Bisnieta del pintor Joaquín Sorolla Bastida, Blanca Pons Sorolla es Patrona de la Fundación Museo Sorolla desde 1992 y autora de la biografía más completa sobre el pintor valenciano, así como una de las mayores especialistas del mundo en su obra.

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Incansable, cercana y heredera de la belleza y la fuerza de las mujeres de su familia (de su bisabuela Clotilde a su abuela María, a quienes nuestro pintor valenciano más universal inmortalizó en numerosas ocasiones), nos recibe en el Museo Sorolla de Madrid, un lugar en el que ella siempre encuentra la paz.

Recorremos con ella ese remanso de tranquilidad, en el centro de Madrid, en el que es posible desconectar del tráfico y el ruido paseando por los jardines que el propio artista diseñó.

En la casa que él mismo proyectó y donde vivió, se conservan hoy más 1.300 cuadros, 5.000 dibujos y 6.000 fotografías, además de esculturas, muebles o cartas. Su bisnieta nos habla de sus rincones favoritos, con la pasión que la caracteriza, mientras vamos del estudio al comedor o subimos la impresionante escalera del Museo Sorolla.

Blanca Pons-Sorolla Jose Verdugo

En él pueden todavía verse las exposiciones temporales Sorolla ha muerto ¡Viva Sorolla! (hasta el 3 de septiembre) y En el mar de Sorolla (hasta el 17 de septiembre), en la que el museo madrileño ha invitado al escritor valenciano Manuel Vicent a realizar un “comisariado literario" proponiendo un diálogo insólito entre pintura y literatura.

Blanca Pons Sorolla pasa gran parte de su tiempo viajando, organizando e inaugurando exposiciones sobre Joaquín Sorolla, dentro y fuera de nuestro país. También es comisaria de algunas, la última es la fascinante Sorolla a través de la luz, con la que el Palacio Real de Madrid se suma a los actos del Año Sorolla (y que todavía puede verse, hasta el 24 de septiembre).

Este 2023 se celebra el centenario de la muerte de Sorolla (1863-1923), y por eso fue declarado Año Sorolla y calificado como Acontecimiento de Excepcional Interés Público (AEIP) por el Ministerio de Cultura y Deporte.

Sorolla a través de la luz es una exposición inédita, en la que la obra de Sorolla se muestra por primera vez con recreaciones digitales, como una sala sensorial y otra en la que, mediante unas gafas de realidad virtual, se puede caminar junto a Clotilde y María por la playa de la Malvarrosa.

Ha sido organizada por Patrimonio Nacional, la Fundación Museo Sorolla, el Museo Sorolla y Light Art Exhibitions, y comisariada por Consuelo Luca de Tena (exdirectora del Museo Sorolla) y Blanca Pons-Sorolla.

¿Cómo se metió usted, a sus magníficos 75 años, en el lío de organizar una muestra que combina la exposición habitual —en ella se muestran obras muy poco conocidas— con temas de realidad virtual y experiencias sensoriales inmersivas?

En realidad, el responsable es Gonzalo Saavedra, a quien conozco, lo mismo que a su padre, desde hace muchos años, pues son los dueños de El Viso Editores, con los que he publicado numerosos libros y catálogos de exposiciones.

Él fue quien nos lo propuso a Consuelo y a mí, y fue nuestra confianza en él y en la calidad de todo lo que hacen, la que nos decidió a aceptar este reto, ya que, por primera vez en el mundo, se iba a presentar un proyecto de estas características y era una experiencia nueva.

Por cierto que ahora la exposición, cuando termine en el palacio real, itinera a Valencia, aunque con obras distintas de la muestra madrileña.

La exposición fue inaugurada en febrero por los reyes de España, a quienes usted acompañó ese día. Su bisabuelo también tuvo una estrecha relación con distintos monarcas, como comentaba usted, recientemente, en una de sus conferencias y artículos sobre el tema…

Efectivamente, Sorolla retrató por primera vez a la reina María Cristina en La Jura de la Constitución, y vuelve a retratarla —en este caso con el joven rey Alfonso XIII, en su mayoría de edad—, en La Regencia. Presentación del rey Alfonso XIII por la reina María Cristina.

Blanca Pons-Sorolla Jose Verdugo

Después siguió pintando a los reyes de España, Alfonso de Borbón y Victoria Eugenia de Battemberg, y también al Príncipe de Asturias, en numerosas ocasiones; en algunos casos, con obras tan espectaculares como El rey Alfonso XIII con uniforme de Húsar, pintada al aire libre en los reales jardines de La Granja. Con ellos mantuvo una relación cercana y afable, siempre desde el profundo respeto que les profesaba.

Y aquí en el museo hay una foto del rey Alfonso en el que el propio monarca escribe esta dedicatoria: “A don Joaquín Sorolla, esperando que le guste el contraste de luz”.

Usted nació y se crio en la casa de sus abuelos, Francisco Pons Arnau y María Sorolla García. Esta última, a quien adoraba, solía contarle historias sobre Joaquín Sorolla… ¿Alguna que recuerde con especial nitidez?

Mis recuerdos son más de sensaciones que cosas concretas. Pero entre las cosas que recuerdo con nitidez, mi abuela me contaba que, como ella, de niña, era inapetente, para distraerla mientras comía y que abriera la boca, la entretenían con una piel de tigre que su padre tenía entonces en su estudio…

Una costumbre que daría lugar a la obra de mi bisabuelo ¡Que te come!, en la que aparece su hija junto a su tata. Este cuadro, la primera vez que lo vi, fue en los años noventa en una colección particular de Buenos Aires, y me hizo volver a recordar la historia contada.

Su padre, Francisco Pons Sorolla, fue arquitecto, ¿por eso es usted diplomada en Arte y Arquitectura de Interiores por la Escuela Internacional del IADE y trabajó con arquitectos como Javier Feduchi o Rafael Moneo?

Vamos a decir que yo estudié lo que me gustaba, tanto el arte como la arquitectura y especialmente la de interiores. Mi padre era arquitecto restaurador de monumentos histórico-artísticos, algo bastante diferente de lo que yo hice…

Su padre fue director del Museo Sorolla al sustituir en el cargo a su tío Joaquín Sorolla García, cuando este muere en 1948, precisamente el año en que nació usted…

Efectivamente.

El Museo Sorolla era entonces una fundación benéfico-docente de carácter particular y al que Francisco dedicaba todo su tiempo libre. ¿Le hablaba de ello?

En nuestra casa, desde muy pequeños, salvo cuando estábamos en el colegio, comíamos y cenábamos con nuestros padres, y eran momentos en los que se hablaba de todo. Y, entre otras cosas, mi padre contaba las novedades o detalles de sus viajes o de lo que ocurría en el museo.

Los sábados era habitual que viniese a comer a casa la secretaria de la Fundación, María Julia Kitz, que era un miembro más de la familia. Y ella le ponía al tanto a mi padre de los asuntos del Museo y la Fundación que habían tenido lugar durante su ausencia.

A finales de los setenta, aquella fundación se convirtió, de la noche a la mañana, en un museo estatal. Y en 1990, su padre comenzó con los síntomas del Alzheimer. Qué duro pensar que el depositario de los recuerdos del pintor ya no iba a poder compartirlos...

Sí, siempre nos damos cuenta un poco tarde de lo que nos hemos perdido, de que se nos han quedado mil preguntas en el tintero… pero, a pesar de ello, tuve la suerte de poder vivir muy cerca de mi padre en sus últimos años de lucidez y, cuando la fue perdiendo, también seguí disfrutando de sus momentos menos lúcidos y muy lúcidos, que los tenía, como ocurre en esos primeros años del Alzheimer.

Usted se convierte entonces en la impulsora, con su tío y su prima, del proyecto de revitalizar la fundación, en 1992 y, desde entonces, ha convertido el legado de Sorolla en su pasión…

Al final todo va junto. Para ayudar a preservar la figura de Sorolla, hay que preservar también la Fundación Museo Sorolla, que fue creada por su viuda, por mi bisabuela, con la colaboración de sus hijos, precisamente para eso, para dar mayor gloria a su marido.

Que la Casa Museo conserve su espíritu, es fundamental para que las próximas generaciones puedan seguir conociendo en toda su amplitud al gran pintor y al gran ser humano que fue, ya que es el depositario no solo de la obra, sino de todo lo que formaba parte de su vida. La documentación que se conserva es impresionante.

Usted se casó y tuvo a sus dos hijos muy joven. La segunda, María, que tiene ahora 48 años, es sorda de nacimiento y abandonó su profesión para estudiar logoterapia y dedicarse a atenderla. Hoy su hija es profesora de niños sordos en San Diego y lleva una vida feliz.

Mi hija es un ejemplo de perseverancia y superación de sus diferentes dificultades para llegar a hacer lo que quería. Estudió y ejerció durante 5 años de profesora de niños sordos en un colegio de San Diego, California, como asistente voluntaria. Está casada con un sordo americano y viven felizmente con sus dos perros. 

Y usted formó parte de la primera promoción de logoterapeutas en la facultad de Medicina de Madrid.

Fue gracias a uno de los médicos que llevaba a mi hija, que me comentó que iban a poner en marcha el curso en la Universidad y me sugirió que lo hiciera, porque me vendría muy bien para ayudar a mi hija en su día a día. Porque por aquel entonces yo venía con las enseñanzas que había aprendido en Inglaterra y Suiza, y me vino muy bien.

Usted viaja frecuentemente a Estados Unidos no solo para ver a su hija sino por motivos de trabajo. Hay obras de su bisabuelo en el Metropolitan Museum y en la Hispanic Society de Nueva York…

En los Estados Unidos hay 36 instituciones y museos con obras de Sorolla. La Hispanic Society of America de Nueva York, alberga la mayor colección con un total de 149 obras entre óleos, acuarelas y gouaches. Entre ellos se encuentran los 14 lienzos de gran formato que forman Visión de España en la que Sorolla representa las diferentes regiones españolas.

Blanca Pons-Sorolla Jose Verdugo

Así como 49 retratos de personalidades, entre los que se encuentra la magnífica “galería de personajes ilustres españoles”, además de cuadros tan importantes como Sol de la tarde, obra que según Sorolla marcaba el momento de su madurez como pintor, o escenas de mar tan emblemáticas como Después del baño o Idilio en el mar. Esto, más unos 70 dibujos, forman una colección realmente impresionante tanto por su número como por su calidad.

¿Y en las otras 35 instituciones y museos americanos distribuidos por todo el país?

Se conservan hasta un total de 56 obras, de las que el Getty Museum en Los Angeles y el Art Institute de Chicago tienen cinco cada uno. Los museos Metropolitan Museum de Nueva York y Meadows Museum de Dallas, tienen cuatro respectivamente.

Los museos Smith College de Northampton, Washington University Gallery of Art de St. Louis (Missouri), Sterling and Francine Clark Art Institute de Williamstown, San Diego Museum of Arts y Brooklyn Museum, cada uno de ellos tiene dos. El resto tienen una obra.

También en alguno de ellos se conservan dibujos, como es el caso del Meadows Museum y del Brooklyn Museum. De todas formas, estas cifras varían continuamente, ya que ha habido obras de colecciones particulares que en estos ultimísimos años han pasado a instituciones.

Y en Estados Unidos se celebran numerosas exposiciones sobre Joaquín Sorolla, un país al que el artista viajó, ¿en cuántas ocasiones?

Sorolla viajó en 1909 a Nueva York, Washington, Buffalo y Boston, y en 1911 estuvo de nuevo en Nueva York, y a continuación en San Luis y Chicago.

Usted ha afirmado que Sorolla fue el mejor embajador que tuvimos en España en aquel momento…

Así lo creo y así lo recogió tanto la prensa americana como la española. Sorolla presentaba en sus exposiciones todo lo bueno y bello de su país. Sus paisajes, su cultura, sus gentes…

Ha comentado en alguna entrevista que se enamoró de la obra de su bisabuelo leyendo las cartas que se habían escrito Sorolla y su bisabuela Clotilde. Y fue cuando se decidió a dedicar el resto de su vida a él.

Así es, y eso coincidió con los últimos años de lucidez de mi padre. Él me acompañaba, diariamente, al museo para que leyera en su despacho las cartas que se guardaban entonces en un mueble tipo bargueño, y pasábamos horas, yo leyendo y tomando notas de las cartas sin parar y comentando con él mis continuas sorpresas…

Mi padre, en sus notas de la correspondencia, recogía únicamente los lugares y obras que pintaba, el tiempo que dedicaba a cada cuadro… A mí, además y sobre todo, me interesaba mi bisabuelo, sus sentimientos, su pasión al pintar, su amor indescriptible por su mujer y también por sus hijos.

También lo amigo que era de sus amigos, sus preocupaciones, sus angustias, sus lágrimas de emoción ante la naturaleza deslumbrante de su tierra y su luz, y su felicidad después de unas gratificantes horas de pintura…

Sorolla y su mujer se escribieron 2.000 cartas en vida. ¿Cree que se habla poco de su bisabuela, Clotilde García del Castillo, y de la importancia que tuvo en la vida de su marido no solo como musa, sino como la persona gracias a la cual él podía dedicarse solo a crear?

De mi bisabuela nunca se hablará suficiente porque el genio fue él, Sorolla. Y a ella no le gustó figurar. Pero, sin embargo, noto que cada vez se habla más de ella. Cuando Consuelo Luca de Tena fue nombrada directora del Museo Sorolla, la primera exposición de la Fundación Museo Sorolla que se llevó a cabo fue dedicada a ella, Clotilde de Sorolla, muestra que itineró luego a Valencia.

Blanca Pons-Sorolla Jose Verdugo

Una exposición casi únicamente de fondos del Museo, en la que por primera vez la protagonista era Clotilde y se le daba la importancia que merecía. Pero eso fue ya hace 11 años y pienso que habría que hacer pronto una nueva exposición, con más medios de los que entonces había y, por lo tanto, con más obras de fuera y más documentación.

Si para mí fue un descubrimiento conocer la faceta humana de Sorolla al leer sus cartas, fue aún mayor conocer a mi bisabuela, y comprendí por qué Sorolla estaba tan rendidamente enamorado de ella.

En estos momentos hay una persona muy brillante y muy capaz que, con la ayuda de una querida prima mía y mi colaboración (contestándoles preguntas cuando lo necesitan), están escribiendo un libro dedicado a Clotilde y, cuanto más la conocen, más la admiran por todo, hasta por su modernidad.

Creo que Sorolla estaba profundamente enamorado de ella y le regalaba cada día flores frescas y que los sobres que contenían las cartas olían a violetas y azahar…

Efectivamente, siempre estaba pensando en ella… y con ella era superdetallista.

Y en las cartas se ve la relación de confianza que Sorolla tenía con sus hijos…

Sí, era extraordinaria, especialmente con sus hijas, por ejemplo, mi abuela le comenta que está con la menstruación y otros temas de la vida cotidiana que a mí nunca se me habría pasado por la cabeza comentar con mi padre a esos años. No es una frase, son 50, con todo tipo de temas que en esa época eran todavía impensables de comentar.

Usted es la única persona autorizada en el mundo para autentificar los cuadros de Joaquín Sorolla: una enorme responsabilidad y un no parar, porque creo que ha descubierto más de 2.000 obras falsas.

A todos los pintores se les falsifica y muchas veces no son tales falsificaciones, son equivocadas atribuciones que las convierten en obras falsas al añadirles una firma falsa. En ocasiones me han traído obras de pintores reconocidos con firmas falsas. Por citar un par de ejemplos, me ha pasado con una obra de Pinazo y también con una obra de Sargent.

La verdad que es una responsabilidad que me ha costado acostumbrarme a asumir… Es evidente que todos nos podemos equivocar porque somos humanos, pero intento que esto no ocurra y para ello me he formado y me sigo formando desde hace ya muchos años…

[Blanca Pons-Sorolla: "Existen más de 2.000 falsificaciones de cuadros de Sorolla"]

Y creo que las falsificaciones no son solo recientes sino que a Sorolla le copiaban incluso en vida del pintor.

Sorolla tuvo éxito en vida y ya entonces se le falsificó. En 1911 la prensa americana comentaba con ocasión del viaje de Sorolla a los Estados Unidos que se habían detectado y quemado obras falsas, en este caso copiaban cuadros originales que se conservaban incluso en museos americanos.

Pero siempre cuento, como anécdota, que la primera falsificación de la que tengo constancia, la conozco a través de una carta que le escribe a mi bisabuelo su suegro Antonio García, estando recién casado con Clotilde cuando vivían en Asís, y entonces Sorolla solo era conocido entre las juventudes valencianas.

En 2001, pasó usted tres meses en Jávea escribiendo la más completa y extensa biografía sobre el artista, Joaquín Sorolla. Vida y obra. Lo hizo en la naia de una casita, con el olor del jazmín y del mar, contemplando pinos, palmeras y naranjos, y bajo la luz que reflejó en sus cuadros y le hizo famoso en todo el mundo...  ¿cómo logró escribir más de 700 páginas en tres meses?

Entonces yo tenía 22 años menos y podía trabajar de 8 de la mañana a las 3 de la madrugada; eso sí, al aire libre, a la sombra de la naia y parando en algún momento para ir a bañarme en las rocas. Pero, sin duda, fue gracias al equipo de colaboradores que entonces tenía y que, desde Madrid, me ayudaban transcribiéndome los artículos de prensa que les pedía.

Así las citas de originales las podía incluir sin necesidad de perder tiempo transcribiéndolas. Solo escogía los párrafos o palabras que deseaba. Un trabajo en equipo perfecto, con unos colaboradores maravillosos, a los que siempre les recordaré con agradecimiento.

Usted lleva muchos años dedicada a la obra del pintor y, como especialista y no como bisnieta, puede distinguir cuando su bisabuelo no puso todo el alma en lo que estaba haciendo porque, según ha declarado, “como padre, le preocupaba que a su niña Elena la había dejado el novio o que María estaba enfermita”. Porque, para él, su familia era tan importante como su trabajo…

No poner toda el alma en algo no depende solo de las preocupaciones que uno pueda tener. Incluso con preocupaciones familiares y tristezas pintó el magnífico panel Ayamonte. La pesca del atún, una de sus obras cumbre, de un tamaño enorme y de una potencia arrolladora.

A veces es un modelo que no le gusta, un paisaje que no le emociona, o un encargo con el que no consigue entusiasmarse. Pero también, a veces, las preocupaciones le roban la concentración que necesita para ser más brillante.

[Cuando Joaquín Sorolla conquistó (también) América]

Sorolla, es un gran cronista de la vida de la época, por ejemplo,  cuando retrata a su hija Elena con un vestido amarillo que es un Delphos de Fortuny...

Efectivamente es un gran cronista de la vida de su época, en los apuntes rápidos tomados en la playa, en los infinitos dibujos realizados en los cafés o mientras come en diferentes restaurantes o cantinas del mundo… Y lo es, también, con la ropa que visten su mujer y sus niñas, siempre al día, aunque dentro de una sobriedad… Como lo es asimismo en las infinitas escenas de trabajo y costumbres que recogen sus obras.

Usted tiene también tres nietos de su hijo, que es abogado. ¿Les cuenta historias de su tatarabuelo y su trastatarabuelo?

No, no les cuento historias, les regalo libros y les llevo a exposiciones cuando es posible y me oyen cuando se las cuento a los demás…¡no hay que ser pesada!

Sé que se lo habrá preguntado un millón de veces pero ¿cuál es su obra favorita del artista?

Me lo han preguntado mil veces, pero no tengo una, tengo muchas…

Y si tuviera que “robar” una obra de las que se encuentran en el Museo Sorolla de Madrid, ¿cuál sería?

Pues, sin duda, sería Clotilde y María en la playa (1908) Y no se trata de tamaño ni de calidad ni de valor… sino de lo que de verdad me llega al alma. Me transmite muchísima paz ver a mi abuela y mi bisabuela sentadas a la orilla del mar…

Blanca Pons-Sorolla Jose Verdugo

¿Alguna otra obra que no debamos perdernos?

El retrato de mi abuela María, que además tiene un marco maravilloso porque normalmente los retratos y especialmente los de mi abuela María, tienen unos marcos antiguos fantásticos.

Este [se refiere a  María con blusa roja (1910)] lo terminó de pintar ya enmarcado, porque se pueden ver manchas de pinceladas de color rojo en uno de los lados del interior del marco. Esta obra es un préstamo temporal que lleva ya años en el museo. Casi todos los marcos que escoge Sorolla son españoles o italianos y él iba siempre buscando marcos antiguos.

También es un buen momento para poder ver de cerca las obras La hora del baño, Valencia (1909)  y Después del baño (1909), dos cuadros que normalmente están expuestos en el Museo Sorolla muy altos y que ahora están colocados a la altura de la vista en la muestra temporal En el mar de Sorolla con Manuel Vicent.

¿Y entre las obras que no son cuadros?

La escultura de mi abuela María que realizó Benlliure, y que yo tengo en mármol blanco. Aunque murió cuando yo solo tenía siete años, conservo muchísimos recuerdos de ella.

Este Año Sorolla está siendo para usted muy intenso. Hay muchas exposiciones y publicaciones previstas. Entre otras, hace unos meses presentó usted el libro de César Suárez, Cómo cambiar tu vida con Sorolla, que es una biografía novelada muy documentada y que, según usted, “engancha mucho; es muy Joaquín Sorolla” ¿Podría darnos alguna otra pista sobre este libro?

Es una crónica novelada en la que César Suárez, con mucho cariño y bien documentado, imagina situaciones que pudo vivir Sorolla, en las que destaca facetas de su carácter o de la vida del pintor que le resultan especialmente interesantes o atractivas. Efectivamente un libro que lees de un tirón.

Desde 1990, es la responsable de un trabajo ambicioso al que ha dedicado más de tres décadas de investigación: una publicación compuesta por cuatro volúmenes que integran, cronológicamente, las aproximadamente 4.200 obras (entre óleos, acuarelas y gouaches) de la producción pictórica de Sorolla.

Sí, además del ya publicado, Sorolla. Catálogo razonado. Colección de pinturas del Museo Sorolla (Ediciones El Viso, 2019) tengo listos los dos primeros volúmenes, que están a punto de aparecer y solo me faltaría encontrar un  patrocinador; no para mí, porque yo no gano nada con ello, sino para las personas que me ayudan.

Hay que tener en cuenta que en esos dos primeros volúmenes hay más de 2.000 obras y una sola persona puede tardar un año en revisar y corregir todas las que yo tengo hechas y la bibliografía mencionada.

En el Museo Sorolla hay una maravillosa colección de cerámicas, ¡¡¡a ver si se anima una marca valenciana de azulejos a patrocinarlo!!!

[Risas] Como te decía, los dos primeros volúmenes ya están, a falta de revisión, y del tercero ya tengo casi el 90%. Pero, efectivamente, la colección de cerámicas del museo, que tiene más de mil piezas, es magnífica.

Mis bisabuelos lograron reunir muchas piezas de grandes artesanos valencianos de Alcora y Manises que pueden verse aquí, como la colección de pilas de agua bendita o benditeras y las fuentes o jarrones. También en los jardines y la salita antecomedor de la casa hay algunos azulejos maravillosos.

Y mi bisabuelo, cuando decora esta casa, busca azulejos antiguos y los cambia por los más recientes que ya estaban puestos. Eso está reflejado en sus cartas, lo dice él mismo, es decir, que está documentado.

¿Hay alguna pregunta que no le haya hecho sobre algún tema y que le gustaría comentar?

No me ha preguntado por la ampliación del Museo Sorolla… y creo que es la mayor aportación que se puede hacer a Sorolla en su Centenario. Y es curioso que se haya hablado tan poco de algo que es tan importante para el artista desde todos los puntos de vista.

Es además un proyecto de ampliación precioso, muy cuidado, muy en consonancia con la estética de su casa y de sus salas, y que no va a cambiar el aspecto de lo que hoy es su casa y sus jardines. Espero que, como broche final a este Centenario, sea un hecho la ampliación del Museo y lo podamos celebrar inaugurándolo en 2024.