Licenciada en Ciencias Biológicas, máster en Guión Televisivo y directora del II Laboratorio de Guión de la Fundación SGAE, Rosa Sánchez de la Vega se reúne con la autora en una de las salas del hotel.
El silencio roto por la voz de unos niños a los que les quitaron su lengua y les obligaron a renegar de su identidad.
Llegan a Barcelona acogidos por la primera escuela polaca, centenares de ellos secuestrados por los nazis alemanes para someterlos a un proceso de germanización y conseguir la supremacía aria durante la Segunda Guerra Mundial. Ludka Novak viaja entre ellos. Corre el año 1946.
¿Cómo fue su rescate?
La Cruz Roja internacional y el consulado en Barcelona de Polonia abogaron a Franco para que los acogiera. El Vaticano también tuvo que ver con ello e intermedió entre el gobierno polaco en exilio, que estaba en Londres, y la España de Franco que era católica.
La supremacía germánica evitando el mayor número de abortos de mujeres solteras y llevando a esos niños a las granjas de “criaturas perfectas”.
Forma parte del proyecto Lebensborn que ideó Hitler. Su deseo era tener a muchos niños de raza aria para ser los mejores. Aquello no dio el resultado que ellos querían, porque no eran suficientes, y crearon una especie de “fábrica de niños”. Miles de niños rubios, altos y con ojos azules, fueron secuestrados por los alemanes en aquellos territorios que habían conquistado.
En ese estado de “orfandad” se les borraba su identidad, la memoria y su lengua.
Totalmente. Cuando un niño cumplía todas las características arias, se les iniciaba en un estricto programa de germanización. Después de ese proceso, se sentían orgullosos de pertenecer a la mejor raza. Populismo puro y duro.
¿Nueve años son suficientes como para hacer cuarenta camas de los niños que venían de Centroeuropa?
Emma es la niña barcelonesa que ayudaba a su madre en esa tarea. Sentía aversión por esos niños que le habían robado la atención y el tiempo de su madre y sus abuelos. Su padre supuestamente murió asesinado. Emma sentirá una atracción por Ludka y poco a poco se formaría una amistad imperecedera.
Isabel. Viuda, madre y costurera en posguerra.
Con Isabel me alejo del mundo infantil y puedo describir el crecimiento de una mujer que ha perdido a su pareja muy joven. A lo largo de su historia, se compromete y ama. Amando. No el amor impuesto por el franquismo. Un amor en contradicción con ella misma porque sabe que no debe sentir. En cambio la atracción no la puede contener.
No le puedes decir a nadie tu verdadero nombre. ¿Tienes que decir que eres huérfana? Te llamas Ludka Nowak y el silencio ha de ser tu mejor aliado.
Eso se lo dice su madre adoptiva. Ella sabe que ha sido adoptada por un capitán nazi de la SS. Su mujer tiene una buena relación con la niña. La quiere muchísimo. Ella sabe que si se descubre de quién es hija, puede ocurrirle algo. La madre alemana empieza a sospechar que esta niña viene de otro lugar porque en sueños repite su nombre.
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Wanda Morbitzer.
Ideó una red de evasión para los polacos que eran perseguidos por los nazis a través de Francia. Necesita toda la ayuda posible para fundar la primera escuela pública polaca. Un personaje real, y al que tengo mucho respeto.
Una mancha marrón después de frotarla y lavarla varias veces, y a escondidas de su madre unos calcetines. Y el recuerdo imborrable de algo horrible.
Calcetines manchados de sangre que entierra en el patio después de ser testigo de la crueldad de su padre adoptivo, que mata atrozmente a unos gatos. Esa visión le reporta a una imagen…
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Pobreza y miseria en una posguerra donde la mujer saca adelante a la familia.
Sí. Es una época en la que todo lo que no estaba prohibido era pecado. La mujer estaba hecha para procrear, para estar en la casa, para cuidar y sin ningún derecho. Aún siendo una época muy gris, de muchas escasez, creo que también en la vida cotidiana la gente buscaba sus momentos de felicidad.
Las mujeres de 80 años con las que he hablado me han dado el pulso real de lo que era vivir en esos tiempos.
Cuando empezaba a crecer de nuevo me volvían a arrancar de raíz y nos llevaban a otro lugar.
Se ejemplifica muy bien al final de la novela: "Éramos como pequeños árboles con las raíces al viento que no sabíamos de dónde veníamos, ni a dónde íbamos".
La música armoniza la vida. Te salva.
Para mí la música es el arte por excelencia. Toca las emociones. Sirvió para descubrir la memoria de esos niños. Las canciones de su infancia consiguieron que se fueran abriendo lentamente. Ludka es solista en el coro.
¿Cómo fueron reconocidos por sus familiares si les habían borrado su identidad?
Algunos recordaban que su madre tenía un colmado. Qué les cantaban. Un nombre suelto. Muchos se reunieron con sus familias y otros fueron finalmente adoptados.
¿Qué poso queda en Gisela de esta historia?
Tenemos que ver todas las caras de un prisma. Queremos ayudar a los que viven no sé dónde, y al lado de casa hay un anciano en soledad al que ignoramos. Nos falta empatía según el color de la piel. El lugar geográfico. Ser de una ONG está muy bien. Vives tu propia aventura, pero empecemos por lo más cercano y después vamos ampliando.
Las lecturas tienen que tener tres patas: Entretenimiento. Información histórica. Y la más importante, la que subyace, es hacer reflexionar. Crear conciencia y espíritu crítico.
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