Mucho antes de que se estrenara Maestro, ya se había iniciado la conversación sobre esta película dirigida, coescrita y coprotagonizada por Bradley Cooper. No faltaban razones, por primera vez se abordaría desde la ficción la figura de Leonard Bernstein, uno de los genios musicales de nuestros tiempos. Sin embargo este no es un biopic a la usanza, ya que parte de la relación entre Bernstein y la actriz Felicia Montealegre, un matrimonio que se prolongó durante 26 años.

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Felicia está interpretada por una luminosa Carey Mulligan, que ha sido nominada al Oscar por este papel. Ella nos descubre a una mujer absolutamente fascinante, cuya complejidad resulta casi inabarcable, hasta para el mismo Cooper y su coguionista Josh Singer. Aparte de los tres hijos de la pareja, de esta unión surgió una alianza bastante singular, una retroalimentación artística y personal, una relación simbiótica iniciada casi desde el momento en el que se conocieron en 1946. Al menos eso es lo que se interpreta a grandes rasgos de la cinta. 

La verdadera Felicia Montealegre Cohn nació en Costa Rica. Su madre era costarricense proveniente de una familia pudiente y su padre, estadounidense judío, un rico industrial dedicado a los negocios de minería. Creció y se educó en Santiago de Chile. Estrenando la veintena llegó a Nueva York para afianzar su formación y carrera en la interpretación, así como para continuar con sus estudios musicales con el pianista chileno Claudio Arrau. 

Bradley Cooper y Mulligan forman la pareja protagonista de la película.

"La echo muchísimo de menos", emana nostalgia el septuagenario Lenny Bernstein sentado al piano frente a un equipo de televisión en la casa ubicada Fairfield, en la Costa Dorada de Connecticut, donde había muerto Felicia a los 56 años a causa de cáncer de pulmón. Que Maestro se inicie con esta escena en la que aparece el músico hablando de Montealegre, contando sobre la vívida sensación de percibirla aún trabajando en el jardín o en cualquier otro rincón de ese caserón, es como una promesa. O quizás el firme propósito de retratar a esa mujer que durante toda su vida fue resumida como la cónyuge del afamado músico. Un calificativo que figuró hasta en el obituario del New York Times publicado el 17 de junio de 1978: "Muerta Felicia Montealegre C. Bernstein, actriz, esposa del compositor".  

Una estrella de Broadway

A lo largo de la película se muestran diferentes etapas en la vida en común entre Felicia y Lenny, dando saltos temporales entre los años 50, 60 y 70, mostrando cómo se fortalecería la alianza para luego resquebrajarse con los años en cierta forma. 

A medida que avanza el relato, da la sensación de que el retrato que se traza de Felicia prácticamente toma cierto color y profundidad cuando está junto a Bernstein. Al principio los trazos que la definen son fuertes: se muestra a una mujer que está consciente tanto de su talento y potencial como de las limitaciones impuestas a las féminas en aquella época. "Muchas cosas me paran, pero no el miedo", le dice la joven Felicia a su amado el día que se encuentran. 

Al momento de conocer al compositor, precisamente en la casa de Arrau, la actriz ya había debutado en las tablas neoyorquinas con la obra de Federico García Lorca Así que pasen cinco años. De hecho, unas de las primeras escenas juntos se desarrolla en el escenario del Provincetown Playhouse en el Greenwich Village, donde en realidad se presentó la pieza. Su debut en Broadway sería en ese mismo año con Swan Song, de Ben Hecht y Charles MacArthur.

A partir de 1949 Felicia empezó a tener protagónicos en dramas televisivos, varios de ellos significativos, que le llevaron a ser reconocida por el Motion Picture Daily como la estrella femenina más prometedora de la televisión. Una elipsis cinematográfica hace que se diluya el hiatus en la relación amorosa entre la actriz y el músico. En la biografía de Felicia hay constancia de un romance con el también actor Richard Hart, quien murió prematuramente por una falla cardiaca, y cuenta la leyenda que falleció en los brazos de Montealegre. 

Entonces es cuando retoma la relación con Bernstein, con quien se casa en 1951. En esta época Felicia se afianza en Broadway, es por eso que cuando el Lenny de la ficción se la presenta a su examante y colaborador musical, el clarinetista David Oppenheim (Matt Bomer), éste le dice: "¡Pero si eres una estrella de Broadway!". A lo que ella le resta importancia. Para aquel entonces, la actriz también había asumido roles en montajes que se presentaron en diferentes festivales de teatro obteniendo muy buena resonancia

En una ágil secuencia musical Bradley Cooper narra los éxitos profesionales de ambos en paralelo. Pero pronto el peso de la historia se inclina hacia Bernstein, mostrando su evolución artística, su creciente importancia como el carismático director musical de la Filarmónica de Nueva York, así como su cada vez más evidente insatisfacción en lo referente a su identidad sexual. De hecho, uno de los aspectos más relevantes que aborda la película es la homosexualidad del músico confrontada con su vida marital.

En los archivos de la Biblioteca del Congreso de EE.UU, entre todos los manuscritos y documentos donados por los herederos de Bernstein, se encuentra una carta escrita por Felicia para Lenny fechada en 1951, poco después de casarse. Se trata de una misiva muy íntima en la que la actriz, a la vez que reconoce que su marido es homosexual y a sabiendas de que no cambiaría, expone su voluntad de "aceptarte tal como eres sin convertirme en una mártir o de sacrificarme ante el altar de L.B [Leonard Bernstein]". Felicia apuesta por el amor que le tiene a Lenny, por la honestidad y transparencia en la relación, así como por el respeto mutuo, aunque él terminaría por llevar una doble vida.

Esa carta también la cita Jamie Bernstein, la hija mayor de la pareja, en Famous Father Girl, un libro de memorias de su autoría publicado en 2018. Jamie escribe que, pese a todo, su madre terminó por convertirse en mártir y se sacrificó. "Tengo la sensación de que el coste para ella fue bastante alto. Fue muy duro y pienso que en cierto modo contribuyó a su muerte tan temprana", comentaba junto a sus hermanos y Cooper en una reciente entrevista en el programa de televisión Sunday Morning de la cadena CBS.

Hay que recordar que en los 50 y 60 la homosexualidad estaba perseguida y era duramente penada en EE.UU. Los Bernstein eran apenas una de las tantas parejas que optaron por un unión matrimonial a pesar de la orientación sexual. Tal vez a diferencia de muchas de esas parejas, en Maestro se deja claro que la relación de Felicia y Lenny implicaba mucho más que el simple intento de guardar las apariencias.

"Era obvio que se amaban con locura. Nunca discutieron delante de nosotros, nunca vimos ninguna oscuridad. Sin embargo mantuvieron todo bastante en orden y muy bien oculto", recordaba Alex Bernstein en la entrevista de CBS. Y añadía: "Aunque es probable que nuestra madre se haya arrepentido de muchas cosas a pesar de haber tenido una maravillosa vida juntos con mucho amor". 

Eclipsada pero no anulada

Felicia, con su marido y dos de sus hijos, en los años 50. Getty

¿Pero qué sucedió con la floreciente carrera artística de Felicia Montealegre? En Maestro, Cooper recrea el programa Person to Person, presentado por Edward Murrow y realizado en 1955. Para ese entonces Felicia ya tenía dos hijos: Jamie (1952) y Alex (1955); Nina, nacería en 1962. Entre los dos nacimientos había retomado su carrera, aunque no con la misma intensidad de antes. En el mencionado programa, después de que Felicia enumerara la mayoría de los proyectos de Lenny, incluyendo West Side Story, Murrow le pregunta si aparte de la actuación está involucrada en otras actividades.

"Cada vez se hace más difícil dedicarme a otra cosa que no sea cuidar de esta casa, de mi esposo y de los niños. De hecho, el tiempo que me queda es el que ocupo para actuar", afirma sonriente. A esto luego se le sumarían las giras por el mundo con la Filarmónica de Nueva York acompañando a su marido.

Aún más revelador es el diálogo que se desarrolla poco después entre Felicia y Shirley, la hermana de Bernstein, durante un día soleado en el jardín de la casa en Fairfield. La cuñada le hace notar el precio que implica estar en la órbita de su hermano. 

"Todos hacemos reajustes en la vida (…), aunque cargar con una personalidad así de fuerte es como una pena de muerte. Pero en el momento en que veo que eso le hace sufrir, entiendo que no merece la pena (…) No me va a matar, pero hay que hacerlo sin ningún sacrificio, y de tener que sacrificarme, pues desaparezco", afirma la Felicia de la ficción, quel ha sido construida a través de una infinidad de testimonios, entrevistas y manuscritos.

Sin embargo, es un hecho que la vertiginosa carrera de Bernstein eclipsó por completo las ambiciones artísticas de Montealegre. Bradley Cooper apela al lenguaje cinematográfico para subrayar su presencia en lo artístico pero en segundo plano, a la sombra alargada e inmensa del artista.

También deja claro que Felicia impulsó al compositor a continuar con los musicales, trabajos que un veterano director encarnado en Maestro calificaba como "música no seria". Con los años Montealegre colaboró activamente con Lenny en sus diferentes proyectos como en la Sinfonía N.º 3 Kaddish, o como el ejemplo que se muestra en la pantalla con la reposición de la opereta Candide en 1973. A la par Felicia se puso bajo las órdenes de otros directores para asumir la narración en producciones de música clásica y también tomó pocos roles puntuales en otros montajes de teatro. 

Definitivamente, Felicia Montealegre, tal como apunta Carey Mulligan en una entrevista en la cadena radial NPR, "se negó a ser una mujer mansa y quejumbrosa". Aún así, la actriz inglesa que se sumergió a fondo en la vida del personaje llega a sus propias conclusiones. "Al escuchar sus entrevistas me dio la sensación de que Felicia no estaba segura de hasta dónde habría podido llegar, que sentía que quizás no poseía lo necesario para ser grandiosa en lo suyo. Pero por otro lado nunca tuvo la oportunidad de averiguarlo", afirmaba Mulligan en un medio estadounidense especializado en cine.

Felicia la activista

Felicia pprotagonizó una campaña contra la guerra de Vietnam. Cortesía

Aunque Carey Mulligan encarne dignamente a Felicia Montealegre, dándole profundidad con su gestualidad, así como una fuerza arrolladora y resulte convincente en memorables escenas, no hay un balance cien por ciento satisfactorio como lo hubiera deseado el director y coguionista.

A Bradley Cooper también le falla el trazo fino en el retrato de Felicia cuando subraya a la anfitriona de diversos ágapes con resonantes nombres del mundo de la cultura entre los invitados, pero obvia a la activista. Más allá de organizar la convocatoria en 1970 para recaudar fondos para apoyar a una división de los Black Panther, los Panther 21 que habían sido acusados de actos terroristas, una reunión que el escritor Tom Wolfe ridiculizó en la crónica Esa fiesta donde Lenny (publicada en el New York Magazine), Montealegre se comprometió con diversas causas sociales y políticas.

Presidió la división de mujeres de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU), cofundó la asociación pacifista Another Mother for Peace (AMP), y de hecho fue arrestada en 1972 por participar en una protesta contra la Guerra de Vietnam. También colaboró con Amnistía Internacional en Chile en los años más convulsos.

Si bien Maestro emociona, no termina de hacerle justicia a Felicia Montealegre. Eso sí, nos deja con ganas de conocer más profundamente a esa fascinante mujer a la que el miedo no le pudo.