Autoras de palabra con Rosa comienza el nuevo año con Elisenda Roca y su primera novela para adultos: 'Animales Heridos' (Planeta, 2022). Dolor, duelo, heridas y segundas oportunidades.
Quince años de un matrimonio basado en el abuso de uno y en la nulidad total hacia el otro. Las primeras señales que se apagan con la luz del enamoramiento. Las semanas, los meses y los años de perdones sin arrepentimiento. El maltrato. El sufrimiento. El dolor de la pérdida de un ser querido. La memoria que empieza a ceder terreno frente al olvido.
Sentirse como un mueble viejo, desplazada, arrinconada, caducada. Sufrir un ataque verbal de puertas adentro. El sentimiento de culpabilidad. El que más pesa. ¿Por qué lo permitió? ¿Por qué aguantó tantos años?
Eso es lo que se pregunta el personaje y lo que durante un tiempo me preguntaba yo hasta que logré liberarme. Nora habla a través de mi boca y la de otras mujeres que han sufrido algo a lo que no le ponían nombre y por lo que no se sentían víctimas de nada porque, era lo normal hasta que te das cuenta de que vives con una persona que te agrede constantemente.
Él necesita ser el centro de atención
Soy consciente de que él es él porque le pueden poner el nombre que quieran. No se reconoce como agresor. No va a cambiar porque no hay nada que cambiar.
¿Cuánto cuesta decir «no»?
No puedes decir «no» porque no te atreves a enfrentarte a él. No puedes más. Salir de casa es coger aire. Respirar.
Sufrir los primeros síntomas del alzheimer tras un matrimonio concertado. Querer a sus hijas por encima de todo. Y haber sido capaz de amar como solo se ama una vez.
Es ese amor urgente, intenso, de juventud e inexperto. Ese amor contra viento y marea. «Una niña de casa bien no se casaba con un labriego, su familia lo impedía». Un recuerdo que se mantiene limpio de aquello que pudo haber sido.
La técnica del Kintsugi
Consiste en reparar con una pasta de polvo de oro cualquier pieza de cerámica rota. Unir los fragmentos para que cojan fuerza. El objeto se reconstruye pero no se pinta. Todas las heridas quedan a la vista.
Este libro de no haberse llamado 'Animales Heridos', su título habría sido 'La técnica del Kintsugi' porque de eso va esta historia, de darnos segundas oportunidades. De reconstruirnos por nosotros mismos mostrando las heridas.
Sufrir Alexitimia
Qué fuerte no saber querer, no saber reconocer y expresar emociones. Un trastorno grave, no saber amar.
Contar lo que estás sufriendo, desnudarte no es un símbolo de debilidad sino de valentía.
Para mí no ha sido un síntoma de debilidad y lo puedo hacer ahora porque tengo fortaleza. Contar lo que se sufre es importante. Cuesta la reconstrucción pero sales fortalecida.
Sobrevivir a un hijo es lo peor que te puede pasar
Vivir es arriesgarse. No podemos tenerlos entre algodones. Puedes vivir con el dolor siendo más exotérica o muy pragmática como dos de mis personajes. Pero perder a un hijo es una herida de gravedad.
Heridos también los animales “no racionales”
¿Qué persona por no gastar munición cuelga a un perro de una rama hasta que se asfixia y lo deja ahí colgado? Me interesaba que saliera ese tipo de «energúmeno» y reunir a esos animales para acariciar sus heridas y reconocerme en esa mirada triste y agradecida.
El duelo en la infancia
Ellos lo gestionan de otra manera. La niña se encierra en sí misma. Y el niño se abre hacia afuera. Sabe que tiene a su padre y que no se irá. Y de pronto le llega gente a lo que él considera su casa y le parece fantástico.
¿El pasado es un prólogo?
Lo es porque siempre puedes recomenzar. Volver al primer capítulo. Pero primero hay que vivir la realidad. Deshacerse de una mentira engrosada año tras año, minuto a minuto.
Una casa en mitad del bosque, un refugio para el duelo. En ella conviven el dolor, la pérdida, las heridas y la realidad de la vida de cada uno de ellos. Un grupo de desconocidos unidos por el peso de un pasado. La segunda oportunidad. La vida.
«La vida es arriesgar, romperse y recuperarse»