Todo en Remedios me despierta curiosidad. Es una mujer fuerte, luchadora, y la primera pregunta que una se hace, como receta para una misma, es de dónde saca tanta energía.
De ser auténtica – os respondo yo-, de haber ganado un certamen nacional con 22 años, auparse a los mejores escenarios, grandes portadas, desfilar en las mejores pasarelas y hoy sentir que es la misma niña, malagueña, que fue. Me gusta la gente auténtica, la que no se alza a un taburete y toma mal de altura; ella es esencia, raíces de su tierra, “con la ilusión de las mismas cosas”.
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Ganar el certamen de Miss España lo utilizó para invertir, fue el primer trampolín para cambiar de vida. Ella llevaba el teatro en la sangre, le venía del padre a quien tanto adora, al que hoy le dedica paseos, “el mejor tiempo invertido, los momentos más gratificantes y las risas más sinceras y cálidas”.
Al teatro se subió junto a los más grandes y era maravilloso porque “el teatro todo se lo come, porque todo se queda en el escenario, es terapéutico”.
Siendo esta top, triunfando en televisión, tuvo un desliz que se viralizó, y alguien lo aprovechó. Ahí fue cuando ella supo que el marketing era una herramienta poderosa y que las redes acababan de llegar y podían ser una trituradora, sobre todo, como era su caso, si no estabas en ellas y no podías ni defenderte.
Ella, lejos de achicarse, se reinventó. Hoy reina en el marketing digital de toda España. Decir que a una marca le lleva Rmedios Marketing, es calidad y prestigio. Sin embargo, ella no alardea de eso. Yo se lo afeo, porque la sociedad necesita ver ejemplos como el suyo de coraje, superación, trabajo y esfuerzo, porque “gracias a ese bendito error” hoy lleva el marketing de estrellas como Antonio Banderas.
Con cuarenta y siete años se matriculó en la universidad, y ahora da clases en dos universidades y en una escuela de negocios. Trabajando, eso sí, veinticuatro horas sobre veinticuatro. “El sentido del deber y los valores me vienen de mi madre”. Y yo digo benditas raíces. Con una humildad pasmosa. Sin despeinarse, en sentido metafórico y literal. Y con esa cara lavada que la hace más bella si cabe; en su caso hace cierto eso de que “la cara es el reflejo del alma”. Una grande.