Autoras de palabra con Rosa tiene una cita en casa de Carmen Posadas, autora de doce novelas, más de quince libros infantiles, dos biografías y varios ensayos, relatos y guiones de cine y televisión.
En 1998 ganó el Premio Planeta con Pequeñas infamias (Planeta, 1998). También ha sido galardonada con el premio Apel·les Mestres de literatura infantil y el Premio de Cultura que otorga la Comunidad de Madrid. Ahora acaba de publicar Efecto Posadas con editorial Espasa (2023).
Desde 1999, Carmen Posadas tiene una cita dominical. Se trata de un encuentro con los lectores sin eludir ningún tema ni polémica. Con un único requisito: que sea sustancioso y ameno.
Una selección de estos artículos conforman ahora su nuevo libro en el que asegura que nada de lo humano le es ajeno. Donde pasiones humanas, cultura, feminismos, hijos y educación, la edad, el culto al cuerpo, política, tendencias sociales, son los temas a tratar. Sin olvidarnos de trucos y tretas útiles.
Carmen afirma que en sus novelas no opina, pero sí en sus artículos y como el mundo está loco, se divierte mucho. No concibe la literatura sin humor y precisamente eso hace que tanto su libro, como la conversación, sea divertida.
Partimos de lo que podríamos llamar un “transeúnte inocente”. Alguien que mira lo que pasa a su alrededor e intenta descifrar qué mueve a la gente, cuáles son sus afanes, sus sueños, rarezas y contradicciones.
Carmen tiene mucho que agradecer a sus defectos, los de una niña extra-tímida que cuando la mirabas tartamudeaba o se le caía lo que tenía en las manos. Eso hizo que fuese más que nada espectadora. De ahí que para ella no haya nada más apasionante que observar conductas.
Estoy segura de que todos conocemos a algún “pinchaglobos”. Sí. Son los agoreros de la felicidad, los que siempre encuentran el lado malo de las cosas y que por mucho que te empeñes nada te va a salir como esperas.
Carmen es una “yonqui” de las palabras. Vive de ellas. Son tan poderosas que pueden acabar con cualquier relación. La cultura es algo más que palabras. Algo tan insoportable como que te hablen todo el rato en diminutivo o meter siete tacos en cada frase.
Le irrita muchísimo, algo relativamente reciente en España. Sobre todo en gastronomía que es un infierno cuando se empeñan en decir: “Una gambita fritita, con un ajito" o "le voy a traer la cartita”. Pero, ¿por qué no decir la carta o el menú?
"No son las palabras las que modifican el mundo, sino el mundo con sus cambios el que acaba poco a poco modificando nuestro léxico. Es una manía como que todo el mundo quiere que en la academia se incluyan nuevas palabras y no es esa su función, sino dar brillo y esplendor a aquellas palabras que ya existen. Pero no aceptar los neologismos que a lo mejor son cosas pasajeras y no tienen ningún sentido. Hay gente que quiere que el lenguaje se adapte a sus deseos y es como tratar de arar en el mar", dice Posadas.
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La inercia, la querencia a continuar como estamos porque los cambios nos producen temor y cuántos más años cumplimos mayor es el vértigo. ¿Por qué nos empeñamos en hacerle el boca a boca a un cadáver?
"Sobre todo en el amor. Por muchas razones hay gente que le hace un boca a boca a ese amor que ya se ha muerto, porque se quiere mantener un estatus, no se quiere divorciar, por dinero o por romanticismo. Yo lo he hecho a unos cuantos cadáveres porque no quieres que aquella historia tan bonita se acabe y al final te das cuenta de que es una estupidez", comenta la escritora.
Y continua: "Hay una diferencia entre lo que uno cree que busca y lo que busca en realidad, porque aparte de todo, el amor, como decía Ortega y Gasset, es un estado de estupidez transitoria. Solamente cuando dejas de amar te das cuenta de las tonterías que has hecho y ves realmente como es esa persona y piensas qué puedes haber visto en este ser. Cómo es posible que yo haya llorado tanto por esta persona. Pero no aprendemos".
Yo soy yo y mis contradicciones
La escritora asegura que "es una pura contradicción". Y dice: "Llevo toda la vida tratando de entenderme. Yo creo que una de las cosas por las que escribo es, a ver si consigo desentrañar este personaje rarísimo con el que convivo desde que nací y que hace cosas que yo no planeaba".
"¿Quién dijo que ser una buena madre consistía en inmolarse haciendo mermeladas caseras en vez de tener un trabajo interesante?", apunta Posadas.
Carmen, ¿eres una mala madre?
No soy una madre gallina clueca. Eso está clarísimo. He intentado ser la mejor madre posible. Podría haberlo hecho mucho mejor y hay cantidad de cosas que me reprocho. Pero nunca he sido una mamá gallina que ahora está muy de moda, con lo cual malcrían a los hijos. Los niños son unos déspotas, unos tiranos y ellas tratan de controlar a este tirano que tienen en casa, que por supuesto nunca lo contentan.
Lo que es increíble es que ahora la mujer quiere ser lo mejor en todo. La mejor en su trabajo, la mejor amante, la mejor madre por su puesto y siempre van con la lengua fuera porque no pueden llegar a todo y además tienen cierto sentido de culpabilidad con respecto a sus hijos, con lo cual tienen que sobreactuar y están todo el día agobiadas.
El sexo revisitado.
Sí, si se nace mujer. Y no, no somos obligadas por el hombre ni por la cultura vigente a ponernos guapas para gustarles. Somos diferentes y cada sexo tiene aptitudes distintas y, para alcanzar la igualdad, no hace falta empeñarse en emular al contrario.
Al final nos vestimos para nosotras o para las amigas mucho más que para ellos. Yo la primera no lo puedo desprogramar. Es fundamental sentirte guapa, sobre todo para mojarle la oreja a tu amiga.
Vivir hasta los 150 años.
Eso me parece una pesadilla. Hay mucha gente que dice qué maravilla vivir 150 años y yo le digo, pero no has reflexionado que vas a ser un viejo decrépito 60 0 70 años de tu vida. Imagínate ser una vieja durante 70 años con artrosis, que te duele todo. No me interesa el plan.
El empoderador que me empodere.
Si compro una faja por internet, me sentiré superempoderada. Son buenos tiempos para ser mujer.
Es tan estúpido porque además las razones por las que se empodera a las mujeres es muy irritante, porque esta palabra, se inventó para de alguna manera dar visibilidad o apoyar a las mujeres en el tercer mundo y entonces darles educación o los microcréditos, eso sí empodera a una mujer. Pero que yo me compre una faja no me empodera en absoluto.
Vivimos en un mundo de gestos, por ejemplo voy a salvar el planeta, voy a encender este mecherito para que sepan que estoy salvando el planeta… En vez de recoger los plásticos en la playa. No. Mejor voy a encender este mecherito para que sepan que estoy salvando el planeta, y después subir la foto en instagram.
Por un puñado de likes.
Más de la mitad de las niñas entre diez y diecisiete años se siente presionada por la necesidad de ser bella. Todo vale por conseguir muchos likes. Ahora ya no vale pedir que te pongan los labios de Angelia Jolie por ejemplo. La moda es ir con la foto de ellas mismas tuneada y pedir que te conviertan en ese personaje y es terrible.
Espera y verás que soy capaz de lo que me propongo.
Cada vez que veo las declaraciones de chicas que se quejan porque no logran sus objetivos por culpa del machismo imperante en la sociedad, me acuerdo del método 'My Fair Lady'.
Yo tenía un amigo. Un escritor muy famoso extranjero que siempre me basureaba mucho porque claro; yo no había ganado ningún premio importante y entonces en este caso decidí utilizar eso a mi favor y escribí una tarjeta en la que ponía esa famosa frase 'Espera y verás' seguida con el nombre de mi amigo ninguneador y la clavé en la pared justo detrás de mi cabeza. Y me puse a escribir y a escribir, y justo un año después gané el Premio Planeta con Pequeñas infamias, y le estoy muy agradecida a su basureo.
Son trampas que le hacemos al cerebro y le dices que vas a escribir una gran novela a fulano y le vas a demostrar quien eres y esa tarjeta simboliza esa determinación. Una cosa es tomarla y otra ponerte una tarjeta a la altura de tu cabeza. El éxito es la mejor y más sutil venganza contra aquellos que nos miran por encima del hombro.
Inteligencia artificial
"La inteligencia artificial me da pavor. Me parece una revolución y en la revolución siempre hay víctimas. Las revoluciones siempre son sangrientas. Estamos ante un cambio muy grande en la sociedad alertada por los propios creadores. Nosotros pensamos ahora que el mayor peligro son los plagios, pero, sin embargo, es mucho más grave que todo eso", dice la autora.
Y sobre redes sociales cuenta que: "A través de Instagram tengo un flashback muy bueno. Veo qué piezas agradan más o menos. Me gusta mucho la gente que me para por la calle y me diga que uno de mis artículos le ayudó en un determinado momento en el que no sabía cómo decirle a alguien lo que me pasaba".