Radiante y serena, Stella Jean (Roma, 1979) nos recibe en el hotel Only YOU de la madrileña calle Barquillo. Tras asistir a los ECO ELLE Awards, la diseñadora cierra su ruta en la capital española presentando el fruto de su segunda colaboración con Desigual.

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Para esta segunda línea, la creadora de origen haitiano e italiano, designada por el New York Times como la estilista más convincente de la nueva generación en Milán, en 2019, volvió a ahondar en sus raíces y en las características estéticas que comparte con la firma española: la pasión por el color vibrante y los estampados con identidad propia.  

El resultado es una colección sostenible, que destila calidad. La campaña, disparada por Txema Yeste, nos lleva al Mediterráneo, a un amanecer de ensueño, metáfora de esa apuesta de Desigual y de la propia Stella Jean por una moda más responsable y, en definitiva, mejor. Los materiales con los que se confeccionó la colección son fibras sostenibles: hay Lenzing™ Ecovero™, BCI Cotton, poliamida reciclada y piel certificada por Leather Working Group.

"La pieza estrella de la colección es un maxivestido camisero. Sobre fondo negro, se expresa con contundencia un estampado aparentemente propio de la Italia meridional, pero que en realidad está formado por motivos típicamente caribeños. Ilustrados con trazos sencillos y coloreados con tonos oníricos, vemos animales -jirafas, aves, felinos-, fronda tropical, flores y hasta cántaros", según explica la firma.

Más allá de la parte estética, esta colección plasma el ímpetu de la diseñadora en crear de forma responsable, poniendo el humano y la artesanía en el centro de todo. Este es su mensaje.

¿Por qué decidió volver a colaborar con Desigual?

Creo que tenemos muchos puntos en común, es una colaboración que surgió naturalmente, como un matrimonio feliz. Es una marca que no me puso ningún límite, me dejaron crear libremente y creo que el resultado refleja Desigual y Stella Jean por igual, lo que significa que tenemos mucho en común.

¿Y qué tienen en común?

Los estampados, los colores, pero también la visión humana de la moda. El deseo de ser sostenible y de ir más allá. Desigual empezó con esta visión en los años 80, cuando la ecología aún no estaba tan presente en este sector y significa mucho para mí porque quiere decir que no es una visión oportunista. 

Cuando trabajo en mi marca, la sostenibilidad social, el poner a los artesanos y especialmente a las mujeres en el centro, es el primer factor en el que me fijo. Es importante para mí que mis colaboradores tengan esta misma visión.

¿Ha pensado en un público en especial para esta colección?

Nunca lo hago, porque muchas veces me preguntan: "¿Quién es la mujer ideal para ti?" Y no puedo decirlo, no soy quien elige, es el público. Creo que es poner límites, una forma ligera de discriminación. No elijo, eligen ellos. A lo mejor habría que preguntar al público por qué eligen la marca. La mujer Stella Jean no tiene por qué ser de una manera u otra… no tengo límites en este sentido.

Detalle de la nueva colección de Stella Jean y Desigual

¿En qué sentido esta colección es ecológica?

Es duradera antes de ser ecológica. En este preciso momento, todo el mundo habla de sostenibilidad, poniendo en el centro la tela y la fabricación de la colección. Pero eso no es lo que se tiene que mirar en prioridad. Un diseño empieza con las manos, los artesanos que lo han creado. Ahí es donde está la sostenibilidad. 

Si las personas que producen estos diseños no están en la misma situación que yo, no son libres de elegir, hablamos de esclavos. Cuando hay un porcentaje de artesanos analfabetos, hablamos de esclavitud. No solo se tiene que concentrar el interés en la parte técnica y eso es exactamente lo que hizo Desigual. 

Tenían certificados por cada uno de los productos que presentaron, garantías, también por los que se hicieron. Al menos conmigo, trabajaron con los artesanos y les permitieron expresarse, expresar su propia cultura y tener independencia. De lo contrario, sería como una neocolonización. Este es exactamente el daño que se ha hecho en el pasado al obligar a los países más pobres a producir para nosotros. Es offshore a un buen precio para ellos y eso es lo que tiene que cambiar. 

Cuando sepamos quién es el hombre o la mujer al principio de la cadena y esta persona tenga los mismos derechos que los diseñadores y los clientes, podremos hablar de sostenibilidad. 

¿Quién es responsable de esta situación?

Las marcas, las personas que se centran sólo en una parte del proceso. Sabemos cuánta agua necesitamos para la fabricación de un vestido, tenemos documentos para ello. ¿Pero, tenemos la condición de la mujer que la produce? 

Ayer, en los ELLE Eco Awards, una de las asistentes hablaba de los microplásticos. "Comemos" una tarjeta de crédito semanal. ¿Cuántas de estas tarjetas "comen" las artesanas detrás de muchos diseños? Cuando hablamos de los daños, nos solemos referir a los daños hacia nosotros mismos. Pero no nos preguntamos: ¿Esta mujer es libre de hacerlo, es independiente o solo tiene dinero para comer hoy? 

El vestido no está en el centro, para mí, es una parte terminal del proceso. Empezamos con alguien como yo. De lo contrario, siempre habrá una mirada superior sobre esta parte de la población mundial, una falta de empatía.

Me di cuenta de que los clientes se centran mucho en los documentos y los certificados. Hay que pensar en las manos. No solo se es sostenible por las acciones, estándares que hay que seguir, los listados… tenemos que estar alineados con los artesanos.

¿Cuándo descubrió que quería dedicarse a la moda?

Lo descubrí gracias a un concurso llamado "Who Is On Next", participé tres veces. Me expulsaron en las dos primeras. La tercera vez, uno de los talent count del concurso me dijo que, esta vez, participara con un proyecto solo mío. Fue la primera vez en mi vida que rememoré todo lo que consideraba hasta entonces como un talón de Aquiles para convertirlo en algo positivo, hermoso y que la gente podría entender sin resistencia. 

No me senté con ellos diciendo: "No hay que ser racista por X y X motivo". Les enseñé el resultado del encuentro de las culturas y todos quedaron impactados. La misma fórmula se puede aplicar a todo. La ropa no era realmente el centro del discurso, sino la multiculturalidad.

Hablando de multiculturalidad, su padre es italiano, su madre es haitiana. ¿Cómo diría que ha influido en su manera de concebir la moda?

Creo que me ha ayudado, porque no estudié, es simplemente lo que soy y lo cuento. Viene naturalmente, no necesito onboard para explicar en qué consiste la multiculturalidad.

No hay exclusión. La multiculturalidad acepta a todo el mundo, es el principio mismo. Puede que no te guste lo que llevo puesto, no te guste la colección, pero es algo alegre, hermoso y siempre ganamos cuando nos encontramos con otra cultura, sin el principio de sumisión. Partiendo de la igualdad, el resultado siempre es positivo.

Está involucrada en el proyecto "We Are Made In Italy (WAMI)", que defiende una visión multicultural y justa y lanzó el Laboratorio delle Nazioni, una plataforma de desarrollo sostenible. ¿Siempre vio la creación de puentes culturales como una emergencia?

En realidad, no hubiera querido hacer eso. No nací como activista, no era el propósito de mi vida. Pero cuando eres la primera y única mujer negra de la Cámara de la Moda Italiana, que nació en los años 50, no tienes otra opción.

Trabajo para eso también, para que las generaciones que están por venir, los que vengan después de mí no tengan que luchar en este sentido. Puede que no estén los country clubs del país o en los espacios de poder, pero ahí están y son cada vez más numerosos. Italia es multicultural, aunque muchos finjan que no lo es.

Me gustaría hacer mi trabajo de diseñadora. No soy política, no nací para hacer esto. No tengo esa formación y no quiero que nadie se vea obligado a hacerlo porque ahora mismo, soy la única en tener la responsabilidad de hacerlo y la asumo. 

Pero realmente espero que pronto, en primer lugar, no sea necesario hacerlo y, en segundo lugar, que realmente haya una nueva generación fuerte. Fue lo que pedí a la Cámara de la Moda. Si soy la única, significa que soy una excepción. Y no debería ser así, hay una nueva generación dispuesta y preparada para entrar. Que les dejen entrar, entonces yo participaré.

¿Qué diferencia a la nueva generación?

Me gustan más los diseñadores de la nueva generación que de las anteriores. Lógicamente me conquista la mezcla de culturas y veo a jóvenes mucho más "mezclados" que yo, incluso, siendo haitiana e italiana. Tienen tres, cuatro o cinco culturas que pueden contar y traducir en moda. Es precioso y es el futuro.

Es adonde vamos a ir, así que resistir solo hace daño. No estoy diciendo que se negocie la propia cultura, sino que se abran puertas y se construyan puentes. Para no parar, hay que construir puentes y todas esas ideas de nacionalismo y de soberanía, no van a ninguna parte. Estoy a favor de la cultura del encuentro.

Volviendo a la moda… ¿llegaremos a un punto en el que se acabaran las tendencias y la fast fashion?

Lamentablemente no. La moda rápida tiene un poder imperialista muy fuerte e importante. Todos pensamos que somos muy libres, revolucionarios, en realidad, nunca hemos estado tan esclavizados. Cuando las grandes casas deciden que se lleva algo ahora mismo, se lleva ahora mismo en todos los países del mundo. Cuando viajo, para misiones, a países de bajos ingresos, veo que las generaciones más jóvenes están completamente atrapadas en estas tendencias. 

Me doy cuenta de que todavía somos capaces de causar un gran daño, porque cuando hablo con ellos, les muestro todo lo que su madre o su abuela pueden hacer y marcar la diferencia. En realidad, si quieres ser excepcional y especial, eso es lo que debes hacer, no lo que la marca te dice, sino lo que forma parte de tu cultura. La vas a salvar de la extinción y podrás mantenerte con ella. Por lo tanto, también es un potencial financiero que estamos arruinando por completo con esta estética occidental.

Cuando las generaciones más jóvenes ven que estas técnicas familiares llegan a una pasarela internacional, se dan cuenta de que pese a ser difícil, es también fantástico y marcan la diferencia porque solo ellos pueden hablar de ello.

La verdadera revolución parte de la historia de cada individuo, de nosotros, de la historia de los artesanos que realmente están creando. A lo mejor no saben leer ni escribir, pero todas las mujeres que conocí son licenciadas en economía circular, pero no porque sea una estrategia, sino porque siempre lo hicieron. Saben muy bien cómo utilizar este material de por vida. Entiendo los millones que se destinan a la sostenibilidad, pero si pudiéramos detenernos y hablar con ellas, significaría hablar y aprender con los mejores de verdad. Este intercambio podría ser bueno para ambas partes.

¿Le marcó una misión en concreto?

Una de las primeras, relacionadas con el hierro forjado, en Haití. Existen técnicas tradicionales que dan excelentes resultados con papel maché y hierro forjado, para crear objetos de decoración o herramientas. 

Cuando conocí a esta comunidad, que trabaja solo con estos materiales, pensamos en transformar algo que habitualmente utilizan para obras a gran escala en algo relacionado con la moda, algo que se pudiera llevar, sin la ayuda de la electricidad. Porque cuando trabajas con estos países, también tienes que pensar en cómo lo van a hacer si no tienen recursos. La idea no es que produzcan con las máquinas con las que he venido, es que puedan crear incluso cuando no haya electricidad. Muchas veces no se realizan estos sencillos análisis.

Se dice: "vamos a ayudarlos, vamos a traer eso". Deja de decir que vas a traer algo porque en cuanto te vayas, ¿qué van a hacer? Por eso, debes partir siempre de su tradición y no debes imponer tu visión, no debes enseñarles nada. Es como un matrimonio de estilos. El Made in Italy es muy fuerte en este sentido, los italianos tienen la capacidad de transformar prácticamente todo lo que tocan en estilo y de combinar.

En esta misión, trabajamos en el desarrollo de brazaletes pequeños. Los artesanos locales nunca pensaron en hacer algo que fuera tan simple y rápido de hacer, con pintura. Los haitianos son fantásticos con la pintura de estilo naíf. Por lo tanto, no fue forzado. Fue algo natural, que consiguió mantener su tradición y protegerla. Con este pequeño producto, llegaron a un mercado global. Ahora, en toda la aldea, continúan con esta producción y también están evolucionando, cambiando los colores… pero no me necesitan. Solo estuve allí para apoyar, al principio. Pero la idea es que cuando me vaya, continúen. No puede haber dependencia de lo contrario, sería una locura absoluta, incluso una colonización. 

Cuando estudio el producto, sé que solo ayudo para la primera temporada, el lanzamiento, para llamar la atención del público a nivel internacional. Pero el producto es de su propiedad, no es mío. Lo siguen produciendo de forma autónoma.

Participó en la retrospectiva "Glamour of Italian Fashion 1945-2014" en el Victoria and Albert Museum de Londres, en 2014. ¿Cómo cree que ha evolucionado la percepción sobre la moda?

Uno de los grandes resultados es el cambio de una mirada demasiado romántica sobre el continente. Los conjuntos para los turistas, para mí era una mirada de safari… por suerte ha cambiado. África no es un moodbard. Es muy bueno incluir estas culturas en las colecciones de los principales grupos europeos o estadounidenses, pero nunca sin ellas. 

No es tan difícil, no entiendo cómo tantas marcas se equivocaron en este sentido…. ¿Quieres trabajar con patrones masai? Llama a los artesanos de Kenia. Ponte en contacto con ellos, que produzcan y trabajen, es su cultura, saben hacerlo mejor que cualquier otro. Sino, no deja de ser apropiación cultural. 

Lo mismo ocurre con esta idea de "país homenaje"... hay que pagar a los artesanos, así habrá una integración. Si seguimos diciendo "me inspiré en Mali" sin contar con la comunidad… tienen que estar ahí, contarlo, es su país. Es la única forma de evitarlo. Creo que una buena parte de la moda ha empezado a entenderlo. Están empezando a interactuar, a hacer cooperaciones internacionales. 

Se trata de trabajo, no es caridad, no la necesitan. Saben cómo trabajar. Se les tiene que enviar los pedidos de la misma manera que a los artesanos en Arles… trabajarán y se les pagará por ello con la misma dignidad y las mismas oportunidades. Cuando esta mirada de "salvador" terminará, todo irá bien.

¿Quieres hablar de un país? Perfecto, no estoy a favor de poner límites. No se trata de que cada uno solo se centre en su cultura, sino de favorecer las relaciones, incluir las comunidades, trabajar de la mano.

¿Qué deberíamos tener en mente antes de comprar una prenda?

Cuando estaba en una misión en Pakistán, apoyé los proyectos de una comunidad que vivía completamente separada del resto del país por su idioma, dirigida por mujeres. La artesana mayor me entregó sus bordados, temblando. Nunca había abandonado su pueblo. Me dijo: "va a enseñar este trabajo al mundo, va a hablar de nosotros". Y efectivamente, es mi responsabilidad. 

Me gustaría a mi vez pasar el testigo al cliente. Que se preocupe, la prenda no termina cuando la compramos, no solo se trata de que tenga los certificados y no hace falta comprar 100, con una, cuidada, es suficiente. También es importante explicarlo a nuestros hijos y a los demás. Cuando hablamos de circularidad, involucra a seres humanos, no solo las certificaciones. Tenemos una responsabilidad y la oportunidad de cambiar algo de verdad. El poder adquisitivo marca la diferencia y no hay que dejarse dictar o imponer. Tenemos una cabeza, debemos empezar a usarla.