Entrevista

Inés
Figaredo

Entrevista Inés Figaredo

De Rihanna a Miley Cirus y la familia real de Catar: Inés Figaredo, su vida en tres actos

Fecha de publicación:
Fotografía Esteban Palazuelos
Producción Claudia Matres
Maquillaje y peluquería Carmen de Juan para YSL Beauty

Es una rara avis. Ha entrado en el mundo del coleccionismo internacional sin seguir el camino habitual de galerías e instituciones. Sus compradores están en Alemania, EEUU, México, Oriente Medio y, por supuesto, en Madrid. Algunos de sus nombres son Lady Gaga, Rihanna, Miley Cyrus o las familias reales británica y catarí.

Inés Figaredo cayendo en su obra

Figaredo saltó a la fama por sus bolsos, que fueron para ella “salvavidas” tras un coma. “Después de una enfermedad, me agarré a la vida en forma de bolso”, dice. Esa transferencia entre continente y contenido la llevó al paroxismo con encargos surrealistas y millonarios. Como si Louise Bourgeois hubiera conocido a Dorothea Tanning y una noche hubieran inventado algo juntas, brindando, para sorprender a Gala.

Con los años, su trabajo fue evolucionando para tornarse multidisciplinar, buscando nuevos soportes y formatos: esculturas con neones o cristal, grabaciones, lienzos cubiertos de lana de colchones antiguos, ladrillos y piedras forrados de manteles o colchas…Su marido, Gabriel, es un apoyo fundamental para ella en su biografía, y cuentan con una gran historia de amor.

Primer acto:
En el estudio

Fotografía de Inés Figaredo a través de su obra

Figaredo camina por su estudio, mientras suena la canción de Iggy Pop, Candy. La banda sonora otorga a esta escena un poco más de sensación de irrealidad, si cabe. En la pared del fondo del taller llama la atención una obra realizada con ‘ombligueras'. “Son de mi madre y de mi abuela, algunas nos las pusieron. Antes se ponían para cicatrizar y proteger de las infecciones. Me interesa el despertar de la memoria, dónde te lleva un trozo de tela, te ves ahí, es un reconocimiento propio”, explica en exclusiva a magasIN.

Suena Concrete Blonde en este espacio en el norte de Madrid e irán pasando por el hilo musical las melodías de otros grupos del rock alternativo de los setenta y ochenta, una banda sonora que añade a la escena algo más de pasado en el presente.

De repente, suena un golpe. Un cuadro se ha deslizado desde la parte superior de una balda hasta el suelo. “¡Qué curioso!”, exclama Figaredo, contemplándolo. Y añade: “¡Pero si no se ha roto la sonrisa de cristal!”.

“La base de mi trabajo es un estudio etnográfico del grupo familiar. En ese proceso, la persona está en dos puntos distintos: en uno forma parte del grupo, y en el otro es una observadora. Mi primera etapa ha sido muy literal, abrumadora, porque formaba parte del grupo, estaba dentro del bolso, del continente, de la casa”, explica Figaredo.

“Ahora tengo una mayor perspectiva y me veo como investigadora, soy testigo, pero estoy no tan implicada emocionalmente. He llegado a una capacidad de representación distinta, de conceptualización”, continúa.

Y añade: “Sobre todo nos pesan las herencias familiares, esas frases como ‘tu abuela cocinaba muy bien’. Esa argamasa sobre la que tienes que construir diciendo ‘cómo le digo a los demás que soy distinta a ellos y a pesar de eso les quiero’. Por ejemplo, esta obra, que es muy básica, tiene iniciales de una toalla antigua. Me interesa el mensaje de las iniciales, la identidad, la alteridad, las pretensiones sociales…”.

Ser artista era “como un jardín prohibido” para Figaredo. “Con el tiempo he aprendido que siempre lo fui, porque la manera en la que resuelves tu vida puede indicarlo. Soy abogada de formación y trabajé incluso en un despacho cuando era muy joven, pero sentía que aquello era algo totalmente ajeno a mí”, confiesa. "Después de muchas vicisitudes", explica ella, "la vida me ha colocado en una posición en la que grandes coleccionistas han adquirido mi obra".

Inés Figaredo envuelta y rodeada por su propia obra

¿Se considera usted una artista de culto o de nicho?

Las etiquetas las ponen los demás. Yo lucho mucho todos los días por no pervertirme, por no contaminarme. Salgo muy poco de casa. Ni siquiera acudo a referencias de otros autores. No doy entrevistas, porque todo y nada está dicho.

La búsqueda de identidad es lo que me ha movido desde el principio. Desde luego, me gustaría que me describiesen como una artista con un universo propio, con códigos y lenguaje singulares, comprometida con su propia narrativa y discurso, con su visión.

¿Qué busca cuando crea?

Me pasa como a Johnny de Robert Palmer: ‘Yo necesito mucha certeza. Johnny siempre anda por ahí, tratando de encontrar certeza’. Gran parte de la necesidad de ordenar y elaborar mi existencia a través de mi obra y de mi trabajo viene de esa búsqueda.

Hoy por hoy no la encuentro en el otro, sino en este ensimismamiento que tengo con mi propio mundo. Vivo una suerte de distracción y siento que es eso lo que me permite que me sean reveladas las cosas para poder transmitirlas.

Fotografía de Inés Figaredo inmersa en su obra

¿Usted se ha saltado el sistema del arte, habla directamente con los grandes coleccionistas?

Hay una serie de protocolos que quizás me he saltado, pero es porque el mundo del arte es más rígido de lo que una podría pensar. Hace falta un poco más de atrevimiento. Algunas galerías que han visitado mi estudio se han quedado fascinadas con mi trabajo y, sin embargo, de algún modo me reprochan no tener una trayectoria ortodoxa. Esto te hace reflexionar. Te devuelven a las grandes preguntas sobre qué es el arte y quién dice lo que lo es.

Claro que tengo una trayectoria atípica, pero nunca he sido consciente de que hubiera que seguir unas reglas. No he llegado a este punto de casualidad, pero no tengo la fórmula de nada. De hecho, las puertas de mi estudio estarán siempre abiertas a galerías que vengan a conectar con mi obra.

Porque le ha ido increíble…

He tenido la suerte, desde un primer momento, de que personas con posiciones muy interesantes se hayan sentido atraídas por mi universo, mi forma de contar las cosas. Da igual el soporte: es el bolso, es la escultura, es la pintura… es una obra al fin y al cabo. Funciona a un primer nivel de impacto, y luego a otro mucho más profundo con el que simplemente se conecta.

Inés Figaredo envuelta y rodeada por su propia obra

Tiene coleccionistas de todo el mundo.

Sí, españoles, mexicanos, americanos, alemanes, también algunos muy importantes de Catar y de Dubái. Muchos llegaron a través del bolso, siendo capaces de entender mi evolución. Otros provienen de familias que han venido al estudio y han conectado conmigo y mi obra. Me encanta ir a sus casas y ver como conviven con mis creaciones que han hecho suyas.

Hablemos de las altas cotizaciones que maneja.

Bueno, la cotización sirve a veces como argumento para explicar la importancia de las cosas. En ese sentido, cuando les explico a mis hijos la relevancia de ciertas obras, entienden que se subasten por grandes cantidades de dinero, aunque no fuera la idea original de su autora o autor. Mi objetivo no es vender caro, pero a veces es consecuencia de mi trabajo y la importancia que tiene para el otro.

Fotografía de Inés Figaredo inmersa en su obra

¿Cuál cree que es el punto de inflexión de esa creciente fascinación?

Tengo una trayectoria que es única y es la mía. Es importante en un mundo de noticias inmediatas y tendencias globales que se perciba y valore la originalidad.

El primer bolso que vendí en mi vida fuera de España fue a la hija de Will Smith para los Black Entertainment Awards; le hice un bolso con su propio rostro. El contacto vino a través de una persona a la que le entusiasmaba mi trabajo, porque le parecía diferente.

Y en el arte ha sido así. Una cosa me llevó a la otra, mis clientes se fascinaron por lo que estaba haciendo a otro nivel, y comencé a proponer nuevas obras a coleccionistas. Pero, en este ecosistema, muchas veces no saben dónde encasillarme y eso produce un cierto miedo.

Obra de Inés Figaredo

¿Cuándo comenzó su particular relación con el bolso como soporte artístico? ¿Continúa trabajando en este formato?

Tras el coma, me agarré a la vida en forma de bolso: tuve dos años de recuperación para volver a tener fuerzas y, tras una época dura, en 2009 empezó un proceso de simbolización artística del que surgió el bolso como continente de mis emociones.

Su acogida y éxito fue una consecuencia. No se puede delimitar una época-bolso. No he abandonado ese formato. He hecho bolsos comestibles, de cristal, de papel, de neón… el concepto como tal es un soporte que me interesa. Pero la evolución era inevitable.

Uno de esos bolsos fue para la familia real de Catar.

Todo partió de una escultura, pero con mi obsesión de crear continentes que pudiesen albergar la intimidad. A ellos les propuse el diseño porque Lady Gaga y Miley Cyrus ya tenían ese modelo versionado de otra manera, así que finalmente, mano a mano, fabricamos un bolso calavera de oro 24 quilates y a la calavera le pusimos unos brackets en los dientes, y en cada diente un diamante VS1, de pedida, un solitario, y además tres pecas con diamantes de Amberes.

Obra de Inés Figaredo desde un punto de vista frontal

Segundo acto:
La casa de Inés Figaredo

Retrato de Inés Figaredo mirando a cámara

Llegamos a la casa de Figaredo, situada en un barrio elegante de las afueras de la capital, a pocos minutos en coche de su estudio. Ella se adelanta y regresa, esta vez ‘vestida de casa’: la parte de arriba de su vestido muestra unas tejas y unas ventanas, y en la parte inferior de su falda está pintada una puerta..

Inés Figaredo en su casa, trabajando en un proyecto

Ella explica su atuendo: “Tengo un marco muy rígido, que es mi casa. Y en él, un infinito de posibilidades, libertad y creatividad. Pero solo se puede llegar a él a través de un horario rítmico, un baile de dónde estás tú y dónde está el otro muy meticuloso para no pisarnos los pies, como diría Fito”. Cuenta que “la comunión con la casa ha de ser total para que se cree la magia y sortear a los fantasmas”.

“En realidad estoy trabajando siempre”, añade. “Mi incapacidad de relacionarme como socialmente se esperaría de mí con el mundo exterior me obliga a tener una rutina feroz. Para mí ha sido todo un reto estructurar mis días, porque crecí con una falta de estructura doméstica y diaria. He tenido que luchar mucho para ser quien soy. Mi día a día es ahora una fábula orgánica”, continúa.

Plano detalle de las manos de Inés Figaredo trabajando en un proyecto
Inés Figaredo en su casa, trabajando en un proyecto

“En mi casa, siempre trato de que haya muchos pequeños detalles. Me gusta estar siempre con luz. A las cinco empiezo a encender las luces, probablemente no quiero que haya soledades ni vacíos. En los cuartos de mis hijos, enciendo las lamparillas de las mesitas de noche, les coloco una planta o algún olor esencial, me gusta generar para ellos un ambiente en el que se sientan registrados, valorados, bienvenidos”, cuenta.

Y sentencia: “Si no hubiera sido madre, simplemente sería hija y quizás eso me daría una visión muy sesgada de la maternidad. He podido tener una perspectiva distinta de todo ese proceso mágico e indescifrable del que me nutro todos los días. Eso ha sido fundamental para mí, para tomar distancia. Me ha costado mucho despojarme de todo ese pasado”.

Plano detalle de las manos de Inés Figaredo trabajando en un proyecto
Fotografía de Inés Figaredo mirando a cámara y con los brazos extendidos

Tercer acto:
Conversación en la cama

Fotografía de Inés Figaredo sentada en su cama y mirando hacia un lado

La luz desciende sobre el horizonte de una casa que podría estar en cualquier lugar del mundo, rodeada de verde. Una mesita en el segundo piso, junto a la escalera, tiene un libro antiguo de Virginia Woolf, que puede que se trate de una primera edición. En el tercer piso, Figaredo se sienta sobre su cama y explica finalmente la relación con sus sueños.

Animación de Inés Figaredo en la que se destapa los ojos con un gesto de sorpresa

¿Son para usted importantes sus sueños?

Procuro estar muy atenta a ellos, los escribo y los estudio. Son una fuente de inspiración y de alimento muy grande. Pero todavía no he llegado al punto de que haya habido un sueño muy revelador para mí y estoy esperando. Sé que algún día, a través de sueños, llegaré a una información que todavía no se me ha revelado y quizás es porque aún no estoy preparada.

Hay sueños recurrentes, como que se me caen los dientes, que estoy embarazada o que vuelo, que supongo son comunes y universales de tu estado de ánimo. Pero estoy esperando poder extraer alguna información necesaria a través de los sueños, aún no ha sucedido.

¿Diría que vive usted en una ensoñación diferente?

En esta cama vuelvo a la ensoñación, no sueño tanto como visualizo. En este lugar realmente lo que hago, muchas veces en mitad del día y a menudo sin motivo, es que me tumbo y entro en ese estado de ensoñación que es un terreno muy fértil, en el que tengo que estar muy despierta dentro de esa especie de clarividencia tan reveladora.

A través de procesos de automatismo y asociación, de repente ideas muy tempranas se asocian con información que tienes ahora; es el famoso momento de duermevela, eso es lo que realmente ocurre en esta cama.

Inés Figaredo en su casa, trabajando en un proyecto

¿Alguna idea que haya desechado finalmente por imposible?

Muchos de mis bolsos eran imposibles y se hicieron; no deshecho nada. Es verdad que siempre pienso en obras museísticas de grandes dimensiones y se me ocurren cosas muy bizarras que ahora mismo por espacio no puedo hacer. Y estoy esperando a ese proyecto que despliegue totalmente obras con mi argumento y narrativa, desde lo íntimo y doméstico, desde ese hilo se puedan hacer obras magníficas.

¿Algo escandaloso?

No me escandalizo por nada y no busco que la gente se escandalice por mí. Estoy tranquila. He arrastrado sentimientos de culpa en otras épocas, pero ya quiero trascender todo lo social y estar por encima de convencionalismos y opiniones. No creo que nadie deba escandalizarse por mi obra, no es mi intención.

Plano detalle de las manos de Inés Figaredo trabajando en un proyecto

Un secreto que ha llegado el momento de contar…

Hace tiempo que me desprendí de los secretos, algunos los cuenta mi obra y muchos los he hablado directamente con mi familia. Creo en la verdad y en llamar a las cosas por su nombre. Es importante distinguir la realidad de la ficción, si no hablamos de psicosis.

Inés Figaredo siendo entrevistada