Mi nombre es Gabriela Grande y nací en Argentina en noviembre de 1976 (exacto, estoy a punto de cumplir 47 añazos). Soy entrenadora personal desde los 20, así que si sacas cuentas descubrirás que llevo más de la mitad de mi vida dedicándome, en cuerpo y alma, a mi vocación.
Después de la pandemia cambiaron muchas cosas en mi profesión (y en la de la mayoría de personas). El fenómeno #yoentrenoencasacobrófuerza se convirtió en una modalidad con muchísimos adeptos.
Una gran cantidad de personas comenzó así a practicar ejercicio físico por primera vez en su vida, y me pareció realmente fantástico.
Fue entonces cuando diseñé varios programas de entrenamiento con rutinas muy sencillas, breves (de 10 a 20 minutos) y con poco o ningún material. Gracias a esos 'Retos', así se llaman, mi 'fama' creció.
Una mañana, revisando la bandeja de entrada de Yahoo, descubrí un mail de una editorial que decía: “Gabriela, ¿alguna vez te planteaste escribir un libro?”
Diástasis abdominal
¡Claro que si! ¡Más de una vez me lo planteé y me encantaría! Pero no un libro cualquiera, sino el que me habría gustado leer cuando descubrí que tenía diástasis abdominal. Sé que contar mi historia va a inspirar y ayudar, así que no hay tiempo que perder.
Jamás olvidaré la consternada mirada de mi ginecóloga mientras me comunicaba que aquellos extraños fenómenos de mi abdomen tenían una explicación, y ninguna solución. Tampoco olvidaré la desolación que sentí durante mucho tiempo. La consulta finalizó y salí de allí inmersa en un profundo estado de shock.
Ignoraba por completo que existía una afección denominada 'diástasis abdominal' y, desde luego, no esperaba ser precisamente una víctima de ella.
La palabra 'diástasis' proviene del griego y significa 'separación de partes del cuerpo que están normalmente unidas'. La diástasis abdominal es, entonces, la separación de los rectos del abdomen.
Los síntomas más habituales son: distensión abdominal, dolor lumbar crónico, digestiones lentas y pesadas, gases, hernia umbilical, problemas de suelo pélvico y más aún de autoestima.
Tenía 31 años, un bebé de 6 meses, 5 centímetros de separación, un trabajo que me desgastaba en un gimnasio y un largo camino por recorrer.
Estaba decidida a luchar con todas mis fuerzas para recuperar, aunque sea un poco, la normalidad de mi anatomía. Pero desconocía qué debía hacer y por dónde empezar.
Busqué ayuda durante mucho tiempo, aunque nadie supo cómo dármela. Finalmente acepté que debía librar yo solita aquella batalla.
Por fortuna, en aquel entonces, ya llevaba once años en el mundo del fitness y había adquirido un profundo conocimiento de mi cuerpo. En parte también gracias al método pilates, por lo tanto disponía de una herramienta muy valiosa para comenzar el combate.
Han pasado 16 años de aquel día, que marcó un antes y un después en mi vida, y me siento una ganadora absoluta. Además de plantarle cara a la diástasis abdominal con mi propio método de entrenamiento, dejándola completamente fuera de juego, tengo la fortuna de poder ayudar a otras personas.
No era consciente de la enorme cantidad de afectadas que somos hasta que comencé a formar parte de un grupo de Facebook llamado Luchando contra la diástasis abdominal. Me quedé realmente impactada al ver que contaba con miles de participantes.
Pensar que durante muchos años yo no coincidí con ninguna otra persona que la tuviera, y sinceramente me habría encantado compartir mi odisea con alguien más y no sentirme tan sola.
Fue precisamente en aquel grupo donde nació Reto Diástasis Abdominal.
'Mis chicas', así las llamo, tenían una necesidad imperiosa de contar con un programa de ejercicios que fuera específico, sencillo y efectivo.
Comenzó un grupo pequeño, poco a poco se fueron sumando más y terminó convirtiéndose en un verdadero fenómeno.
Justo cuando creí que el Reto Diástasis había alcanzado su punto más alto, recibo un mail de la prestigiosa editorial Penguin Random House proponiéndome escribir un libro. ¡Un libro! ¡Qué emoción más grande!
En un principio tuve miedo de no poder compaginarlo con el trabajo, la casa y los niños. Aún así, acepté al instante.
Ayudar a mujeres tras el embarazo
Me sentí halagada, pero sobre todo feliz de tener la oportunidad de seguir ayudando a más mujeres a recuperar su abdomen y su autoestima después del embarazo.
Cuando Yolanda, mi editora, me pidió que elaborara un borrador del índice de mi libro (qué bien suena lo de 'mi libro') me encerré en mi casa durante dos días y comencé lo que para mí fue la parte más difícil del proceso.
Elaborar el índice de un libro es casi como escribirlo. Requiere saber perfectamente los temas que incluirá, el estilo, el orden y mil aspectos de los que solo fui consciente cuando ya estaba con las manos en la masa. ¡Socorro!
Fueron dos días muy intensos en los que elaboré un índice completo y detallado de un libro que no me gustaba ni me representaba.
Había diseñado el libro que se suponía tenía que escribir, cargado de definiciones y tecnicismos. Era un libro frío, impersonal y muy aburrido.
Me sentí realmente abrumada y decepcionada. Pero yo era la única culpable porque nadie me había impuesto ningún tipo de condición. Tenía libertad absoluta para escribir el libro que quisiera y en vez de volar alto me encadené a lo políticamente correcto.
Entré en pánico. Sólo quedaban unas horas para entregar mi propuesta y no tenía nada, estaba incluso peor que antes de empezar.
Lo mejor que se puede hacer en esos casos es salir a caminar, tomar el aire y mantener una profunda y sincera conversación con uno mismo. Y eso fue lo que hice, acompañada, por supuesto, de mi fiel amigo Simba (mi perro).
Cuando ya estaba alcanzado los 10.000 pasos encontré por fin la respuesta que estaba buscando. Tenía miedo. Miedo de mostrarme tal cual soy, miedo de que el mundo entero conozca una parte muy privada y vulnerable de mi pasado, miedo a que me critiquen o me juzguen.
El increíble poder de un paseo por la naturaleza
Regresé a mi casa liberada y con todas las respuestas. La decisión era mía: podía escribir un libro correcto en en el que sólo sería un mero intermediario, o podía escribir mi libro, plasmar en él toda mi esencia y disfrutar plenamente del proceso. Y eso fue lo que hice.
Escribir este libro fue como escabullirme en una cápsula espacial y retroceder en el tiempo justo hasta el preciso momento que nació mi primer hijo. Disfruté muchísimo recordando momentos y anécdotas que habían quedado traspapeladas entre balones y cuadernos.
También me permitió entablar una profunda y sincera conversación con mi yo del pasado y darle las gracias porque, a pesar de todo, y cometiendo errores, siempre intenté dar lo mejor de mí.