Fue a poco de empezar este siglo cuando la vieja central eléctrica de Bankside, en Londres, abrió sus puertas tras años acumulando escombros para dar la bienvenida al emblemático Tate Modern. De las ruinas a convertirse en uno de los museos de arte moderno más importantes del mundo, su creación hizo realidad una utopía que las ilustradoras Eva y Marta Yarza también quisieron emular dieciséis años más tarde, desde sus propias tierras viguesas y a golpe de lápiz y pantalla.
Muchos habrán visto alguna vez sus diseños, pero quizás no tantos pondrán rostro a las artífices de los mismos. Para conocerlas hay que recordar, en todo caso, tres detalles básicos: son hermanas, son gallegas y llevan años liderando una revolución sin precedentes —y con mucha marca Ñ— en el panorama del diseño gráfico internacional.
Para ellas, no hay un día igual. Branding, imagen de marca, diseño editorial, cartelería, anuncios de moda… El estudio de Yarza Twins —situado en un coqueto apartamento en la ciudad de las cabinas rojas— toca todos los palos, y lo hace con un éxito arrasador que no conoce fronteras.
Un triunfo a fuego lento
El pequeño barrio vigués de As Travesas las vio crecer, y también lo hizo junto a ellas. Tuvieron una infancia de esas que se recuerdan con cierto brillo en los ojos: divirtiéndose guiadas por la creatividad pasaron sus primeros años estas artistas, que hoy acumulan grandes anécdotas y aprovechan para contarlas con gracia a este vertical.
Las hermanas recuerdan con cariño el momento en el que crearon "el dibujo más grande del mundo" —o al menos eso pensaban ellas—, con "un rollo de papel fax de la oficina de nuestro padre que todavía conservamos". También aquella época en la que hicieron sus primeros pinitos como arquitectas construyendo sus propias casas de muñecas.
Dos anécdotas que mucho tienen que ver con el camino que ambas acabarían tomando años más tarde. Eva estudió Bellas Artes. Marta, Arquitectura Técnica. Sus caminos se separaron por un tiempo, antes de que el encanto magnético de Londres volviera a reunirlas en las aulas de la Central Saint Martins. Allí se formaron en Diseño de Comunicación, y se convirtieron oficialmente en lo que son hoy junto a su marca, Yarza Twins.
Con la mirada puesta en el futuro, pero sin olvidar sus orígenes, la dupla encontró en la vieja fábrica de pan de su ciudad natal una oportunidad que no podían dejar pasar. Un vetusto edificio que el centro de Vigo ha albergado desde 1924, pero cuyos planes de demolición para construir apartamentos llevaron a las hermanas a montar la plataforma Salvemos a Panificadora.
Se fijaron en ella, cuentan, "cuando todavía éramos estudiantes, porque nos enteramos de que había un proyecto para demolerla, y ya antes habían derruido otros espacios formaban parte de la herencia industrial y arquitectónica de Vigo", explican. "Nos parecía una pena que este también se perdiese". Así que se propusieron reconvertirlo en un museo de arte moderno.
Lo idearon todo de cero, desde la creatividad de quienes no tienen nada que perder. Todavía sin clientes en la cartera e inspirándose en los orígenes del Tate Modern, crearon la imagen de marca de su museo soñado, reuniendo firmas y con el apoyo de los vecinos de la ciudad.
El sello Yarza
Que el primer gran proyecto de las artistas tuviera tal potencial reivindicativo dice tanto de ellas como de lo que pretendían por entonces mostrar al mundo. Inspiradas por grandes inconformistas, de Jeff Koons a Marina Abramović, sus diseños aportan un aire fresco y muy propio a un sector en el que la creatividad es la única que abre puertas.
"Nos gustan las personas rompedoras", confiesan las Yarza, precisamente porque ellas también lo son. Al preguntarles por su sello, explican a magasIN que cuidan cada color, cada tipografía y cada concepto al detalle. Que trabajan con minuciosidad hasta dar con la tecla, como compositoras que vuelven una y otra vez a la partitura en busca de la nota precisa.
"Los diseñadores se construyen una identidad en torno a ellos, pero no es algo consciente. Las personas siempre ponemos algo de nosotras mismas en lo que hacemos, de ahí sale nuestro sello", cuentan en conversación con el periódico.
¿El suyo? Un estilo propio. Limpio, pero con un toque abrupto. Dispuesto a salirse de los márgenes —como ha hecho con la edición impresa de la revista Neo2— pero que también puede plasmarse en marcas de tradición más clásica, como Hijos de Rivera.
Para el proyecto de esta última se inspiraron en los murales cerámicos que alberga el museo de Estrella Galicia, elaborados en los años 60 por el artista Ángel Atienza.
Su propuesta les ha valido recientemente un Laus al Mejor Diseño de Marca (2023), aunque a este también le preceden un Lápiz D&AD (2018), el Premio Nacional de Diseño en la categoría de Jóvenes Diseñadores (2020) y el Premio Gallego de Innovación y Diseño (2021), entre otros éxitos.
Talento Ñ y diversidad
Entonces, ¿se valora al diseñador aquí, en España?, podrían preguntarles. Y ellas dirían que "cada vez más, porque por fin se ha entendido que el branding es uno de los aspectos que más tienen que tener en cuenta las marcas. La gente sí que juzga un libro por su portada", coinciden.
"El problema de los creativos en España está en que el síndrome del impostor es más fuerte que en otros países, aunque fuera se nos valora muy bien como artistas".
Haciendo comparativa con Reino Unido, donde se desarrollan actualmente, las hermanas explican que "los británicos son buenos con el craft, con el orden y la organización; los españoles somos más arriesgados y nos gusta marcar la diferencia, explorar colores, etc.", cuentan.
Yarza Twins lleva más de seis años poniendo su creatividad al servicio de las mejores marcas. De Adidas a Smirnoff, pasando por Huawei y Converse, sus colaboraciones sirven como muestra del potencial que puede emerger de las agencias creativas cuando a sus mandos se encuentran mujeres.
"Las cosas han cambiado mucho en los últimos años, pero hay algo que sigue fallando. Los estudios nos dicen que el porcentaje de estudios de creatividad dirigidos por mujeres es ínfimo, pero al mismo tiempo son ellas las que representan a la gran mayoría de estudiantes en las clases de diseño", reflexionan.
En un contexto en el que la cartelería se tiñe de morado y el arte es más reivindicativo que nunca, las artistas confían en un futuro inclusivo guiado por las nuevas generaciones. "En mi primer año de carrera escuché a un profesor decir que las mujeres eran muy currantes, pero que los verdaderos artistas eran los hombres", recuerda Eva. "Decir eso ahora acabaría en una revisión con la universidad, afortunadamente".
Marta se suma a su hermana y celebra "la suerte que hemos tenido de haber empezado nuestra carrera en esta época, y no antes, porque era mucho más difícil... Pero nosotras también hemos estado ahí. La clave está en romper con esas limitaciones que a veces nos creamos a nosotras mismas. Si eres una chica que está trabajando en un estudio y no sientes que te aprecian, que tus ideas son escuchadas, y tú de verdad crees que son buenas, haz las cosas por tu cuenta y lucha por ello. Confía en tu valía".
Las ilustradoras terminan su conversación con magasIN pensando en el futuro, en el suyo, y en el de la profesión, en un mundo al que parece querer acechar la inteligencia artificial. Pero de momento, celebran, esta "no crea nada nuevo", como sí hacen ellas cada vez que sus pinceles afilados se deslizan sobre la pantalla, con una impronta inconfundible que lleva el apellido Yarza por todo el mundo, y pretende seguir haciéndolo muchos años más.