Cubierta con un niqab negro que sólo deja ver los ojos, a duras penas camina sobre el barro haciendo amagos para no resbalar, le sigue uno de sus dos hijos, Ibrahim. Pregunta cómo se llama la película que están haciendo y accede a participar. Da su nombre completo, Tooba Bashir Gondal, dice provenir del territorio del ISIS en Baghuz, y que aunque nació en París, es de origen paquistaní con residencia británica.
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Afirma tener conocimiento de que en Inglaterra están asustados, que no quieren saber de ellas, pero que van a tener que hacerlo porque no se pueden quedar de por vida en los campamentos. Asegura que ellas no representan una amenaza para la sociedad y que lo único que quieren es volver a tener una vida normal. "Es opresión", afirma, "las mujeres y los niños siempre son las víctimas".
Benedetta Argentieri no daba crédito. Frente a la cámara, interpretando el rol a conveniencia, hablaba con una de las más célebres yijadistas británicas y del mundo, que hace unos siete años escapó de Londres. Tenía 21 años cuando dejó las comodidades que le brindaba su familia de clase media alta, abandonando sus estudios universitarios de Literatura Inglesa en la Goldsmiths Universty, para afiliarse de una vez por todas al Estado Islámico.
Tooba, conocida como la "Matchmaker" -una suerte de celestina-, es responsable de haber reclutado por Internet a por lo menos una decena de mujeres occidentales, incluyendo menores de edad (inclusive intentó captar a su hermana menor), para emparejarlas con milicianos del ISIS en Siria.
La italiana Argentieri, fogueada periodista, reportera de guerra y cineasta, se encontraba rodando un documental en los campamentos Al Hol y Ain Issa, donde para aquel momento había retenidas alrededor de 12 mil mujeres e infantes de 48 países distintos. El documental sería sobre las mujeres –en especial enfocado en las occidentales– que pasaron a formar filas en el Estado Islámico, siendo este tema una constante en el trabajo periodístico y cinematográfico de Argentieri (Blooming in the desert; I am the Revolution; Our War).
Cruzarse con Tooba Gondal –como se le identifica en los medios británicos- aquel día de 2019 en Ain Issa, fue un golpe de suerte, ya que entre 2014 y 2017, la famosa yihadista se había desvanecido después de una actividad bastante productiva en las redes sociales. Tooba terminaría por convertirse en la columna vertebral de la película que se tituló The Matchmaker.
A pocas horas del estreno mundial de The Matchmaker en la Mostra de Venecia, Benedetta Argentieri, arrastrando cansancio y echando en falta horas de sueño, confiesa estar nerviosa, pero satisfecha con el resultado de su más reciente película.
¿Cuánto sabías de Toova Gondal antes de encontrarla en el campamento?
Había leído sobre Toova ya que se había escrito bastante en los medios de comunicación. Para nosotros fueron muy importantes las entrevistas sentada frente a la cámara, mostrando su rostro. En total tuvimos siete horas y media de su testimonio, y cada vez que terminábamos una entrevista, al quedar con la duda de si estaba mintiendo o no, volvíamos a investigar para luego confrontarla con lo que nos había dicho y los hechos reales.
Comencé a investigar sobre las mujeres del Estado Islámico en 2015 y he estado en esas zonas de conflicto durante mucho tiempo; eso me ayudó a comprender mucho más, no solo a Toova, sino todo el fenómeno, entender que las mujeres del ISIS han estado peleando desde el principio, cosa que la opinión pública no quería admitir.
Según la concepción del los países occidentales, estas mujeres sólo están dedicadas a las tareas doméstica, lo cual para abarcar el conflicto ha sido una mierda ya que es falso. No queremos admitir que la mujer puede tomar decisiones radicales. A veces los periodistas cuando entran en esos lugares saben muy poco y simplemente dan por sentado lo que sea que le digan las personas que entrevistan, y allí es donde comienza la manipulación.
Muchas mujeres del Estado Islámico han estado manipulando la realidad al afirmar que no habían hecho nada, pero cuando las confrontas cambian de actitud y se ponen a la defensiva: ¿quién eres? ¿por qué me haces esas preguntas?
En ese sentido, pienso que parte de la crisis general de los periodistas consiste en que hemos perdido la capacidad de hacer preguntas difíciles.
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¿Qué tan difícil es descubrir si alguien como Toova dice la verdad?
Hay ciertas cosas de las que sé que no me dijo la verdad. ¿La culpo por eso? No, más bien entiendo su posición, era una prisionera y estaba tratando de usarme para salir de allí y contar su versión de la historia. Probablemente yo hubiera hecho lo mismo.
Como muestra queda todo lo que escribió en las redes sociales. Traté de confrontarla con lo hechos y sus palabras, muchos son indiscutibles. Me dijo que nunca tuvo entre sus manos una Kalaschnikow, que nunca aprendió a usarla, pero hay fotos suyas que demuestran lo contrario. Y así con muchas cosas.
Que si logré conocer a la verdadera Toova, sí o tal vez no. Creo que Toova tiene muchas caras diferentes, todas las personas estamos hechas de sombras sólo presenté los hechos. Lo que nunca quise hacer fue emitir un juicio sobre ella, de su radicalización o de si se ha desradicalizado, de esto último no tengo ni idea. Además, no depende de mí determinarlo, sino de un juez. Yo soy simplemente una narradora.
¿A qué se debe que cueste admitir que las mujeres también se radicalizan y que han estado activamente en el frente del autodenominado Estado Islámico?
En general creo que hay muchos prejuicios y no queremos admitirlo porque nos asusta concebir que una mujer es tan capaz como un hombre de tomar sus propias decisiones, y eso tiene mucho que ver con el patriarcado existente en nuestras sociedades.
Gracias al #MeToo podemos usar la la palabra "patriarcado" para describir lo que estamos viviendo, y creo que la estructura patriarcal de nuestras sociedades estuvo muy presente en la narrativa del Estado Islámico.
Recuerdo cuando en 2015 publiqué mi primer artículo en Reuters sobre una mujer que luchaba al frente en las filas del ISIS. Mucha gente dijo que era falso, que yo estaba loca, que cómo se me ocurría afirmar tal cosa. Conversé mucho con mi editora, una gran profesional, pero me pidió verificar muy bien mis afirmaciones. Y así lo hice.
Ese artículo generó mucha polémica, sobre todo entre los expertos en terrorismo, que por cierto eran todos hombres. Trataron de descalificar mi investigación, argumentando que era imposible que una mujer pudiera formar parte de la lucha armada.
Aunque no parecía obligatorio que las mujeres tomaran las armas, había muchas formas de presionarlas para que lo hiciesen. De hecho, la misma Toova narra sobre el batallón de mujeres, el Khatiba [además con una estadounidense como líder y entrenadora, de la que luego se supo era Allison Fluke-Ekren], en la resistencia de Raqa, cosa de la que yo también tenía conocimiento porque estuve en ese lugar.
Parece que sólo conocemos una parte de la historia. Se habla mucho más de las mujeres abducidas, de las esclavizadas, de las que reclutan para casarlas con miembros del ISIS... La gran pregunta sigue siendo, ¿por qué una mujer occidental, con una vida "normal", se radicaliza y hasta decide ir al frente de guerra?
El ISIS ha sido un fenómeno, sobre todo en lo concerniente al reclutamiento, para el cual se sirvió de muchas maneras. Además de la crisis existente, creo que hay un descontento generalizado en nuestras sociedades, ese sentimiento también lo tienen muchas mujeres.
Por ejemplo en Italia existe mucha tensión social, mucha rabia, el descontento es cada vez mayor hacia esa crisis profunda y sistémica. No sabemos qué va a pasar, y por supuesto hay gente que busca alternativas. En ese sentido el ISIS y su narrativa radical del islamismo ofreció una alternativa real para muchas personas en el occidente, les atrajo con la idea de construir y de ser parte de una comunidad.
La lucha armada es una parte del sentimiento de comunidad, de pertenencia, del significado de la vida que la democracia occidental había perdido. De manera que mucha gente decidió que aquella era una buena alternativa.
Abordé el tema de las mujeres, en especial en lo relacionado a la violencia, y le pregunté a muchas de ellas por qué habían decidido unirse al ISIS en 2015, a sabiendas de lo que ya habían hecho, de todo lo que había pasado, de la violencia extrema que ejercían. Esas mujeres me respondieron que si acaso no pensaba que la misma Europa no era violenta sobre todo hacia las mujeres.
Puede que pelear sea una cuestión de autodefensa, pero desde mi punto de vista entrar en el ISIS es algo completamente diferente a unirse a la revolución en Rojava [el Kurdistán sirio donde luchan las Unidades Femeninas de Protección, YPJ] Sin embargo, llama la atención que tanta gente ya no haya encontrado un propósito de vida en Europa.
Las mujeres que están viviendo en los campamentos en calidad de prisioneras, se encuentran prácticamente en un limbo legal, ¿deberían volver o quedarse allí, donde una vez escogieron irse?
Es una cuestión de asumir responsabilidades. Los países occidentales quieren dejarlas allí, entonces tendrían que brindarle el apoyo adecuado a la administración autónoma del norte de Siria. Es realmente un limbo porque al tratarse de ciudadanas de diferentes países, no pueden someterlas a juicio, y están impedidos de enviarlas a sus respectivos países porque no las quieren de vuelta.
No cuentan con los recursos para tratar con gente tan radicalizada y que es superviolenta. Además, es una zona que constantemente es atacada desde Turquía. De modo que se trata de una bomba de tiempo. En 2019, Naciones Unidas denominó al campamento de Al Hol, uno de los dos sitios donde están recluidas las mujeres del ISIS, como el lugar más peligroso del mundo.
Otro aspecto que mencionas en el documental es la violencia de las mujeres hacia las mujeres, específicamente el caso de las yazidíes.
Se trata de una minoría en el norte de Irak. En 2014 el ISIS mató y también secuestró a gran parte de la población, además les despojó de sus tierras. Para mí fue muy duro escuchar sus testimonios horribles. Las yazidíes entrevistadas coinciden en que las mujeres del ISIS eran las peores, estaban a cargo del comercio de las raptadas para venderlas como esclavas sexuales, pero también como trabajadoras del hogar. Las golpeaban brutalmente y vivían en condiciones deplorables.
Recuerdo que le pregunté por este caso a una mujer francesa que quería hacerse pasar por desradicalizada, y me contestó, "ah, bueno tal como en Europa, que tenían esclavos en el siglo 14". Me quedé de piedra. Esta respuesta corresponde con la creencia en el ISIS de que por ser infieles se lo merecen.
¿Cómo de peligrosas consideras a las mujeres que dicen estar fuera de la radicalización? ¿Crees que hay muchas que mienten?
No sabría cómo contestar. Sé que en Europa han puesto en marcha cursos de desradicalización que no funcionan porque no estamos atacando el problema, y ahora sabemos que las mujeres del ISIS, especialmente, fueron muy inteligentes con los medios de comunicación y contribuyeron mucho a la manipulación.
Habrán entrenado frente al espejo, repitiendo que sólo habían seguido a su esposo; pero hubo casos en las que detecté contradicciones, incluso hacen creer que se han desradicalizado porque ya no usan el hiyab. Por supuesto que no todos los musulmanes son radicales, pero en el caso que nos ocupa, existe un punto clave: hay un verso en el Corán que dice que si tu vida está en peligro, puedes fingir que no eres musulmán o musulmana.
En uno de los campamentos hasta se detectó a una mujer que había montado una especie de escuela en la que estaba entrenando a niñas en la ideología. Entonces, mientras más las dejemos allí, peor será. Si se dejan a los niños y niñas en los campamentos, pronto tendremos a la nueva generación del Yihad, listos para seguir luchando; y el ISIS ya se está formando y ganando fuerzas nuevamente en los desiertos de Siria e Irak.
El hecho de que durante la pandemia no se hayan registrado ataques terroristas no quiere decir que el problema se hay erradicado. No se acabó, y menos si tienes a 12 mil mujeres extranjeras en campamentos; son mujeres de muchas partes del mundo, muchísimas con ojos azules y rubias. Seguirán ocurriendo incidentes que propicien las fugas, retornos sin control e impunes. Entonces, ¿qué tenemos que hacer?
¿Cuántas mujeres como Toova estimas que están activas ahora mismo en las redes sociales? ¿De quién es la responsabilidad de detectarlas y desactivarlas, de Twitter o de los gobiernos?
Después de los ataques en París en 2015, algo empezó a cambiar. Creo que tanto Twitter como nuestra propia consciencia de las redes sociales cambió mucho. Al menos en Twitter activamente se cierran muchas cuentas del ISIS, pero por supuesto que es muy difícil. En general estamos usando las redes sociales de una forma distinta a como lo hacíamos en 2012, y todo lo que se ha escrito o dicho nunca desaparece. Tooba no se dio cuenta de ese detalle, y es que incluso si Twitter te cierra la cuenta, los tweets permanecen.
Ante las transformaciones, creo que la tácticas del Estado Islámico también son otras, sobre todo en lo concerniente al reclutamiento, en la difusión de sus mensajes y esas cosas. Ahora optan por un modus operandi más oculto. Sin embargo, las redes sociales siguen siendo superproblemáticas. Actualmente el problema es que mucha gente del Estado Islámico opta por la clandestinidad, está esperando qué va a pasar; pero creo que cualquier persona que haya decidido unírseles, representa un peligro potencial.
Si son la mujeres la que tienen hijos y los crían, ¿se puede pensar que son herramientas para la perpetuación de la estructura del ISIS, a diferencia de los hombres que se vuelan por los aires?
No te creas, hubo mujeres que también se inmolaron. En general creo que las mujeres son más consistentes con sus ideas; son más bien los hombres quienes suelen paralizarse, pensar que cometieron el error y se retractan. En cambio, las mujeres son más coherentes, capaces de continuar, están más radicalizadas. Luego está el hecho de que están criando a sus hijos con sus convencimientos.
Esto no es solamente una observación de mi parte, me lo han corroborado muchas personas. En particular las yazidíes narran que las mujeres extranjeras del ISIS solían ser las más extremistas, las más crueles, como si necesitaran demostrar el por qué estaban allí.
De modo que son más violentas, y al formar parte de la Hisbah –la policía moral que vigila y controla a las mujeres, si cometes un error, si llevas mal puesto el velo, si te pillan fumando– su trato era extremadamente cruel. Tanto es así que inventaron métodos de tortura, uno en particular consistía en un instrumento que jalaban los pezones. ¡Una locura!
De allí la importancia de que los gobiernos apoyen a los kurdos, que son los que están luchando contra la avanzada del ISIS. Pero hay negativas, como también ante la idea de instaurar un tribunal internacional. Mientras tanto, Turquía sigue haciendo de las suyas por su problema con los kurdos, y cada tres meses hacen la repatriación de una mujer y dos infantes.
Literalmente se lavan las manos, se desentienden…
Sí. Además, Turquía, que es "mediador de paz" en la guerra entre Rusia y Ucrania, aún sigue bombardeando territorios en el norte de Irak, matando civiles, como el 18 de agosto cuando atacó un edificio usado por la ONU para el desarrollo de mujeres menores de edad. Cinco jovencitas de 15 años murieron a causa de ese ataque mientras jugaban voleibol. Esto sucede a diario pero nadie dice nada. Por supuesto que ha habido muchas conexiones entre el ISIS y Turquía, la CIA lo asegura, y hay investigaciones periodísticas que lo corroboran.
*Toova Bashir Gondal logró escapar del campamento Ain Issa. Actualmente se encuentra en una cárcel en Francia en espera de juicio. Sus dos hijos están en custodia.