Cuenta Claudia, Claudia di Paolo, que su hija de doce años ya se limpia la cara todas las noches y tiene sus rituales de belleza. Cuentan quienes más conocen a Claudia que jamás le han visto un fuera de lugar estético, uno de esos momentos patinazo que todas y algunos todos contamos en nuestro haber.
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De hecho, llega maquillada al maquillaje previo a la entrevista. No es de extrañar en esta cosmetóloga, gurú estética, de padre y madre italianos, nacida en Uruguay y habitante española desde hace más de treinta años. Como descendiente de inmigrantes, ama viajar, vivir en otros lugares, diría que también el riesgo. Con la genética italiana mediante, cocina -especialmente pasta- y familia son nodales en su vida.
Claudia es una habitual de quienes amamos el mundo de la belleza. Porque lleva creándola desde su adolescencia, con marcas, spas y cuidados de la piel y el pelo. Hoy, desde su spa capilar en el hotel Villamagna Rosewood en Madrid y con un nuevo tratamiento, el Awareness Cure, ha vuelto a sorprender.
Pero ya lo hizo cuando abrió su primer spa urbano en Toledo hace tres décadas. O cuando en plena pandemia replegó velas y remodeló su comercio on line. O abriendo centro de belleza en París, con el que llegó, triunfó y cerró cuando el covid lo impuso.
Claudia sigue los dictámenes de quienes ya bíblicamente hablaron del poder de un buen cabello, lo que no equivale necesariamente a “salomeismo” sino a salud, aunque en su caso se trate de melena al viento. De hecho, asegura que “más que arma de seducción es un arma de conexión; si hablas de pelo con otras mujeres, enseguida surge un punto de unión”.Ella lo pone en práctica, tanto que incluso ha creado el grupo “Universo Mujeres Inspiradoras” a las que une de vez en cuando para compartir, debatir, crecer y disfrutar, a su medida de disfrutona que lo es, y mucho.
¿Quién es Claudia di Paolo?
Alguien que ama la belleza, y la belleza está en muchas cosas de mi vida. No solamente es la física, sino la del entorno, las personas. Yo necesito estar rodeada de belleza. Me gusta esta parte que te hace sentir bien. Siempre digo que no salvamos vidas. Pero a veces salvamos a las personas porque salen empoderadas de nuestros tratamientos, con el mismo problema que tenían al entrar, pero pudiendo afrontarlo de otra manera.
Desde niña siempre arreglaba a cualquier mujer que estaba a mi alrededor. Éramos muchas, porque somos cuatro hermanas y mi madre, y mi abuela que vivía con nosotros. Pero en esa época no se consideraba bien que te dedicaras al mundo de la belleza, se entendía como muy frívolo, y tuve que luchar bastante con mi familia y por suerte empecé a hacer mis pinitos y formaciones con 15 o 16 años, por supuesto compaginándolo con el estudio tradicional.
También estudié cosmetología, por lo que entiendo de activos y formulaciones que me interesan muchísimo. A los 18 o 20 años ya invertía en buena cosmética. Y soy muy curiosa, me encanta viajar y he tenido la suerte de poder visitar muchísimos sitios y ver cómo la belleza es diferente en cada cultura y lugar.
¿Dónde has encontrado una belleza más espectacular?
Uno de mis grandes maestros, de mis grandes escuelas, ha sido Japón. Sin duda, la japonesa tiene un sentido de la belleza único. Aprendí mucho de ellas y lo implementé en mis spas. De hecho, cuando tenía el de París todo el equipo era de japonesas, porque también tienen un concepto del servicio al cliente único en el mundo. Me interesa la excelencia, el servicio, la perfección, y no hay personas más perfeccionistas que las japonesas.
Para ellos, la importancia de la belleza es cultural. Las niñas de ocho o nueve años ya empiezan sus rituales, en secundaria tienen asignaturas de belleza. Lo viven como respeto hacia los demás.
Además, tienen un sentido de prevención, de preservar la belleza natural, mientras que en Europa o en América la cultura de belleza es más invasiva y empezamos a cuidarnos muy tarde, sin tener consciencia de que el proceso oxidativo en la piel, o sea el envejecimiento, comienza a los 25 años.
En técnicas faciales, las japonesas trabajan métodos no invasivos, con la idea de poner en funcionamiento las propias herramientas de la piel contra el envejecimiento.
En el cabello me inspiran muchísimo las hindúes; hay un componente de genética, pero su cultura de cuidado capilar es increíble. En cualquier parte hacen masajes en el cabello con aceites. De Estados Unidos y de Europa, también he tomado cosas. P
or ejemplo, de Francia, esta parte de excelencia, de lujo, de saber vivir… Ahora hay mucha cosmética coreana. Son, como todos los asiáticos, verdaderamente expertos en la cultura del cuidado. Hoy están llegando esas marcas aquí, pero son de toda la vida.
Has tenido un desarrollo muy claro como empresaria.
Yo me considero emprendedora. Soy de campo de batalla. Me encanta estar en el campo de batalla y eso es un espíritu. Emprendí mi primer negocio con 24 años. Tenía una idea muy clara de cómo quería hacer las cosas, y no encontraba un sitio donde se hicieran como me gustaban a mí. Entonces creé un spa urbano en Toledo.
Luego abrí en Madrid una de las primeras boutiques de cosmética nicho, que había empezado a conocer en mis viajes, que eran muchos. Y después inauguré el centro de estética en París. Y, entre medias, una de las marcas que traje para mi boutique, una japonesa espectacular, me pidió una extensión para España, y aunque no tenía ni idea de distribución, me encantó tanto la marca, que la tomé para cuidarla en nuestro mercado. Y ahí nació mi empresa de distribución.
Ahora traemos marcas de lujo, de superlujo y hacemos todo su desarrollo; así que me convertí en una experta en estrategia de expansión. También hago labor como consultora para que las marcas entiendan dónde tienen que estar, cuál es el idioma del lujo, que es muy diferente.
Con la pandemia realizamos una gran reestructuración, sacamos la plataforma digital, L’Exclusivité, con los productos que vendíamos en el espacio físico de Madrid, que también habíamos cerrado, un e-commerce con marcas excepcionales que es muy difícil encontrar todas juntas.
Define la belleza
Es algo que está en todo, que puedes encontrar en muchísimas cosas. Para mí es muy importante el cómo, más que el qué. Cómo se colocan los objetos, cómo se disponen los espacios, la música…, a dónde te transportan los aromas… esos detalles que te hacen vivir en otro lugar y otro momento.
Yo soy una persona muy esteta, me molesta estar en un sitio que no esté ordenado, intento que mi vida, mi oficina, mi casa… donde me muevo, siempre tenga algo estético. Para mí es muy importante y se lo transmito a mis hijos; les enseño cómo ponemos una mesa, me preocupo de tener unos vasos bonitos, unos platos bonitos y un mantel bonito y ponerlo bonito, que tardas lo mismo que en ponerlo feo.
Es como poner amor a todo lo que haces. Mira, esa podría ser la definición de la belleza: poner amor a todo lo que haces.
¿Algún día sales de casa con la cara lavada?
Todos los días. Pero hay truco, que sé que no está nada bien, y es que como yo vivo en el campo, que es un privilegio, pero que también son horas de carretera en mi vida, llevo mi maquillaje en el coche. Así que salgo sin maquillar todos los días, pero cuando llego a destino ya estoy preparada. Me gusta ir arreglada. Me siento cómoda.
¿Por qué empezaste a preocuparte por el pelo?
Yo tengo un cabello súper rizado y muy fuerte. Tenía tanta cantidad que de pequeña no podía hacerme ni una coleta; me hacía dos porque no me aguantaba una goma. Mi madre no sabía controlar ese cabello y me lo cortaba cortito, como a un chico. De adolescente, me hicieron un tratamiento que habían traído de Brasil y le quitaron el rizo. Y fue la primera vez en mi vida que pude tener mi pelo largo y entendí que había tratamientos que realmente te cambiaban la vida.
¿Qué ocurre?, que vas a una peluquería y el estilista es un artista que te deja maravillosa y sales como una estrella de Hollywood. Pero cuando llegas a casa no sabes manejarlo. Por eso creé el primer spa capilar hace 15 años, especializado en tratamientos de cabello, con el concepto similar a los cuidados de la piel.
Así ha sido esa evolución y ese interés, hasta crear nuestra propia marca y un spa capilar más evolucionado, con tratamientos que te facilitan la vida, porque ahora no tenemos el tiempo de ir a una peluquería todas las semanas como nuestras madres. Nuestro spa trabaja por el bienestar y la longevidad capilar.
Porque realmente el cabello se va deteriorando, perdiendo. Pasa un poco como con la piel. Esta pierde densidad, se arruga, y el cabello también pierde densidad, flexibilidad y fuerza, se vuelve débil como de bebé, además de las canas que son parte del envejecimiento.
Trabajamos para prevenir y reparar todos estos efectos. Para conseguir un cabello joven, que es brillante, que se mueve contigo, que tiene nervio, brillo, hidratación…, que es lo que caracteriza un cabello joven. Trabajamos el wellth, que significa riqueza mucho más allá de lo material, una riqueza basada en la salud, mucho más profunda que solo el bienestar. Es la nueva evolución del wellness.
¿Cómo ha sido el proceso de investigación?
Para mi propia marca, Awareness Cure, ha sido un proceso de más de cuatro años. O tienes ciencia, o no funciona. Yo no soy partidaria de marcas híper naturales caseras o de esas que no tienen esta parte de ciencia que hace que realmente tenga efecto en tu piel o en tu cabeza. La marca tiene toda la tecnología, todos los activos para que realmente actúe en el cabello, en su densidad, en su futuro.
Como tengo formación en cosmetología y he trabajado con marcas científicas toda mi vida y en grandes laboratorios, empecé las formulaciones en Francia, en un laboratorio francés, pero con la pandemia descubrí que en España había grandes laboratorios… Hay que ver lo mal que se vende España…, hay impresionantes laboratorios y grandes científicos.
Mi producto es biotecnológico. Tiene lo mejor de la naturaleza y lo mejor de la ciencia. Hemos salido al mercado con solo con uno, que es un tratamiento. Y estamos trabajando en distintas fórmulas porque tardan mucho tiempo. Llegaremos adonde tengamos que ir, para lograr un posicionamiento de cosmética de lujo capilar.
El producto se llama Awareness Cure porque significa cura consciente. Al final, estar bien es una necesidad. Y cuando te cuidas con consciencia, ves el doble de resultado. Creo mucho en la energía y cuando pones la intención todo funciona de otra manera.
Hablas de energías…, ¿meditas?
No soy una experta en energías ni muchísimo menos, pero es importante. De hecho, nuestro spa, nuestro espacio físico está basado en esta idea de energía; cada pieza está diseñada para que la energía fluya desde el inicio. Cuando entras al tratamiento hay una parte de desconexión que hacemos con música y de meditación guiada para que tomes consciencia. Al final, el beneficio lo notas en todo el organismo.
En cuanto a mí, medito, pero poco, porque soy muy, muy, activa. Siempre estoy haciendo algo, pero medito, no todo lo que debería, pero lo hago. Y me gusta, y el yoga, y todo eso te ayuda a tener esa consciencia que la llevas a todo. Al final, todo, todas las cosas que te van pasando, también son un aprendizaje.
¿Y ese movimiento de mujeres inspiradoras del que formo parte con mucho honor?
Porque tenía la suerte de conocer mujeres increíbles. No me considero una conectora, la verdad. Pero me gusta compartir. Y creo que las mujeres tenemos una vida muy intensa. Ahora hemos tomado muchos roles. Antes era muy definido. Te encargabas de tu casa y ese era el rol. Ahora nuestra vida es muy, muy, intensa y además la mujer siempre nos ponemos en el último rincón, siempre somos la última en la agenda.
En general, somos muy expansivas, muy generosas con todo el mundo, siempre dispuestas a ayudar. Por eso me parecía muy interesante poder ayudar a las mujeres y conectarlas, mujeres muy interesantes que tenía a mi alrededor, que muchas veces ni se conocían y para las que era importante cuidarse.
Lo denomino universo porque hay de todo, desde políticas, a músicas, pasando por grandes ejecutivas, con un nexo: la belleza es importante para todas. Me pareció interesante conectarlas, conectaros, y tener el propósito de inspirar a otras, porque en general nosotras no tenemos tantas referentes.
También me interesa mucho ayudar a la gente joven, ayudarla a inspirarse, a ver que hay cosas posibles, pero que es necesario trabajar, tener iniciativa, energía… Y me parece que conocer historias de mujeres reales, que se han labrado un camino con muchísima resiliencia, es de gran ayuda para esta gente. Ese es uno de los proyectos que tenemos ahora. Pero surgirán más.
Una mujer referente para ti.
¡Uf! Mmm. Pues gente que ha estado cerca, gente con la que incluso he podido trabajar. Es la que más me inspira. Por ejemplo, ayer -el día antes de la grabación de esta entrevista- estuve con Beatriz d’Orléans y tomé de ella una inspiración enorme de todas las cosas de las que estuvimos hablando. Es una sabia.
He seguido a mucha gente. Por ejemplo, las hermanas Carita, o C.J. Walker, esta afroamericana que sacó un ungüento para el cabello, que han hecho una serie y todo, que terminó siendo una de las más ricas de Estados Unidos. Yo tengo algo que no sé si es bueno o malo y es que todo lo veo posible. No veo cosas muy inalcanzables. Eso te lo puede decir mi equipo.