Natalia Verbeke, Irene Arcos y Eva Santolaria estrenan ‘Todos Mienten’ en Movistar Plus+
Irene Arcos comenzó trabajando como auxiliar de cámara para series de televisión hasta que consiguió dar el salto a la interpretación. Eva Santolaria estudió Derecho y entró en un despacho para pagarse las clases. Natalia Verbeke era bailarina en las compañías de Víctor Ullate en Madrid y del Teatro Colón en Buenos Aires hasta que se convirtió en un rostro conocido. Sin embargo, hoy las tres presentan la segunda temporada de la serie Todos mienten, uno de los grandes estrenos de Movistar+.
Verbeke había nacido en Caballito, Buenos Aires, en 1975. Debutó con El Buen Novio en el año 1998 y pronto recibió el premio Max Factor al “rostro más bonito del cine español”, aunque su fama llegó sobre todo con el musical El otro lado de la cama en 2002, a la que siguieron dos series archiconocidas, Los Serrano y Doctor Mateo —y un interés mediático por su vida personal—.
Santolaria nació en 1975 en Barcelona y es también guionista de la serie que hoy promocionan [dirigida por Pau Freixas, su pareja]; se dio a conocer por su espontaneidad en personajes de series icónicas como Compañeros (2001) y Siete Vidas (2006). E Irene Arcos es madrileña (1981) y popular por series como Los Hombres de Paco (2008), Élite o El Embarcadero (2020); llega hoy a la sesión con una gorra y gafas, hablando de su nueva obra de teatro en Matadero producida por Kamizake.
En esta serie, Irene, Eva y Natalia mienten, o dicen toda la verdad, o ambas cosas, como explicarán más tarde, para contar ni más ni menos que la historia de una mujer que se acuesta con el hijo de su amiga, al cumplir este su mayoría de edad, y de cómo eso termina llevando a un asesinato. “¡El tipo de preguntas que se hacen en cualquier chat de padres!”, exclama irónicamente Natalia Verbeke.
Eva lleva un mono de Rinascimento y salones de Alma en Pena, Natalia lleva un conjunto de lentejuelas de Rinascimento, un earcuff de Thomas Sabo y salones de Ángel Alarcón e Irene lleva un traje de Maksu y salones de Alma en Pena
Todas Mienten
Un cuerpo se arroja por un barranco. Así comienza el primer capítulo de esta nueva temporada de Todos Mienten. “Justo ahí, que es donde lo dejamos”, dice Natalia Verbeke. “¿Qué harías tú si fueran tus hijos?, es lo que pregunta mi personaje”, afirma.
Verbeke explica que le gustan mucho los personajes femeninos de esta serie “porque tienen un poderío brutal, porque son políticamente incorrectas, pero, sobre todo, porque son muy reales. Reflejan las mujeres que somos, con dudas, miserias y mierdas. No las ocultan”.
“Y ocurre algo —asegura—, que todos los personajes, incluso haciendo aquello que no es lo correcto, te caen bien. Porque en el fondo todos sabemos que así es la realidad. Estamos acostumbradas a ver mujeres en las series que son perfectas y aquí no, vamos despeinadas, sin maquillar, mal vestidas, hacemos lo contrario de lo que deberíamos hacer. Estas mujeres se vuelven locas, salen de sí. Hay mucha catarsis”.
Irene Arcos añade que “ha sido un gusto poder habitar mujeres tan imperfectas y tan reales. Y poder encontrar una serie en la que hay algo con lo que empatizábamos mucho y es real y divertido”.
Eva lleva un traje de GUESS, un top de lentejuelas de Karl Lagerfeld y salones de Ángel Alarcón
Para Eva Santolaria, que ha participado en el guion, “era importante no contarlo como un thriller, sino con humor. Volveríamos a colocar a la mujer en un estado de seriedad. Somos divertidas, nos emborrachamos, fumamos… y creo que muchas pensamos cosas antes de ser madres, para lo bueno y para lo malo, que luego nos replanteamos. Yo pensaba ‘cuando sea madre, voy a ser tan guay’, y luego me veo haciendo lo que hace todo el mundo”.
Santolaria explica que en Todos Mienten “trata de esos lugares en los que, aparentemente, tienes que ser feliz. Porque te va bien, porque vives con estabilidad, porque tienes casas que son muy grandes, … Y habla de cómo un hecho puede dinamitar lo que parecía perfecto”.
“Y también se quería hablar del abuso no violento, de la responsabilidad que tenemos los adultos respecto a los adolescentes y la gente que se está formando. En esta ficción una mujer se acuesta con un chaval de dieciocho. ¿En qué momento ha empezado a pasar eso? ¿Cuándo ha empezado a generarse ese juego de seducción con ese chico que ha ido a su casa a dormir miles de veces?”, reflexiona la actriz.
Eva lleva un vestido de Rinascimento, botines de Ángel Alarcón y un anillo de Marina García
“Aprovechando una bomba así —continúa Santolaria—, queríamos hablar de cuando no hay abuso con violencia. A veces, colocamos a un adolescente que se está formando al mismo nivel que un adulto y son corresponsables de lo que ha pasado y eso no está bien”.
Para Eva Santolaria este “era el punto de partida. Cómo llegas a tener la vida que supuestamente es la ideal: con tu casa, tu marido, tu profesión de éxito, tus amigas estupendas, tu grupo de yoga… Todos guapos y con cochazo, y te plantas en los cuarenta con ‘me ahogo, me asfixio, no soy feliz’”.
“Es verdad que hay incógnitas de cómo y cuándo, pero también es verdad que se trataría de un arrebato para romper con todo y de qué puedo hacer para irme y no volver nunca. ¿Cómo puedo dinamitar todo para que todo el mundo me odie y jamás tenga la posibilidad de regresar aquí? Aún juzgamos a las mujeres que toman decisiones pensando en lo que necesitan y no en la maternidad. Dejemos de juzgar a la gente y que cada uno tenga la libertad de ser quien quiera ser”, mantiene la catalana.
Hablar de la vida
“Suena un poco raro —dice Eva Santolaria—, pero mi vida es bastante aburrida. Es una vida, sin más. La interpretación te permite ser otra cosa, descubrir cómo eres un poquito más allá. Abres las ventanas de ese lugar tuyo y dejas que salga todo eso que no te atreves a ser”.
Asegura que, durante los rodajes, “vives en un ambiente diferente, tienes otra familia. Ahí está la mentira, en la fantasía, en la comedia y en el drama. Los momentos como este de prensa, a mí me gustan. Las promos son como ir de bolos. Cuando un trabajo ve la luz, es una oportunidad para poder hablar y recibir feedback en función de las preguntas que te hacen. Es cómo empiezas a tomar la temperatura de si ese trabajo ha gustado”.
Irene Arcos se une a su compañera y asegura que a ella le pasa “un poco igual. Cada una lleva su vida como buenamente puede, con las cartas que le han tocado. En mi caso, tengo muchas tomas de tierra. Empecé en esta profesión más tarde, he sido técnico, he trabajado como auxiliar de cámara…”
Para ella, “todo depende de tu personalidad —cuenta—. No hago nada extravagante, mi grupo de amigos es el de siempre y los actores y actrices que se suman a mi vida tienen unas tomas de tierra fantásticas. Voy a ver a unos amigos a Lavapiés, al teatro… Estoy trabajando en el teatro, que te curte mucho: meterse en la furgo, ir a hacer bolos… Vivo en la tierra, en la sociedad, y en un contexto real, soy cercana e intento participar y contribuir”.
Natalia lleva un vestido verde de Sandro y salones de Mascaró
En el caso de Natalia Verbeke, explica que las actrices “habitamos muchos mundos. Mi relación con la interpretación me permite poder hacer aquello que no soy capaz de hacer en mi vida. Me gustan los personajes interesantes, las mentes que no tienen que ver con la mía”.
En la misma línea que sus compañeras, asegura que “mi vida es también aburrida y, de repente, me encuentro con una Ana, y tengo que llegar a su estado y eso me encanta. La relación con la prensa es otra cosa, en mi caso es estrictamente profesional, de hablar de trabajo”.
Natalia lleva un vestido brillante de Sandro y salones de Inés Domecq para Cuplé
La mentira y la interpretación
¿Está la mentira cerca del hecho interpretativo? Para Natalia Verbeke, “actuar es todo lo contrario a mentir. Yo necesito creerme lo que está ocurriendo: si no, siento que no se lo está creyendo tampoco el espectador. Me gusta mucho más jugar como se dice en inglés, play que la palabra actuar”. Para Santolaria, yo necesito ser lo más sincera posible interpretando, sentir que desde mi punto de vista estoy diciendo la verdad, desde cada personaje, aunque sea lo más diferente a mí”. Arcos añade que “la palabra mentira no es cierta aplicada a las intérpretes: estamos más en contacto con nuestras miserias y dolores. Actuar implica un conocimiento, una honestidad, con uno mismo y su fragilidad. A partir de ahí puedes construir. Tienes que estar en contacto con lo que te hace vulnerable para poder ofrecérselo a los personajes y construirlo con toda tu verdad posible”.
Eva Santolaria dice entonces una frase y sonríe. “Es mentira que nunca miento, lo digo de verdad”. Y añade, “yo pensaba, y decía, que no me gusta mentir. Pero desde que hicimos la serie me empecé a dar cuenta de que es mentira. No siempre he sido honesta conmigo misma, no soy sincera al 100%”.
Verbeke lo tiene claro: mentimos constantemente. “Ni siquiera con la intención de mentir. A veces me veo mintiendo en tonterías por no tener que dar explicaciones. Algo simple, básico, que no requiera más preguntas. Así no tengo que estar explicando.No miento en cosas importantes, quizás porque todo el tiempo estamos viviendo otras realidades”.
Irene Arcos concluye. “Todos lidiamos con nuestras pequeñas grandes mentiras para sobrevivir. Digo muchas mentirijillas, pero todas tienen una base de realidad, un componente que igual es un 1%, pero hay algo”.
Irene lleva un conjunto de lúrex de Is Coming y salones de Kurt Geiger
La interpretación en España
“¡Una, dos y tres…. Meryl Streep”, responde Natalia Verbeke sobre fijaciones interpretativas. “A mí me gustan las Kates, la Winslet, la Blanchett…”, dice Irene Arcos. “A mí las Hepburn”, añade Eva, escribiendo su respuesta sobre las anteriores, “Katherine, Audrey… me gustan las mujeres valientes, con carácter fuerte. Y también gente como Julia Roberts, que me parece maravillosa, porque en un momento prioriza su familia. Hay que ir por detrás de las etiquetas fáciles, hay un montón de actrices que esconden historias maravillosas”.
Para Irene Arcos, hay que evitar glamurizar en exceso la profesión de intérprete. “No hay que olvidar que estamos hablando de una profesión en la que trabaja un 8%. Es preocupante pertenecer a un gremio así. El otro día escuchaba a Lola Dueñas hablando de la realidad de las actrices, las oportunidades que se dan son poquísimas y para una gente muy concreta. Estamos a años luz de Francia o Estados Unidos”.
Irene lleva un vestido de Natalia Però y botas altas de Alma en Pena
En opinión de Arcos, “tendríamos que estar más dispuestos a ver más colores, más edades de las mujeres… Ahora, gracias a que hay más mujeres en el medio, tenemos actrices de 40 años protagonizando una serie, pero nos estamos perdiendo una generación enorme”.
Natalia Verbeke reivindica cómo “para mí sería imprescindible que no se perdiera lo de ir al cine, la experiencia. Creo que las generaciones de ahora no saben lo que es ese ritual, y por eso hay cines que desaparecen. En Francia hay una tarifa plana para ir al cine, imagina, poder pagar 20 euros al mes y poder ir cuanto quieras, y que hubiera un bono cultural también para teatro”.
Para Eva Santolaria, “hay que entender que la vida del espectáculo tiene unas características concretas. Respecto al salario y al tiempo, por ejemplo, el dinero que has ganado en un tiempo muy corto quizás lo necesitas para vivir un año o más. Se da una imagen de glamour por los estrenos que no es real. Hay muchas vidas, la gran mayoría, precarias, porque no te da. Lo que decía Irene, hay que potenciar la industria. No todo el mundo tiene plataformas, sería muy guay que cuando cada plataforma haya amortizado ese producto, se pudieran ver en abierto. ¿Cuánta gente se puede permitir ir a un teatro o un musical? ¿Cuántos chavales de familias vulnerables pueden permitírselo? Tendríamos que buscar entre todos modos de que pudieran ir”, concluye.