Desde que Valeria Vegas (Valencia, 1985) cruza la puerta de la habitación 716 del Hotel InterContinental de Madrid no deja de sonreír. Quizá sea porque nos encontramos en la suite de la diva de Hollywood, Ava Gardner. Y precisamente, mujeres y cine son el tema estrella que la periodista trata en sus trabajos, por las luces y las sombras que los envuelven.
Conocida por haber escrito la biografía de Cristina Ortiz, ¡Digo! Ni puta ni santa. Las memorias de La Veneno (FisicalBook, 2016) —libro que dio pie a la serie Veneno, dirigida por Javier Calvo y Javier Ambrossi (los Javis)—. Hoy, colabora con diversos medios de comunicación.
Podemos verla junto a dos grandes mujeres, Sonsoles Ónega y Alaska, en Y ahora Sonsoles (Antena 3) y Cine de barrio (TVE). Vegas está pendiente de estrenar una docuserie sobre Nadiuska y, a finales de año, verá la luz Vestidas de azul, la serie en la que vuelve a trabajar con los Javis. Ambos proyectos estarán disponibles en Atresplayer.
Además, acaba de publicar su quinto libro y primera novela, La mejor actriz de reparto (Temas de hoy, 2023). MagasIN charla con ella sobre sus últimos proyectos, a su imagen: intrépidos, poderosos y comprometidos.
Empecemos hablando de La mejor actriz de reparto, ¿por qué te decides a escribir una novela?
Porque me animó la editorial, lo confieso. Yo sabía que en algún momento de mi vida escribiría una novela, porque tengo historias que contar y muchas están en el cajón guardadas. Pero, en el día a día, con la radio, la tele… si no vienen y me dicen 'Oye, ¿tú quieres escribir una novela?', no lo hubiese hecho porque no entraba en mis planes.
¿Es todo ficción o hay parte de realidad?
Hay mucha ficción. Es decir, las dos protagonistas son pura ficción, pero también introduzco actrices reales de los años 70, 80 o 90 a base de anécdotas. Digamos que mezcla ficción y realidad.
Y luego, obviamente, he recurrido mucho a lo que tengo alrededor. De pronto me apetecía crear a la madre de la protagonista, muy parecida a la madre de un amigo, y le ponía tres o cuatro detalles parecidos. Creo que eso lo hacemos todas las personas que escribimos. Pero no he puesto casi nada mío.
¿Y qué te ha inspirado a la hora de escribirla?
Me inspiró la historia de Gracita Morales, una actriz muy exitosa de los años 60. Murió en los 90, habiendo pasado apuros económicos. Se había hecho muy famosa por hacer todas las criadas del cine español de los años 60. Acabó harta de este papel. De las 50 películas en las que participó, en 35 hizo de criada. Es curioso que la actriz que toda la vida hizo de criada tuviera una criada en sus últimos años de vida para ayudarla en las tareas del hogar.
Fue el germen de una historia sobre el vínculo de amistad entre una asistenta no elegida, casi impuesta, y una actriz retirada que lleva 20 años sin actuar, con un carácter bastante agrio.
Ahondas en las luces y sombras de la interpretación, ¿qué te atrae tanto de ese mundo?
Casi me he dado cuenta de estas luces y sombras al escribir. Obviamente, me atraen nuestras historias, las de mujeres, porque creo que somos más valientes en todo. Las mujeres somos fascinantes a la hora de enfrentarnos a la verdad, la mentira y la tragedia. Lo vivimos todo intensamente: en 24 horas puede haber llanto y risa. Somos como una montaña rusa. Los hombres son más como una balsa de aceite, entre amigos no se cuentan las cosas, nosotras sí.
Entonces, no es que esté obsesionada con este mundo, simplemente creo que somos más atrayentes al escribir. Tengo claro que siempre escribiré historias de mujeres. Y el mundo del espectáculo también me fascina porque, de repente, en el éxito hay mucho donde rascar, en cuanto a caracteres o personalidad. También lo hay en el fracaso, de donde salen muchos demonios de la personalidad de la gente.
¿Crees que se sigue valorando de la misma manera a las actrices profesionales como se hacía antes?
Las redes sociales son una ventana muy interesante para mostrar el trabajo pero es verdad que, al final, solo estamos viendo un lado, la cara amable de la profesión. El actor, la actriz o una cantante en redes sociales te muestra lo que quiere mostrarte. No sabemos cuándo Rosalía está llorando. Ella maneja el discurso.
Antes, las actrices eran divas las 24 horas, algo mantenía esta idea y creo que las redes han hecho que se pierda un poco ese glamur. Tú controlas la historia pero, al final, haces lo mismo que hacen todas.
Dentro del mundo de la interpretación ¿te has llegado a plantear ser actriz profesional?
Me hubiera encantado hace 20 años, si hubiera tenido otra cosa en mi cabeza. Me hago muy pocos piropos pero creo que hubiera sido una buena actriz. El problema es que hoy en día, lo dudo. No voy a decir que me moriré sin ser actriz porque igual dentro de diez años me sacan un titular y me lanzan: “¡Dijiste esto!” (risas). Pero para eso somos humanas.
Pero bueno, la cuestión es que me das un guion y en cuanto hay una coma, me obsesiono porque tengo que hacer la coma. Por ejemplo, he empezado a colaborar en Cine de barrio.
De aquí a diciembre voy a estar con Alaska, no en todos los programas, pero a lo mejor dos veces al mes. El primer día que grabamos, la directora bajó y me dijo 'No te voy a poner más el teleprompter'. Soy tan de seguirlo al pie de la letra que pierdo naturalidad. Y creo que el don de las actrices tiene que ser la naturalidad.
En el hipotético caso que fueras actriz, ¿qué papel te gustaría interpretar?
Cualquiera de los que han hecho Carmen Maura o Victoria Abril, que me parecen unas monstruas. Tengo amigas de veintipocos años a las que les pongo de pronto una peli de Victoria Abril de los 90, tipo Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto y flipan.
¿Qué nos puedes contar sobre Vestidas de Azul?
Se está rodando todavía, queda un mes y creo que se estrenará a finales de año. Está basada en un libro que escribí en 2019 y producida por los Javis. Repite buena parte del elenco de Veneno, se suman nuevas actrices. Por ejemplo, vuelve a existir el personaje de Valeria como existía en Veneno.
En este caso, nos sirve para viajar al pasado y conocer la historia de otras seis mujeres, mujeres trans: cómo vivían, lo difícil que fue realmente la década de los 80, muy mitificada ahora. A través de la publicidad y del cine, la hemos visto muy colorida pero tampoco era así. Remite a un pasado muy duro de este país.
¿Eres más de dirigir o guionizar?
Me ha gustado mucho dirigir, además era una propuesta mía. Lo que pasa es que soy un poco mandona [risas]. Guionizar me gusta mucho porque es escribir, y escribir es algo que sí que voy a hacer toda mi vida, con mayor o menor fortuna. Cuando quieres contar historias da igual que sea en un guion, en una novela… Guionizar es algo que me resulta muy cómodo y dirigir solo lo hago si me gustan los proyectos.
Nunca sería buena dirigiendo algo de encargo. En este caso, es una serie con mucho presupuesto, hemos tenido 50 entrevistados, son tres capítulos, pero porque me gustaba tanto que el agotamiento me compensaba. Si de repente me dices que tengo que hacer el documental de un hombre político, me parecería una mierda.
El problema es que la vida no es tan fácil como para estar siempre haciendo lo que me gusta. Por eso creo que es más fácil que guionice a que dirija.
Y si te propusieran hacer un nuevo documental, ¿a quién elegirías?
No te lo puedo decir, porque tenéis muchos lectores y me da miedo que alguien me adelante por la izquierda.
Vuelves a colaborar con los Javis, ¿habéis pensado en algún proyecto a futuro más juntos?
No lo hemos pensado, pero seguro que si un día estuviéramos de cogorza, surgirían cosas [risas]. Es verdad que, en este proyecto, los tres estamos además en producción ejecutiva. Ahora están muy concentrados en su serie, en Barcelona. Llevamos meses sin vernos. Todo lo que manejamos es por teléfono… pero seguro que podría surgir algo dentro de cinco o diez años. ¿Quién sabe?
Sobre otro de tus grandes proyectos, el documental de Nadiuska. ¿Por qué decidiste hacerlo?
Es una serie documental de tres episodios, también para Atresplayer, y está entregada desde noviembre. Creo que va a sorprender a muchas personas, sobre todo a la gente joven, porque va a descubrir a un icono de belleza absoluto de los años 70. Fue la actriz más taquillera de esta década y de repente, por un cúmulo de circunstancias que se descubren en el documental y que no siempre se han sabido, cambia su suerte: acaba viviendo en un centro psiquiátrico.
Me fascinan esas vidas en las que las subidas y bajadas te hacen reflexionar muchísimo. Quienes conocían la historia lo van a flipar y quienes no también, porque van a descubrir un personaje increíble, una mujer superluchadora, con una muy mala suerte. Eso es lo guay de los documentales, me descubren personajes. Las historias fascinantes son en las que menos nos fijamos.
¿Por qué crees que se olvida tan rápido a los grandes mitos?
Porque consumimos muy rápido. Ahora echamos la culpa a las redes, pero se ha consumido siempre muy rápido. Lo que se llevaba en los años 60, en los 70 se desechaba. Si tú te ponías la pata de elefante en una época que no era, era algo pasado de moda. ¡Y ahora la pata de patrón acampanado vuelve!
Lo mismo que ocurre con las prendas, ocurre con las personas… las del mundo del espectáculo tristemente, a veces también son modas. Entonces es tan cíclico que por eso de repente suben y bajan, porque ahora se lleva otra cosa.
¿Qué hay de ti en todas las mujeres a las que rindes homenaje?
Imagino que habrá más de lo que de lo que yo creo. Porque en cierta forma, yo también he bebido de muchas de ellas. Ves la educación de una, el sentido del humor de la otra, la perseverancia de otra…siempre intento quedarme con lo mejor de cada una.
Obviamente cuando ves algo negativo de tus ídolas, lo desechas. Intento sobre todo quedarme con el sentido del humor. Me gusta la gente que sabe reírse de una misma y creo que yo lo he adquirido con el tiempo.
¿Y qué nunca deja de inspirarte?
La vida en sí misma, que cada día sea lo bonito de vivir. Y en esto no me quiero poner en plan psicoterapeuta, pero lo bonito de vivir es que no sabes realmente qué va a ocurrir mañana. Es tremendo en lo bueno y en lo malo.
No podemos acabar esta conversación sin mencionar el feminismo. ¿En qué punto crees que está?
La visibilidad del feminismo está en un buen momento pero, a veces, hay mucho populismo en torno a esto. Yo no he aprendido del feminismo en los últimos tres o cuatro años. En todo caso, soy feminista porque la vida me ha llevado por ahí.
Primero porque creo en la igualdad, hay que diferenciar feminismo de hembrismo. Mi madre tiene cinco hermanas y un hermano, por lo que vengo de un matriarcado. Soy consciente de que existe el machismo porque me lo cuentan y sé que existe y lo leo y lo veo en las calles. Pero yo he vivido en un mundo de mujeres fuertes y no me pilla de nuevas todo esto.
Por último, ¿qué legado te gustaría dejar?
No soy nada trascendente. Me gustaría dejar un legado de libertad, de respeto y de hacer lo que quieres, porque no hay nada, no hay ninguna ley escrita que te impida hacer muchas cosas de las que quieres. Nos autocensuramos más de lo que creemos. En realidad, tenemos mucha libertad.
Traje con flor de Laura Bernal
Vestido negro de Pinko y collar con medallón de Thomas Sabo
Vestido de Coosy y pendientes de Isabel Guarch
Vestido de Chiara Boni, pendientes de Isabel Guarch y anillos de Singularu
Agradecimientos especiales al Hotel InterContinental Madrid, a María Luz Antolin, Marketing & Ecommerce Manager del hotel, y al conjunto de su equipo