporterismo que hacía con la cámara de mi padre, narrando todo lo que veíamos desde el coche!”, bromea.
Salta a la vista que Núñez-Milara tiene una extraordinaria capacidad de oratoria, entrenada durante años en telediarios… y una obsesión por los recuerdos: cuenta que Piqueras siempre se refería a ella diciendo "anda, la del nombre impronunciable".
Tiene en su portátil un documento con temas sobre los que quiere "reflexionar más" y lleva años haciendo una lista en el móvil de adjetivos, nombres y verbos que le gustan.“Timorato, subyugante, fachendoso, vetusto, museístico…”, lee en alto. “Bonitas palabras, ¿no crees?”, pregunta con espontaneidad.
De su etapa formativa prefiere no opinar, aunque a veces sí que lo hace, y opina literalmente que la carrera de periodismo “debería desaparecer”, porque abarca demasiadas materias sin profundizar en ninguna y contiene demasiados sesgos. “Esto en el extranjero se ve mucho más claro”.
Explica cómo suele contar la anécdota de cuando “el delegado del Financial Times en Bruselas me preguntó '¿qué has estudiado?', y le dije que periodismo y me respondió, ‘no, te pregunto qué has estudiado’. Se refería a si me había formado en economía, ciencias políticas, historia o derecho”.
“Cuanto más me dicen que piense de una manera, intento pensar la contraria”, se describe Núñez-Milara. “Hoy en día parece que hay una dictadura moral sobre lo que tienes que pensar. Hay grupos que dividen a las mujeres entre malas y buenas feministas. Y sinceramente algunos de los debates que hay sobre la mujer no se pueden tomar con ligereza, y deben analizarse desde diferentes disciplinas, la humana, de progreso, la científica, la económica, la social... A veces, a la que duda se la machaca, con arrogancia y ligereza. Y no por tener más dudas soy menos mujer”, sentencia.
“Como mujer, tertuliana y directora de revista, me preguntan a menudo opiniones y lo que me encanta es ser honesta, y suelo responder: sobre muchos temas, tengo dudas. Hay debates muy sensibles que afectan a la mujer. Cada vez que se pone sobre la mesa algo que tenga que ver con el universo femenino se genera una controversia. Todo el mundo opina sobre tu cuerpo. Pero, un momento, déjennos reflexionar. En este oficio hay que tener un poco de picardía. Vivimos en un tiempo con cierta apatía intelectual”.
Franca y con un punto imprevisible, cuenta que cuando comenzó a trabajar en televisión, como corresponsal en Bruselas, nada más llegar a la Comisión Europea cogió el micrófono y preguntó por las corridas de toros. Según relata, la respondieron de una manera muy correcta y toda la prensa internacional rio con la respuesta del comisionado: “No respondemos a preguntas personales, disculpe”.
"Por cosas así me han ofrecido escribir un libro sobre mi vida, ya con treinta años. La primera respuesta que le di al editor sigue siendo la misma: respeto y amo tanto la literatura que en este momento no me vería capaz de hacerlo, me parece arrogante".
Su carrera tuvo un comienzo puramente periodístico, pero no en el estilo de vida ni la moda. “Comencé como corresponsal económica y política en Bruselas. Llegué allí con 23 años. Nunca sufrí discriminación como mujer, pero sí por mi edad”. En Europa, explica, “todo va en proporción al PIB y al peso económico. Y a la capacidad de tejer alianzas, eso te hace más o menos fuerte”.
“¿Mujeres que he conocido?”, pregunta ella misma. “Muchísimas”, responde con gracia. “No me gusta definir el liderazgo con un solo nombre, porque hay liderazgos muy diferentes. Por ejemplo, Ayuso, Yolanda Díaz o Alexia Putellas... Ayuso responde a todo sin ningún complejo y ahí te das cuenta de que no tiene miedo a meterse en charcos. Vestager, Lagarde y Merkel son grandes referentes internacionales. Vestager es una mujer increíble”.
Comparte cómo le gusta especialmente “la palabra influencia, que tiene muchos significados, político, económico, geográfico… Siempre que me llaman explico que no me vendan perfiles por el género, sino por lo que hayan conseguido. He crecido rodeada de mujeres muy poderosas y eso me ha enseñado que no hay que tener ningún complejo”.
Ahora, como directora de Yo Dona, cree que “hay que saber tomar decisiones, tener claro el proyecto y ser ambiciosa, pero una característica del liderazgo contemporáneo tiene que ser la humildad, saber pedir perdón y asumir las responsabilidades sin miedo a equivocarse. Yo pienso que tan pronto estás en un puesto directivo y al día siguiente no”.
“La mayoría de la gente no cuenta sus errores, ¿verdad?”, pregunta ella de repente. “Yo pido perdón cuando hago las cosas mal. Y si publico una cosa, la responsable última soy yo, la que está de directora, no me cuesta asumir la responsabilidad. Pero no tengo miedo a equivocarme. Creo que hay un ego desmesurado en muchas profesiones”.
Ahora, desde su puesto de dirección de Yo Dona, Núñez-Milara está interesada en dar voz a las mujeres influyentes de verdad, poner sobre la mesa “la moda en todas sus acepciones, como industria y como estilo, y debates de actualidad de la mujer sin complejos. Pocas veces verás una influencer en mi revista, la influencia se ejerce desde una posición en la que tienes la capacidad de transformar el mundo, la política, la ciencia y la moda, pero de verdad… Y ojalá las niñas se fijen en estos modelos y no en otros. Ojalá haya más científicas haciendo videos virales en TikTok”, señala.
A la pregunta “¿estás en el mejor momento de tu vida?” responde categórica. “No lo sé. ¿Y sabes qué es lo peor? Que nunca sabrás cuál es el mejor momento de tu vida ni el peor. Pero trato de vivir cada día. Cuando me apuntaron con un kaláshnikov en Túnez mi primer pensamiento fue ‘voy a morir por un reportaje para Telecinco’, y no porque fuera esa cadena, sino porque era donde trabajaba”.
Y continúa: "Luego es verdad que pasar de ir a París a cubrir los atentados terroristas, maquillándome en una furgoneta y viendo muertos, a estar en primera fila en el desfile crucero de Dior ¡ostras, pues es un cambio muy fuerte! Pero todos los puestos son complementarios en una carrera".
Los recuerdos se van colocando en la memoria sin que podamos evitarlo, algunos cercanos y disponibles junto al camino, dispuestos para ser compartidos y otros resguardados, incluso ocultos… algunos sobre el albero, otros sobre piedras. “Lo mismo pisar barro que pisar moqueta, ¡todo es ejercicio del periodismo!”.