Ama la profesión a la que se dedica desde los 18 años, a la que se entrega al cien por cien en cada proyecto, grande o pequeño, en cada papel que interpreta. En cada medio que toca, teatro, televisión, cine, radio o concurso por el que pasa, traspasa y conecta.
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Ángeles Martín (Madrid, 1967) es emocional y emotiva, expresiva, una bomba energética, una gran mujer con carácter que no pasa desapercibida, que se ha hecho a sí misma y ha construido una sólida trayectoria profesional.
Hoy, Ángeles responde a mis preguntas, al día siguiente del estreno absoluto, en el teatro Palacio Valdés de Avilés, de la función que protagoniza: Hechos y faltas, un estreno del que ella misma comenta: "750 personas de público, todos atentísimos, la obra funcionó muy bien, gusta muchísimo, hay silencios cuando debe haberlos y cuando hay humor el espectador entra en el humor generosamente".
Se trata de una comedia contemporánea, inteligente y crítica, que primero fue un best seller de éxito internacional titulado What Happens There, de los periodistas John D´Agata y Jim Fingal, para luego transformarse en una función teatral que ha triunfado en New York, escrita por Jeremy Kareken, David Murrell y Gordon Farrell.
Actualmente versionada y dirigida en España por Bernabé Rico, que tomó tierra en el Teatro Pavón de Madrid el pasado 30 de agosto, de la mano de la productora TalyCual.
Ángeles interpreta a Emily, compartiendo escenario con los actores Antonio Dechent y Juan Grandinetti.
La carrera de Martín en el teatro es contundente y constante, ha trabajado de la mano de directores de escena como Miguel Narros, María Ruiz, el maestro Francisco Nieva en tres montajes diferentes del Centro Dramático Nacional, o Guillermo Heras y Víctor Velasco, entre otros muchos; dando voz a autores como Gala, Calderón de la Barca, Ibsen, Molière, Nieva, Mihura, Cela, y contemporáneos como Miguel Murillo, Elvira Lindo, Alfredo Sanzol, Juan Carlos Rubio o Yolanda García Serrano.
Para mí, Ángeles Martín no es 'otra' actriz y presentadora española, es mi amiga, mi hermana. He compartido con ella compañía propia siendo coproductoras, y escenarios, ensayos, entrevistas en radios y platós, funciones en teatros nacionales y en pequeñas salas alternativas, bolos, kilómetros en tren, furgoneta, coche, avión y barco, giras nacionales y un inolvidable viaje solidario a los Campamentos de Refugiados Saharauis en Tinduf (Argelia), junto a la Plataforma de Mujeres Artistas Contra la Violencia de Género.
Nuestros hijos se han criado juntos, nuestras vidas y trabajos se han mezclado a lo largo de los años, y conocemos, la una de la otra, los defectos, las virtudes, los amores y las soledades. Su amor por el teatro es apasionado e incombustible.
¿El teatro es siempre una sorpresa bienvenida?
El teatro es mi hogar, un lugar donde encuentro calor y continuidad, y donde me reencuentro, afortunadamente, a lo largo de estos casi 33 años de carrera, con autores y compañeros extraordinarios. El teatro siempre llama a mi puerta.
En la función que ha llamado ahora a su puerta, ¿quién es su personaje? ¿Cómo percibe a esa mujer que ha creado desde fuera y cómo la siente hacia dentro?
Es periodista, directora de una revista, ama por encima de todo su profesión, solo demuestra su pasión y sus emociones a través del periodismo, a través de la palabra. Yo la veo como una mujer de buen corazón, muy poco expresiva, es irónica, es fría.
Si no me equivoco, casi antagónica a usted misma…
Sí, se distancia mucho de Ángeles Martín, es seca, no permite que sus emociones o sentimientos sean vistos ni los maneje nadie. Es una mujer que me seduce muchísimo porque tiene que manejarse en una profesión, y en concreto en una revista, donde mayoritariamente todos son hombres y ella es la jefa, la que decide, la que lleva el timón. Creo que, ni siquiera ahora en el 2023 nos lo están poniendo nada fácil, como mujeres seguimos siendo terriblemente cuestionadas. En esta función ella debe tomar una decisión muy importante.
Sin duda, el hecho de que los personajes que interpretamos tomen decisiones, nos impulsa, como personas, a enfrentarnos a nuestros propios cambios vitales. En ese sentido, ¿qué funciones han marcado cambios o giros en su trayectoria?
Sin duda la función que hicimos juntas, No hay papel, escrita por ti. Anteriormente, creo que la primera función y personaje de teatro, importante para mí, como mujer, interpretando a otra mujer que toma grandes decisiones, y que me marcó enormemente, fue Nora de Casa de muñecas de Ibsen. A partir de ahí, me cambiaron cosas, a raíz, también, de lo que genera en el público este tipo de historias que contamos en el escenario.
En la función Hechos y faltas, lo que he recibido y valoro, también, es la importancia que se da a esa parte feminista, y sobre todo, el valor de contar cosas muy actuales.
Hechos y Faltas pone en tela de juicio los medios de comunicación reflexionando sobre la línea roja entre realidad y autenticidad o verdad y creatividad literaria, esa frontera peligrosa y líquida, entre inventar y mentir, los límites entre la libertad narrativa y la ficción.
Sí, hay una frase que a mí me gusta mucho y que uso para mi trabajo con Emily, que dice 'nada es verdad ni es mentira y todo depende del color del cristal con que se mira'; creo que en mi trabajo como actriz y en todos, las fuentes hay que contrastarlas, que los hechos están, pero que es inevitable, y más en el momento actual, con las fake news y demás, contaminar los hechos, de nuestras experiencias y nuestros puntos de vista.
En la función se plantea el tema de la relatividad de la verdad. También se habla de la autocensura, es pura actualidad. Y también de 'todo vale por conseguir un fin'. Además, tratamos otra cuestión interesantísima: los cambios tecnológicos y la necesidad obligada de adaptarnos a esos cambios.
Cambios a los que se enfrenta su personaje, pero ¿también usted misma como artista y persona? ¿Con qué consecuencias?
Yo creo que, cuando nos enfrentamos a un texto y un personaje, es inevitable hacer un coctel entre tu vida y la función que estás haciendo. Para Emily, los cambios tecnológicos implican una reducción de personal en su trabajo. En la vida, ahora, pasa exactamente lo mismo, en una gasolinera te sirves tú misma la gasolina, en la calle hay solamente un cajero, etc. Como otras muchas mujeres de más de cincuenta años, tenemos que adaptarnos a la era digital.
¿Qué es lo que más le preocupa, en la actualidad, del tratamiento que se da en las noticias, en la prensa, a las cuestiones relevantes?
A mí personalmente, lo que me preocupa en la actualidad es por qué hay tanta dispersión, es decir, cuando aparece una gran noticia, como la pandemia, la guerra, o cuando se habla de temas tan importantes como la hambruna o los refugiados, o de las pateras… Luego la noticia deja de existir, se dispersa.
Una noticia se come a la otra…
Exactamente. Lo que ocurrió al inicio de la guerra de Ucrania cuando todos estábamos dispuestos a acoger familias ucranianas en nuestras casas, pues ahora le dedican en el telediario medio minuto. Hay una distorsión de la noticia y de la realidad que me da pavor.
Ángeles es generosa y pura, hace un silencio y carga la suerte en otro territorio de nuestra charla como un torero que decide parar y templar. Y dice:
Gracias, hermana, esta entrevista es muy especial para mí, por la relación que tengo contigo y lo que siento por ti y el camino que, profesionalmente, hemos andado juntas, en siete funciones en el teatro, compartiendo cosas hermosas, como los tres montajes con nuestro querido Francisco Nieva con personajes extraordinarios.
Y hemos entrado en el bosque produciendo juntas tu función No hay papel, en un momento de crisis tremendo, y hemos salido adelante. Nos hemos metido en tu historia de El presente es un animal, o aquel texto de Leguina que dirigió Joaquín Vida, además de Primavera de Julio Escalada, en nuestros principios, que tú producías y me llamaste, en fin, juntas hemos estado en el otro lado del teatro, como creadoras y como productoras, y para mí estar contigo en esta etapa final ha supuesto un salto importante como intérprete.
Así es, la admiración es mutua, las carreras profesionales se mezclan con la vida, sigamos ordenando el puzle de la suya. ¿Cómo cree que se ha ido construyendo su trayectoria? ¿A saltos, en línea recta o en línea discontinua?
No ha sido lineal, en absoluto, mi trayectoria ha sido, más bien, como un electroencefalograma, con picos, subidas y bajadas.
A nivel personal, he vivido y vivo una vida que siempre he deseado, que he elegido desde muy pequeña, porque soy absolutamente vocacional respecto a mi profesión, nunca ha sido un capricho, siempre lo he sentido como algo muy puro, yo no venía de familia de actores, ni de bohemios, ni escritores, ni nada.
Esta carrera mía ha sido como un viaje en tren con paradas extraordinarias, en el que he ido descubriendo la profesión, los textos, a los compañeros que conocí en mis principios en la RESAD y con los que he seguido compartiendo mi vida a lo largo del camino, como Juan Carlos Rubio, Yolanda García Diego, tú misma, o directores con los que he podido trabajar como Víctor Velasco, o Miguel Narros, por citar solo algunos.
Soy una mujer con un gran impulso y he tenido la fortuna de trabajar mucho, quizá por mi vitalidad, mis ganas, mi trabajo, mi disciplina, incluso excesiva. Soy una romántica del teatro y de la palabra.
Después de una etapa de continuidad, unos 14 años de mucho trabajo, apareció la lucha por salir adelante, sobre todo durante estos últimos 12 o 14 años.
Recuerdo que, haciendo la serie Aquí no hay negocio con M.ª Luisa Merlo, ella me comentó: 'Cuándo llegues a los 50 comprenderás que te dejan de llamar', cosa que me pareció una locura, además viniendo de M.ª Luisa Merlo, actriz de peso y de familia de una saga de actores. Lo he entendido mucho más tarde, cuando me ha pasado.
Fíjate, creo que ha sido una fortuna haber tenido momentos de crisis porque ha supuesto, en mi caso, un impulso para descubrir cosas nuevas, para descubrirme yo a mí misma, y para darme cuenta de que soy capaz de sacar adelante una producción.
Y lo más importante, para ver que podemos vivir, en un momento dado, sin depender de los demás, sin que suene el teléfono, lo cual me apasiona.
Afortunadamente, en el mundo del espectáculo, nos apoyamos más de lo que la gente cree o piensa.
Durante la década de los 90, diversos concursos de televisión apuestan por la gracia, la empatía y la energía desbordante de Martín, que en 1992 presentaba en TVE el programa Sin vergüenza, al que siguen La hora Disney o la propuesta de cámara oculta No me lo puedo creer.
¿Qué buenos, o malos, recuerdos guarda de aquella época? ¿Qué se aprende siendo presentadora?
En un concurso aprendes mucho: a cuidar a los demás, a generar un ritmo, un ambiente, aprendes a usar tu sentido del humor y sobre todo aprendes dónde estás tú, el sitio que te corresponde.
Yo he tenido la suerte de tener grandes maestros, como Emilio Aragón, que estaba comenzando en VIP Noche, y me decía 'usa tu intuición', algo que luego en mi trabajo, en el escenario, ha sido un consejo soberbio, sobre todo para mí que me considero una mujer muy intuitiva, un animalillo ávido de crear, de ver, de sentir, de percibir.
Aprendí a generar personajes rápidamente y a trasmitir, a comunicar, lo cual es extraordinario. Eso me ha servido para las series diarias que he hecho, donde no tienes prácticamente tiempo y tienes que resolver.
Además, me dio la posibilidad de descubrir la comunicación desde otro sitio, el mundo de la televisión, de la radio, y para una actriz, tener todas esas posibilidades y herramientas es una caja de Pandora que luego utilizas el resto de tu vida.
¿Fue duro demostrarle a la profesión que no era solamente una espléndida presentadora sino una gran actriz?
Nunca ha sido un camino de rosas, mi carácter me ha jugado malas pasadas, he vivido y he sufrido decepción, pena, porque la gente se creía que yo era una frívola, una absurda.
Ahora no, ahora a los concursos se les da otra categoría, el sitio que corresponde, pero 25 años atrás era otra cosa, mucha gente de la profesión pensaba que yo era así, esa presentadora.
Por ejemplo, me dieron una oportunidad en una serie de televisión porque me vieron en un estreno de un teatro y me hicieron un casting, cuando llevaba ya siete años saliendo en televisión diariamente. Y volvió a pasarme cuando Juan Carlos Pérez de la Fuente me vio en un teatro y me dijo: 'Tú eres actriz, ¿por qué no haces teatro?' Y me contrató para hacer una sustitución en Los padres terribles de Cocteau.
Lo pasé mal, sobre todo sentía pena, pero yo me considero una mujer fuerte, creo en mi carácter y he creído siempre en quien soy, eso me ha dado muy buenos resultados.
Ángeles ha desplegado su talento y vis cómica en las dos últimas temporadas de la serie Amar es para siempre, creando un personaje, Visi, que se ha quedado, para siempre, en la memoria de los espectadores de toda España.
Pisó los platós de televisión casi por vez primera en 1986 con Pedro Masó en Segunda Enseñanza, y desde entonces ha formado parte de series como Colegio mayor, Manos a la obra, Yo soy Bea (2008/09) donde interpretaba a su popular La Chali, u otras como Paquita Salas.
¿Qué ha significado en su vida reciente volver a tener un personaje diario, durante dos temporadas y media, en la serie Amar es para siempre?
Llevaba casi catorce años sin que me llamaran para hacer una serie de televisión, desde que hice Yo soy Bea, tras lo que decidí ser madre y me centré más en el teatro porque es más fácil compaginarlo con la maternidad, en una serie diaria es casi imposible, pero pude hacer la función maravillosa de Francisco Nieva, Tórtolas, crepúsculo y Telón, en la que tú y yo coincidimos.
Volver a la televisión con Visi ha sido importante para mí. Anteriormente, también he tenido momentos duros, físicos, durante unos años, entre otras cosas por el fallecimiento de mi padre.
Ahí sufrí el cambio de verme como 'mayor', pero yo siempre me he cuidado y me he querido, y pensé, me gusta como interpreto, la actriz en la que me he convertido.
En esta vuelta a la tele me he sentido en mi sitio, otra vez en mi casa, ha sido extraordinario, además he sentido todo el apoyo de mis compañeros, a los que, como dije cuando me entregaron el Premio de la Unión de Actores en 2019, admiro y respeto enormemente, y ahí han estado para abrazarte, cuidarte, cubrirte, animarte, empujarte.
Gracias a Amar… he descubierto a personas maravillosas, como la realizadora Eva Norberto, que es extraordinaria, como Anabel Alonso, y me he reencontrado con compañeros como Manu Vaqueiro o Andoni Ferreño.
¿Cómo surge y evoluciona en la serie su querida Visi?
Visi fue un personaje muy criticado al principio, no fue fácil, hasta que aparece, por guion, mi relación estrecha con el personaje de Anabel, y ese vínculo ha seguido unido hasta el final de mi participación en la serie. Ha sido un hermoso camino, un arco de colores.
Visi comenzó como cotilla y criticona hasta convertirse en alguien que ayuda a la gente, integrada en su barrio estando pendiente de los demás. Me sedujo mucho toda la parte creativa del personaje, que ha pasado por muchas situaciones, desde un cáncer, hasta un reencuentro precioso con una hermana, o tener que sobrevivir haciendo vídeos de aerobic. Una superviviente nata.
¿Qué momento profesional y vital siente que está viviendo, o superviviendo, ahora, en este presente nuestro tan animal?
Creo que sigo comiéndome la vida a bocados, y a pesar de mis años, porque me estoy acercando al seis, profesionalmente creo que estoy muchísimo más serena, me gustan muchas cosas nuevas que he descubierto. Los sentidos están de otra manera, más atentos o receptivos a lo que pueda suceder.
Estoy en un cambio personal interesante que me está empezando a dar satisfacciones tras vivir un vértigo importante como ha sido la marcha de mis hijas de casa, y también un poco de mi vida, como un destete, la ruptura del cordón umbilical, que es algo tremendo y un poquito desequilibrante.
Estoy buscando el equilibrio. Yo siempre busco, como la vida me gusta tanto y me la como a bocados quiero seguir disfrutándola, así que ahora me gusta estar en este otro sitio.
Considero que cuidarme es cuidar a mi gente y soy muy afortunada porque he encontrado en mi camino a gente absolutamente extraordinaria que se merece que yo siga siendo esa persona que conocieron.
Para terminar, voy a hacerle esa pregunta que nos hacíamos juntas en nuestra función No hay papel: ¿Qué le pides a la vida?
Le pido continuidad. Saborearemos y sufriremos, arañaremos y pelearemos, pero sí, que la vida sea larga y continúe, para hacer nuevos proyectos, para compartir cosas preciosas con los demás y generar cosas.
Y hago un brindis por algo que deseo de todo corazón: la salud.
Creo que decimos pocas veces gracias, pero no hay nada tan necesario como dar las gracias y pedir perdón.
Gracias, Nines.