Según el “Informe sobre los delitos contra la libertad y la indemnidad sexual en España 2021″ del Ministerio del Interior, aproximadamente 15.000 mujeres fueron víctimas de delitos contra la libertad y la intimidad sexual en España en el año 2021, un 35% más que en 2020. Un dato revelador que apunta, además, a que nueve de cada diez personas víctimas de un delito contra la libertad sexual son mujeres.
[Las mujeres que hacen 'gritar' a las paredes contra el feminicidio]
El III Macroestudio de Violencia de Género “Tolerancia Cero” indica además que este fenómeno social afecta a todas las franjas, y especialmente las nuevas generaciones: los jóvenes de entre 18 a 21 años son el grupo de edad más tolerante con ciertas conductas asociadas al maltrato a la mujer.
Aunque los avances son numerosos (el pasado 7 de octubre, entró en vigor en España la Ley de Garantía de la Libertad Sexual, más conocida como la ley del "solo sí es sí"), el camino hacia la erradicación de la violencia sexual es aún largo.
Judith Mínguez López, jurista y criminóloga, lo convirtió en su principal objeto de estudio. Su incursión en el mundo jurídico se remonta a cuando tenía 15 años y conoció a través de su madrina, trabajadora en los Juzgados Penales de Barcelona, la figura del fiscal.
Confiesa que le pareció la parte más justa del procedimiento, en un principio. Al estudiar en la Facultad de Derecho, decidió que quería ser jueza por el tema de la independencia: "No quiero decir que los fiscales no lo son pero tienen un organigrama más jerárquico", explica. Primero, ejerció como letrada en el ámbito penal y actualmente se dedica a la investigación y a la docencia. Está trabajando en su tesis doctoral enfocada al feminicidio y figuras afines, en derecho internacional penal.
Conversamos con ella sobre el fenómeno de la delincuencia sexual, principal foco de su obra El fenómeno de la delincuencia sexual en España. Análisis y propuestas de intervención.
¿Qué mitos persisten en el ámbito de la delincuencia sexual?
"Ella se lo buscó porque vestía como una guarra", es decir, la indumentaria. La ciudadanía debe tener claro que dentro de lo que se llama la autonomía del individuo, cada uno puede vestirse como quiera, con la única limitación de que no podemos ir desnudos en aquellos lugares que no están habilitados para ello. Más allá de eso, cada uno puede vestirse como lo desee.
Otro de los mitos instaurados es: "Si, claro que quería. Si ha estado toda la noche hablando conmigo, tomando copas, incluso me ha permitido que la lleve a casa o ha subido a mi casa a tomarse la última copa". Eso no significa nada, yo puedo comenzar a tener una relación con cualquier persona y parar en el momento que lo desee, en el que yo externalizo.
Es importante externalizar porque esta famosa ley del "sí es sí", no significa que haya que decir sí quiero, o firmar un contrato, es lo que se llama el consentimiento expreso. Nosotros manejamos el llamado consentimiento tácito, es decir, expresar, exteriorizar lo que realmente queremos llevar a cabo esa conducta para no confundir a la persona que tenemos enfrente.
Por tanto, en el momento que yo me muestro reacio a seguir adelante, estemos en el punto que estemos, es que no, no hay que entender nada, ni porque vaya vestida de una manera, ni porque me haya tomado copas contigo, ni porque haya subido a tu casa. No se sobreentiende absolutamente nada en cuestiones sexuales.
¿Existe un perfil único de delincuente sexual?
El grupo criminógeno de agresores sexuales es totalmente heterogéneo. Es decir, no se pueden trazar unas características comunes entre ellos, más allá de determinar que casi todos sufren de distorsiones cognitivas.
Nunca sabremos si realmente dice la verdad, porque no estamos en el ámbito interno del sujeto, es decir, no sabemos lo que piensa. Los pensamientos son de cada uno, pero hay agresores que por esta distorsión que puede ser fruto del maltrato, de su infancia, de lo que han visto, de los conocimientos aprendidos, creen que realmente la conducta sexual llevada a cabo es consentida. Realmente lo creen, incluso que la mujer disfruta con ello.
En conclusión, es un grupo heterogéneo, cada uno presenta unas características propias y no podemos encasillar a ningún sujeto, más allá de las distorsiones cognitivas y de que muchos de ellos han sido víctimas de abusos o violencia de índole sexual durante su infancia.
¿Dirías que también existen características comunes entre las víctimas?
No he trabajado tanto la victimología, pero en este caso sí que hay factores, criminológicamente hablando, que te pueden victimizar o situar a las personas en el punto de mira de un posible agresor; como la indumentaria, transitar por lugares oscuros a altas horas de la madrugada, el hecho de estar en un estado de embriaguez, aunque lógicamente no debería ser así. Forma parte de la autonomía del colectivo femenino (es importante remarcar el término colectivo femenino, no solo mujeres, porque se incluyen más personas).
Con esto no pretendo decir en ningún caso que sea culpa de la víctima. Cada persona en pleno ejercicio de su autonomía individual, puede hacer aquello que quiera, siempre y cuando respete los derechos de terceros pero ciertas conductas victimizan o ponen en el punto de mira de potenciales agresores sexuales.
Tampoco podríamos trazar ningún perfil, por ejemplo, es claro en el auge de la violencia de género a nivel amplio, otras personas creen que debemos rescindirlo o acotarlo al ámbito de personas, de mujeres sin estudios, dependientes de su pareja o con un nivel sociocultural bajo, y no es así.
Tienen perfiles variadísimos y no por el hecho de ser una persona empoderada, con estudios, con un carácter fuerte, una no puede ser víctima. En otro artículo, hablé de la "gota malaya", que se basa en la idea de que una gota de agua no va a agujerearnos cerebro pero una gota que vaya cayendo sobre la cabeza o sobre cualquier superficie, segundo tras segundo, acaba generando un agujero.
Eso es el maltrato psicológico, anulando las capacidades y la voluntad de la mujer o del sujeto de género femenino y a partir de ahí se desencadena otro tipo de conductas. Por tanto, cualquier persona puede ser víctima de violencia en un sentido abstracto, genérico, ya no solo de violencia sexual.
¿España es uno de los países más avanzados en términos de legislación? ¿A qué otro país pondrías de ejemplo?
Hablando en términos amplios de violencia, sin centrarnos en delito ni en ningún tipo de violencia, sí y no. Recientemente ha habido un avance en algunas cuestiones en las cuales puedes estar de acuerdo en el fondo, pero quizá el redactado no es el ideal.
¿Por qué? Surgen problemáticas como: "el juez este resuelve de una manera, mientras que el otro de otra totalmente diferente". Si no quieren que eso acontezca, acoten la legislación, no dejen un amplio margen de maniobra judicial. Si no defines los conceptos, si no redactas bien el artículo, pasa lo que pasa o pasa lo que está pasando: se va a aplicar con carácter retroactivo o solicitar reducciones y no es culpa de los jueces. El juez debe estar sujeto a la Ley, porque si no corre un delito de prevaricación.
Por tanto, depende con que comparemos, estamos avanzados o no. En Europa, todos tenemos fama de estar bastante avanzados aunque mi experiencia doctoral me dice que no es así, Italia, hasta donde yo conozco, va bastante por detrás. A nivel jurídico penal, en Europa, cabe destacar a Alemania.
En España, tenemos una legislación que se puede aplicar. ¿Cuál es el problema? No tenemos medios. ¿Cómo va a asumir un solo juez toda la actividad, además de encargarse de otros asuntos, muchos de ellos sin especialización? No se cuenta con personal capacitado para hacer las periciales psicológicas.
La violencia psicológica es muy complicada de determinar, por lo tanto, los letrados tienen que trabajar en elaborar informes psicológicos a fin de ilustrar a los jueces y magistrados para acreditar esa cuestión de perspectiva de género.
Es cierto que una persona, antes de denunciar, debe tener claro que va a ser sometida, por desgracia, a una victimización secundaria, es decir, cuando tú te diriges a la policía y los juzgados, vas a tener que percibir esa situación y te vamos a hacer preguntas que no van a ser agradables.
No es que nosotros tengamos ningún interés en conocer tu vida privada, sexual, pero necesitamos el detalle. ¿Por qué? Porque necesitamos formar nuestra convicción, uno no puede poner una denuncia y pretender que el juez dé por hecho que eso es así, porque si no, yo podría separarme de mi pareja y decir que me ha violado durante diez años.
En España, rige la presunción de inocencia, todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Por tanto, aquel que afirma, debe probar que existe.
En este sentido, es fundamental fomentar la educación, aquí sí que vamos cojos porque, por más que en el 2004 se aprobase la Ley Orgánica Integral, está visto casi 20 años después que no funciona y no da los resultados esperados. Es una ley obsoleta, con graves críticas del sector feminista y de los colectivos especializados en la materia, porque no se ajusta a las reivindicaciones de las de feminismo de tercera y cuarta ola. Hay que pulir ciertas cosas.
Obviamente, si paragamos nuestra realidad con la de Turquía, Qatar o de los países ibero o hispano americanos, obviamente sí. Por ejemplo, en Iberoamérica, tienen condena del feminicidio, lo tipifican expresamente, lo recogen en su Código Penal. ¿Pero de qué sirve darle un nomen juris a una conducta si no va a ser perseguida? Si acudes a las autoridades y te contestan: "son problemas de pareja, vuelva a su casa y arréglelo".
En España, sí se castigan las conductas y ha habido una modificación de uno de los agravantes que tiene en cuenta la discriminación por razones, entre otras, de género y de sexo.
La sociedad reivindica penas duras, pero la tendencia es el derecho penal del enemigo que consiste en el incremento de las penas, por cierto, no demasiado bien visto. Efectivamente, a nivel académico, se mira más a los modelos nórdicos, aquellos que son más permisivos e intentan la recuperación a través de la educación y que se muestran muy contrarios a las penas privativas.
De hecho, esta nueva reforma de la famosa ley de "solo sí es sí" rebaja las penas, no las incrementa. Tan solo las incrementará si se aplica en conjunto con ciertos agravantes, pero no siempre se darán, porque los agravantes, así como los atenuantes, deben probarse de manera individualizada en cada caso.
Se han castigado ciertas conductas, pero las penas para algunas son bajas, incluso pueden quedar determinados hechos condenados con trabajos en beneficio de la comunidad para el ámbito de la violencia contra la mujer. El artículo 153, apartado primero, prevé los trabajos en beneficio de la comunidad como una posible condena. Rebajar es una tendencia moderna, contraria al derecho penal del enemigo.
Por ende, la prevención primaria está más focalizada en el ámbito educativo, la secundaria, más en esos colectivos conflictivos o aquellas personas que ya presentan antecedentes policiales por una conducta desviada y la terciaria, no es más que la muestra del fracaso de las dos anteriores. Se encamina por lo tanto al ámbito de la prevención en la educación, defendiendo que la prisión en muchas ocasiones es contraproducente.
¿En qué crees que ha influido la digitalización masiva de nuestra sociedad en el fenómeno de delincuencia sexual?
Las redes sociales son determinantes desde el momento en que el año 2010, se incluyó en el artículo 183 del Código Penal el concepto de child grooming (ciberacoso con propósito sexual). Nuevamente, España se erigió como pionera en la transposición de la directiva europea que condena este tipo de criminalidad.
Desde ese punto de partida, abrió la puerta al sexting y a una serie de conductas.¿Con qué problemas nos encontramos? No va a ser lo mismo un magistrado de 30 o de 40 años que uno de 65 ante las nuevas tecnologías.
Cuando se incorporó este delito a nuestro acervo jurídico, se aplicaba en contadas ocasiones, muy pocas, porque la mayoría de operadores jurídicos no acababan de entenderlo. Querían aplicar la corrupción de menores, ya que resultaba más fácil y más cómodo.
Entonces, la formación de los operadores jurídicos, en un sentido amplio, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, incluyendo jueces, magistrados, fiscalías y por supuesto, los letrados, es necesaria. Necesitan formación para poder solicitar una serie de pruebas en caso de que el juzgado carezca de esos conocimientos.
El letrado tiene que saber que se puede oficiar a Facebook. Los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado instauraron unidades tecnológicas como es el BIT, la Brigada de Investigación Tecnológica de la Policía Nacional, un cuerpo de referencia en este ámbito, y me consta que hacen una muy buena tarea.
En este sentido, la digitalización ha cambiado todo. Nos genera una problemática probatoria: en primer lugar, la competencia, el lugar donde se comete un delito. Si no sabemos dónde se comete... ¿Quién es competente, qué jueces son competentes? En este caso hay más o menos amplitud, pero se puede solucionar.
Obviamente otro problema, y con lo que yo siempre me he mostrado bastante estricta, radica en que la ley penal debe ser respetada de manera restrictiva, y no amplia. No se puede hacer una analogía contra reo (en caso de duda, hay que absolver). Cuando oímos: "es que tenemos un correo electrónico, un mensaje enviado desde este terminal, es su voz", no puede ser tan sencillo. Para determinar que es la voz de una persona en concreto, habrá que hacer una pericial, desde la Policía Nacional, para determinar que un correo electrónico viene de un domicilio y de una dirección IP.
Una vez tengamos la cuenta, la IP, el domicilio... veremos quién tiene acceso a ese ordenador, a esa tablet, a ese elemento electrónico que ha podido ser el instrumento o el medio de comisión del delito y a partir de ahí, determinar la autoría. Por lo tanto, no podemos automatizar porque "esto ha salido de mi móvil lo he escrito yo". Por supuesto, seremos sospechosos que nos van a interrogar, pero para eso están los posicionamientos.
Las nuevas tecnologías nos ayudan. Todo ciudadano sabe o conoce por los medios de comunicación que gracias a temas como el ADN como las nuevas tecnologías se han permitido reabrir casos antiguos y solventarlos, por tanto, sí que nos expone más pero también nos ayuda.
En este caso sí que a mí me gustaría hacer un llamamiento a los progenitores: es fundamental educar en el uso responsable de las nuevas tecnologías, no prohibir, sino utilizar de modo responsable. Hay que explicar a las personas que en el momento en el que tú envías una foto desnuda a tu pareja, esa foto puede acabar en manos de muchas personas.
E insisto, nunca debemos culpar a la víctima, pero tenemos que ser conscientes de que cuando subimos cualquier fotografía a las redes sociales, sea el tipo que sea, eso queda en Internet, queda en el ciberespacio y no se borra. Podrá acceder cualquier persona y hay que tener en cuenta que nos pueden cambiar el rostro y el cuerpo.
Hay que ser muy consciente de esa exposición o sobreexposición que están teniendo los adolescentes y que comporta que cada vez más, acudan a los juzgados a una edad más temprana porque son víctimas de delitos, especialmente en los colectivos femeninos. Por tanto, hay que utilizar las tecnologías pero de forma responsable.
Un estudio confirma que los jóvenes de entre 18 y 21 años son más permisivos con la violencia. ¿A qué crees que se debe?
Son más permisivos por la conocida como "cultura de la violación" o "cultura del porno", es decir, por la manera en que forman su identidad sexual, sus conductas y sus conocimientos a través de la pornografía.
La pornografía cada vez contiene hechos más violentos como son las violaciones de grupo, las agresiones con lesiones, etc. sin hablar del stealthing, el inicio de una relación sexual consentida con preservativo y que implica que en el transcurso de la misma, el sujeto masculino se lo retira sin conocimiento ni consentimiento de la chica.
Si se enseña eso a los menores, a los adolescentes, lo que van a hacer es normalizar este tipo de conductas. Ocurre si carecen de otro tipo de educación sexual, que es la tan reclamada en los institutos.
Puede suponer la transmisión de enfermedades. Ha habido casos en el que el sujeto era conocedor de que era portador del VIH. No les decía nada a su pareja ni a las personas con las que mantenía relaciones sexuales esporádicas. Estas personas acababan contagiadas también, por lo que es ilícito más allá del tema sexual, la agresión sexual entra en concurso con otro tipo de delitos.
Por tanto, la cultura de la violencia viene nuevamente de los modelos que por las redes sociales se ven e incluso los videojuegos, cargados de violencia. Nadie está diciendo que no accedan a los contenidos que consideren pertinentes, pero con perspectiva, es decir, pudiendo dirimir y determinar que no son conductas normales.
En algunos casos, muy mediáticos, la sociedad realiza su propio juicio. ¿Cómo enfrentarlo a nivel jurídico?
Va con el cargo. Que te insulten nunca es agradable pero los jueces y magistrados deben ajustarse a la Ley y si no se está conforme, existen recursos. Obviamente tampoco va a cambiar nunca la presión mediática, salvo que el juez o el magistrado sea un delincuente, es decir, un prevaricador.
Da igual que sea un tema mediático como que no lo sea todo, todo juez o magistrado debe ajustarse y dar estricto cumplimiento a la legislación vigente. Además, las reformas deben cocinarse a fuego lento para que no salgan, lo que diríamos vulgarmente chapuzas.
Esto sucedió con la Ley del Menor, un caso que seguramente muchas personas habrán olvidado ya, pero recientemente ha salido por televisión. Sandra Palo era una menor con discapacidad intelectiva. Estaba esperando el autobús, por la noche, pasaba un coche con los menores y le agredieron sexualmente dentro del vehículo. Posteriormente la atropellaron en varias ocasiones y creo que incluso le prendieron fuego.
Es un caso absolutamente deleznable y a raíz de ello, se empezó a modificar la Ley del Menor y surgieron más. El caso de Marta del Castillo ha tenido muchísima influencia en su redacción, al igual que el de Diana Quer.
Estoy a favor de toda reforma que se haga con sentido común y que sea útil, pero, nunca que provenga de un caso concreto. Las leyes no están para solventar los caprichos o las voluntades individuales de cada uno porque para eso están las personas que tiene conocimientos y asesoran. Ciertos casos pueden hacernos reflexionar, necesitamos mejorar las cuestiones o modificarla o redactar de otro modo, pero no de inmediato.
Todos esos tabúes sociales se van disipando. Todavía hay muchos agregados pero tenemos que desmitificar ciertas conductas y sobre todo, siempre invito a las personas a denunciar, ya sea a los que viven en sus propias carnes o de los cuales tenga conocimiento de un caso, porque la violencia puede ser denunciada por terceros. No es ser un chismoso sino ayudar. Quizá mañana te tenga que ayudar a ti y no te gustaría que mirara hacia otro lado.
¿Es posible la reinserción real de un delincuente sexual en la sociedad?
Estadísticamente, recogí, en el momento de la publicación de mi libro (2015) que tan solo un 10% de delincuentes sexuales vuelve a reincidir, mostrando una reincidencia menor que el delincuente común que se sitúa o se situaba en el 30%.
Obviamente, hemos tenido unos años que no son buenos para hacer estadísticas por COVID, un factor externo que casi no nos sirve en el ámbito académico para poder comparar. Tenemos que realizar las comparaciones previas.
Indefectiblemente, todos sabemos la situación económica de muchas personas ha cambiado. Eso las lleva o las puede llevar a tener ciertas conductas que previamente no tenía.
A nivel personal, con los conocimientos que tengo me atrevo a sostener que no, no existe. Aún así, la recuperación de este tipo de personas debe intentarse. Obviamente, un penalista no debe decir que no, puesto que nuestro Código Penal se construye sobre los pilares de la resocialización y la reinserción. Por tanto, tenemos que intentar reconducir esta persona aunque es muy difícil cambiar por completo el sistema de valores y de principios de un sujeto, puesto que el machismo, la sociedad patriarcal y todas estas cuestiones que hoy en día están tan de moda y que sin embargo son antiguas, no derivan de un solo hecho.
Una persona no es machista por una sola cuestión, hay una confluencia de factores: el ambiente familiar en el que se ha creado, la sociedad, el barrio, etc. si eso es lo que tú has visto normalizas, esta conducta y cuesta mucho cambiar.
Por ejemplo, si siempre he creído que mi padre era una persona honrada, y descubro que no, nos costaría a todos comprender eso y aceptarlo nos generaría un trauma. Entonces todo cambio contundente debe ser trabajado de manera continua.
Creo que las libertades vigiladas son muy buenas como medida, los psicólogos tienen un papel importantísimo. Una vez haya cumplido su pena de prisión debería hacerse un control, un seguimiento pero a los meros efectos, ya no tanto de coartar la libertad a personas, sino de plasmarlo en otra realidad a la que ha conocido. Solo así yo creo que podría avanzar en el desarrollo de otro tipo de conductas.
Si tenemos una distorsión cognitiva y estos actos nos gustan, pues evidentemente seguiremos haciendo lo que nos complace y creyendo que a la persona a la que sometemos a esas conductas le complace. Por tanto, no es una tarea fácil ni mucho menos. Tenemos que prevenirlo ya desde el seno familiar, desde los colegios. Y no podemos permitirnos ciertos discursos.
No se deben permitir los micromachismos, no digo discutir, insultar o faltar al respeto pero sí se les puede explicar. Cuando se dice "la violencia no tiene género", en realidad sí. El colectivo que ve vulnerados sus derechos sociales, políticos, económicos, es el colectivo femenino y por ende nuestra Constitución permite esa discriminación positiva que tanto se critica.
El feminismo no es radicalismo, el feminismo persigue la equidad. Hombres y mujeres no somos iguales pero sí queremos tener un trato igualitario. Es un concepto que debe trasladarse a las personas que no tienen esos conocimientos.
Las mujeres también matan y se las castiga, pero lo hacen menos. Todo ello proviene de la cultura patriarcal hegemónica de las docentes que sitúa al hombre o sujeto masculino como centro de la sociedad, en torno al cual gira ciertos colectivos sociales que todavía mantienen esas tendencias totalmente arraigadas. No hace falta que simplifiquemos, pero ciertas culturas están más desarrolladas en ciertos colectivos también.
¿Tendemos a reproducir lo vivido anteriormente?
La persona más adecuada para contestar sería un psicólogo pero considero que la persona no tiene herramientas para tomar esa decisión. Al igual que ante el caso de una mujer maltratada se puede escuchar el típico discurso de "por qué no fue a denunciar antes", "por qué no dice nada" y "por qué se queda en su casa", hay que entender que esta señora está anulada como consecuencia de una serie de actos.
La resiliencia no es más que la normalización de esas conductas. Es difícil cuando no tenemos recursos, exigir aquello que no podemos dar o que no nos pueden dar. Los maltratadores normalmente han presenciado maltratos, incluso las mujeres machistas o las mujeres que en algunas ocasiones lo han presenciando, tienden a juntarse con individuos masculinos que pueden reproducir los patrones de su progenitor y ella, de su progenitora.
No estoy diciendo, ni mucho menos, que en los casos de violencia contra la mujer, todas mujeres hayan presenciado violencia en su familia, solo digo que en ocasiones, sí se da este tipo de circunstancias.
¿Qué mensaje te gustaría transmitir?
Me reitero en que la educación es la mejor vacuna contra la violencia. Intentemos documentarnos, cuando escuchen acoso laboral, esos chistes jocosos, socialmente tan arraigados, los conocidos como micromachismos, que se giren a los compañeros y compañeras y les digan que eso es micromachismo.
Amnistía Internacional, en su página web, recoge una serie de expresiones que todavía están muy presentes. Les invito a que se documenten, a que se informen sobre la discriminación positiva, lean los textos de Naciones Unidas y de la OMS que consideran la violencia contra las mujeres como un problema de salud pública, no un problema privado, sino un problema social.
Que no dejen nunca de denunciar y solicitar ayuda psicológica si se consideran víctimas de cualquier tipo de delito, que "no es no", que uno con su cuerpo puede hacer lo que quiera siempre y cuando no perjudique a terceros y que uno puede llegar hasta los límites que quiera, no debe verse obligado o sentir vergüenza porque ha bebido cuatro copas.
Hay que dejar las vergüenzas aparte, hay que denunciar y asesorarse, sabiendo de entrada que pasará por un procedimiento largo y muy difícil. La víctima se va a ver cuestionada en el sentido de que va a tener que probar lo que dice.
Finalmente, invitar a que cuando alguien presencie algún delito o considere que alguna persona es víctima de violencia psicológica, solicite ayuda.