Cuando le pedí esta charla a Teresa, imaginé que me diría “no”. No por autolimitarse, ni por inseguridad, ni por improcedente… Pensé que sería un “no” por su eterna discreción. Y porque su máxima es “trabajo y equipo”, nada de brillar con foco individual.
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Tengo la fortuna de conocer a Teresa desde hace muchos años, y he de decir que pocas personas podrían reunir las condiciones necesarias para hacer tan relevante trabajo en la Fundación Princesa de Asturias. Sacar con brillantez cada año los Premios, con el elevado nivel y la visión internacional que tienen, es una ingente tarea, más si la lógica finalidad son resultados intachables, esos que el tiempo ni los caduca, ni los afea.
Y por supuesto, con la ambición de que sean acogidos por la sociedad con admiración. Propósitos de enorme finura que requieren todo un año de trabajo y preparación. Nadie como el equipo de la Fundación tiene presente que quienes entregan los Premios son el Rey Felipe VI y la Princesa Leonor, junto a la Reina Letizia y la Infanta Sofia.
Llego a Oviedo en un día soleado, sin haber hablado ni una coma con Teresa. No por falta de confianza, ni por protocolo, sino porque sé que solo falta un mes para la celebración de la entrega de Premios de este año.
Mientras me acicalo, lo justo en un camerino del Teatro Campoamor, mi equipo me avisa de que ella ya ha bajado a saludarles. Cuando llego, ella me recibe con la elegancia y calma que es marca de la casa, “tranquila” – me dice, en un día que, yo no ignoro, ella lo tiene al completo, pero donde se ha reservado almorzar conmigo-. Así es que, con mi método de “una cosa detrás de otra”, comenzamos a grabar la charla, maravillosa, envolvente, cercana, llena de anécdotas profesionales y humanas que ayudan a entender cómo y cuánto la Fundación va escuchando a la sociedad para acoger la sensibilidad del tiempo que vivimos, orientando sus resultados a destacar talento, méritos y experiencias.
Así es como, por ejemplo, – me confiesa Teresa- están consiguiendo que más candidaturas de mujeres se inscriban para ser debatidas por los Jurados, mujeres invisibles en otros tiempos porque ni se presentaban ellas, ni las presentaba nadie.
Cuando terminamos la charla, me vienen a la memoria otros premios de envergadura internacional como son los Nobel, cuestionados cada año por su desequilibrado reconocimiento hacia las mujeres, lo que no cuadra con la realidad social.
Lo comento con Teresa en el almuerzo. Ella, mujer que jamás abdica de su responsabilidad, aleja la respuesta de los Nobel y la acerca al trabajo que sí hace la Fundación Princesa de Asturias. ¡Cómo no iba a ser una mis grandes #MujeresInspiradoras!