El sector de los cuidados y del hogar en España, compuesto por unas 600.000 personas, es el más feminizado y, además, uno de los más precarios. La mayoría de esas mujeres son migrantes que vienen de América Latina y, antes de conseguir su regularización, deben pasar tres años en un limbo legal. Condiciones, todas ellas, que las convierten en carne de cañón para todo tipo de abusos que parecen invisibles a ojos del Estado.
El peso que tienen los cuidados en España se demostró vital para el sostenimiento del sistema durante la pandemia. "Fuimos las únicas que contamos con una carta especial para salir a trabajar. Nos tocó tomar la mano de las personas mayores que murieron porque sus hijos no pudieron estar ahí", recuerda Delmi Galeano, abogada salvadoreña, empleada del hogar y portavoz de SEDOAC (Servicio Doméstico Activo), asociación en defensa de la dignificación de las trabajadoras del hogar y los cuidados. Es importante reconocer que "no va sólo de limpiar", porque el cuidado se convierte en una situación afectiva.
Que España haya ratificado el Convenio 189 de la OIT y, después, haya legislado para reconocer el derecho de las trabajadoras del hogar a la prestación por desempleo, no resuelve el problema: deben esperar un año, trabajando en graves condiciones de precariedad, para poder acceder al paro. Por eso, asociaciones como SEDOAC se dedican a asesorar administrativa y laboralmente a estas trabajadoras, en su mayoría latinoamericanas. Galeano se pregunta y no sólo por ellas: "Cuántas mujeres españolas se han quedado fuera sin poder cotizar y ahora no tienen ni siquiera derecho a una pensión?
[Pódcast | La Semanal: Violencia estética: Una mirada crítica a los cánones de belleza]
Ellas se unen, se ayudan ante la adversidad y la pobreza, forjando redes colaborativas, mientras apelan a un movimiento feminista que desoye el debate sobre la interseccionalidad: "¿Una mujer racializada como yo, trabajadora de los cuidados? No me puedo sentir identificada. Nosotras luchamos para que dignifiquen nuestros derechos porque ni siquiera los tennemos igualados".
La mexicana Lydia Cacho, reconocida escritora, periodista de investigación, guionista, productora y directora documental, cuenta que "el feminismo español no habla de otras razas, de otras clases, de la descolonización ni de religión, cosas que sí se hablan en Latinoamérica". Pues "la interseccionalidad está imbricada en todos los planos", sostiene la escritora, periodista y antropóloga social uruguaya Ana Luisa Valdés: "No es solamente ser mujer. Es ser negra, ser trabajadora de tu casa, ser gorda... Todos los atributos de la mujer hacen que las vivencias sean diferentes".
En La Semanal nos lo preguntamos: ¿Quién cuida a las que cuidan?