Se abre el telón y sobre el escenario del Teatro Auditorio de Casa de Campo se preparan para ensayar los miembros de la Banda Sinfónica Municipal de Madrid (BSMM).
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Repasan partituras, afinan instrumentos… Comienza a sonar El fantasma de la ópera, de Andrew Lloyd-Webber (1948). Es el último ensayo antes del concierto del ciclo de invierno n.º 3.
La BSMM es una gran agrupación musical híbrida en la que los instrumentos de viento ceden parte de su protagonismo a las secciones de cuerda, arpa y piano. Su actividad, desde hace más de cien años, se centra en Madrid, con ciclos de conciertos de verano e invierno.
Nació en 1909, pero no fue hasta 1932 cuando entró la primera mujer, María Milagros García, quien tocaba el arpa. Durante cuarenta años fue la única mujer en la plantilla de noventa músicos.
Ya a mediados de los setenta entraron tres mujeres más, un arpa y dos chelistas. Actualmente, la banda cuenta con doce mujeres de un total de ochenta músicos.
En sus 114 años de historia nunca ha tenido una directora titular. En cambio, sí han pasado en calidad de directoras invitadas bastantes mujeres. Algunas de ellas tan prestigiosas como Mercedes Padilla. Hoy, el director titular es Jan Cober y el subdirector es Enrique de Tena.
Para conocer qué ha llevado a las mujeres de la BSMM hasta el auditorio en el que nos encontramos y cómo es su día a día, conversamos con cuatro de las profesoras: Inés Sanz (trompista), Ana Pallarés (clarinete), Lola Llucián Sanz (flauta) y Mª Carmen Cano Calonge (clarinete).
Descubrir la música
Lola Llucián es flautista y se empezó a interesar por la música a los seis años. "Mi abuela tocaba el piano, mi padre el clarinete y en mi casa se respiraba la música". Empezó a leer música y tocar el piano.
A los 16 años fue cuando comenzó a planteárselo como profesión y entró en 1987 a la Banda Sinfónica Municipal de Madrid. "Entré hace 35 años, yo tenía 21. Entré primero de interina y a los cuatro años salieron plazas para funcionario".
Mª Carmen Cano, clarinetista, comenzó a interesarse por la música cuando tenía siete años. Recuerda que a su pueblo manchego iban bandas de música y le gustaba tanto que se metía entre los músicos y preguntaba por los instrumentos, las partituras…
Le llamó la atención y pidió que le apuntaran. Los tres primeros años estuvo aprendiendo solfeo sin tocar instrumento y "después ya empezábamos a estudiar como conservatorio". A la Banda Sinfónica Municipal de Madrid llegó en octubre de 1997.
Inés Sanz llevaba su destino como trompista en la sangre. "Provengo de una familia de músicos, así que desde que nací prácticamente me ha llamado la atención". Cuando comenzó, no querían que fuera trompista porque era algo tradicionalmente de hombres, así que le compraron un violín, "pero duré una clase, la de coger el arco prácticamente".
Ella siempre había querido tocar la trompa, "toda mi familia es instrumentista de viento-metal, entonces siempre me ha llamado mucho la atención este instrumento".
Ana Pallarés también es clarinetista y comenzó a interesarse por la música desde niña. Sus padres son músicos amateurs y tocaban en la banda de su pueblo. "Tengo una hermana mayor que también empezó a tocar en la banda del pueblo y cuando yo tuve la oportunidad, cuando ya me llegaban los dedos para coger el requinto, empecé".
Desde que descubrió la música tuvo claro que de mayor querría dedicarse a ella profesionalmente.
"Nos estamos haciendo un hueco"
Lola Llucián recuerda que cuando empezó eran solo tres o cuatro mujeres. "Ahora somos doce. Es verdad que en 35 años la evolución tampoco ha sido mucha, pero ya se nota que hay cambio en cuanto a mujeres en las agrupaciones, la banda sinfónica en este caso".
Inés Sanz es la primera mujer dentro la BSMM en viento-metal. Para ella esto es muy especial, "nos estamos haciendo poco a poco un hueco. Siempre ves (mujeres) flautistas, clarinetistas o fagotistas, pero poco a poco las mujeres de viento-metal también vamos haciéndonos un hueco y es muy especial, sobre todo en una banda municipal".
En el día a día, Llucián nos explica que cada una debe hacer su estudio personal. "Aquí venimos a aunar las voces en busca del equilibrio, la afinación… Todos en conjunto con lo que el director nos va pidiendo".
Ana Pallarés concreta que cuando llegan a ensayar al auditorio, tras un trabajo previo en casa, calientan tanto los profesionales como los instrumentos. "A la hora de ensayar tiene que estar el instrumento caliente y los dedos también, se tienen que mover bien". Tras el calentamiento, ensayan y tocan las obras que sonarán en el concierto.
El trabajo previo es muy importante. "Las obras no salen si llegas al ensayo por las mañanas sin mirarlo en casa, entonces muchas veces te acabas aprendiendo las partituras de memoria porque son muy difíciles, son pasajes muy técnicos que requieren un estudio en casa", añade.
"Mi día a día aquí es maravilloso. Me gusta mucho. Para mí no es un trabajo, es más bien un hobby, yo estoy encantada. Me gustan mis compañeros, mis directores, mis jefes… Estoy muy agradecida de estar aquí", cuenta con alegría Mª Carmen Cano.
Cano ha tenido varias referentes, pero ella quería ser ella misma: "Yo quería ser yo. Yo quería ser música, músico, mujer".
El camino de las pioneras
Los profesores y profesoras de la Banda Sinfónica Municipal de Madrid nunca han tenido una directora, pero, como decíamos en párrafos anteriores, sí han tocado bajo la batuta de directoras invitadas como Mercedes Padilla.
Mercedes Padilla es una auténtica pionera en la dirección de orquesta. Ha sido la primera mujer en dirigir, en el Teatro Real, su propia orquesta (1985). Padilla confiesa a magasIN que: "Era un reto nada fácil de superar porque, en aquella época, acceder al Teatro Real era muy difícil. Tenía algunos factores en contra porque era la primera vez que una mujer dirigía a su propia orquesta."
También ha sido la primera mujer en dirigir la Banda Sinfónica de diversos puntos de la geografía española (Madrid, Badajoz, Puertollano…). Además, ha abierto camino en el área de la docencia.
Cabe subrayar que la directora fue la primera mujer invitada por la Casa Real para dirigir el Himno Nacional en el Congreso de los Diputados, en la ceremonia del acto de juramento de Su Alteza Real el Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón, el 30 de enero de 1986. De hecho, este ha sido uno de los momentos más emocionantes de su carrera.
En el extranjero ha sido invitada para dirigir diversas orquestas y está en posesión de distintos premios. Diplomada en Estudios Avanzados por la Universidad SEK y doctora por el IE University, Padilla comenzó a interesarse por la música a muy temprana edad.
"Durante los primeros estudios de bachillerato, todo mi tiempo libre lo dedicaba al estudio de la música y a la práctica del instrumento. A los 14 años aproximadamente decidí dedicarme a la música", cuenta a magasIN y explica que obtuvo en el conservatorio el título superior de cinco especialidades.
"A los 24 años ingresé como profesora en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid en la cátedra de Contrapunto y Fuga (una rama importante de la Composición) y más tarde en la cátedra de Dirección de Orquesta", dice Padilla, quien encontró su verdadera vocación precisamente en la dirección de orquesta.
Hoy, nos cuenta que la presencia de las mujeres en el podium se va normalizando. "Creo que el interés de la mujer por la dirección de orquesta es cada vez mayor. El ingreso en esta especialidad exige una preparación excepcional para todos los que quieran acceder a estos estudios. Ese sería el único obstáculo que los aspirantes tendrán que superar", subraya.
Precisamente este 8 de marzo participa como directora invitada en el concierto del Día de la Mujer junto a la Banda Municipal de Música de Badajoz.
Perseguir sus sueños
A todas las mujeres que quieran, como ellas, dedicarse profesionalmente a la música, Ana Pallarés les anima a que vayan a por ello, que sigan y que luchen por lo que quieren. "Que si es la música, pues perfecto".
"Que sigan sus sueños, que estudien muchísimo, que trabajen muchísimo y que no pierdan la ilusión nunca por llegar a este tipo de puestos de trabajo", concluye Inés Sanz.