La maternidad es un tema sobre el que se han escrito ríos de tinta, pero al que al mismo tiempo parece que nunca se le da la suficiente importancia ni valor. Al igual que ocurre con la sociedad, la forma de entender la maternidad ha ido cambiando según la época: se ha pasado del concepto de ángel del hogar al un tiempo en el que el feminismo parecía rechazar el ser madre. Después se experimentó la aspiración imposible de ser una superwoman que hiciese equilibrios entre ser la madre perfecta y una trabajadora exitosa a tiempo completo. Y, de un tiempo a esta parte, se destila la aceptación de ser una 'malamadre' y la defensa de aquellas mujeres que deciden no serlo.
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Sin embargo, hay un tipo de madres de las que no se habla, que molestan e incomodan, y a las que se juzga con mucha facilidad: las "abandonadoras". Aquellas que dejan a sus hijos, a veces por voluntad propia y otras por pura necesidad.
Es un tema espinoso, pero que necesariamente se tiene que abordar para entender sus causas y alcance. Justamente sobre ello trata Abandonadoras (Destino, 2022) el último libro de Begoña Gómez Urzaiz.
La periodista ahonda en las biografías de grandes mujeres como Ingrid Bergman, Gala Dalí, Doris Lessing o Maria Montessori, a la vez que expone sus propias vivencias como madre. Gómez Urzaiz, crea así un hilo conductor entre las experiencias de esas históricas mujeres y la realidad de la maternidad actual que, como mínimo, te hace reflexionar sobre las dificultades de ser madre.
La autora asegura, en conversación con MagasIN, que no busca "sacar una conclusión en firme" sobre las madres que dejan a sus hijos, pero reivindica la necesidad de hablar de estos temas, ya que se trata de una situación más frecuente de lo que a veces podemos llegar a imaginar.
¿Cómo se habla de estas mujeres que dejan a sus hijos, si es que se habla? Porque en algunas de ellas comentas que en sus biografías casi no se aborda este tema como si no fuese importante.
Apenas se habla y yo creo que el hecho de que no se aborde en sus biografías es porque se les ha hecho una especie de 'favor'. Hasta hace poco, cuando hablábamos de la vida de una mujer por su profesión siempre era una excepción, entonces se les hizo ‘el favor’ de tratarlas como hombres y no sacar estos temas a relucir, pero me parece que ya estamos listos para superar eso en todos los géneros. Está claro que es algo que interesa y que fue muy importante en sus vidas.
En el libro afirmas que llevabas años interesada por este tema y que se te hacía complicado no juzgar a esas mujeres. ¿Qué esperabas encontrar al empezar a investigar? ¿Hubo algo que te sorprendiese?
Indagar más en las biografías de todas ellas fue como un ejercicio casi como de empatía radical, autoimpuesta que fui haciendo porque lo que quería era entender sus razones. En algunos casos me costaba más y en otros casos me costaba menos. Pero de entrada parto de ahí, de que me cuesta entender que alguien pueda abandonar a sus hijos.
Y no sé exactamente si me sorprendió lo que descubrí, pero sí que llegué a la conclusión de que se puede llegar a esa decisión desde muchos lugares, que hay unas circunstancias y algunas te pueden empujar a eso.
Lo que sí que me está pasando es que me después de haber publicado el libro estoy descubriendo muchísimas más. A veces de manera muy fortuita, cuando me pongo a escribir un artículo sobre cualquier otro tema, y luego de la gente, que también me cuenta historias cotidianas suyas, que es lo que más me costó encontrar.
Justamente el libro cuenta con relatos y reflexiones personales tuyas que complementan las biografías. ¿Cómo fue el proceso de escribir esa parte?
Yo creí que era necesario hacerlo por una cuestión casi de honestidad. Tenía que exponerme ahí, contar mi situación y acompañar, aunque no me resultara fácil. Fueron las partes que más me costaron escribir porque yo también soy periodista, estoy acostumbrada a hacer las preguntas no a que me las hagan, pero creo que al final le da cierta coherencia de conjunto.
"Estamos todo el día diciendo lo difícil que es maternar, cuidar, conciliar... Pero no sé si llegamos al fondo de la cuestión"
Al final, exponerte y posicionarte en este tema que genera tanta polémica es complicado.
Sí, porque es un tema que difícilmente te va a ganar amigos y en el que somos muy rápidos a la hora de juzgar.
Sobre eso, en el libro hablas de "las malasmadres bien y las malasmadres mal" -las que no son perfectas dentro de lo socialmente aceptado y las que ya son malas madres 'de verdad'- ¿Está cambiando el relato que se da tanto en las redes sociales como en los medios de comunicación sobre la maternidad?
Está cambiando, pero quizás no lo suficiente y quizá no de una manera muy profunda. O sea, tenemos la sensación de que ha cambiado, pero en el fondo es muy superficial porque no hemos abordado como las grandes cuestiones.
Tenemos la sensación de que sí porque estamos todo el día diciendo lo difícil que es maternar, cuidar, conciliar... Pero no sé si estamos llegando al fondo de la cuestión. Creo que todavía queda seguir hablando de esto. Sobre todo, no cortar el debate, porque también hay voces que dicen: 'Bueno, se está publicando demasiado sobre esto, qué pesaditas con la maternidad'. Y a mí me parece que hay que seguir hablando desde distintas ópticas.
¿Debería haber más implicación de los hombres en estos debates? Porque a veces se queda como si fuese competencia exclusiva de las mujeres.
¡Claro! Este es un debate como de autoconsumo, ¿no? Muchas veces cuando hay debates en torno a estos temas, los sacan las mujeres, los discuten las mujeres, los zanjan las mujeres... Y es como: no, no, nos concierne a todos.
Es cierto que en mi libro los hombres son como los grandes ausentes, pero era una decisión previa. No me parecía que les correspondiera estar ahí.
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En los pocos casos en los que sí que se habla de mujeres que dejan a sus hijos, ¿cómo se trata el tema?
Bueno, se habla en términos un poco absolutistas: o se absuelve a la madre que lo ha hecho de una manera genérica, "se fue porque se tenía que ir", o al revés, se la condena sin entrar demasiado en la sutileza de la cuestión.
El otro día, por ejemplo, estuve en un coloquio en La Casa Encendida, comentando una película que dura 50 minutos y que se llama Finding Christa. Es un documental interesante: una artista afroamericana de los años 80 que en los 60 dio en adopción a una hija cuando tenía cuatro años y después desarrolló su carrera artística.
Y bueno, en el documental ella se autojustifica y dice: ‘Bueno, los hombres lo hacen todo el tiempo. Lo que hice fue una decisión feminista’..., pero tampoco acaba de argumentar por qué. Y claro, también es cuestionable si dejar de cuidar o desentenderse de la crianza, que es lo que tradicionalmente han hecho muchos hombres, es una aspiración del feminismo.
No entiendo que deba ser así, pero a la vez se entiende la vida de esta mujer que había estado rodeada de mujeres sólo habían cuidado, que muchas de ellas eran sirvientas, criadas y madres. Lo único que había visto era a mujeres destrozadas y angustiadas por dedicar toda su vida a unos cuidados que no habían pedido, que no habían deseado y la única manera que se le ocurrió para romper con eso y desarrollar su carrera artística, fue deshacerse de su hija, que además tuvo con un padre que obviamente ya se había desentendido de la niña desde el embarazo.
Entonces bueno, está bien hablar de estas cosas y problematizarlas. No hace falta que lleguemos a una conclusión en firme.
"Hoy en día un feminismo que no se ocupe también de lo maternal no tiene sentido"
Aunque esto también está cambiando, hubo una época que parecía que feminismo y maternidad eran conceptos contrarios.
Sí, y de hecho hay muchas feministas que lo han dicho, que en su experiencia personal al ser madres se vieron como un poco aisladas del movimiento.
Yo creo que es lógico que el feminismo tuviera en algún momento que romper con la maternidad, porque estaba ligada a la idea del ángel del hogar y porque se había impuesto, tenía y sigue teniendo ese significado arcaico de abnegación, de sumisión.
Era normal que el feminismo considerara la maternidad casi como la peor de las cadenas. Pero yo creo que sí, que ya hemos superado esa fase y que hoy en día un feminismo que no se ocupe también de lo maternal no tiene sentido.
Es algo que están diciendo muchas voces y hay que poder criar de manera feminista también, y en eso estamos muchas, ¿no?
Exacto. Igual que también se ha abandonado esa idea que había de mujer superwoman de trabajo, madre perfecta... ¿Verdad?
Claro, es que eso no tiene ningún sentido. Es ponerse un listón imposible que solo conduce a la infelicidad total, y bueno, que reproduce sistemas capitalistas. Porque al final, quien va a cuidar a los hijos de es una mujer empleada por un sueldo inferior.
También hay un capítulo en el que hablas sobre esto y muestras las experiencias de mujeres reales, de inmigrantes que han tenido que dejar a sus hijos por necesidad. ¿Cuándo decidiste plasmar esta situación?
Yo desde el principio quería que estuviera. No quería narrar sus vidas, quería que se expresaran ellas mismas como lo habían hecho conmigo, aunque es cierto que rompía el tono del libro. Sus historias al final ocupan un lugar pequeño en el libro, pero me parecía importante que estuvieran y casi todo el mundo que se lo ha leído se ha quedado bastante con ello.
Desde luego que hay que contar muchísimo más esas historias Tenemos que, colectivamente, darnos cuenta de que eso que hemos normalizado, en el fondo no es nada normal. No es normal que haya tantísimas mujeres que han tenido que dejar a sus hijos contra su voluntad, que apenas los ven, que el reencuentro es casi imposible.
En muchos de esos casos, como explicabas antes, dejan a sus hijos para cuidar a los hijos de otras. Es un poco la pescadilla que se muerde la cola.
Sí. Mira, ahora estaba leyendo la última novela de Laura Moreno que se llama La ciudad y es la historia de tres mujeres. Una de las protagonistas se llama Damaris y es una colombiana que dejó a sus hijos y está en Madrid cuidando a unos gemelos. Y me hacía gracia porque una de las mujeres a las que entrevisté yo también había cuidado a unos gemelos y estableció un vínculo tan fuerte que después los propios padres cortaron de una manera artificial. Entonces claro, son unas rupturas muy dolorosas.
Por último, ¿qué reflexión o mensaje quieres dejar a los lectores y lectoras?
Bueno, yo no llego a ninguna conclusión muy limpia, más allá de que es muy difícil ser madre, que es normal querer tener hijos y que la idea que tenemos de maternidad sigue siendo muy opresiva. Hay que entender todos los caminos que llevan a ella y todas las maneras de ejercerla.
En realidad, de las cosas que más me gusta que me dice la gente que ha sacado del libro es que, por ejemplo, ha leído a las autoras de las que hablo después de eso, o que ha seguido leyendo sobre el tema, o simplemente que ha hablado con sus amigas sobre esto. Si consigo iniciar una conversación me parece un triunfo, la verdad.