Elena González Blanco (Murcia, 1981) es una de las mayores expertas en inteligencia artificial en español. Con las ideas muy claras y un sólido conocimiento de las oportunidades que ofrecen estas nuevas tecnologías, su apuesta por el mercado hispanohablante ha despertado un enorme interés.

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A los cinco años recitaba versos de la Eneida en latín. Doctora en Filología Hispánica -medievalista para mayor gloria-, especializada en tecnología lingüística y procesamiento del lenguaje, dejó la investigación académica por la empresa y esta por el emprendimiento. Algo poco habitual en este país.

Es CEO y cofundadora de las startups Clibrain y Clidrive. Clibrain es una plataforma segura para las empresas y optimizada para hacerle preguntas en español. Clidrive te ayuda a obtener un préstamo usando el coche como aval. Ha facturado un millón de euros en tres meses.

Investigadora reconocida internacionalmente, tiene en su haber numerosos premios. Ha figurado en repetidas ediciones entre Las Top100 Mujeres Líderes de España y ha sido reconocida como uno de los líderes económicos del futuro en España.

La entrevista es por Teams. Ella desde Harvard, yo en Madrid. Primero me atiende desde un ascensor solo con audio. Luego, entra en una enorme sala de la Universidad. Se pasea entre las mesas hasta que encuentra una bien iluminada para conectar la imagen de vídeo. La señal de wifi no es muy buena. El audio se distorsiona con algunas consonantes. En especial, “erre” y “jota”. Entramos en una nueva época.

¿Cómo llega una doctora en Filología Hispánica a la IA?

Terminé mi doctorado en Harvard; justo hoy celebro el 15 aniversario de la graduación. Aquí se despertó mi vocación. Yo venía de una España de ciencias o letras: pasé de un trabajo con fotocopias en el CSIC a una biblioteca con una base de datos digital.

Cuando volví a España monté un centro de investigación en Humanidades Digitales en español. Cada vez más, empecé a orientar la investigación hacia la parte de tecnologías del lenguaje y de la IA. Ha sido una transición natural y paulatina. Llevo más de 15 años trabajando en cómo la tecnología puede hacer que las máquinas hablen, por así decirlo.

Recientemente fue invitada a una charla con Sam Altman, el fundador de Open AI (Chat GPT), organizada por el Instituto de Empresa en Madrid. Tienen dificultades para encontrar datos en español con los que entrenar los modelos. ¿Es lo que estáis haciendo en Clibrain?

Sí. La IA, tanto desde un punto de vista histórico como científico, ha sido entrenada en inglés por empresas fundamentalmente estadounidenses. Todo lo demás se traducía. Esto hace que no funcionen tan bien en otros idiomas. En español hay muchas variedades y registros. Hace falta entrenamiento y un conocimiento del contexto cultural.

¿De qué manera se han entrenado modelos como ChatGPT?

Con un montón de textos libres de internet que se han metido en un modelo gigantesco. Para el entrenamiento en español no han tenido en cuenta datos de la RAE, la Biblioteca Nacional, las academias, ni datos locales de los países hispanohablantes.

Nosotros, en nuestra plataforma Clibrain, por un lado, estamos trabajando en un modelo grande de lenguaje, un LLM, para toda la parte de español. Por otro, en adaptar todas las tecnologías que ahora mismo se están liberando, que son muchísimas.

¿Por qué es importante?

Primero, porque no hay ninguna herramienta que ahora mismo te permita trabajar específicamente en español. Nosotros empezamos a desarrollar este software cuando en nuestro propio call center de Clidrive, las tecnologías estándar de mercado no funcionaban bien y transcribían mal. Nuestra tecnología permite escuchar todas las llamadas a la vez y detectar los problemas muy rápido.

¿Eso reduciría la frustración de cuando llamas a atención al cliente?

Va a mejorar muchísimo no solo la experiencia del cliente, sino también la de los servicios sociales, asistencia a emergencias, servicios públicos de ayuda al ciudadano, compañía y asistencia a personas mayores.

De hecho, estamos trabajando en cómo mejorar los servicios de asistencia a las personas mayores gracias a las tecnologías de la IA aplicadas a la voz. Va a ser mucho más fácil para ellos. Hay una oportunidad de oro para ayudar a las personas que están solas, que tienen problemas mentales, alzhéimer…

¿En qué fase de desarrollo se encuentra Clichat?

Hemos lanzado una primera versión y estamos probando con las empresas más cercanas para recibir feedback y hacer las correcciones que sean necesarias. Estamos muy abrumados por el impacto que ha generado. Tenemos ya una lista de espera de 200 empresas

Es muy importante la formación. Yo trato de romper esa barrera y acercar esta tecnología para que cualquier persona la pueda usar sin tener que ser experta en machine learning. Tenemos que quitar los miedos que surgen en los titulares de los periódicos. Primero, porque no tiene vuelta atrás y, segundo, porque tiene un valor incalculable.

¿Vuestras aplicaciones se pueden utilizar en Hispanoamérica?

Sí. El interés es enorme porque no hay soluciones de IA que funcionen bien en español. Tenemos ya acuerdos. En cuanto tengamos la rentabilidad asegurada daremos ese salto. Para mí, la lengua española es el anclaje fundamental de todo lo que estamos desarrollando.

Es una cuestión de supervivencia cultural…

Una de las cosas que más me ha sorprendido desde que lanzamos la empresa es el comentario de lo necesario que es. Es casi una misión social. Darle a nuestra lengua el estatus en tecnología que se merece.

Ahora podemos hacerlo porque tenemos las herramientas y los datos, que es lo más importante a la hora de nutrir estas herramientas. Puede haber una oportunidad económicamente muy competitiva gracias al español.

Lo que no está en la web parece que no existe y casi toda la IA está alimentada con datos de la cultura anglosajona…

Elena González-Blanco.

Ayer me decía un catedrático de Harvard que la IA todavía no había incorporado el refranero. Era de Puerto Rico, donde a quien no habla con refranes no se le entiende.

Me pareció un ejemplo buenísimo. Los matices culturales no están metidos en una máquina estándar. Nuestro acervo cultural es muy rico y se lo debemos inculcar a estas maquinitas para no perderlo.

Estáis todavía constituyendo un equipo y, sin embargo, las tecnológicas han despedido recientemente a mucha gente…

El mercado va y viene. No buscamos constantemente gente, pero sí los diamantes en bruto. Hemos podido recuperar muy buen talento de empresas que por razones de mercado no les había ido tan bien. Ha sido una oportunidad para nosotros.

Somos unas 53 personas con un equipo técnico muy fuerte. Esto nos hace ser muy rápidos. En Clipdrive, en 3 meses hemos facturado 1 millón de euros y pronto alcanzaremos la rentabilidad. Esto te da tranquilidad para trabajar. Es una maravilla.

Hay una carrera frenética de inversión en IA. Asia ha adelantado a EE.UU

Entiendo la reacción del mercado. Es como cualquier tipo de burbuja de inversión en tecnología. La hubo con los punto.com, con blockchain, ahora toca con la IA. La diferencia es que estamos en el comienzo de una tecnología exponencial.

Los fundamentos matemáticos de lo que estamos viendo se inventaron en los años 50 del siglo XX. Pero ahora las tecnologías de los videojuegos, las CPU y los sistemas de almacenamiento y de procesamiento, que van evolucionando hacia la computación cuántica, cada vez funcionan mejor.

Es imposible competir con las grandes tecnológicas…

Nuestro objetivo no es competir con OpenIA, sino ofrecer una solución más cercana a la persona de a pie, que las sepa usar y maximizar. La tecnología no para de mejorar y cada semana sale una cosa nueva.

En España hay muy buen talento, se puede emprender y podemos llegar a competir con esas startups de Silicon Valley. Hay que tener las cosas claras, saber ver las oportunidades y atreverse.

¿Por qué cuesta más el desarrollo tecnológico en Europa?

Primero, porque hay un entorno altamente regulatorio y proteccionista. Esto es bueno y malo, porque las empresas pueden verse cohibidas por esa hiperregulación que, muchas veces, no se sabe hacia dónde va.

Por otro lado, están las diferencias culturales. El tradequick de EEUU en España da miedo. Cuando dije que dejaba un puesto en el Banco de Santander para emprender, la gente no lo entendía. Un americano te hubiera felicitado.

Es muy importante, también, la actitud a la hora de lanzarse al mercado y probar a hacer proyectos. Saber que si algo no funciona tienes que reaccionar rápido y hacerlo funcionar. Esto es fácil, bonito y factible.

Usted ha pasado del mundo académico al empresarial y de ahí a emprender… eso en España no es muy común.

Es muy raro. En España, el tema ciencias y letras parece que te marca desde pequeñito. Los ámbitos público-privado están muy separados. Los de universidad-empresa, separados abismalmente. Yo he trabajado muchísimo con el MIT (Instituto Tecnológico de Massachussets). Ahí se espera que los estudiantes monten empresas.

La combinación entre investigación, docencia y aplicación al mundo real es lo ideal. Hace que las empresas no sean startups oportunistas que tienen las patas cortas por algo que se está poniendo de moda, sino que, de verdad, haya una carrera de fondo que haga que montes un modelo de tecnología nuevo y actualizado. En el caso de la IA es fundamental porque va tan rápido que te quedas desactualizado enseguida.

Beneficios de la IA hay muchísimos. ¿Cuáles son los principales riesgos?

El principal riesgo de la IA es la estupidez humana. Cada vez que se ha inventado una tecnología ha habido augurios catastrofistas. La regulación es necesaria. Hay que entender cómo funciona y dónde están los límites. Lo que pasa es que todo ha ido muy rápido.

¿Cómo se mantiene al día ante la continua innovación?

Vengo del mundo científico y tengo esa curiosidad. Mi mayor enemigo es el reloj. Los días tienen 24 horas. Yo les saco unas cuantas más (ríe).

Y luego en Clibrain tenemos un equipo tan potente tecnológicamente… Ya solo en nuestro canal de comunicación se van pasando todos los días los “papers” que han salido, las innovaciones, recomendaciones sobre una herramienta. Esto es una fuente de riqueza increíble. Una persona sola con todo lo que está pasando no podría estar al día.

Con 4 hijos, ¿cómo se organiza?

No es una cuestión de ser superwoman, sino de ser superviviente (se ríe). Con mucho afán, sacrificio y organización. Creo que no hay trampa ni cartón. A mí me ayuda mucho a no abrumarme con nada. Cuando tienes una situación compleja sabes salir mejor de ella.

¿La carrera de filología tiene futuro en el ámbito las nuevas tecnologías?

Ahora mismo sí. Lo primero, no creo que las profesiones vayan a destruirse sino a transformarse. Si las grandes empresas no empiezan a incorporar estas tecnologías en el día a día, van a perder cuota de mercado y se van a quedar obsoletas, y las pequeñas van a subir más.

Cada vez es más importante que haya personas que sepan hablar y escribir correctamente, que tengan un análisis de pensamiento crítico y puedan diferenciar la información verdadera de la falsa y saber de dónde provienen las fuentes. Los adolescentes usan la tecnología y tienen acceso a una cantidad de información ingente, pero no suelen distinguir cuál es válida.

Creo que hay que educar muchísimo a la sociedad en este tipo de habilidades. Si no, haremos humanos tontos. Gracias a que las máquinas nos quitan esas tareas menos inteligentes y más rutinarias, debemos potenciar aquellas capacidades que nos hacen ser más humanos.