“A mí lo que me gusta es contar historias. El periodismo exige un respeto a las historias y a los demás. Yo siempre he considerado la opinión y la posición de todo el mundo. Y he tenido mucho respeto por quien piensa diferente, porque creo que la vida es un constante aprendizaje. No es una pose, es mi forma de ser. Quizá sea esa la clave de la buena relación con mis compañeros. Pero tampoco tengo problema en dar mi opinión”, responde a Magas la mediática periodista Pilar de la Granja (Burgos, 1971), impulsora también de la Fundación Querer.
No tiene problema en dar opiniones contundentes…
Claro que no. Respetar a los demás no significa que no tenga opiniones propias, sobre todo en lo que afecta a la vida de las personas. A lo largo de mi carrera me he especializado en economía e información económica. Sé muy poco de todo y de eso sé un poquito más. Pero todos tenemos una opinión sobre lo que nos rodea.
Sobre la ‘conciliación’, por ejemplo
En el caso del feminismo y la conciliación laboral, siempre he tenido la sensación de que los techos de cristal que tenemos las mujeres tienen su primera causa, en la cultura mediterránea y específicamente en España, en los tremendos horarios laborales y en la falta de conciliación.
Me parece que la conciliación es mentira. Y lo digo así. Si te ponen una reunión a las ocho es muy complicado bañar a los niños, pero tú o la otra parte de la pareja. El equilibrio personal se basa en el equilibro profesional. Y luego, en que da igual si tú no tienes hijos, porque igual necesitas ir al gym por la tarde o cuidar a un familiar enfermo. Es un debate cerrado en falso, un problema grave y de organización de vida.
¿Cómo diría que construye sus opiniones?
Bueno, no sé. He vivido muchos años fuera y eso quizás te da una perspectiva de las cosas diferente, ya sólo porque conoces otros países, otras formas de pensar y trabajar. La vida es un continuo aprendizaje y te vas tropezando con problemas que tienes que ir superando. Hay que afrontar los problemas que te vienen. Probablemente tengo una cierta hiperactividad.
Sobre mi capacidad analítica, me gusta aprender de la gente que sabe mucho más que yo de cualquier cosa, eso impulsa mis lecturas, aprendo mucho de compañeros y en el caso de la medicina y neurociencia, de investigadores.
¿Quién fue la primera persona que la impactó en ese sentido?
Como experto, fue un genio, Ron Insana de CNBC: era capaz de expresar fácilmente cualquier concepto económico, desde la cadena más exitosa del mundo de información económica.
Tuve la oportunidad de trabajar con él en Nueva York y siempre me dijo. ‘Mira, Pilar, para que la información económica se escuche y se entienda, lo primero que tiene que pasar es que te ponga a ti, y para ello necesitarás usar un lenguaje que no ofenda a los expertos y que permita aprender a los que no saben’, y eso me impresionó.
Otra de las personas que a mí más me impactó fue Maria Bartiromo la gran periodista norteamericana. Grandes comunicadores que hicieron de la información económica un espectáculo.
¿Cómo llegó a Estados Unidos?
La primera vez fue para estudiar, la segunda fue para vivir allí, porque me casé y destinaron a mi marido y nacieron mis hijos en Nueva York. La tercera vez fue por la enfermedad de mi hijo pequeño, para tratarle allí cuando le diagnosticaron allí un síndrome ultra raro, el primer caso diagnosticado en España.
Siempre he creído que tengo un angelito en el hombro y el hecho de que los niños tuvieran doble nacionalidad permitió que pudiera ser tratado allí. Luego, gracias a Paolo Vasile pude ser corresponsal y tratar a mi hijo allí.
La Fundación Querer
¿Qué la llevó a crear la Fundación Querer?
Cuando empiezo a pensar en volver a España, después de ser corresponsal de Mediaset, empecé a buscar un sistema similar al de la ciudad de Nueva York, que tiene el Distrito 75, con colegios adscritos de educación especializada, por consecuencias de enfermedades raras y trastornos, coordinados con los departamentos de investigación educativa y científica. Cualquier niño que está gravemente afectado tiene derecho a un voucher para financiar la educación de estos niños.
Es un modelo integrado en el que los niños reciben la educación pedagógica de contenidos, pero también todas las terapias que necesiten en coordinación con los diferentes hospitales. El éxito de esta fórmula se ve en la web del ayuntamiento de NYC: el 18% de estos niños llegan a tener estudios medios o superiores y la evolución del resto es extraordinaria.
¿Y qué hizo entonces?
Aquello me pareció la pera, al venir fuimos visitando colegios para ver algo que se pareciera, y lo más parecido que encontré fue en Alemania.
En España es todo muy estanco, se mezcla a niños con diferentes problemas y es muy complicado trabajar. Y pensé: tengo que hacer una fundación, en la que haga un cole [El Colegio de Celia y Pepe] y nos pongamos a investigar en la parte clínica, conectar a médicos, neurólogos, genetistas españoles y de otros países, yo conocía a varios de Estados Unidos, que están en hospitales y avanzando en medicamentos y tratamientos y ponerles en contacto.
Me puse a trabajar, ¡a pedir dinero, a asaltar a todo el mundo! Monté la Fundación Querer y ahora tenemos un colegio de educación especial, para niños y adolescentes con trastornos del neurodesarrollo y trastorno del lenguaje y afasia, y un gabinete en el que atendemos a niños que van a otros colegios y nos visitan buscando un tratamiento más específico. Y ocho proyectos de investigación científica.
¿Cómo describe el éxito proyecto?
Es un milagro. Siempre, cuando llega el 25 de cada mes, tiemblo, pero siempre pienso ‘lo he intentado’.
Más que intentarlo, lo ha llevado a cabo…
Bueno, lo intento todos los días, todos los meses. Ahora hemos creado un Departamento de formación y trabajamos con coles, asociaciones y profesionales para enseñarles lo que desarrollamos, nuestras metodologías y por qué funcionan, cómo abordamos las terapias y el aprendizaje pedagógico y la creación de conocimiento.
Los niños van al cole a aprender y a ser felices, en lo posible, y les tienen que enseñar a leer, escribir, pero también tienen que atarse los botones, eso lo tienen que aprender los niños neurotípicos y los neurodivergentes. La verdad que es un milagro: me paso el día pidiendo ayuda, desde un euro al mes se puede ayudar, eso se extrapola y ayuda a miles de niños.
La Casita de música es uno de los proyectos de El Colegio de Celia y Pepe
Sí, es uno de los proyectos, tenemos diferentes proyectos para comprender cómo funciona el cerebro y así adaptar metodologías para mejorar su aprendizaje. Incluyendo un segundo idioma, el inglés desde el principio, de forma leve a moderada y aprenden muy bien.
En el proyecto de La Casa de música tenemos puestas muchas ilusiones, con el objetivo de ver si a través de la música podemos generar más neuroplasticidad en las neuronas del córtex, queremos probar que neuroestimulando esas ‘abejas reinas’ en esta zona podemos mejorar las conexiones neuronales.
En la parte científica también estamos investigando por primera vez la relación entre la microbiota y las enfermedades del neurodesarrollo, la relación entre las bacterias del estómago, la actividad neuronal y la capacidad de aprendizaje.
¿Cómo organiza su doble actividad?
Me levanto a las cinco, y me pongo a trabajar para la tele, Nius Diario. Luego entro en COPE desde allí, suelo tener comidas de trabajo y a la Fundación le dedico los viernes por la tarde y todos los momentos que puedo.
El desarrollo personal
Usted afirma que todos vamos a necesitar adquirir ciertas herramientas en la vida…
Yo en la vida creo en dos cosas. Una, que las dificultades de verdad vienen solas y por lo tanto conviene ser feliz cada uno con su entorno y luchar para mejorar, pero siendo conscientes de que nos puede tocar una enfermedad dura, una situación de vulnerabilidad, una injusticia social manifiesta… hay gente que le gusta atraer los problemas y yo soy más bien todo lo contrario, creo en intentar ser feliz.
Y por otro lado, como eso ocurre, conviene saberlo y en el momento en que vienen esas cosas hay que buscar las herramientas para superarlas, a veces puedes sola, a veces hay que pedir ayuda, a veces es necesario parar, reflexionar, ver dónde estas, pero la vida es una carrera de obstáculos, la felicidad es algo a lo que siempre estás aspirando, la vida es un estado de animo aspiracional, según avanzas no eres más feliz, llevas una mochila de aprendizaje que te permite enfrentar mejor lo que viene, con mayor vitalidad.
Ortega hablaba de eso, de la vitalidad…
Ortega y sus circunstancias, ¡que evolucionan a lo largo que la vida! Es importante tener una misión, tener algo que hacer. ¿Cuál es tu misión? Probablemente yo he encontrado la mía en mi profesión vocacional, en el periodismo, siempre quise se periodista, mi misión primera puede ser contar historias, y ahí me gusta la economía.
Y luego, tengo otra misión por algo sobrevenido, la enfermedad de mi hijo, una misión sobrevenida puede ser prepararte para la tercera edad, o cuidar de los mayores, o preparar a la sociedad para saber más sobre algo que no sabe…
¿Cuál debería ser, para usted, la misión de la educación?
Lo fundamental es entender, en el siglo de la AI y las nuevas profesiones, en la era de los datos, que todos los niños han de recibir la educación que necesitan. Esa es la clave. Un colegio de educación especial no es distinto: ¡todos a aprender, con las herramientas necesarias!
Lo que hay que romper es con el estigma. Porque somos todos diferentes, la discapacidad es muy amplia, no es lo mismo una persona invidente o con movilidad reducida, que alguien con discapacidad intelectual, todo es muy heterogéneo y está muy estigmatizado y además da miedo y la sociedad te lleva a negar, a quitar importancia… porque las enfermedades del cerebro, como tantas otras, no se curan por efecto simpatía.
Un niño con una enfermedad neurológica no se cura por estar con un niño que no tiene una enfermedad neurológica. Eso es un absurdo. Y luego está otra teoría opuesta, de que si los ponemos juntos, eso les aporta. Pero aquí soy muy dura. Estos niños tienen derecho a aprender como todos los demás: un niño no neurotípico no es parte del currículum formativo de los niños neurotípicos.
La medicina ha avanzado enormemente en todo. El profesor Rafael Yuste me dijo hace poco “Este es el siglo del cerebro”. En breve vamos a entender más claramente cómo funciona y eso va a abrir la puerta a tratamientos. Por eso busco a gente que quiera ayudarme a hackear el cerebro.
La política y la economía
¿De dónde cree que viene su afición por la economía y la empresa?
Cuando aterricé en Estados Unidos, venía de España, donde el periodismo económico era muy elitista, hablaban para que la gente no te entendiera… y para mí he sentido siempre el periodismo como una vocación de servicio.
Y entendí que en el Wall Street Journal se escribían sujeto, verbo y predicado, y frases cortas. En España se entendía la economía para ‘gente lista’, pero las decisiones económicas marcan el desarrollo de la persona en primer lugar y de las sociedades: lo que ahorras, ganas, gastas, elevado al nivel de una comunidad de vecinos, un ayuntamiento o un país. Saber entender el mundo económico que te rodea es fundamental para el desarrollo de las personas y las sociedades.
Me gusta entender las cosas y hacerlo fácil a todo el mundo. El cambio de verdad está en qué se hace con el dinero público, la política es realidad es teoría económica.
¿Va a entrar en política?
No sé donde lo has leído pero no. No. La política siempre va a transformar la sociedad y desde la sociedad civil tenemos obligación de apoyar en esa transformación. A mí me preocupa muchísimo la ley Celáa en lo que tiene que ver con la educación especial y por eso hemos creado una organización para defender la educación especializada y el bien superior del menor, donde los padres tengamos algo que decir. Esa ley conlleva la desaparición de la educación especial como está concebida actualmente, creo que eso afecta directamente a los derechos de los menores.
A mí me parece que la inclusión no es un anuncio de Benetton, sino trabajar lo que cada niño necesita para que pueda incluirse en una sociedad más abierta, comprensiva y solidaria. La ley Celáa considera que hay que incluir a todos los niños en educación ordinaria salvo a aquellos que son grandes dependientes.
Esta mañana leía que en octubre del año pasado el Centro nacional para la discapacidad y la dependencia había denunciado en el Senado que un altísimo porcentaje de los chavales habían sufrido acoso o bulling, eso es tremendo. Hasta que no haya realmente todos los recursos necesarios para que los colegios ordinarios de cualquier sitio tengan la capacidad para atender a estos niños, la obligación del estado y la sociedad es luchar por ellos.
¿De dónde salió entonces esa noticia?
El presidente del PP me llamó, eso es cierto, vino a ver la Fundación, me ofreció formar parte de un Consejo asesor de Reformismo XXI para coordinar a personas que estamos preocupadas por la investigación y yo le dije que sí, como cada vez que me han llamado de otros grupos políticos para dar mi opinión de hacia dónde creo que debería ir la educación especializada. Pero de ahí a estar en política hay un salto muy grande. Nunca me han ofrecido entrar en política, y no quiero que me lo ofrezcan. No es mi camino.