El pasado 8 de marzo, coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer, Pedro del Hierro presentó la colección solidaria ByBy. Ocho capas diseñadas por su director creativo, Nacho Aguayo, en colaboración con ocho mujeres inspiradoras que se alían con la firma para decir adiós a techos, barreras, prejuicios y discriminaciones. 

[Pedro del Hierro presenta a las 8 mujeres que co-diseñarán su colección ByBy]

Hoy, Magas entrevista a una de estas mujeres inspiradoras: Alejandra Quereda (Alicante, 1992). Como capitana del conjunto español de gimnasia rítmica, obtuvo la medalla de plata en las Olimpiadas de Río de Janeiro en el 2016. Hoy, siete años más tarde, se desempeña como seleccionadora nacional, y su equipo ya se está preparando para los JJOO de París 2024.

Con la disciplina que solo dan el deporte, el ejército y pocas cosas más, a base de tesón y esfuerzo, esta esbelta gimnasta de metro setenta y cinco pudo compaginar la competición de alto nivel con el estudio de la carrera de Medicina. Quereda, en conversación con este periódico, confiesa que lo suyo es vocacional: "Hay que mantener la pasión viva. Poco a poco, con muchísimo esfuerzo, el trabajo va dando frutos", aconseja a sus pupilas.

Los beneficios de la venta de la capa codiseñada por la seleccionadora se destinarán a un proyecto de microemprendimiento femenino seleccionado por un jurado entre los ocho que se presentan para colaborar con ByBy.

Alejandra Quereda en un entrenamiento. Cedida Tendam

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Como mujer inspiradora para Pedro del Hierro, ¿en qué cree que puede inspirar? 

En la versatilidad que nos da el deporte, el hecho de aprender a reinventarnos, la creatividad que aportamos en la creación de cada uno de nuestros ejercicios. Son cosas que podemos trasladar al mundo de la moda y, en este caso, aportar en esa capa. 

¿Qué barreras, si las ha habido, ha tenido que romper? 

Nos ha costado visibilizar los logros. A veces, hemos llegado a ganar campeonatos del mundo y prácticamente no había prensa para recibirnos. Pero esto ha ido cambiando desde el primer ciclo de los JJOO de Londres en 2012, hasta el segundo de los de Río en 2016, gracias a todos los apoyos que se han dado al deporte femenino. 

También, el haber podido compaginar unos estudios tan exigentes como son los de Medicina, con el deporte de alto nivel. 

Usted era la capitana del conjunto español. Quedaron cuartas en Londres y plata en Río. Cuando echa la vista atrás, ¿qué recuerda? 

El primer ciclo se vive desde la inocencia de esa juventud. Disfruté mucho más del segundo, el de Río. Era más consciente y profesional. 

Cuando cuadraron el último ejercicio en Río, ¿pensó que tenían serias opciones de medalla? 

Ese fue el mejor momento. La pose final del último ejercicio de la final olímpica. Sabíamos que habíamos dado nuestro 100%. El resto no dependía de nosotras, sino de una puntuación que otorgan los jueces.

En el deporte se gana, pero se pierde muchas veces. ¿Qué sentía y siente cuando pierde? 

Hace poco, en el Campeonato del Mundo Júnior, nuestras gimnastas tuvieron unos fallos que nos alejaron de estar en los puestos a los que aspirábamos. Les dije "para aprender a ganar hay que perder muchas veces. Esto es una etapa más". Hay que quedarse con lo bueno y seguir sumando y mejorando. 

Usted ha dicho de su carrera como gimnasta que lo más duro era el día a día, la perseverancia, el sacrificio…

Es el trabajo invisible que no se ve. En la tele, la competición parece que va rodada, que todo fluye. Pero, para llegar a ese nivel, son horas y horas de trabajo diarias durante muchos años. Sin duda, es el mayor sacrificio que hay que hacer. El tener esa capacidad de esfuerzo y de perseverancia cada día. 

Por supuesto hay momentos malos, pueden aparecer lesiones, días duros en los que todo el mundo está de vacaciones y tú estás trabajando ocho horas diarias. Al final, todo ese esfuerzo sin duda merece la pena por la experiencia que te da el deporte, los viajes que haces, la gente que conoces y, sobre todo, los valores que transmite y te acompañan. 

Cedida Tendam

¿Pensó en abandonar en algún momento?

Sí. Recuerdo el primer ciclo, cuando estuvimos muy cerca de no clasificarnos siquiera para el campeonato preolímpico. Nuestro objetivo era estar en los Juegos de Londres. Se nos pasó por la cabeza un instante. Pero, si de verdad esto te apasiona, siempre vienen fuerzas para seguir adelante, seguir luchando. En nuestro caso, así hicimos. Quedamos cuartas en los Juegos de Londres. Mucha gente pensó que podíamos haber sido medalla. Cosas del destino... 

¿Del destino o de los jueces? 

Nosotras no fallamos. Otro equipo que nos superó tuvo fallos importantes. Pero eso nos dio fuerzas, nos llenó de motivación y de orgullo. Fuimos conscientes de que podíamos ganar medallas, de que podíamos estar entre las mejores del mundo. Si hubiera sido de otra manera, a lo mejor no hubiéramos conseguido todas las medallas que llegaron después. 

¿Cuál es la clave del trabajo en equipo? 

Permitir que cada uno aporte lo mejor de sí en su trabajo, sumar entre todos e ir aprendiendo unos de otros. Todos debemos remar en la misma dirección para que las gimnastas dispongan de los mejores medios, se entrenen lo mejor posible, tengan los mejores ejercicios y podamos conseguir resultados para España. 

¿Cómo se están preparando para los Juegos Olímpicos de París? 

Que el conjunto tenga ya la plaza para los Juegos nos ha dado mucha tranquilidad. Tenemos dos temporadas de preparación en vez de una. Con muchas ganas de poder, no solo estar, sino de luchar por entrar en la final y, por qué no, soñar con la posibilidad de conseguir una medalla. De momento vamos día a día. 

¿Cómo se controlan los nervios y la presión? 

El aspecto psicológico hay que trabajarlo mucho en todos los deportes, pero en la gimnasia rítmica es clave. Nosotras nos entrenamos, repetimos cientos de veces un elemento, pero en la competición solo tienes una oportunidad. Hay que hacer un trabajo de concentración, de conexión, para que ese día esté todo alineado y pueda salir tal y como se ha preparado. 

Hay que saber también sobreponerse. Puedes haber tenido un fallo gordo en el tapiz, pero tienes que seguir hasta el final sabiendo que la penalización existe y que por mucho que remontes, no vas a conseguir la nota para la que has trabajado. 

¿Y usted, que era la capitana del equipo, cómo se preparaba? 

Nuestro equipo se mantuvo compitiendo junto dos ciclos olímpicos, que no es fácil. Teníamos experiencia. La conexión entre nosotras era tal que, solo con una mirada, sabías qué se le estaba pasando por la cabeza a la compañera, qué le podías decir y qué no y en qué momento decirlo. Esa complicidad es lo que lleva al equipo a tan alto nivel. 

Ahora tenemos un conjunto muy joven, llevan tres temporadas trabajando juntas. Pueden llegar bastante preparadas a los Juegos de 2024 y nos gustaría que parte de ese equipo pudiera seguir el próximo ciclo olímpico. 

¿Qué recomienda a las gimnastas jóvenes? 

Siempre digo que hay que mantener la pasión viva y la ilusión. Soñar y creer en las posibilidades, en las gimnastas y en el equipo de trabajo. Poco a poco, con muchísimo esfuerzo, el trabajo va dando frutos. Si pierdes las ganas de trabajar día a día, el esfuerzo se hace muy duro y llega un momento te empieza a no merecer la pena. 

¿Cómo compagina la enorme exigencia con el apoyo moral? 

Hay que ser exigente en el trabajo, serio, riguroso, metódico en la repetición del día a día, pero, en cuanto termina el entrenamiento, pueden contar con nosotras para todo. De puertas afuera saben que formamos esa gran familia que no tienen a diario porque dejaron su casa para venir aquí. Para cualquier necesidad, problema o conflicto, estamos para ayudarlas como si fuéramos sus segundas madres. 

¿Hay muchos conflictos entre ellas?

Como todo. Empiezan juntas muy jóvenes, conforme llega la adolescencia y van forjando su personalidad, siempre hay roces. Lo importante es aprender a dejar esos roces fuera, a trabajar muy unidas dentro del tapiz y a saber solucionar los conflictos.

Tras los Juegos de Río se tuvo que retirar por una lesión. ¿Fue una decisión amarga?

No era una lesión fortuita, la arrastraba desde hacía tres años. Sabía que después de Río tendría que parar y pasar por el taller. Varias de mis compañeras estaban igual. Saber que podía ser nuestra última competición nos hizo disfrutarla más. Llega un momento en el que sabes que lo has dado todo, que has conseguido el máximo y que has llevado el cuerpo a un límite en el que lo mejor es parar para no seguir machacándolo.

La seleccionadora en un entrenamiento. Cedida Tendam

A tesón y esfuerzo no le gana nadie. Mientras preparaba los Juegos Olímpicos ha sido capaz de sacar la carrera de Medicina. 

La verdad es que Medicina se me hizo muy cuesta arriba. Me costó mucho compaginarlo. Fue muy difícil asumir que iba a ir a un ritmo mucho más lento que el resto de mis compañeros y que no iba a poder disfrutar de esa etapa universitaria. 

Las cuatro paredes de mi habitación estaban hasta arriba de apuntes. Poquito a poco, como una hormiguita, con esa capacidad de sacrificio diario y viajando con los apuntes a todos lados, lo pude conseguir. Cuando terminé mi carrera deportiva, ya estaba en 4º de Medicina. 

¿Todas las gimnastas estudian? 

Sí. Promovemos mucho la formación dual. Nuestra etapa deportiva es muy corta. Se prioriza, pero la compaginamos con estudios, enseñanza obligatoria, bachillerato y universidad. De hecho, todas las que están ahora en edad universitaria estudian una carrera. 

Ha aparcado el MIR por su trabajo como seleccionadora. 

Lo mejor de trabajar en el mundo del deporte, cuando te apasiona, es que te levantas cada día y no tienes la sensación de tener que ir a trabajar. Es una vida muy exigente a todos los niveles, pero me gusta mucho e intento transmitirlo cada día. 

¿Cuáles son las principales dificultades a las que se enfrentan las niñas cuando empiezan a competir?  

No es fácil. Hay que marcarse objetivos realistas que dependan de uno mismo. No hay que quedarse sólo con la satisfacción de medallas y logros, sino de experiencias y aprendizajes. Todo forma parte del camino.

El deportista debe saber que se va a enfrentar a momentos duros y que hay retos por delante. Pero el reto también es parte de la emoción del deporte, que no sea fácil, que haya que luchar, trabajar y esforzarse para conseguirlo.

¿Qué le ha llevado a participar en este proyecto de Pedro del Hierro? 

Me parecía ilusionante el poder inspirar, el poder plasmar algo de mi personalidad en una capa. No había hecho nunca algo parecido. 

¿Cómo es la capa que ha diseñado? 

Es negra. Intenté buscar algo elegante que se pudiera usar en distintas ocasiones, no solo para eventos, sino para el día a día. Algo versátil y práctico.

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