La Copa del Mundo de fútbol femenino 2023, celebrada en Australia y Nueva Zelanda, arrancará oficialmente el 20 de julio. En este esperado torneo, competirán un total de 32 selecciones, entre ellas la de España. Las jugadoras están llegando estos días al destino, entre ilusión y reivindicación.
[Raquel Sánchez, Cuca Gamarra, Begoña Gómez... líderes españolas se cortan el pelo por las iraníes]
Un equipo en concreto ya demostró su compromiso: el de Brasil. La selección aterrizó en Brisbane, el pasado miércoles, en un avión "personalizado" con los rostros de los manifestantes iraníes por los derechos humanos, recientemente detenidos: Amir Nasr-Azadani y Mahsa Amini, ambas figuras relevantes de las protestas contra el régimen iraní y sus polémicas medidas.
Además de sus rostros, el avión presentó dos frases con un fuerte significado: "Ninguna mujer debe ser obligada a cubrirse la cabeza" y "Ningún hombre deber ser ahorcado por decir esto", en cada lateral del aparato.
Esta toma de posición se suma a una medida tomada por la FIFA. La Federación anunció que las capitanas de los equipos de la Copa Mundial Femenina podrían usar un brazalete en apoyo a ocho causas sociales diferentes, incluida la igualdad de género, la inclusión y la paz, en el marco del torneo. Brasil está en el Grupo F junto a Francia, Jamaica y Panamá. Hará su debut el 24 de julio en Adelaida.
Mahsa Amini y Amir Nasr-Azadani, los símbolos
La manifestante iraní Mahsa Amini, de 22 años, fue detenida por la "Policía de la Moral" en septiembre de 2022, presuntamente por no llevar de forma adecuada el hiyab. En la camioneta que la dirigía a la comisaría "para recibir orientación y educación", según testigos oculares, fue golpeada hasta el coma. Tres días más tarde, murió.
Su asesinato provocó una oleada de apoyo en todo el país y más allá. En señal de apoyo, miles de mujeres, además de manifestar, salir a la calle y desafiar esos códigos de vestimenta y conducta del régimen, se cortaron un mechón de pelo, consiguiendo viralizar el mensaje en todo el mundo.
Amir Nasr-Azadani, exfutbolista, fue a su vez detenido y condenado a 26 años de cárcel. Fue acusado de participar en el asesinato de tres agentes de seguridad, incluidos dos miembros voluntarios de la milicia Basij, durante las protestas en Isfahan el 16 de noviembre, y de pertenecer a grupos ilegales con el objetivo de perturbar la seguridad pública.
Sus detenciones y muerte, en el caso de Mahsa, se suman a una larga lista de acciones, realizadas de manera ilegal. Amnistía Internacional ha llegado a denominar los juicios como "farsas", señalando los repetidos intentos de venganza. Algunos organismos cifran en 500 las personas fallecidas en las protestas y 20.000 los ciudadanos detenidos.