Materna es un apellido polaco relativamente común en Cracovia, pero cuando Magdalena Materna relata su encuentro con Fernando Herencia, el socio madrileño con el que comparte la galería “Materna y Herencia” [en la calle Ruiz de Alarcón 27], bromea con la evidente posibilidad de haberla llamado ‘Herencia materna’.
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Frente al Museo del Prado [concretamente, la puerta de Murillo], Materna describe su galería como un lugar “desenfadado”, y subraya la idea de “quitarle la tensión a los visitantes, que entren sin miedo, porque aún muchas personas se paran en la puerta de las galerías y preguntan incluso si tienen que pagar por ver las obras. Nosotros queremos que sea un espacio abierto, con sentido del humor, alegre y para todos”.
De hecho, comparte también con desparpajo cómo estos días Michael Slusakowicz, el artista que inaugura próximamente en su galería, está terminando de pintar en su garaje de Madrid algunos de los mayores cuadros y, “como la luz aquí es tan alegre”, cuenta con entusiasmo, “los días son más largos y se puede estar con todo abierto, desde por la mañana, ¡está feliz! Y eso se puede notar en las obras”.
Las obras de Michael Slusakowicz
Desde el 6 de octubre las nuevas obras de Slusakowicz estarán expuestas durante más o menos un mes. Se trata de un artista polaco que reside en Londres, al que conoció ya en su país de origen. “Nos gusta tanto que queríamos promoverlo en España, antes era más melancólico, ahora está en una fase de su vida que tiene mucho color”.
No se trata sólo de pop art para la galerista que lo esponsoriza en Madrid. “Yo diría que su inspiración puede ser un poco Matisse temprano cuando tenía colores brillantes, las formas a veces me parecen de Gauguin… Además, sus imágenes, aunque parecen tranquilas, siempre contienen algo que nos sorprende”.
“El último año ha pintado personajes bailando, gente que se libera de sus problemas y está feliz en este momento, sus lienzos de bailes son preciosos. Hablé con él ayer y le dije que sus obras me recordaban a esos lugares de veraneo de Estados Unidos, en los años 50, en los que las familias americanas se visten de colores y pasan ahí vacaciones entre el color y la naturaleza”, relata Magdalena Materna.
Este artista, explica, ha sido reseñado “en los dos últimos años, en la Royal Society of Portrait Painters de Londres, un evento en el que invitan a que se envíen propuestas y donde han seleccionado dos veces sus obras. Es un poco expresionista, pero muy minucioso en esos detalles, hace unos retratos maravillosos”.
Como relata Materna, su galerista, “Mira Mikati, además, es una diseñadora libanesa que trabaja a menudo con él, y normalmente le encarga creaciones para aplicarlo a lo textil, como capas para el concierto de grandes artistas, por ejemplo, y él viste mucho las prendas de ella, son un match perfecto”.
Materna y su cambio de carrera
Materna explica sus orígenes. “Yo vivía en Cracovia, que es una ciudad de origen medieval maravillosa. Conocí a mi marido, que era de Madrid, y luego ya nos vinimos aquí. En 2008 nos casamos y ya estoy totalmente adaptada, pero al principio fue difícil porque yo no hablaba ni una palabra en español”.
De formación, Materna es abogada y ejerció esta profesión. “Trabajé durante un tiempo en el despacho Uría Menéndez, pero siempre me había gustado la historia del arte y, al conocer a mi socio, que llevaba con el proyecto varios años, nos juntamos para crear una nueva etapa”.
“He tenido tres niños mientras tanto”, explica “ahora, esta temporada, sí que voy a volver a tiempo completo a la galería. En los últimos años, descubrió que el mundo de la exhibición de arte es en realidad “un trabajo físico, que trata de pasar muchas horas en un espacio, pero incluso pasa por colgar y descolgar, mover, trasladar…”.
Acaban de terminar de exponer la muestra de un artista llamado Otón, con el título Disney Chonel, que “fascinaba a los americanos que paseaban por la zona, al fin y al cabo se trata de los símbolos de su cultura pop”.
Quiere desmitificar ciertos tipos de arte, más exactamente, explicar que su espacio existe para diferentes modos de creación, y subraya que no todas las galerías tienen que pertenecer los circuitos elitistas [relata cómo Materna & Herencia asiste a ferias como Art Madrid, pero no a ARCO] y buscar públicos siempre especializados: su ambición es llegar a conectar con “un coleccionista que disfrute de las obras” que ofrecen, más que uno que “guarde en almacenes obras catalogadas y no vuelva a verlas”.
”Madrid es un mercado en el que a los coleccionistas les gusta lo conocido”, reconoce Materna finalmente, “pero nosotros nos dirigimos a aquellas personas que quieran descubrir y disfrutar de estas obras en su casa o en sus lugares de veraneo, no sólo a coleccionistas. Muchas veces vienen a visitarnos, y si a alguien le gusta una obra, vamos a probarla a su casa, y ahí se decide si la obra hace match o no. Muchas veces hacemos el viaje en vano, pero no importa”, explica.
“Lo que más nos gusta”, concluye, “es conocer bien a los artistas en su estudio, compartir tiempo con ellos y llevar después a otros lo que aprendemos. A veces visitas el estudio de un artista y lo comparte con otros artistas, es maravilloso verlos trabajando, te explican por qué lo hacen. Tu función como galerista no es poner una barrera, sino todo lo contrario, es que esas obras lleguen hasta la casa de una persona que lo disfrute, es fantástica esa experiencia”.