Gema Piñeiro comenzó su trayectoria como periodista, pero en su ejercicio como comunicadora no pudo evitar enamorarse de la profesión de la profesión protagonista en la investigación privada.
Es periodista, detective y directora de Detcamp, una plataforma de comunicación que organiza encuentros multisectoriales e impulsa la figura del detective en diferentes ámbitos profesionales. Además, tiene un despacho llamado GrupoInvesmedia, cuya especialidad es "hacer judo con los estafadores".
MagasIN ha tenido la oportunidad de conversar con ella para que nos descubra un poco más los entresijos y virtudes de esta profesión tan oculta como es la de la investigación privada.
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Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense y experta en políticas de seguridad y detective privado por la Uned, ¿cómo y por qué diste ese salto de sector?
Fue una continuación como periodista. He trabajado casi 20 años en medios generalistas y conozco la importancia que tiene la labor de investigación y verificación de las fuentes en la profesión. Creí que, ampliando mi formación con este título, tendría más posibilidades para acceder a fuentes y registros, de manera que me facilitaría también la parte periodística de investigación.
Sin embargo, con el tiempo me di cuenta de que aquella profesión, que usaba herramientas similares a las de un periodista, era totalmente diferente. El periodista tiene el derecho a investigar e informar con libertad de expresión cuando hay un interés público. Pero el detective puede indagar sobre otro tipo de conductas sin cometer intromisiones ilegítimas, siempre y cuando haya una persona que lo contrate y, con ello, lo legitime.
Esto hizo que descubriera en la profesión del detective privado un potencial increíble para poder prestar ayuda y servicio social. Entonces, lo que iba a ser una continuidad a mi formación periodística, se convirtió en mi nueva profesión y pasión.
¿Cuál dirías que es tu especialidad?
Mi especialidad ahora consiste en mezclar mis dos profesiones, la comunicación y la investigación privada. Yo siempre digo que es como si tuviera dos sombreros. Como la mayoría de detectives, que también tienen dos carreras universitarias.
Ahora mismo me dedico mucho al tema de la reputación, las empresas, así como otras personas y famosos, me encargan monitorizar lo que se dice de ellos en redes sociales. Como periodista, utilizo las propias herramientas que nos da Facebook, Twitter y demás formas de pago. Sin embargo, como investigadora puedo ir un poquito más allá gracias a la utilización de diferentes softwares de ciberinvestigación para que no se cometan delitos.
¿Recuerdas cuál fue tu primer caso como detective?
En mi primer caso colaboré con otro despacho para resolver un tema de herencias. Trataba de un señor mayor, que se encontraba ya en un momento de salud cognitiva delicado, y había comenzado una relación con una mujer en la que había mucha diferencia de edad. Sus hijos temían que esta situación pudiera ser aprovechada por la nueva pareja y se sucediese cualquier tipo de movimiento raro en las escrituras de la herencia que estaba destinada a sus nombres.
Como nota anecdótica, un compañero y yo tuvimos que hacernos pasar por un matrimonio y presentarnos a este progenitor para intentar hacer una compra de sus bienes y saber así a nombre de quién estaban en ese momento. Aquí entra en juego una parte muy importante de interpretación del detective. Nosotros no suplantamos identidades, creamos subterfugios y nos caracterizamos para conseguir la información que necesitamos. Los detectives somos observadores cualificados, como una especie de notario de la observación.
Eres directora de Detcamp, una plataforma de comunicación que organiza encuentros multisectoriales e impulsa la figura del detective en diferentes ámbitos profesionales. ¿Qué significa para ti este espacio y por qué crees que es necesario hoy en día?
Cuando llegué a la profesión de investigación privada en el 2015, me di cuenta de que éramos muy pocos y, a veces, muy mal avenidos. Actualmente, apenas hay 1.200 despachos de detectives en toda España. Y además, se trata de una profesión donde falta comunicación estratégica y corporativa dentro del propio sector.
Al ser autónomos, y al no estar colegiados, los detectives tienden a ser muy individualistas. No pensamos conjuntamente en que hay una ley muy dura, como es la Ley de la Seguridad Privada, que nos perjudica a todos por igual.
Por eso creé Detcamp, para que existiese una red de unión entre compañeros detectives, y de visibilidad frente a cuerpos de seguridad, abogados, gente de ciberseguridad, agentes de la inteligencia, políticos…
Para que esos otros sectores se dieran cuenta de lo útiles que pueden ser los servicios de investigación privada. Porque podemos investigar, no solamente temas de familia, que casi son los menos, sino temas económicos, mercantiles, laborales, fraudulentos…
A la profesión del detective le envuelve un halo de misterio y secretismo, quizás debido a la cultura del cine, ¿qué piensas de esto?, ¿no sientes que hay un gran desconocimiento sobre la utilidad de los servicios de investigación privada entre la población?
Hay un gran desconocimiento porque falta fuerza en la profesión. Cada abogado en España debería tener un detective de cabecera que buscara pruebas y las corroborara en un informe para que su cliente ganara un proceso. O sea que estamos totalmente infrautilizados por nuestra reputación, hemos tenido muy mala marca, sobre todo por por casos muy concretos como el de Villarejo. En el imaginario, como fue una noticia tan fuerte, se mezcló la palabra cloaca con la de investigación privada, y no tienen nada que ver.
Luego el tema de las de las series de la ficción, te diría que la profesión es muy curiosa, porque si hay un toque de romanticismo y de glamour, hay muchísimos detectives que escriben novela negra. Pero siue siendo una profesión independiente, que se encuentra muy cerca del ámbito legal. Entonces, la reputación hay que seguir trabajándola mucho.
Echando la vista atrás, ¿ser mujer y detective? Háblame sobre esto.
La mujer detective está super valorada desde los inicios. Antiguamente había un folleto que decía que “las mujeres están más capacitadas que los hombres para ser detectives privados por su interés, intuición, precisión en descripciones y paciencia a la hora de esperar, así como el hecho de que resulta menos sospechosa”. Esto sigue siendo así, representamos más o menos el 30%.
Lo que pasa es que hasta hace unos años la mujer trabajaba en despachos donde el jefe era el hombre, pero esto ha ido modificándose. O sea que las mujeres en la investigación privada tenemos las mismas dificultades en cuanto a normalizar profesiones que de estereotipo pensamos que son de hombres.
Lo que tenemos que conseguir es más visibilidad como profesión. No tanto de la mujer en el sector, sino de cara a la sociedad, el objetivo es que conozcan nuestra profesión.
Para finalizar, ¿qué consideras como lo mejor y lo peor de ser detective privado?
Lo mejor es esa sensación que se te produce en el estómago cuando crees que las piezas del puzle de una investigación se están formando. Cuando consigues tu objetivo de demostrar una hipótesis que te ha encargado un cliente. Y lo que más me desgasta son los diretes de la profesión, como el esfuerzo nulo que hacemos por crear un verdadero lobby de cara al exterior.