Julia
de Castro
Julia de Castro (Ávila, 1984) es una renacentista de provincia, pólvora sin mojar, un pulpo con los dos sexos: “Todos somos bisexuales, de verdad lo creo”, asegura. Ella extiende sus tentáculos por la acera y lo mismo pone una ventosa en el escaparate de una galería de arte que en el manillar de la entrada de artistas de un teatro.
Al terminar esta sesión fotográfica, charla con magasIN mientras se come un pincho de tortilla, su comida favorita, con una voracidad sorprendente. “Hago ayuno intermitente, llevo sin comer nada desde ayer a las ocho de la tarde, podría comerme la tortilla entera”, dice divertida.
De Castro es muchas cosas, por ejemplo, actriz. Estos días estrena una nueva serie de comedia en Movistar Plus+. “Poquita Fe está hecha por los dos tíos de Camera Café, con una bondad y un cachondeo que alucinas, con una manera de trabajar que te mueres de amor”, cuenta.
Por eso hoy charla, entre bocados de patatas cuajadas, sobre televisión, pero también sobre radio, cine, música, performance e incluso sobre la muerte de sí misma en 2019 cuando, cuenta, “maté a De La Puríssima hace cuatro años literalmente, la maté sobre un escenario”.
Blazer de Sandro, pantalones de BSB, zapatos de Roger Vivier y pendientes y collar de SUOT STUDIO.
No tiene miedo a atreverse ni a confesar, lo cual la coloca en un selecto grupo de actrices de culto de la contemporaneidad. Hace unos meses, en la sala principal del Teatro Español, interpretaba el papel de ‘la mujer rota’ en una producción de Carlota Ferrer titulada Los Nadadores Diurnos. Tuvo muy buenas críticas.
Unos días más tarde, durante la gira, escuchó a dos señoras criticarla desde el patio de butacas durante una escena en la que aparecía tocando a su amante en la primera fila de un cine porno parisino.
“Estas dos señoras, ojo, todo mi respeto, porque estaban enfadadas y me pusieron verde pero no se levantaron, estuvieron allí delante de una escena que las incomodaba, y se quedaron hasta el final de la obra. Y el teatro es eso, uno no va a siempre una sala a que le complazcan”, reflexiona la actriz.
De Castro sonríe siempre con dos sonrisas simultáneas, de risa y de ironía. “Yo en realidad no siento que el artista tenga ninguna responsabilidad. Si tú actúas y creas desde la responsabilidad, ¿qué creación es esa? Eso no tiene ningún sentido. Lo incorrecto es muy importante”, asegura.
Y, continúa: “¿Dónde dejamos si no a Pasolini y a tantos otros? Por ejemplo, me gusta la programación del CDN, porque no hay una obra programada que no esté relacionada con una reflexión de imperiosa contemporaneidad. Todo esto tiende a confundirse: yo me defino como religiosa, soy cristiana, pero eso no implica que no pueda interpretar como artista a personajes que no piensan igual que yo”.
La nueva comedia de Movistar Plus+
En esta serie, Poquita Fe, interpreta a la cuñada del protagonista [Raúl Cimas].
Sí, estamos muy acostumbrados a que el cuñadismo sea masculino y aquí es una mujer. ¡Ojo con las cuñadas! —sonríe ampliamente—.
En el eneagrama, mi personaje sería un 4. Muy sexual. Tiene una frustración muy grande, está muy paralizada porque acaba de tener una ruptura. Tiene el amor incondicional de todo el mundo pero lo desprecia.
He conocido a gente así. Es gente que se desprecia a sí misma, y por eso que la quieras le parece despreciable. Cuanto más la quieres, peor. Fíjate qué existencia tan terrible.
Sólo se consigue llevar bien con un jubilado con el que se encuentra por la calle.
Es que luego tiene una bondad y una vulnerabilidad que demuestra con gente que no la puede juzgar, como un señor senil que está ahí, y con él puede expresarse. Es un guión genial, ¡en él puede depositar ese amor!
Luego, según va avanzando la serie, el personaje se transformará.
A esta serie la llaman “la nueva Paquita Salas”. ¿Por qué cree que resulta tan graciosa?
Mira, el otro día hubo un visionado para el equipo y vinieron mis padres. Estaba Raúl Cimas y les presenté. Él lleva la broma encima, es una broma constante, es como Joaquín Reyes, que son tan increíblemente graciosos que están constantemente afinando su virtud.
Resulta que cuando le presenté a mis padres, él les dijo “os acompaño en el sentimiento” y mi madre, muy seria, le respondió, “no entiendo la broma”. Eso hizo todo mucho más gracioso.
En resumen, lo más gracioso es siempre un poco trágico. Así ocurre también con la serie.
Música, teatro, cine y radio
Arte contemporáneo, teatro, tv, cine, radio, música, libros… lleva a cabo muchas propuestas artísticas simultáneas.
Sí, pero conozco a muchas mujeres de mi generación que también. Cuando trabajé con Ana Morgade, por ejemplo, me impresionó mucho todo lo que hacía a la vez y yo me preguntaba: ‘¿Pero esta chica cuándo hace todo eso?’. Hay muchas mujeres que me inspiran.
¿Cuál fue la primera?
Pues mira tengo un recuerdo muy gracioso. Fui al estreno de Lucía y el Sexo y coincidí con Paz Vega y Nawja Nimri en el baño. Yo tenía quince años, me quedé mirándolas y dije: ‘Yo quiero ser Nawja’.
Me acuerdo que iba vestida con un pantalón cortísimo pero con bata de cola. Y, ahora, coincido con ella en una película de Paula Ortiz, en un papel pequeño.
Pero, si hay una mujer que me marcó inicialmente fue Teresa.
¿Santa Teresa?
Claro. Y su madre, Beatriz Dávila y Ahumada, la gran mujer olvidada de esta leyenda. Las grandes mujeres nunca vienen de la nada, siempre tienen su explicación en otras mujeres.
¿Y después?
Estuve muy fascinada cuando era pequeña por Carmen Laforet, por Anais Nin, cuando iba a París; por Susan Sontag, por la periodista Gioconda Belli.
En cine, Sophia Coppola o Phoebe Waller-Bridge. Y luego, a través del teatro, conocí a Angélica Liddell, que nos ha obsesionado por algún momento, me interesa mucho El Conde de Peñafiel, igual que la escritora Cristina Morales.
También el pódcast Deforme Semanal, que me acompaña mucho y mi padre llora de la risa, con Isa y Lucía. Me encanta cómo hacen accesible el conocimiento que tienen.
Ahora, estoy leyendo sin parar a Silvia Federici.
Camisa de Georges Rech Paris, pantalones de Rinascimento, cinturón de Momoni, zapatos de Ángel Alarcón y anillos de Cata Vassalo y SUOT STUDIO.
¿Cómo resumiría su carrera?
Pues soy abulense, tardé diez años en terminar Historia del Arte en la Complutense porque combiné esos estudios con el grado medio de violín, la RESAD, la ECAM y fui más lenta, claro.
Terminé, me puse a trabajar y estuve diez años con De la Puríssima [un proyecto musical para poner en valor el cuplé con el que realizó giras por todo el mundo, de Nueva York a Pekín]. En 2017, Carlota Ferrer me dio una gran oportunidad en el teatro y a partir de ahí empiezo a trabajar más sobre las tablas.
Luego, tuve la beca de la Academia de Roma y poco a poco fui encontrándome con mis propias decisiones artísticas.
En 2019 mató a De La Puríssima, su proyecto anterior, en los Teatros del Canal. Es decir, se deshizo de un alter ego que había creado diez años antes. ¿Es ahora su relación con el cuplé marginal?
Ya no canto, pero hago muchas formaciones y conferencias. En el semestre de verano del máster de performance de NYU, me pidieron dar una masterclass sobre cuplé y me encantó enseñar a gente ajena a este género, que no saben nada, conectar y que entiendan qué es.
Mi cupletista favorita sigue siendo La Fornarina y Sara Montiel tiene un lugar especial, claro.
Ahora va con una obra de teatro al Festival de Avignon.
Sí, vamos con un proyecto que se llama Carne Barroca, somos Carlota Ferrer y yo, es una propuesta pequeñita en el off de Avignon. Son textos de mujeres dramaturgas del siglo de Oro, que descubrí en una exposición maravillosa en el Instituto Cervantes y que no se pudo ver porque vino la pandemia. Se titulaba Tan sabia como salerosa, me la enseñó la comisaria el día de antes y nunca se pudo inaugurar [levanta los hombros].
¿También sigue exponiendo como artista?
Sí, es mi segunda expo colectiva con la galería Arniches. Audiodescripción 1 es una pieza que responde a que la galería me pidió hacer una propuesta sobre el tema de la pornografía. En este caso, lo que propuse fue omitir la imagen.
Mi abuelo era ciego. Siempre me pregunto cómo una persona invidente se puede acercar a la pornografía. De la mejor manera posible, porque la imaginación está siempre por encima de las imágenes violentas que ahora proliferan.
La educación sexual es muy importante y la pornografía está generando pautas de comportamiento que en nuestra época no sabíamos ni siquiera que existían y no se nos pasaban por la cabeza. Propongo una pornografía sonora para que la persona pueda escuchar e imaginar.
En Oporto hay un centro increíble, Batailla de Cinema, que hace un ciclo sobre la transición española e inauguré con una performance sobre el doblaje, sobre cómo ha influido y cómo se puede utilizar como herramienta.
Traje de GANT, zapatos de Christian Louboutin, pendientes de Thomas Sabo y anillo de SUOT STUDIO.
Está trabajando también en el estreno de una película…
Sí, María Giselle y yo hemos coescrito, codirigido y coproducido la película On the Go. Habla sobre la maternidad tratada con menos gravedad, al mismo tiempo que es crítica con la decisión de la maternidad al final del momento fértil, con la idea de que muchas veces las decisiones más importantes se toman sin pensarlas mucho, y tampoco pasa nada.
La ligereza no debe ser siempre culpabilizadora. Somos dos mujeres, ella y yo, que hemos tenido que elegir entre ser madres o seguir trabajando y no serlo.
Vestido y botas de Bimba y Lola, pendientes y anillo de SUOT STUDIO.
¿Y en radio?
Estoy en La clásica de los clásicos. Es una sección dentro de un programa que se llama Que parezca un accidente de Radio 3, lo mejor que he hecho en mi vida: mi jefe me apoya en todas las bizarradas que llevo e ir cada miércoles me da mucho orden.
¿Hay un ámbito que fuera el más importante de su carrera?
Pienso a veces que si hiciera ese ejercicio me iría mejor. Quizás no soy muy buena empresaria. Me gustaría tener a alguien como ‘la Pili’, la hermana de Rosalía. Pero quizás no sería feliz haciendo sólo una cosa.
¿Y cómo elige los proyectos?
Me encanta todo aquello que no entiendo. Todo lo que supone un reto, desarrollar una habilidad o un conocimiento. Por ejemplo, mi pareja y yo podemos hablar perfectamente de temas en los que estamos en las antípodas y aprender muchísimo. A veces nos preguntan ‘¿y vosotros sois pareja?’, porque hablamos mucho [se ríe].
La política
“Me encanta el fútbol y me encanta la política, pero son dos cosas distintas”, continúa en la conversación Julia de Castro. “En mi casa somos cuatro, y hemos llegado a votar a cuatro partidos distintos. En mi familia se enseña, desde siempre, el pensamiento crítico. Si el programa de un partido político en relación a la sanidad o la educación no tiene ningún sentido, hay que ser capaz de verlo, aunque te guste ese partido”, cuenta.
La de Ávila cuenta que “soy del Atlético de Madrid porque mi abuelo era del Atleti, obviamente es un juego, y está basado en la idea de Succession. Esa de que tú te debes en cierto modo irónico al proyecto de las personas que te han querido más. Nos hace toda la gracia y todos somos del Atleti”.
Más seria, continúa, “ahora, ser de un partido político incondicionalmente, sin leerse el programa, diga una cosa o la contraria, y no diferenciar entre las personas que son candidatas, me parece algo surrealista. Necesitamos ya una madurez democrática, y hay que parar de tener discusiones con gente que está defendiendo algo sólo y exclusivamente porque en su casa no se cambia de idea, porque un partido es el suyo”.
Lo que más le gusta de la política a Julia De Castro es “la posibilidad de tener un efecto directo sobre la realidad, la economía, la sociedad y la cultura, cuando se generan cambios reales. Ves los cambios”, asegura.
“Mi hermana trabaja en política europea y me cuenta que cuando estás en un gabinete y ves que las cosas cambian por una nueva medida, es muy impresionante. El cambio debe de generar una satisfacción increíble. Pero el arte también tiene una capacidad de cambiar la realidad, no hay que olvidarlo nunca”, concluye.