La coreógrafa y bailaora Rocío Molina.

La coreógrafa y bailaora Rocío Molina.

Protagonistas

Rocío Molina: "Bebo del flamenco pero lucho por mi libertad y por no tener prejuicios"

La flamante y joven coreógrafa galardonada con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes habla de su mundo interior y de sus influencias.

14 enero, 2023 02:05

La bailaora y coreógrafa malagueña Rocío Molina ha recibido la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes correspondientes a 2022, junto a artistas de la talla de María Jiménez y Lole Montoya, entre otros 33 destinatarios.

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Un galardón aprobado por el Consejo de Ministros, que cada año disntigue a las personas y entidades que han destacado en el campo de la creación artística y cultural. Molina es una coreógrafa con lenguaje propio que desde muy joven ha destacado por su aportación a la renovación del arte flamenco. Desde magasIN hemos querido charlar y conocer de cerca a la bailaora y saber qué significa para ella este galardón.

“La verdad es que me gusta que sea un reconocimiento compartido con muchos compañeros. Sobre todo, compañeros que han sido mis guías. Para mi Lole Montoya es lo más. Muy agradecida y lo abrazo con mucha ilusión. Aunque a veces pienso si es demasiado pronto para este premio, porque yo me siento muy pequeña al lado de estas grandes figuras”, asegura Rocío Molina.

Rocío Molina en una sesión fotográfica.

Rocío Molina en una sesión fotográfica.

¿Y a quién se lo has dedicado?

A mi gente más cercana, a mi familia, a mi madre, a mi padre y a mi hija de 4 años, que es mi maestra ahora mismo. Y sobre todo, al equipo con el que he estado trabajando este último año, que ha sido toda una revelación.

Hasta el pasado 10 de diciembre pudimos verte en las naves del Español con 'Carnación', ¿qué vas a hacer en los próximos meses?

Quiero estar creativa desde otro lugar que no sea la productividad, que no sea la gula de hacer. Para mí esto es permitirme el vacío y no hacer nada en el sentido más poético... porque la realidad es que voy a estar de gira con mis últimas cuatro obras, que se han generado en dos años.

Disfrutar de eso y llenarme de lo cotidiano de nuevo, de los espacios, de la contemplación. Es un lujo que me voy a permitir, sobre todo, porque lo veo totalmente necesario después de un proyecto como Carnación que ha sido tan catártico.

No me voy a retirar de vacaciones, sino a gozar de mi baile... Voy a juguetear con otros artistas, sin fechas, y sin tener obligación de producción, que es la forma más creativa de estar en la vida. 

Momento de la obra 'Carnación' de Rocío Molina.

Momento de la obra 'Carnación' de Rocío Molina.

Desde muy niña, en tu Málaga natal, entraste en contacto con la danza, ¿Cómo se dieron cuenta tus padres de tu talento?

Cuando contaba con tres añitos, y como era la costumbre de entonces, a los niños nos llevaban a baile, pero yo me lo tomé desde el primer día muy en serio. Y con 7 años, recuerdo perfectamente el lugar donde lo dije y todo: le pedí a mi madre que me llevara a algún sitio para estudiar porque quería ser profesional de la danza. Yo no sé dónde aprendí esa palabra, pero claro, mi madre a partir de ahí, se lo tomó muy en serio... y me ha apoyado siempre.

Con 21 años presentaste tu primera obra como creadora Entre paredes

Sí, efectivamente fue mi primera obra de formato completo.

¿Dónde te sientes más cómoda, creando o disfrutando sobre el escenario de la danza?

Son ambas cosas. Al final, van ligadas. Soy intérprete de mi universo, del mundo que yo tengo dentro. Necesito estar descubriéndolo en el estudio, ya sea con otro artista, con otro compañero, con músicos o en soledad, pero lo haces con el sentido de mostrarlo.

No tiene porque ser ni siquiera un público grande, ni un teatro. Hay veces que a los ensayos invito a amigos a los que les doy su cervecita, su jamoncito y su queso, y bailo y me aguantan un par de horas... Siempre hay un sentido de mostrarlo y compartirlo.

¿Y qué te inspira para sacar lo que llevas dentro, ese universo?

Sobre todo la cotidianidad, descubrir la genialidad en lo cotidiano. El azar y la vida te van mostrando una guía, y mi guía es el cuerpo también. Me mantengo en un estado de escucha permanente, siempre activa y voy dejándome guiar, a veces por sanación pura, a veces por conflicto, otras veces porque es el único lugar que me permite meterme en esas sombras y en esas oscuridades... Para mí no es nada extraordinario, es una forma de estar y vivir el día a día.

¿Cómo son tus coreografías?

Son mi verdad, en el estado que yo esté atravesando en cada momento. Entonces eso a veces tiene una forma, y es cambiante, igual de cambiante que que soy yo. No tiene una única forma, no siempre es fuerte, y no siempre es valiente. En ocasiones es frágil, a veces más hacia adentro, a veces más libre y otras más encorsetado... Dependen del estado real por el que yo vaya atravesando, y justo ese momento.

Tienes una base de tradición flamenca sobre la que vas incorporando y abrazando diferentes vanguardias, modernidad, innovación...

Efectivamente, bebo de la tradición flamenca, por haberla estudiado y haberla vivido, porque me he criado trabajando desde pequeña en festivales de flamenco, en festivales de cante de mi tierra, en peñas flamencas... Yo me he hecho ahí artísticamente, pero luego la mentalidad y la lucha por mi libertad y por no tener prejuicios han hecho también que mi cuerpo se transforme. Soy todo lo libre que me permito serlo en mi mente y soy, además, una enamorada de las tradiciones.  

Después llegó el reconocimiento internacional en 2014 como artista asociada al Teatro Nacional de Danza de Chaillot, en París, haciendo colaboraciones como Caída del Cielo… Y luego, con 28 años, triunfaste en el New York City Center con Oro Viejo.

Sí, hemos dado un buen paseo y muchas vueltas por el mundo (dice entre risas).

¿Es difícil hoy, para un joven, dedicarse a la danza en España?

Yo creo que para un joven es difícil hoy dedicarse a cualquier cosa. En danza, el problema es que no hay compañías que puedan acoger a tantos bailarines. Entonces sale mucho bailarín muy preparado, pero no hay compañías suficientes. Y no todos los bailarines tienen que ser creadores, porque también tiene que haber espacio para los intérpretes. La precariedad que hay no ayuda.

¿Cómo ves el sector de la danza en España?

No somos un país de tradición de teatro, somos más de calle. Ahora, tras la pandemia, parece que ha cambiado la historia un poco. La gente se ha dado cuenta de la importancia de la  cultura en general. Pero no hay un trabajo hecho desde cero, desde la educación, desde que eres niño. Y claro, no hay infraestructuras ni espacios. No es tan sencillo. Sobrevivir con una estructura de compañía en este país es muy complicado.

¿Querrás que tu hija se dedique a ello en el futuro si le gusta?

Claro que sí. Me gustaría que se dedicara a lo que le guste realmente. Mi deseo es que encuentre una pasión y un lugar donde volcar sus pasiones, sea la que sea, como si quiere ser carpintera, con los niños nunca se sabe...